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sábado, 8 de octubre de 2022

“NAZCA”: LAS TRAVESÍAS COSMOGÓNICAS DE SABRINA USACH

Lic. Miguel Fajardo Korea


NAZCA”: LAS TRAVESÍAS COSMOGÓNICAS

DE SABRINA USACH

 

 

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica

minalusa-dra56@hotmail.com

 

 

 

(COSTA RICA).  SABRINA USACH (Argentina, 1985). Profesora Especialista en Escritura y Literatura. Actualmente, reside en la provincia de Buenos Aires. Magíster en Escritura Creativa, Universidad UNTREF.

Participó en el IV FIP de la Ciudad de México (2015). Invitada por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) a la XXVII FIL, provincia de Las Tunas, donde impartió seminarios de poesía argentina (2018); I FIP Joven “Jauría de palabras” (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 2019); XIV FIP de Buenos Aires (Argentina, 2019); XXX Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia, 2020); Festival Internacional de poesía de Costa Rica (2022).

Ha publicado: Muecas de una voz pájara (Baldíos en la Lengua, 2015); Magnética (Ediciones Culturales de Mendoza, 2018), obra con la que obtuvo el Premio Provincial Vendimia de Poesía. Nazca (Gog & Magog, 2022); La triza en el sueño -12 poemas a Luca Prodan- (Caleta Olivia, 2022). El FIPCR publica su libro NAZCA (2022)

“Las Líneas de Nazca, en el sur de Perú, son un grupo de geoglifos precolombinos que se extienden en las arenas del desierto. Abarcan un área de casi 1000 kilómetros cuadrados y hay alrededor de 300 figuras distintas, que incluyen animales y plantas. Están compuestos por más de 10 000 líneas, algunas de estas de 30 metros de ancho y más de 9 kilómetros de largo. Es más fácil ver las figuras desde el aire o desde montañas cercanas” (Google).

Augusto Tamayo Vargas escribe en el libro NAZCA (1986), del gran poeta y académico peruano Manuel Pantigoso (1936), lo siguiente: “Así llegamos a Nazca. Las líneas de la pampa, el término “nazca” como nacimiento, y las posibilidades de hallar una relación entre el espacio y el mito, entre la superficie de la pampa y de la página con la reacción lírica ante el espectáculo y su intrínseca naturaleza”.

Sabrina Usach. Nazca. San José: Casa de Poesía/UCR. 2022: 80. El libro contiene prólogo de Lucía Carmona; portada de Elsa Salinas. Con epígrafes de Leda Valladares, Blanca Varela y César Vallejos. Además, incluye un epígrafe de la gran poeta costarricense Eunice Odio: “Todo regresa hasta su forma exacta. /La vida retoma su ambición pequeña/ de ser, del todo, vegetal profundo, / recóndito edificio y luz abierta”.

Lucía Carmona, prologuista del libro NAZCA, (2022), de Sabrina Usach hace ver que: “El origen se vuelve obsesión, se sigue la fija idea de la permanencia, del lugar del nacimiento; motivo que incita a recrear lo que parecía aniquilado: la cultura Nasca, sus geoglifos, su cementerio y su desierto. Las líneas fantasmas provocan en la voz que habla la rebeldía ante la destrucción de las antiguas tierras y se propone descubrir las razones que le dieron existencia a estas figuras extrañamente simbólicas, como si su palabra fuera capaz de desentrañar la forma de los árboles o de los animales primigenios, no sin arrastrar esta memoria a la experiencia cotidiana. Ahí encontramos el nudo de estos poemas: el misterio” (Carmona, 2022: 7-8).

El poemario establece la mirada retrospectiva como un referente reflexivo abierto “observo de un lado el mar del otro / una vieja cordillera de un verde (…) /sobre tu cicatriz está marcado el surco / por el que regresarán los cantos del pueblo / muerto en estos acantilados”.

La presencia de los elementos vegetales establece una íntima relación de territorialidad entre la naturaleza y la existencia integral “tres udumbaras crecieron en las fisuras /de la puerta que le abro al mundo / ¿a cuenta de qué ha venido a inmolarse así /el infinito? ¿qué designio se teje /en estas mandíbulas impávidas?”; “porque acá /le llamamos otoño a la perfección de la luz /antes de irse a morir”.

Asimismo, se enlaza la vegetalidad con la fijación del tiempocomo si todo fuera conjugar /el verbo nacer en cada tiempo”; “cercano a lunas y soles indolentes /a esta hora se fueron las sombras”; “nombramos la vida como decir (…) que esas palabras/ surgen del hambre y de la sed”

         En determinados textos se presentan asociaciones entre elementos corporales y una íntima vegetalidad: “entregaré el vientre a las magas me llaman /desde los despeñaderos /plantarán en mí /suficientes pinos como para convertir /las hojarascas que recubren nuestra angustia /en el nombre exacto de los nidos”.

En este corpus, escrito en cursiva, expresa “dice tu cuerpo viene del desierto /de tus manos cuelga el penacho /que sostiene la cabeza-trofeo /surgida entre dos masas de inmensidad /rodó hasta vos por minúsculas patrias /ungidas de polvo hablarás con tus espíritus /nadadores alados y terrestres /sobre tu cicatriz está marcado el surco /por el que regresarán los cantos del pueblo /muerto en estos acantilados”.

Asimismo, es muy importante la posición de nombrar, por ello, el logocentrismo, la palabra es un tejido decisivo en este universo lírico “tejer es construir el pasado /yendo hacia adelante /corre por la piel /un sordo rumiar de animales andinos” (…) “han asumido el sacrificio para decir /un lenguaje milenario creo verlo apenas /más allá de esta trama en las manos /estoy tejiendo mi amuleto /con la desnudez de los redentores”.

El crítico peruano José Antonio Bravo expresa que en NAZCA existe la tríada historia, espacio y travesía: “porque ahora el universo totalizador es Nazca (de nacer y de la pampa): es un lugar determinado, afincable, ubicable: geográficamente ocupa un sitio, una extensión sembrada de historia y de tiempo; y es aquí donde el espacio trasciende por la cronología y su mensaje”.

Sabrina Usach lo tiene claro cuando poetiza “con las fuerzas que nos quedan /dibujemos figuras en los desiertos /como los antiguos nascas tallemos /palabras nuevas en las rocas /y pongámosle nombre al rostro /ese que imaginamos /yo no sé pedir nada ya hice  sacrificios”; “la tierra se expande hacia la costa  /bruta demencial parece el deseo /de una divinidad que quiere salvarse /para que vea fluir el ardor intempestuoso /de esta vida que se incendia".

 

El poemario establece un aquí y ahoraya no puedo salir de mí /habito el sistema natural que me une /al mundo y crezco de acuerdo a la luz /el viento nos acumuló al tun tun

/brotamos salvajes miramos al sol /como estacas a medio enraizar /no me pregunten entonces /por qué eché mis manos en otras aguas /por qué vertí mi lengua en estos humedales”.

“a dos árboles de mí /—porque de un tiempo a esta parte /mido la vida de este modo— /la bestia sigue ahí y yo necesito explicarle:  /a los desiertos los atraviesan las mujeres /que han aprendido a morder el cielo /para hacer llover desde sus vientres”.

La figura estelar de la mujer campea en este mapa lírico de la autora argentina “tu necesidad de nombrarla habrá sido /la urgencia por encontrar /el origen de la especie escrita

/el viento me ofreció /más de un pájaro mudo para comer /pienso en el alimento /sacrificio/ hambre sed”. (…) “somos una mujer observando en la penumbra/ la silueta del hombre que espera /busca entre la arena va y viene va y viene /como si soportara con los ojos tus brazos /de sal o el peso de tu fauna invisible /cuando vacié toda fe sobre tu pelambre /te alejaste con silencio estepario /llevabas un sol por cada uno de tus ojos”.

         Los elementos de la vegetalidad se equiparan, en algunos caso, con lo humano, en asocio con elementos de la naturaleza: “intentaré mirarme el rostro /en el reflejo oscuro querré despojarme /de la imagen del cactus enorme /que engendré y vi crecer de sol a sol  /hasta convertirlo en mi hijo imaginario /seré mineral tallo flor /polen en las alas del colibrí /maga: vos que me soñaste  /con tus ojos de cóndor  /¿podrás gritarme nuevamente viento?

El poemario marca un eje temático importante cuando aborda el tema del tiempo con la simbología “en el octavo mes: símbolo del infinito /todo termina para comenzar /crece el muro y parte del cielo /es jirón de aire que desaparece /no más lluvias que ver ni lejanías (…) si queremos sobrevivir a la asfixia /hay que estallar para adentro y de luz”.

El poema NAZCA, de Sabrina Usach, que da título al libro, es un texto intenso, de altísima calidad expresiva, en tres apartados.  Me interesa el primer y el tercer apartado de ese gran poema extenso:

(1) “ningún pueblo es antiguo si percibimos /el calor de la tierra en las plantas de los pies/toda materia es vida: piedra éter luz  /abrigan la carne sin importar el desierto /que labremos el fuego encendido  /en los hogares sigue siendo el mismo /y su ausencia tampoco implica muerte /porque ruge en la cordillera que somos /turbulencia genética movimiento de ruinas /sangre derramada palabra que vuelve /a nombrarse como si alguna divinidad /hubiese venido a tallar en la memoria /lo imperativo del verbo nacer se repite /en los ojos del búho que ulula detrás / mientras hendimos —cavadores eternos—/el terreno de la palabra flor tika reyen / topteque yvoty —mística ecuación /en la lengua que no termina de aparecer— / participamos del misterio emulando  /oraciones desconocidas: con simples gestos /nuestras manos riegan la combustión oral / de tumbas o almacenes de semillas /—ovario maravillosa cantera— /la masa orgánica empuja sus raíces / hacia la médula extiende la búsqueda /donde es nutricia la sombra  /pregunta en su marcha de dónde /habrá heredado la artesana esencia / de beber y transformarse /guiada por olores que fueron frutos /va intuyendo su destino de germen natal / es la milenaria respiración de lo mínimo /haciéndose universo /mientras ocurre la tempestad: /tal vez de esto se trate la sintaxis / imperfecta e inacabada de la muerte”.

(3) La tercera parte del poema NAZCA contiene el epígrafe “Al enseñarme a escribir me dejaron ciega”, de Gerónima Sequeida y dice así:

 

cuando el choque de placas tectónicas

despierte tu instinto de halcón hembra

podrás hacer el próximo interrogatorio

ingenua criatura que explora significados

durante noches enajenadas de cielo

 

entonces esperarás un nuevo movimiento

sospechando ser el hilo de las tejedoras

del bosque donde formularán tu sombra

y callada te dejarás mecer leve rueca viviente

entre hogueras sagradas donde ungirán

con una mezcla de polvo y sangre

tu cara tus dos pechos tu vientre

 

quizá dudes habitar entre los juncos

un sueño repetitivo cierta será tu iniciación

gateando hasta el agua próxima

a nutrirte con cantos inconclusos

que deberás terminar y ofrecer en ritual

a tus hijas junto al vino las frutas y el pan                                        

 

es probable que lo olvides todo

sin embargo cuando contemples arriba

la nocturnidad y descubras aquella geometría

te sabrás parte de la misma conciencia:

la escritura acaso no está en el poema”.

 

En síntesis, el libro NAZCA, de Sabrina Usach, es un texto revelador de las travesías cosmogónicas de la autora argentina. Las plurisignificaciones semánticas le confieren gran profundidad a sus textos, donde muchas veces da la impresión de escuchar las polifonías ancestrales, arraigadas en el cronotopo sin tiempo, pero con un tiempo en la dimensión de su poesía expresiva, cuyo marco es una especie de mural entre el arriba y el abajo.

La casi totalidad de la estrofa final, correspondiente al tercer apartado del poema NAZCA es, a mi juicio, el eje o arte poética que define el gran trabajo creativo de este poemario de Sabrina Usach: “cuando contemples arriba/ la nocturnidad y descubras aquella geometría/ te sabrás parte de la misma conciencia:/la escritura acaso no está en el poema”. (el destacado me pertenece).

Para entonces, es posible, que las travesías cosmogónicas de Sabrina Usach, hayan empezado a hayan concluido, pero el viaje es eterno, siempre está abierto, para las experiencias visuales con la ancestralidad del pasado en el presente; así como del presente hacia el futuro, en “la milenaria respiración de lo mínimo /haciéndose universo /mientras ocurre la tempestad

 

 

 




 

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