Miguel Fajardo Korea
José León
Sánchez,
Premio Magón:
¡Campa ueee!
Lic.
Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción y Difusión
Cultural
El
Premio Magón otorgado al escritor José León Sánchez (1928) es un meritísimo
reconocimiento a un ser humano luchador; a un escritor e investigador
incansable. Desde el Centro Literario de Guanacaste, Costa Rica, felicitamos su designación.
Su obra literaria y cultural es densa e
intensa. No necesita de presentaciones.
Me referiré a su novela Tenochtitlan (México,
1986: 412).
“Tenochtitlan” presenta una técnica
cineística. El dinamismo expresivo positivo convierte su lectura en un signo de
testimonio histórico. Es una obra de hondo contenido ético y estético. El texto
plantea una visión angustiosa del orbe indígena, con honestidad y fuerza.
La novela se encuentra dividida en 29
capítulos. La obra exalta la figura de personajes relevantes, y aborda acontecimientos
de armas. Su contexto histórico, social, político, religioso, étnico y demás,
se ubica entre 1519-1529, es decir, hace 500 años, por tal razón, indaga,
arqueológicamente, para acercar el destino de los tenochas hasta nosotros, con
gran propiedad artística, en sus presupuestos y códigos narrativos.
La conquista, en cualquier lugar,
genera expectativas, dudas, tropelías.
Nuestro continente no ha estado exento de arrasamientos, venganzas,
luchas intestinas, dominación, explotación, genocidio étnico, vergüenza. Solo
si nos despojamos de miedos podremos ver más allá de la oscuridad; en la luz de
los puñales ardiendo, de las lanzas encendidas.
Los estamentos sociales se entrecruzan:
el azteca y el conquistador. Se muestra toda la gama de recursos guerreros. La
astucia o la ignorancia. El cuerpo de
elementos-dioses: agua, aire, fuego, tierra.
Los dioses e hijos de los dioses defendieron, muchísimo, a Tenochtitlan,
pero también, se asiste al último día de su libertad, su caída en 1521.
La simbología azteca es altamente
variada y rica en historias. Los dioses
blancos, cambiaron mucho el comportamiento étnico-social, pues el invasor
dispuso y, además, impuso.
La crítica del narrador es sin temor,
directa, “era casi un enano, un pedazo de hombre” (p.31). La vestimenta
castellana mostraba poder “Hombres de guerra, porque miraban a todos lados como
en espera de un ataque” (p.30).
En la novela se habla del Tonalamatl,
el Libro de la Sabiduría: “El libro contenía las trece divinidades, los
animales, los veinte signos del año y la historia de los Nueve Señores de la
Noche, que son los mundos que giran alrededor del sol, uno de los cuales es el
de nosotros” (p. 46).
En otro orden, se retrata tal cual es,
al conquistador Hernán Cortés, dueño de la Medellín, su nave. La obra hiere,
porque denuncia la condición de esclavitud a la que fueron sometidos los
aztecas. El pronunciado desprecio de Cortés hacia los pobladores de estas
tierras, basta con leer los conceptos que le merecían los indios conquistados.
Los valores exógenos se convirtieron en
un duro aprendizaje para nuestros antepasados. La intensa crueldad del
expansionismo, se refleja en la actitud posesoria de Cortés (p. 53).
La novela de José León Sánchez muestra
la degradación étnica azteca, a manos del castellano: trueque unilateral a
cambio de oro. Las razas enfrentadas
sentencian el hilo argumental de esta extraordinaria novela del narrador
costarricense.
La degeneración sentimental es otra
fase oculta de la luna: prostitución, la ignominia de la horca. Asimismo, enanos son quienes ordenan la quema
de libros, como puede leerse esa degradación, alrededor del lago de Texcoco (p.
82).
Los símiles ocupan un lugar clave. La obra increpa, reflexiona sobre la derrota
de la guerra, la trata de personas. Las descripciones son precisas,
sostenidas. Crean el suspenso,
acrecentándolo con la firmeza de las enumeraciones, árboles genealógicos,
replanteamientos, pasajes dantescos como la cortadura de manos, en fin, las
situaciones límite se localizan llenas de expresividad y espanto.
Las caracterizaciones de Hernán Cortés,
Matla, Cuauhtémoc son precisas. Reflejan
al personaje. Los doscientos mil hogares de México son sorprendidos con el
ingreso del ejército invasor. El vasallaje destruyó los valores autóctonos.
La narración, la descripción del hecho
de armas reviste un enorme sacudimiento a lo largo de las intensas páginas de
Tenochtitlan. El narrador hace alarde de
un dominio integral de las técnicas novelísticas. Todas las ideas de guerra, en aquellos años,
están expuestas con desafío. El lenguaje
no es eufemístico.
“Ante el señor Cuauhtémoc, miles de
guerreros pusieron una rodilla en tierra, con su mano tocaron la misma tierra,
la elevaron, la
besaron suavemente y lanzaron un
grito. - ¿CAMPA UEEEEEEEE!!!! ¡CAMPA UE
UE, CAMPA UEEEEEEEEEEE!!!
La participación de las mujeres es
hermosa en las tropas indias. Matla, la sacerdotisa guerrera se presenta con
gran calidad humana, con enorme valentía, pero con un final de tragedia griega (p. 398): con la
cabeza rapada, sin un ojo y sin los dedos de la mano derecha, vendida en una
subasta degradante. El holocausto azteca
fue tétrico.
En la novela aparecen referencias a las
venéreas, piojos, esclavos, venta humana, la explotación comunera, los
rituales, el vencimiento, pero siempre con esperanza: “Cada vez que un guerrero
muera, en ese instante resucitará la libertad y la eternidad de nuestros
dioses” (p. 325).
La
actitud final de Cuauhtémoc es una lección.
No dijo dónde estaba el oro. La
destrucción de Tenochtitlan fue increíble: rompimiento de diques, fuga de agua,
sequía, falta de alimentos, muertes, violaciones, vejaciones, costumbres raras:
oler caca con un pañuelo blanco. La naturaleza juega su propia distancia.
Al final, la esperanza es superior al
materialismo: “Mientras un grano de maíz pueda germinar sobre la tierra extensa
del Anáhuac, México Tenochtitlan nunca, nunca, nunca… ha de morir” (p. 379).
En
síntesis, Tenochtitlan es una novela archivo, gama de experiencia
investigativa intensa, manejos de las técnicas narrativas y gran capacidad
creadora. Genera opinión, porque sus páginas trasudan vitalidad, honradez y
perspectiva para apostar por los vencidos con gran valentía narrativa.
Salud, José León Sánchez, Premio Magón:
¡Campa ueee!
Lic.
Miguel Fajardo Korea
Centro
Literario de Guanacaste
Premio Nacional de Promoción y Difusión
Cultural de Costa Rica
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