Juan Calero Rodríguez
CANTO A LA TIERRA
Escucha
la música de esta Madre, escúchala.
Cómo
germina su canto inocente a la llovizna,
su
río vertical de agua transparente y mágica
infatigable,
desnuda, sin palabras
entre
el beso y una flor.
Apenas
abre sus manos, brotan palomas
cortesanas
laboriosas, sembrando el aire
con
esquirlas, en busca del barco de papel.
Pan
de los sueños eternos
del
hombre y su andar.
Si
estamos condenados a beber de su vientre
si
somos rebaños trashumantes negados al llanto,
qué
le hacemos al mar de nuestras raíces.
Bordemos,
pues, las mejores sábanas a la cuna
donde
venimos a nacer y morir.
El
mundo no vaga por suerte de náufragos.
Si
somos mil respuestas a la pregunta
y
la sed no entiende de ratos perdidos,
por
qué ignoramos la fiebre agonizante
del
perfecto mimo a nuestros adentros.
Tierra,
hogar, madre, árbol bendito
no
somos aves de rapiña para sacarte las entrañas.
La
rapiña es puro invento. Bórralo.
Solo
aves, únicamente motas,
ingrávidas
ralladuras de limón.
(Inédito)
MARYLIN
Yo, Thomas Noguchi, médico forense
cotizado
por gladiadores del Universo
ante
este semidiós de la mitología contemporánea
desnuda
sobre una mesa fría común a todos los muertos
declaro:
Norma Jean Baker. Treinta y seis años
ciento
diecisiete libras
con
estómago limpio de barbitúricos
y
útero tamaño natural sin temores
amado
desde los nueve años
por
un padrastro innoble
hasta
el presidente más poderoso
por
supuesto nombrado y respetable John F. Kennedy
precipitada
a la confianza
burlando
vértigos y lluvias
ingenua,
cosmetómana, narcisista
torpe
frente a la soledad
indisciplinada
y maravillosa
perdida
en alguna grieta bastarda
ebria
de autógrafos y tranquilizantes
con
casi kilogramo y medio de cerebro
pulmón
derecho pesando cuatrocientos sesenta y cinco gramos
y
corazón deseado por millones de hombres
tuvo
de todo, menos la vida.
Ella
que soñó reinar desnuda
entre
aplausos en alguna iglesia
hoy
soy su público
y
la poseo sin fotógrafos.
Declaro:
Caso
forense No. 81128
fue
asesinada
por
sus fieles admiradores.
Apaguen
reflectores. Ha muerto la reina.
(Del
poemario “Palabras del balsero”)
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