Lorenzo Noguera
LORENZO NOGUERA
Por
Ricardo Llopesa
El último gran
poeta modernista, Lorenzo Noguera (España, 1933), seguidor de los pasos de
Rubén Darío en los ritmos modernos, dotado de imaginación torrencial al estilo
de la voz profética de Víctor Hugo e iconoclasta del espíritu heterodoxo de
Ricardo Jaimes Freyre y Leopoldo Lugones, sigue siendo un auténtico
desconocido.
Las leyes poéticas
impuestas por el aparato de la cultura española hicieron desaparecer la luz de
todo pensamiento, sustituido por una serie de símbolos simples y otros
metafísicos que se impusieron como el nuevo canon de la modernidad. Esa actitud
antimodernista tuvo su origen a finales del siglo XIX, cuando se puso en marcha
la voraz maquinaria conservadora, destinada a preservar los principios del
pasado. Fue el momento cuando la poesía perdió el norte con respecto a las
corrientes modernas europeas y americanas del norte y el sur, alejándose de
todo postulado que implicase el compromiso humano que ha conllevado la poesía
contemporánea.
En ese momento se
produjo un jaque-mate que disolvió el pensamiento liberal como por arte de
magia. Sólo nos quedó el recuerdo de Juan Ramón Ramón Jiménez, Blasco Ibáñez,
Lorca, Alberti, Miguel Hernández y la poesía social de los años 50, cuya
enseñanza fue distorsionada y apagada.
La espiritualidad y
el uso de una jerga literaria vinieron a sustituir el pensamiento o la idea del
poema moderno, tanto como el hai-kú y su visión estereotipada del surrealismo
influyeron en una escritura elíptica y gongorina, poco clara, que sustituyó la
mirada espiritual y objetiva de la gran poesía española.
Lorenzo Noguera se
detuvo en la adolescencia, miró pasar de lejos el carro de las nuevas ideas
impuestas durante la dictadura y su visión ancló en las aguas letales de Hugo y
Darío, Lugones y Jaimes Freire. En aquellos años era imposible beber de las
fuentes de los hijos del modernismo como Vallejo, Borges o Neruda, y su poesía
creció dentro de él, reprimida y silenciada por la autocrítica. Hoy, al leerle,
contemplo un abanico de esplendor de aquel lenguaje robusto de nuestros
abuelos, pero falto de la sobriedad de Paz y la poda de tradición que introdujo
la poesía prosaica de Whitman.
Esto hace de
Lorenzo Noguera Fabra el último poeta vivo de la escuela modernista en España.
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