Miguel Fajardo Korea, Costa Rica
ARTÍCULO
LA RESPONSABILIDAD CÍVICA DEL
VOTO FORTALECE LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA
Lic. Miguel Fajardo Korea
Centro Literario de Guanacaste,
Costa Rica
Los costarricenses tenemos un
ineludible compromiso ciudadano este primer domingo 2 de febrero del 2014. Nuestro sistema democrático nos permite
emitir libremente el sufragio para elegir y votar por nuestros representantes,
esta vez, en dos contextos: ejecutivo y
legislativo.
Este ejercicio cuatrienal es un
anhelo o una utopía en muchísimos países del orbe. Millones de habitantes en el mundo desearían
tener esta excepcional oportunidad que, aquí, se desperdicia, increíblemente,
con el abstencionismo o la pereza cívica.
Sé
que existe un marcado desencanto con la clase política costarricense; de hecho,
ningún sistema está exento de errores, en ninguna parte del mundo. Sin embargo, a pesar de esos impoderables,
tenemos un deber cívico con el país donde vivimos. Si es que en verdad deseamos
una Costa Rica, enrumbada por el camino costarricense, como siempre nos ha
caracterizado.
¿Cúantos
pueblos del planeta desearan contar con el poder del voto para elegir
libremente a sus gobernantes? Por ello, no dejemos pasar esta oportunidad para
ejercer a plenitud este derecho conquistado. Para las nuevas generaciones, prácticamente
entregado, sin costo alguno, para que se ejerza sin ninguna lucha de por medio,
como sí les costó a miles de costarricenses en diversos estadios históricos,
por ejemplo, el que la mujer tuviese
acceso a ese derecho significó una enorme lucha para otras generaciones.
Recordemos, como decía sabiamente
el Dr. Francisco Vargas Vargas (1909-1995): “Nosotros no somos más que el
puente sobre el cual pasarán las futuras
generaciones”, por ello, debemos dejar bien fortalecidas las bases de dichos
puentes.
Uno
sabe que esta campaña electoral ha estado llena de insultos, promesas de
regalías poco creíbles y bajo perfil en el planteamiento de sus idearios, como
respuesta a la solución de los acezantes problemas del país. Uno encuentra en
el panorama de políticos emergentes, muchas ocurrencias y criterios pocos
reflexivos ante las diversas y reales problemáticas que presenta el país.
Pero, precisamente, ahí, ese un
parámetro para elegir y poder votar, o bien, no votar por esas opciones poco
serias para los intereses del país que todos anhelamos que progrese, pero que
también depende de la actitud de cada uno de nosotros. A veces, muchísima gente
cree que los problemas son asuntos de los otros, de los demás, y se
automarginan en una posición simplista de enfrentar las coyunturas.
Asimismo, que la papeleta presidencial es un
enjambre de propuestas políticas y politiqueras, así como de extrañas adhesiones
de último momento, adhesiones
insospechadas y cambio de banderías políticas de algunas figuras públicas en
las que alguna vez creímos y, ahora, descalificamos por ese vaivén de banderías.
Los
pueblos aspiran a mejorar sus condiciones de vida, producto de una elección
personalizada, con la conciencia cívica ante el poder ciudadano del voto, un
derecho inalienable por el cual lucharon generaciones antecedentes.
Esta
vez, habrá 13 candidatos a la Presidencia de Costa Rica. El total de electores
con derecho al voto es de 3 078 321 personas.
De ellos, una mayoría son mujeres con 1 542 452 y los hombres un total
de 1 535 869. El total de compatriotas, quienes podrán votar desde el exterior
será de 12 654 y desde los centros penitenciarios podrán votar 8 634 electores
(Mata, La Nación 4A: 26-1-2014).
Como un homenaje a esa conquista singular y a
sus gestores históricos, nuestra cita ante las urnas será este 2 de febrero,
sin excusas baladíes o desidia. No se vale, estimados lectores, que alguien
prefiera irse a la playa, a la montaña, tener un día libre, si ese compromiso
con la patria es cada cuatrienio. Costa Rica tiene el voto directo desde
1913 y
el voto secreto desde 1925.
Asimismo, en 1949 se estableció el voto femenino.
Es
claro que hay otras opciones, como dejar la papeleta en blanco, o bien, anular
el voto, en señal de protesta. Si la
conciencia de cada elector dicta esas alternativas, que respeto, pero no comparto, toda vez que hay una variopinta
oferta de opciones partidistas.
Paralelamente
con la elección de quien ejercerá la presidencia de nuestra patria, como
electores, tenemos otras responsabilidades,
de entre la enorme cantidad de aspirantes diputadiles. Debemos analizar, muy
bien, cada nombre, cada opción, cada alternativa, preguntarnos y averiguar qué
han hecho los aspirantes, porque los diputados han de ser los voceros de
nuestros pueblos ante la Asamblea Legislativa.
Muchos, con descaro, una vez
electos no se aparecen en sus pueblos y, mucho menos, trabajan ni luchan por
ellos. Como ya estamos cansados de esos
jueguitos, llegó la hora de hacer una elección muy razonada, no de papeletas
partidarias, sino de nombres que, en verdad, trabajen por los más altos
intereses de sus comunidades. En mi caso, pienso quebrar el voto, pues he
ponderado muy bien, a quién le daré mi voto para diputado.
Será
el momento oportuno para sustituir la ineficiencia recurrente. Nuestro voto también castigará la mediocridad
o el poco compromiso de muchos representantes “populares”. En ese contexto,
debemos ser celosos al emitir el voto, porque los representantes populares deben
ser los gestores inmediatos del desarrollo comunitario integral y no andarse
escondiendo de quienes los eligieron. Hay nombres que candidatos y candidatas
que asustan, porque nunca han hecho nada por sus comunidades y se presentan
como una opción “popular”. Ya el pueblo
no se deja engañar por esos mecanismos.
Los
números de las más recientes encuestas proyectan una segunda ronda, que sería
en la primera semana de abril. Que esa eventual coyuntura no sea otra excusa
para que unos no voten ahora y se esperen al mes de abril.
Este 2 de febrero debe ser una
fecha de alegría cívica, de bienestar interior, por cuanto revalidamos un
ejercicio de conciencia para todos: el poder cívico del voto. Todos tenemos la palabra.
Reiteramos nuestra confianza en
el TSE, garante del escrutinio costarricense. Es una cita para construir la
Costa Rica de los próximos cuatro años.
En mi caso, será la novena vez
que pueda ejercer este inalienable derecho cívico que fortalece la libertad y
la democracia de mi patria costarricense.
Conciudadanos: seamos
protagonistas y no observadores de nuestra propia historia. Nuestro voto suma y
decide. Ejerzamos ese compromiso de
conciencia. Recordemos a José Martí
cuando dijo: “La patria es ara, no
pedestal”.
Lic. Miguel Fajardo Korea
25 de enero 2014