Imagen tomada de la red
NO A LA
UNIVERSIDAD COLONIAL
La universidad hace profesión de verdad.
J. Derrida
La universidad, además de ciencia, tiene que
ser la sombra furiosa de la poesía.
Darío de Dies
Tenemos que preguntar[nos]: ¿Por qué fracasó la universidad? ¿Por qué tuvo que fracasar?
M. Heidegger
In principium poesis erat.
La
universidad es un choque con la “política del saber” de los que resisten. Es un
choque con los neofilósofos y con los poetas neovanguardistas de la
metagramatización. Estos poetas, aunque hayan publicado más de diez libros,
prosiguen inéditos porque las editoriales no poseen la líbido que la poesía
derrama. Estas editoriales ni riegan ni esperman. La colonia, independentista o
no, los prohibe. La “profesión de verdad” ha sido falseada colonialmente. Su
yanquización ha sido la forma demokrática de pervertirla. La universidad hiede
y ha sido putada.
El
“nuevo bachillerato” de la Universidad de Puerto Rico no ha funcionado, porque
su misión ha sido falseada. En los últimos trece años la Universidad ha dejado
de serse. Ese “nuevo bachillerato” se ha convertido en algo inútil y en una
deformación intelectual del trasfondo de todos los estudiantes que lo padecen.
La universidad se ha convertido en un mito. El problema con este “nuevo
bachillerato” es que los profesores saben que es inútil y no se manifiestan en
su contra. Asumen el silencio de sus comités mansa, demokrática y appumente, y
se hacen cómplices de la mediocridad que dicho bachillerato genera. No son cómplices
de sus clases individualmente, porque algunas clases son excelentes y otras son
las que dictan los esbirros. Las cloacas de Río Piedras huelen a gasolina. La
universidad de la isla del crimen produce clones.
¡La
universidad ha fracasado!
Una
vez más nos vemos precisados a levantar la voz contra el fracaso de los
neoliberales, contra el concepto de los técnicos de la universidad postmoderna
y de la universidad neocolonialista. El intento de tecnologizar la universidad anexionista
o muñocistamente es mezquino y empobrecedor. Los técnicos peroran y sainetisan.
Los técnicos leperonizan y son
hombres que pelafustean. La misión de la universidad ha desaparecido en
la realidad de los diezmos. Periodistas, estudiantes y profesores han sido
fornicados por el anhelo hipercolonial de la estadidad: ¡el ser esclavos
yanquis! Los politólogos de la radio y de la televisión se han corrompido sexoralmente
y se han podrido y se han prostituido en el intento fallido de alcanzar el siddha. El atma de estos ha fracasado. La universidad demokrática produce
estudiantitos. La universidad es el estercolero de la demokracia y viceversa:
la demokracia es el estiércol de la universidad. (Los profesores estercoleran
el saber de la libertá.) La universidad es la apariencia de los burócratas del
infierno.[1]
La
universidad se pauperrimiza. Y los estudiantes se han convertido, después de la
derrota de la huelga (2010), en la miseria de la enajenación y en los
condenados de la tierra. Son los articulistas “of the new Bachelor of Arts
(B.A.)” y se consumen bajo el paternalismo de los profesores. Las humanidades
declinan. Y el sentido de lo orgiástico y de lo orgásmico ha culminado. La
literatura se anarquiza. Lo greco-romano se abandona. Los “neopoetas” no
conocen a Ovidio: La metamorfosis. No
hay latín, no hay griego antiguo. No conocen a Kafka, ni a Nietzsche, ni a
Cioran. (Ni a Duras, ni a Martín Adán, ni a Lima). La mayoría de los
estudiantes no saben conceptualizar, no saben sinonimizar; viven en la miseria
de los sinónimos que los consume y le tienen terror a los neologismos. Y este
movimiento poésico de la lengua hacia
sí misma les resulta extraño yanquista-y-castellanamente. Este movimiento de la
fuerza política e intelectual de la poesía porno-lírica los desorienta. Ignoran
totalmente la poesía (del yo poesío),
desconocen la realidad (del yo realido), e ignoran el laberinto asteriónico de
lo antigramatical y de la libertá.
La
universidad está en crisis.
Los
estudiantes tienen que enfrentarse a su propia denigración y a su propia
miseria con o sin el visto bueno de los profesores de derecha y de los
burócratas muñocistas. Los estudiantes tienen que enfrentarse a la universidad
como mercancía técnica del capitalismo. Tienen que enfrentarse al pensamiento
(a la filosofía, al arte, a la política--al aburrimiento, a la babosidad, a lo
fatuo, etc.--). La universidad tiene que renunciar políticamente a su propio
suicidio. La universidad tiene que quemar sus propios ataúdes. Su propio
“sementerio”. Tiene que enfrentarse a los burócratas, a los costumbristas, a los
cristianos, a los nihilistas de la demokracia y a las celestinas y a los
bugarrones de la paz.
Esto
tiene que acaecer así, porque los estudiantes son el cuerpo y el alma de dichas
estructuras vacías: los salones despojados de sus profesores-dionisiacos. Los
estudiantes son la reciprocidad que la colonia ha pretendido arrebatarles: los
estudiantes y los profesores como síndicos. Los estudiantes como los entes que
nombren su presidente y sus decanos. No sólo se puede padecer la “ley”, sino
que hay que ser parte de ella, hay que forjarla. Los estudiantes tienen que
enamorar a Dike. Tienen que serla.
Porque las Horas son la parte esencial de los que forjaron el tiempo de Kairós. Los estudiantes son los que
pueden detener el tiempo acaecido de la “Casa de Estudios” (=Jaime Benítez). La
universidad se ha tornado decadente. Y ella misma, anexionizada, se ha
convertido en el sarcófago de los que pelearon para que la universidad no se
les escurriera entre los dedos. Pero esto ha sucedido. Kairós se ha fatigado.
Kairós
se limaba las uñas.
La
universidad olía y huele a podredumbre. La universidad huele a “welfare”. Olía
y continúa oliendo a plutocracia. Los estudiantes, miserablemente, piden
limosnas en las esquinas y en los kioscos de una universidad apolillada que los
convierte en la purulencia misma del espíritu. El saber universal se ha
suspendido. Se ha sustituido por el “saber” del simulacro de lo globalización.
La universidad finge que sabe. Finge que performa.
Finge que arde y que arte. Finge que premia a la belleza de los “poetas”
inexistentes que celebran el turismo. Su libertá de expresión ha sido
sodomizada: ¡No grafites! ¡No carteles! ¡No poesíes! ¡No haikus! ¡No pienses!
¡No aforismes! ¡No fumes, ni te arrebates, ni bebas! ¡Ni hagas el amor! (¡Sólo
habla en inglés cretinamente en los corredores de los exágonos de la estupidez
y de la muerte muñocista ahora, anexionista mañana.)
“La
política del saber” ha sido suspendida. Los exégetas han sido castrados de la
lengua (del falo y del clítoris). Las hermenéuticas latinoamericanas han sido
arrojadas a la basura. Los zafacones están de pláceme. Las violaciones están de
moda en todos los pasillos oscuros de la universidad. El feminismo se ha cosido
los labios de la cara y se ha cosido los labios de las piernas. El amor libre
también ha fracasado. El crimen aumenta. El suicidio se desborda de la latas de
“carne beef”. Las vitrinas se han
llenado de suicidas. El siddha es el secreto de los monjes, de los poetas, de los
oshos y de los suzukis. El siddha es
profundamente zen.
El
silencio de la universidad es espantoso.
*****
25 de diciembre
del 2012
Universidad de
Puerto Rico