Mariana Pérez, Cuba
De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne;
de masa de maíz se hicieron los brazos
y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz
entró en la carne de nuestros padres,
los cuatro hombres que fueron creados.
POPOL VUH
Si pudieras entrar al cuerpo del maíz,
encontrarías la carne, la sapiencia o el triunfo.
Un beso,
pasión que comenzó en la oscuridad, por la punta del sueño,
sin que los Progenitores encontraran al sol ni a su palabra.
De tanta negrura emerge la sangre del maíz,
ese terreno inmaterial donde asientan cotos prohibidos
y verdades intraducibles.
Sobre el sostén de mis piernas, tus piernas,
columna que eleva al corazón hasta los labios
para decir que junto a ti está la mazorca,
el alimento primigenio con que los dioses amasaron al hombre,
razón del mito y la añoranza,
mas ¿cómo entrar al perpetuo silencio de los campos
sólo abrazados al maíz que alimenta el recuerdo de la carne
bajo la estéril nocturnidad?
Hay un alma sin cuerpo que niega la mentira
con el hambre absoluta
donde el silencio dice su imagen y esperanza.
El sendero te busca en el color del beso,
consuela mis sentidos.
El tiempo es una sombra que traspasa visiones
y nos impregna el perfume y la complicidad de las hojas,
pero nunca permite que entremos a la sustancia del maíz
porque tu carne y mi carne no fueron prohijadas en sus granos.
Tal vez a esas comarcas donde no llega la razón
les falte libertad para fundar caricias
y estemos sentenciados a un doblez
que se estanca en el miedo si amanece.
Si pudiéramos entrar al cuerpo del maíz,
encontraríamos la carne y el ser,
una verdad procreadora donde juntar los granos blancos,
los granos amarillos,
que, del hambre y la muerte,
hagan nacer entre los sueños la masa indivisible de tu noche.
De: La vértebra y la trampa [inédito]
_____________MITO Y COMPLICIDAD
De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne;
de masa de maíz se hicieron los brazos
y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz
entró en la carne de nuestros padres,
los cuatro hombres que fueron creados.
POPOL VUH
Si pudieras entrar al cuerpo del maíz,
encontrarías la carne, la sapiencia o el triunfo.
Un beso,
pasión que comenzó en la oscuridad, por la punta del sueño,
sin que los Progenitores encontraran al sol ni a su palabra.
De tanta negrura emerge la sangre del maíz,
ese terreno inmaterial donde asientan cotos prohibidos
y verdades intraducibles.
Sobre el sostén de mis piernas, tus piernas,
columna que eleva al corazón hasta los labios
para decir que junto a ti está la mazorca,
el alimento primigenio con que los dioses amasaron al hombre,
razón del mito y la añoranza,
mas ¿cómo entrar al perpetuo silencio de los campos
sólo abrazados al maíz que alimenta el recuerdo de la carne
bajo la estéril nocturnidad?
Hay un alma sin cuerpo que niega la mentira
con el hambre absoluta
donde el silencio dice su imagen y esperanza.
El sendero te busca en el color del beso,
consuela mis sentidos.
El tiempo es una sombra que traspasa visiones
y nos impregna el perfume y la complicidad de las hojas,
pero nunca permite que entremos a la sustancia del maíz
porque tu carne y mi carne no fueron prohijadas en sus granos.
Tal vez a esas comarcas donde no llega la razón
les falte libertad para fundar caricias
y estemos sentenciados a un doblez
que se estanca en el miedo si amanece.
Si pudiéramos entrar al cuerpo del maíz,
encontraríamos la carne y el ser,
una verdad procreadora donde juntar los granos blancos,
los granos amarillos,
que, del hambre y la muerte,
hagan nacer entre los sueños la masa indivisible de tu noche.
De: La vértebra y la trampa [inédito]
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Leer más de Mariana Pérez en: Arte Poética-Rostros y Versos, y en Cuba AlaDécima, espacio coordinado por el poeta Pedro Péglez, representante de Arte Poética en Cuba.
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