Dimensiones de la sombra: “El silencio vertical”, de Miguel Fajardo
ANA
ROSA ANKA
Escritora peruana
“Todo
resplandece
en la
oscuridad:
el sol
de la noche
o la
luna diurna”.
Miguel Fajardo Korea
El silencio vertical
¿"Todo cambia y nada muere" es un eterno déjà vu?
Los arquetipos son posibilidades, una especie de remanentes primigenios al
actuar.
Somos eternas fugas y nos parecemos al creer en supuestas verdades
condicionadas por "seres superiores". Aprendemos de los animales, de
las "bestias" y, gracias a la neurofisiología, conocemos la amígdala
emocional. Nos hacen sentirnos "primitivas" y los disparos del
sistema límbico, del hipocampo cerebral —llamado así por su forma de caballito
de mar—, sostienen nuestras memorias. Las paradojas del pensar intuitivo,
metafórico e imaginativo están llenas de "realidades" cuánticas
incomprensibles para la razón.
Ante el aumento de la violencia en el mundo tras la pandemia, la insania
mental se ha convertido en una "nueva pandemia". Esto está de acuerdo
con el mundo inconsciente personal, y ahora apenas asombran los florecimientos
de psicópatas, antisociales o de la misoginia.
El libro de poesía El silencio vertical, del escritor
costarricense Miguel Fajardo Korea, nos lleva desde los brazos y los
gritos de la Pachamama arrasada por incendios, guerras y traiciones al mundo
interior devastado o ardido de miserias, dolor y eternos eclipses. También
encontramos equívocos con algo de respiración al goce amoroso que la vida
tragicómica tarde o temprano nos regala.
El poeta Fajardo inicia, con sombras oníricas, mundos sombríos
bajo el sol y las luces vívidas de la existencia.
Es cierto que las oscuridades atormentan y dominan, pero beber de las
fuentes del miedo —al integrarlas al inconsciente colectivo, los arquetipos
universales del ego, el orden, la libertad y lo social, junto con los mitos del
héroe, la sabiduría, el bufón, la madre, la luz y la oscuridad— nos repotencia.
Nadie quiere lastimar; somos así, "animalitos" poseídos por
"verdades impuestas". Al "vernos desnudos", morimos de
miedo, salvo las mentes perversas que planifican cacerías. Imagino la
persecución de nuestras ancestras…
Vemos el fuego iluminador en la intemperie, con aullidos de lobos que
provocan "pánico, miedo y terror" al despertar de nuestras pesadillas
donde ocurre "todo y nada". El poeta Fajardo dice:
"Detrás del cielo sobrevuela / el fuego del sol / que resplandece con la
luna / en el silencio vertical / de todas las tristezas. / Y grito: 'Contigo
voy / a cielos e infierno'".
Intentar amar es imposible sin verse de frente a los ojos sombríos. Nos
asalta el déjà vu e insiste el poeta: "El rito de la vida
/ sin fronteras absurdas / para mortificar / a los seres humanos / que atesoran
oraciones / para salvar a la Pachamama". Así "nos morimos",
amando y matando a Pacha con sus hijos e hijas, con alguna esperanza de paz.
Buscamos depurarnos por dentro y por fuera, y en un punto nos miramos de
frente y reconocemos las sombras que saben de profundidades secretas. No hay
que temer: es mejor incorporarlas. "¿Cómo evitar que su reprimida fuerza
nos destruya cuando nos toca mirarla de frente?" (Stanley Hall).
La sombra es inherente al inconsciente colectivo y explota en momentos
inesperados, en sueños, lapsus, chistes y síntomas del subconsciente. Es la
parte oculta. No es posible negarla y se la nombra con el fin de no actuar por
ella ni proyectarla para destruir a aquel que "parece" distinto de
nosotros, pero que tal vez no lo sea, sino que seas tú mismo negando su sombra.
Como señala Carl Jung: "Lo que niegas te somete, lo que aceptas te
transforma".
El libro es sanador y reflexivo, moviendo la zona de confort ante tanta
violencia en el planeta. Moriremos superados por los virus y las bacterias.
Incorpora luces, sombras, grises, colores sin caer en el tóxico del "todo
bien", de una psicología positiva que niega la reconstrucción anímica, de
sentir emociones y ponerles nombres. Eternas represiones que surgen ante
amenazas y pérdidas del control emocional.
El poemario muestra la maduración del proceso individual, colectivo y
familiar, al decir: "Debemos quemar la insania / en los sueños de la
opresión / o las traiciones…" (ídem, p. 51). Estas aparentes dualidades de
luz y sombra se conjugan con el amor, las esperanzas y la joya poética de Naturaleza
contra fronteras:
Arribo a las
montañas
para desnudar el
nombre de la sed de América.
El sol mira a
los océanos que nunca duermen
como parte del
fuego en la esperanza.
Nuestro planeta
ora como los pájaros
que recorren la
justicia contra la maldad:
La tierra se
opone a su desequilibrio
en las zonas
tórridas, las llanuras o los trópicos,
los días sin
girasoles, sin lugares ajenos para la paz.
El legado
holístico baja por las cordilleras
incas, mayas,
aztecas, toltecas o guaraníes… (p. 19).
La violencia, los vínculos asimétricos entre los poderosos y los
débiles, junto con los ideales sociales y los valores, están en el proceso de
"convertirnos en personas". Y nada es más real en el amor que
"no es normal", porque es una fuerza inevitable de oscuridades
creadoras y luces:
Al amor del silencio, de la ausencia y los recuerdos.
(… )
El amor más puro
en la memoria de
las rosas amarillas
que tanto te gustan.
Hoy será el ayer de cada mañana,
pero jamás será el ocaso
en cada nuevo día
de tu existir,
en mi vida
por siempre.
Para encender el alba, Mimí. (p.
86).
Referencias:
Fajardo Korea, Miguel.
(2024). El silencio vertical. Guanacaste, Costa Rica: Círculo y
Punto Ediciones, 94 pp. (Portada y prólogo de Soren Vargas).
Publicado
por la académica y escritora peruana Ana Rosa Anka, en los periódicos El
Sol de las Américas, Santo Domingo República Dominicana, el 29-4-2024 .
Igualmente, en Ciudad CCS, Caracas, Venezuela, el 30 de abril del 2024.
Académica
y escritora peruana Ana Rosa Anka
No hay comentarios:
Publicar un comentario