Poesía densa e intensa en Llama del tiempo, de Ligia Zúñiga.
Lic. Miguel
Fajardo Korea
Premio Nacional de
Educación Mauro Fernández
(Guanacaste/Moravia). Ligia
Zúñiga Clachar ha publicado tres poemarios: “Cielo aparte”, 1990; “La última
cifra del sol”, 2005 y, ahora, Llama del tiempo. (San José: Editorial
Poiesis, 2022: 94). Colección de poesía Eunice Odio Núm. 39. Editor: Ronald Bonilla. Prólogo: José León
Sánchez, Premio Magón (+). Portada: acrílico “Estado de disolución”, del pintor
cubano Ebenecer Leyva González. El poemario consta de 53 poemas en dos
apartados “Puerta del cenit” y “El clamor de la sed”. Tirada de 500 ejemplares.
Los epígrafes ofrecen un panorama de lecturas esenciales: Platón, Kafka,
Descartes, Bécquer, Tolstoi, Víctor Hugo o Saint-Exupéry. El libro está
dedicado a su hijo Andrés Alejandro: “Por esa proyección de nuestras vidas en
el inmenso ahora”.
Llama del tiempo, de Ligia Zúñiga Clachar (1951), es la memoria recorrida del equilibrio,
desequilibrio y la existencia. En su libro, se trasciende la fusión espíritu,
alma, cuerpo. Los espacios del silencio son energías de fe y espera. Una
conciencia transmutada en la esperanza de la condición humana.
La esencia de su poesía aborda los
recuerdos, el vacío, la nada, el renacer, el principio y el fin. Los espacios
infinitos, los lugares o las moléculas, como elementos de espera y olvido. Se vive
desde el aquí y ahora, o los movimientos punto, línea, círculo, como formas de
equilibrio y exactitud frente a las incertidumbres cotidianas del factor
humanidad dentro de nuestro planeta.
EL yo lírico aborda las tinieblas de
la sombra, el resplandor de las hogueras, el oráculo de los migrantes, el
martirio que se conjuga entre la paz y la guerra, el clamor de nadie, sentado
en el vacío de la injusta clandestinidad innecesaria.
Zúñiga Clachar incorpora el espacio de
los sueños ancestrales, dentro de un tiempo en el silencio de los orígenes,
frente al martirio del tiempo, como el clamor de una mujer que se enfrenta a la
vida, para cuestionarla desde todos sus costados, con irreverente voz, desde la
poesía, como llama honesta desde su propio tiempo.
El estadio de madurez alcanzada en la
poesía de Ligia Zúñiga Clachar es densa e intensa, como las olas que revientan entre
las mareas. Señalo dos particularidades estilísticas muy interesantes y poco
comunes en este nuevo poemario. En
primer lugar, el espacio en blanco, antes de los versos finales de cada poema,
es una especie de marco-esquema recolectivo, lo cual genera dinamismo en los
cierres -y sus síntesis expresivas-.
Asimismo, otra particularidad de
estilo es que los versos finales referidos pueden leerse como un poema aparte,
continuo y alternado con una gran fuerza densa e intensa. A modo de ejemplo,
presento dos textos configurados a
partir de sus versos de cierre de poemas continuos del libro, a saber:
Puerta del cenit: “de mi olvido. / La Mujer que está en mí. / Suspendida en el tiempo. Soy.
/ Soy la nada renacida. / Llenos de nada. / Soy la artista consumada. / Inicié
el ascenso. / Han retornado las gaviotas. / Un acto de fe. / Para vaciarme. /
¿Habrá tiempo? / Trascenderá el ocaso. / estás en mí. / y exhala. / del Árbol
de la Vida. / en la fluidez del fuego que agoniza. / Abrí las alas. /
Trasciendo. / El oráculo no ha respondido. / Convertida en Luz. / ¿Renaceremos
después del infierno? / Todos vivos en la memoria de la Tierra. / de las horas
más largas. / El mar sepultó la palabra. Con la que soy. / Y lo que somos. / Se
elevó la esencia. / ¿O es otra? / Seguimos esperando. / El despertar del Sol. /
Somos Vida. / Renazco. / Y te marchaste con la verdad en tu vuelo”.
El clamor de la sed: “en el balcón, / El vínculo dormido ha despertado / del perdón y el
amor. / ¿morirán? / Aún sienten los pasos de la Resurrección. / Guerra sin
violencia, gran desafío del siglo XXI. / ¿Perpetuaremos la esperanza? / más
allá del tiempo. / Vuelve la noche. / Seguimos caminando. / Nadie responde. /
La roca se convierte en muro. / ¿Sigo escribiendo? / La ruta
permanece abierta / Abriendo las alas al Sol / en el mar se agotaron las
palabras / perduran en el silencio de los tiempos. / En las entrañas del
origen. / La Calle, sigue siendo mi Calle; / la eterna Calle Real que germinó
Liberia”.
El Maestro José León Sánchez (+) aduce
en el párrafo final de su prólogo: “También la poesía de Ligia Zúñiga es
cantarina, como sus dos manos de mujer.
Un libro para leer a “poquito”, como el canto de un ave, el murmurar de
las aguas del Tempisque, el repetir de la pequeña oración, después, cuando han
terminado las lluvias sobre la pampa de La Gran Nicoya” (p.13).
Presento diez corpus poéticos de gran
mérito que me llenan como lector:
ü
“El viento, la tierra,
el agua, / muestran la hoguera de mi silencio”.
ü
“Milenarios transeúntes de
mi Cielo. / Van y vienen. Nacen y mueren. / Estallan hasta quedar vacíos. /
Llenos de nada”.
ü
“Cómo descifrar el tiempo,
/ si solo in instante es nunca y / un solo impacto, siempre”.
ü
“El fuego no ha muerto, /
perdura en su agonía”.
ü
“Desde aquí / donde estoy
/ está en mí. / Por ellos, por nosotros, por todos”.
ü
“Mis pies señalan nuevas
rutas frente / a la montaña que se asoma y desaparece”.
ü
“Penetro mi corazón / para
encontrarme /desde cualquier lugar / con la que Soy”.
ü
“Llamaron las voces
ancestrales / de Madres y Abuelas de todos los tiempos. / Están aquí… / El
vínculo dormido ha despertado”.
ü
“El círculo se expande, se
derrama / rotando, como esperanza ciega. / Los marcos de siempre, / ¡morirán?”
ü “El sonido del viento, la lluvia, / la luz del sol, la luna, el cascajo y
el barro / eternizaron la memoria que prevalece en el tiempo. / La Calle, sigue
siendo mi Calle, /la eterna Calle Real que germinó Liberia”.
En este universo lírico se plantean dos espacios el arriba y el abajo; lo terrestre y lo infinito “Estoy aquí / Dios… / Yo / Soy”. La rotundidad expresiva es fuerte en este poemario de Ligia Zúñiga “Estallan hasta quedar vacíos. /Llenos de nada”.
El filón indígena encuentra voz positiva, de esperanza ante las tropelías en la poesía de Ligia: “Huiracocha, Qurikancha. / Templo Dorado donde las constelaciones / anunciaron la llegada del siniestro / desde más allá del mundo (…) Sacsayhuamán, Santuario Sol. / Ollantaytambo, en el Valle Sagrado. / Atahualpa / Observatorios cósmicos develaron / Sabiduría y ciencia (…) Los tambores callaron, pero no murieron. / Aún sienten los pasos de la Resurección”.
La hablante lírica asume una mirada avizora y crítica en torno de su espacio raigal: “Soy del llano. Miro largo. / Han manejado mi territorio desde la cordillera, / donde la mirada tiene límites (…) Han castrado la visión de los caminos / por la ambición, la palabra falaz y la mentira. / Han sentenciado el discurso de la alborada, / con la incansable proclama de la inercia. / Del dejar pasar, del conformismo”. Es decir, la hablante proclama que no quiere un Guanacaste conformista, pasivo, por lo tanto, jamás, un Guanacaste Ajeno a nuestros auténticos signos identitarios.
El sujeto lírico de Llama del tiempo se plantea la disquisición de todo creador “Sentada frente al papel. / ¿Para qué escribo?, ¿para quién? Interesante pregunta para formulársela a la poeta.
Cierra el poemario “Eterna Calle
Real”, entre los recuerdos y la nostalgia; entre la crítica y la rememoración
del tiempo pasado, desde un presente histórico cambiante “Hoy retorno a la
Calle, / la eterna Calle Real, que no es la misma. / Ya no hay puertas abiertas
en las casas / que permitan al sol iluminarlas. / La música y el canto de los
pájaros / se convirtió en ruido de vehículos, / las flores y las frutas en
cemento. / Aquel sendero blanco que reflejó la luna / se revistió de asfalto. /
No se escuchan las risas / ni los alados pasos de tantas tradiciones / de
hombres y mujeres que forjaron mi pueblo”.
Es un desdoblamiento epocal de un pasado en el presente; de un presente
hacia el futuro.
El gran escritor costarricense, Alfonso Chase, Premio Magón ha indicado: “Ligia Zúñiga Clachar es una poeta en creciente evolución, de lo personal singular a la extensión vibrante de la pampa, ese espacio de luz horizontal, que produce una poesía plena de colores, externos e internos que indican madurez y compromiso.
Pertenece al hermoso diamante de quíntuple reflejo, en el cual se encuentran María Leal de Noguera, Guadalupe Urbina, Miguel Fajardo y Olga Goldenberg, los cuales constituyen la herencia contemporánea del Bicentenario de la Anexión del Partido de Nicoya a la cultura costarricense, de lo constitutivo regional a lo universal, como puede sentirse en la obra de todos ellos”. (17-2-2023)
El acervo cultural de Guanacaste y costarricense incorpora una nueva obra poética de Ligia Zúñiga Clachar (1951) en sus registros del siglo XXI. “La poesía es un acto de alarma”, sentenció el gran poeta argentino Rubén Vela. La poesía no da para vivir, pero enseña a vivir y a crecer, para ayudar a vivir y a sobrevivir. ü eso es más importante. Saludamos a Ligia Zúñiga Clachar en su Llama del tiempo, desde nuestro Guanacaste eterno… que amamos.
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