Lic. MIGUEL FAJARDO KOREA
El legado
artístico de Héctor Zúñiga Rovira a la cultura popular
Lic. MIGUEL FAJARDO KOREA
Premio
Nacional de Promoción y Difusión cultural
minalusa-dra56@hotmail.com
El Ing. Héctor Zúñiga Rovira fue condecorado en Venezuela con “La
Orden Andrés Bello”, en 1978. Asimismo, ganó el Premio Nacional de
Cultura Popular en 1993, lo que le permitió ingresar en la Galería
Nacional de dicha categoría. Ese mismo año, fue declarado Hijo Ilustre de Guanacaste.
En 1995, se inauguró el parque Héctor Zúñiga Rovira, donde el 2019
se instala la escultura en su honor. En el paseo turístico de Playas del
Coco se exhibe la escultura “Amor de temporada”, desde el 2011, en
homenaje a su más emblemática canción, cuya pieza se agiganta en la memoria
histórica del país y trasciende el espíritu de identidad nacional. Ambas esculturas
fueron creadas por el artista Johnny García.
Cuando la Asociación para la Cultura de Liberia,
(fundada en 1986), me encargó que investigara y sistematizara la obra musical
de don Héctor. sentí un enorme halago y una inmensa responsabilidad. Hoy,
reitero mi gratitud a Mélida Obando Viales, Hugo Zúñiga Clachar, Patricia
Salgado Muñoz y Raúl Zúñiga, así como a don Héctor, por su irrestricta adhesión
y confianza intelectual para que realizara la investigación de su obra
artística.
El libro “Héctor Zúñiga: palabra y canto”.
(San José: Zúñiga & Cabal, 1993: 120 pp.), incluye 60 canciones,
escritas desde 1928 hasta 1993, es decir, 55 años de su producción artística.
De ellas, 56 escritas y musicalizadas por él. Además, compuso la música a
piezas de otros artistas.
Asimismo, Liubov Sliesarieva publicó el cuaderno “Peña
Bruja” (San José: Ediciones Zúñiga & Cabal, 1993: 44 pp.). En
él se recogen 21 canciones, así como la producción del casete, grabado en los
estudios de Radio Universidad de Costa Rica.
Tres
décadas después, la Arqueóloga Patricia Salgado Muñoz publica Más allá de
“Amor de temporada” (EUNED, 2023). Es un texto esencial para
la recuperación artística de 35 canciones del compositor Héctor Zúñiga Rovira.
Se hace un recorrido de vivencias y testimonios sobre el quehacer musical del
cantor cósmico de la pampa.
El texto se acompaña de hermosas fotografías,
aportadas por 20 personas, así como 10 textos de diversos autores, en relación
con el influjo artístico de Héctor Zúñiga Rovira, el “cantor musical de
Guanacaste, forjador de conciencia infinita e histórica” (MFK). Invaluables los
aportes de Allen Torres Castillo y Ernesto Rodríguez Montero, en relación con
la transcripción de las melodías y la creación de los pentagramas con sus
acordes respectivos.
Las
composiciones de Héctor Zúñiga Rovira, su legado infinito para todos,
constituyen un riquísimo material para estudios lingüísticos acerca del español
de Guanacaste. De hecho, la versión de él como informante, amplió dichos registros
léxicos.
Sus letras permitirán, a no dudarlo, confrontar situaciones y deslindar ejes
temáticos. Cabría analizar, por ejemplo, perspectivas sociológicas,
arqueológicas, o bien, la tipificación de la hacienda ganadera.
Igualmente, una visión histórica evolutiva del Guanacaste eterno.
Una particularidad dentro de las letras que escribió el compositor
Zúñiga Rovira es la plenitud lexical, de raíces plenas con su Guanacaste
infinito. Solo para ilustrar, citaré varios términos que, por contexto léxico,
merecerían un estudio de núcleo, por sus connotaciones y denotaciones, por
ejemplo: sabaneando, rejego, nochar, arriador, vaquear, polca, trote,
enjoscada, huellón, ojochal, maizal, bramar, clarear, hojas chiguas…
Destacamos, paralelamente, las palabras de transparencia sígnica. Dichas
motivaciones y voluntad de incorporar la vida de las palabras dentro del alma
de una canción le confieren fuerzas semánticas, las cuales pueden rastrearse en
términos como: tamal, burro, sabanero, llanura, estrella, noche,
silencio, crin, baya, sol, carreta, estero, paisaje, lucero, mar, diana,
fiestas, luna, abril, playas, marimbas, guitarras, verano, peones, regreso,
alma, amor, memoria, vida, penas…
La triada nucleadora de los ejes temáticos en el acervo musical de
Héctor Zúñiga son: hombre/ campo / amor. Otro nudo de significación es la
dicotomía hombre / caballo. La obra regia de Héctor Zúñiga es un dossier dentro
de la memoria colectiva del ser costarricense y de la Guanacastequidad.
Su canto ineludible, que es su mejor biografía, lo testimonia así.
La obra musical de Héctor Zúñiga es un vuelo lírico, infinito, cósmico,
espiritual. Es convergente, clarificador. Depositario de una tradición
con los más altos ideales del ser humano. Él fue un hombre dueño de sí
mismo, quien, con su música, obsequió el pan de los dioses para disfrute del
espíritu humano abierto. Sé que Héctor Zúñiga continúa cabalgando. Desafió
al destino, al tiempo y a la vida, pero expresó “Ante Dios yo me arrodillo
para orar”.
Sé que todo el país canta, en algún momento, alguna de sus piezas.
No importa cuál. Su pasión y su vibrante voz sacuden lo anodino. La
pampa continúa recibiendo sus cantos perdurables. Don Héctor jinetea en su
pampa la canción del amor. Rasga su guitarra para marcar los caminos de
la vaquiada o la fierra de los sueños, desde el Guanacaste eterno.
Cito diez piezas dentro de su sobresaliente repertorio: Amor de
temporada, el huellón de la carreta, El burrro ΄e Chilo, Murciélago, La muerte
del sabanero, Visión de
la pampa, Peña bruja, Una noche en la
hacienda, La parranda o Playas del
Coco.
Muchísimo se puede hablar sobre el legado artístico de Héctor Zúñiga
Rovira. Cierro con el pensamiento que escribí en la placa que se encuentra en
la peana del parque Mario Cañas de Liberia: “Cantor cósmico, forjador de
conciencia infinita e histórica. Tu
canto creador es devoción de Guanacastequidad. Pan eterno, iluminado. Hijo
pródigo de un Guanacaste que piensa”.
Es decir, el legado de Héctor Zúñiga Rovira fue por un Guanacaste que piensa, escribe, ama y protesta contra las injusticias del llano y contra un Guanacaste ajeno a sus raíces identitarias.
Ing.
Héctor Zúñiga Rovira