Prof.
Ofelia Gamboa Solórzano
OFELIA GAMBOA SOLÓRZANO,
UNA LUZ EN LA
PALABRA
Lic. Miguel
Fajardo Korea
La vida nos ha permitido encuentros humanos que
permanecen en el tiempo. El de la Prof.
Ofelia Gamboa Solórzano (11-3-1924; 19-10-2018) es uno de ellos. Seis lustros han transcurrido, desde cuando nos
conocimos en el Centro Literario de Guanacaste, en 1988. El aprecio se extiende a la familia Montoya
Gamboa y a sus descendientes: Rodrigo
(+), Milton: “Chicho”, Lisette y, en particular, a Eliette: una hija ejemplar, sin horarios, en la atención desprendida,
amorosa y puntual de su madre.
Como educadora de verdad, Ofelia Gamboa merece un profundo respeto,
luego de sus abnegados 40 años de entrega al ejercicio docente, con auténtica vocación
de campana. Como escritora, ella signa uno de los nombres estelares de la
literatura inscrita en el Guanacaste eterno.
La trilogía integrada por las
educadoras y escritoras María Leal, con 97 años; Lía Bonilla, con 95 años
y Ofelia Gamboa, con 94 años,
representan las voces culturales femeninas de mayor longevidad y peso artístico
en la historia cultural de Guanacaste. Ellas
conforman, sin ninguna duda, el privilegiado círculo de las “Zonas azules” en
las letras guanacastecas, por su entrega, pasión y calidad artísticas.
Siempre le agradeceré su confianza, al permitirme prologar tres de sus cuatro
libros: “Oro y sol”, 1990; “El expreso de la mina”, 1994 y “Columpios”,
2000. Además, publicó “Matices”, 2013.
Tengo un criterio integral cimero sobre la calidad y trascendencia de su
obra. Las vetas temáticas que abrió hace
muchísimos años, trazaron rutas para todos cuantos venimos detrás de ella. Nos
ha enseñado a escribir con honestidad. A
hurgar en la historia del Guanacaste de siempre, para denunciar a quienes han
cometido la deslealtad telúrica de entregar parte de nuestra provincia, por unas monedas de más.
Su palabra, firme y trascendente, es un paradigma que debemos emular,
cuando queremos conocer las auténticas raíces del ser guanacasteco. Al releer el
legado de su gran obra, esplenden títulos que recuperan la historia siempreviva
del acontecer intenso, con la óptica de la glocalización.
En su intensa obra literaria, convergen
los recorridos históricos y temáticos sobre la Guanacastequidad. Textos como Orbe tierra, Orbe mina, Los mazos, Los
coligalleros, Pretéritas cosas
presentes, Lamento, Abangares, Árbol oreja, El grito de Vargas Vargas, Saludo a
la pampa, Hay un rubor de malinches, Pampa, Los potros, Ancestro, Gesta, La
nana Mercedes o Matices, dejan
leer una voz sobria, rutilante, estremecedora, para acercarnos a la patria
regional, la que no debemos permitir que se convierta en un Guanacaste ajeno.
La profesora y narradora abangareña, Ofelia Gamboa Solórzano, es una de
las autoras sobre las que más veces he escrito en diversos medios durante tres
décadas. No quiero repetir las
apreciaciones jubilosas que me merece su obra callada, pero honesta, sin poses
ni arribismos. Su nombre es uno de los
que, sin ninguna duda, seguiré pronunciando,
en voz alta, con profundo respeto y admiración holística.
Todos hemos aprendido de ella: de sus enfoques, de su clarividencia para
potenciar el tema guanacasteco, sin cálculo, sin doble discurso, porque ella ha
sido coherente en su vida intensa: como mujer, madre, maestra, escritora, dirigente
comunal y amiga, desde su gran corazón y
espíritu humanista, que remira el acontecer de la pampa, abierta y
bravía, que hoy se ha quedado solísima, una vez más.
En mi poema “Ofelia Gamboa, educadora minera”, procuré plasmar mi
perspectiva de 30 años sobre su personalidad, con vínculos mutuos, en nuestros
senderos de caminante por las rutas de vida del Guanacaste que amamos.
El mejor homenaje a una mujer creadora integral será preservar su
legado, extenderlo y abrir puentes espirituales, desde su bendita tierra
abangareña, hasta los confines de la pampa, que conquistó en sus recorridos
azules, con mirada crítica y reivindicadora, como testigo, porque como dijera
en su intenso poema “Árbol Oreja”:
“La vasta Guanacaste (está) mirándonos de frente”.
Lic. Miguel Fajardo Korea
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