Poeta argentino LUIS THENON
LUIS THENON
EN LA “MEMORIA DE LOS MARES”
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural
de Costa Rica
La Asociación Casa Poesía organiza el Festival Internacional de Poesía de Costa
Rica (FIPCR) desde el 2001. Desde hace 17 años publica un libro a cada uno
de los 235 poetas que han venido. El
Festival se desarrollará entre el 4 y 12 de noviembre del 2018.
Este Festival hermana al país con la cultura y con pueblos
del mundo, y descentraliza la difusión de la poesía, con la coordinación de las
sedes regionales: Belén, Bribrí, Cartago, Desamparados, Guácimo, Hatillo,
Heredia, Turrialba, San Ramón, Monteverde, San Isidro de Heredia, Talamanca,
Tortuguero, Shiroles, Siquirres, Pérez Zeledón, Pococí.
GUANACASTE dice
presente, otra vez. Este año estará entre nosotros, el Dr. Luis Thenon,
distinguido poeta, escritor y académico argentino, quien radica en Canadá,
donde trabaja como catedrático de Literatura en la Universidad Laval.
El Dr. Luis Thenon nació en Buenos Aires, Argentina. Se
radicó en Canadá desde 1979. Obtuvo un Doctorado en Letras y una Maestría Es
Arts en la Universidad Laval. Ha realizado un Posdoctorado en Historia. Es Catedrático
universitario. Profesor Titular en el Departamento de Literatura, Teatro y
Cine, Universidad Laval. Integra la Red de estudios transculturales de
Centroamérica y el Caribe.
Su obra incluye los siguientes poemarios: Memoria de los mares (Se presentará en el FIPCR, Costa Rica,
2018); Las casas en silencio
(Costa
Rica, 2013); Para decir la paz
(Canadá, 2011); La paz también se puede
(Canadá, 2011); De mares extraños y El trapecio del mundo (Italia,
2009); La
mancha del incendio (Costa Rica, 2007); Trayectorias fortuitas de la muerte (Argentina, 2007);
Terra Promissa (Venezuela, 1998); Selección de poemas (Madrid, 1996); Ce mot silencieux (Canadá,
1995).
En novela publicó El
Sótano (San José, 2017). Asimismo,
las obras dramáticas: Los Conquistadores de la Frontera Norte (Argentina, 2010); La fuite d’eau (Canadá,
2009); El
Cartero de Londres
(Madrid, 2005); Le
vol des anges
(Canadá, 2003); Fugues
Parallèles (Francia
/ Canadá, 1995); La
rébellion des fourmis (Canadá,
1991/1992).
Ha presentado obras teatrales en los Festivales
Internacionales de Puebla,
de Liège, de Casablanca y
de Cracovia. Premio especial del jurado en el 10° Festival International
Francophone de Sanscoin, Premio Gobernación de Mérida (Venezuela,
1998). Ha publicado innumerables
artículos y escritos académicos sobre arte y literatura.
Este
distinguido escritor compartirá como poeta invitado en la Sede Guanacaste, Costa
Rica, como parte del XVII Festival
Internacional de Poesía de Costa Rica, del 6 al 9 de noviembre del 2018,
invitado por el Centro Literario de Guanacaste y el Museo de Guanacaste, donde desarrollará
un programa, que incluye cuatro presentaciones culturales: a. Campus Liberia de
la Universidad Nacional; b. Sede Guanacaste de la Universidad de Costa Rica; c.
Colegio Humanístico de Nicoya; d. Museo de Guanacaste.
En el
Museo de Guanacaste, el Lic. Miguel Fajardo presentará el libro “MEMORIA DE LOS MARES”, de Luis Thenon (Casa Poesía de Costa Rica,
2018: 70), el jueves 8 de noviembre a las 6 p.m. Entrada gratuita. La portada
del libro del poeta argentino la realizó Arturo Valencia, gran artista mexicano.
En
este libro del Dr. Luis Thenon, el yo lírico se plantea la dicotomía
luz/oscuridad en un contrapunteo acezante, angustioso, donde “Volverán los
relojes a su sitio”. Esa preocupación por el tiempo, marcados como deícticos,
son marcas de un ahondamiento entre la integración/desintegración; entre el
esplendor y la opacidad del mundo “Donde está mi silueta (…) en un punto de
infinito que nadie determina”.
Asimismo,
la bio-identidad cíclica del mar, se junta con la de voces en busca de un
clamor de silencios, donde lo noctívago funciona como un registro desplazado
entre la raíz o el vacío “de la justa manera de no ver”, debido a la oscuridad,
cuando “la luz cae como una imagen”.
Como puede desprenderse, el libro de Thenon
comienza con esos planteamientos estructurales binarios, lo cual le da la
certeza de enclavarse como una memoria, reminiscencia, evocación, remembranza o
relación del elemento líquido, pluralizado “de los mares”, lo cual da pie a
reflexionar en las profundidades, en las extensiones, en las multitudes en las
masas de agua sinfín, en cualquier contexto donde habite el factor humano.
El
hablante insiste en incorporar esquemas
semánticos del conjunto líquido “archipiélagos nuevos del mar buscando el
suelo”, donde se observa la oposición mar/tierra, porque “La tierra es necesaria/donde
hay tierra no hay mares innombrables”. Hay una apuesta por lo terrestre, sin
desechar la alternativa marina, dado que “Mienten los ríos que se van hacia el
mar”.
Quizá
esa posibilidad sea viable, ya que “El corazón cerrado dejó quemar los panes”;
“y el pecho y la garganta rompieron las cadenas del mar”. Puede verse,
entonces, que la oposición mar/tierra es una especie de lucha y poder con las
abiertas velas de la soledad humana, otro de los ejes semánticos en la “Memoria
de la tierra” del poeta Luis Thenon.
Seguidamente,
inserta el poema “Memoria de las estrellas”, con ello, el poemario asciende
espacialmente de la dicotomía /mar/tierra, ya que “bajo el peso de una gota de
mar creció la luna” y reafirma “tu cuerpo adolescente sigue poblando el cielo”.
Ya en esa zona “las estrellas siguen marcando tu camino de auroras
transparentes”.
Se
advierte, entonces, un distanciamiento desde lo marino-terrestre hasta el
cronotopo de las estrellas, la luna y el cielo. Sin duda, es una lucha entre lo
alto y lo bajo, en una especie reflexiva
con las preocupaciones humanas, donde “el fondo de la noche llegó por la mañana
de mis labios/cerrados/ en medio de la isla”, con lo cual otea otro eje del
poemario: la corporalidad humana, inserta en la disyuntiva
espacio-temporal noche/mañana.
En “Memoria de las olas”, el hablante aduce
“Cada ausencia me duele como un cuerpo total en la memoria”. En esta fase del poemario, la palabra
adquiere cuerpo “Las voces iban por las corrientes marina callándose de
muerte”. Acaso el hablante inquiere por los seres humanos, cuyo deceso se ha
producido en esa dimensión “La voz de los ausentes se levanta del mar (…) ya no
sabrá callarse”, porque en el fondo marino se pierden las voces, los nombres y
las huellas. Por lo tanto, es un sistema recolectivo que plantea el
aniquilamiento.
Este
es uno de los poemas más intensos del texto lírico. La muerte no tiene
fronteras ni puntos cardinales. Tampoco permite comprar otras banderas. Aquí se
reflexiona sobre la inmensidad del mar y la pequeñez humana frente a tan
extraordinaria “Extensión del agua”, como se titula uno de mis libros. El
grandioso mar ha devorado miles de cuerpos. Por ello, el hablante poetiza “aquí
alfombra de espuma estaban los recuerdos”. Incontables ilusiones truncadas en
el marco espacial marino. El yo lírico cierra
el sistema, con una interrogación retórica “Un día/no sé cuándo/volví a
sentarme junto al mar/ y me quedé esperando”.
En “El hombre solo” existe un juego léxico con
términos abiertos rotundos, tales como ojo, pozo, hueco, Dios, torre, muerto,
vivo, historia. En este poema, se ofrece
una reflexión sobre el tránsito humano frente al discurrir de la historia de
cada uno “un pozo/un hueco/una torre o un hueco/ una torre de ojos
miran/todos/el hueco de la historia/unos y otros pasan/ pasamos/ han pasado/ la
historia”. El tránsito humano es cíclico como especie.
En
“Amén de quemaduras”, el hablante incluye un tono reflexivo “Había desterrado
el recuerdo, la piedra gris, esa imagen de río por sus ojos nublados, / la
montaña en su cuerpo, sus olores de uva dolorosa”. Ahonda en la incógnita del
tiempo, caudal de luz en la distancia, olvido que “se dejó caer en la consigna
del presente”.
El
acabamiento ante la inevitable muerte, después del trayecto terrenal es una
ausencia que signa la pérdida de voz ante la mueca del olvido cerrado. Por esa
razón, sostiene que “El ángel tiene un uniforme nuevo. / Su vuelo es una mancha,
/ su mancha es un destierro. / Después de las consignas/ su vuelo es una tumba/
y el mar un cementerio”, pero fatalmente, “no guarda los huesos”, pues los
arrebata y los lleva a las profundidades de su inmensidad sin límite.
En
“Preludio” expresa el dolor de su pueblo que ha soportado dictaduras
sanguinarias. Su tono es una especie de encadenamiento y culpabilidad
pluralizada “Del silencio de los pueblos/ el mío / callado / junto a la
envergadura de la muerte” (…) Donde se
acaba la hora del regreso comienza la derrota”. Aquí se apela a las lejanías, a
los exilios, a los alejamientos, a los destierros involuntarios del existir
humano. Muchos cayeron, con el estandarte de sus cerradas bocas, pero con “las
manos abiertas para siempre”. Como vivimos en una aldea global, no es un país
en particular, sino las referencialidades de cualquier sitio en el universo.
El
poemario MEMORIA DE LOS MARES, del argentino-canadiense, LUIS THENON, registra
un delicado espacio para poetizar sobre la paz. Cuánto anhelamos esa palabra en
el mundo de siempre. Por eso, recrimina que “Al carcelero le carcomen las manos
sus recuerdos, /la imagen de las rejas no lo dejan dormir/ y en la temprana
hora de los días/ observa temeroso los movimientos de su sombra”.
Para
esta memoria marina, la paz es un fulgor, una historia de quienes no la
disfrutaron y se encuentran ausentes. Con la paz, todos levantamos la mirada,
porque ella es posible “si se abren de par en par las puertas/y si la memoria
tiene rumbo en las voces/ y los pueblos” que han decidido romper las tinieblas
de la maldad.
“La
Calle de la Amargura” es un archivo casi
fotográfico de ese cronotopo geográfico costarricense “Ahora estoy aquí/ mañana
en otra parte de mi vida/ en otra desmesura”. En esa calle, el hablante observa
que “también hay un tubo viejo que gotea su sed”. A pesar de todo lo
problemático del nombre de esa calle “La cuenta se me acaba. /Me paré en el
andén/ y ya no había nadie/ y me quedé esperando”. La calle se ha convertido,
hoy, en un eje semántico plurisignificativo; un eje por ser descubierto, un
símbolo de conquista y poder territoriales, como de protestas contra las injusticias y las reivindicaciones
sociales.
En la
mirada sobre dicha calle, el poeta construye versos de gran alcance expresivo y
mucho mérito artístico “Hay una calle en la ciudad/viene del fondo hasta la
puerta pero no llega nunca/ la calle tiene rejas y el carcelero/ tiene un
pájaro atado entre los dientes”. Ese sentido de multitud se siente en este
texto “por esta puerta nadie parte/por esta puerta nadie llega (…)/ el
carcelero tiene callada la conciencia”. Quizás por eso, “La luz desde la calle
tiene el abismo abierto/ de una sombra escondida”. En la Calle de la Amargura de la capital
costarricense “las vías seguían paralelas de su propio destino”. Es válida
dicha incorporación.
“Los
límites del viaje” sugieren los distanciamientos; evoca la separación “Y miro
desde adentro de las horas de la luz /y el vuelo de los otros/ el despertar de
una sonrisa leve que nos eleva /como se lleva el mar la ola que no vuelve”. La
fugacidad es un elemento reiterativo en este poemario. Los instantes que
vivimos, que se marchan irrepetibles son una especie de archivo “Pero ahí no se
quedan las horas entretejidas por la espera. /Cuando no nos decimos que la luz
de la noche/ se apaga con la ausencia (…) en el destierro oscuro de los ojos”.
“La memoria es lo que nos
permite recordar hechos, ideas, sensaciones, relaciones entre conceptos y todo
tipo de estímulos que ocurrieron” (https://www.cognifit.com/es/memoria). Históricamente, se ha hablado de los siete
mares, dependiendo de la época a la cual se hacía referencia. En la actualidad,
se conocen más de 100 mares. Hoy se ha adaptado la expresión “los siete mares”,
al mundo entero, para lo cual se dividen en los siguientes océanos: Ártico,
Antártico, Pacífico Norte, Pacífico Sur, Atlántico Norte, Atlántico Sur y el Océano Índico.
En ese sentido, la pluralidad de aguas poéticas que aborda y
desborda el nuevo libro del Dr. Luis Thenon, es un “dossier”, una memoria, un
archivo de creatividad poética, pleno de imágenes y simbolizaciones de alta
calidad lúdica, que nos permite adentrarnos en su mundo y desanudar las aguas,
porque como ha escrito el poeta Marco Tulio Gardela: “Más allá de los ríos, el mar”.
El mar de la pasión, de la intensidad, del gozo, de la
tragedia, de la poesía suicida, de la inmensidad creadora, de los secretos sin
abrir, de las manos que lo acarician. Esta “MEMORIA DE LOS MARES” signa un
dilema para quienes “caminaron despacio/
y se perdieron en la vida de los otros/ con los ojos descalzos”. Gracias, Maestro. ¡Carpe Diem!