Miguel Fajardo Korea
23 de
abril: Día Internacional del Libro
Lic. Miguel
Fajardo Korea*
minalusa-dra56@hotmail.com
Desde
que la Conferencia General de la Unesco promulgara en 1995 la conmemoración del
Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor, esta actividad se celebra
en más de cien países del planeta. Se
escogió el emblemático 23 de abril en honor a figuras relevantes de la
literatura mundial, quienes nacieron o murieron ese día: Miguel de Cervantes,
William Shakespeare, el Inca Garcilaso de la Vega, Vladimir Nabokov, entre
otros. Este año, se designó como Capital
Mundial del Libro a la ciudad de Incheón, en Corea del Sur.
Entre
los objetivos que se fijó la Unesco para dicha distinción a favor del libro y
los derechos del autor destacan: descubrir el placer por la lectura, así como
respetar la invaluable contribución de los creadores al progreso social y
cultural del factor humanidad.
No
cabe la menor duda de que con esa declaratoria se fomenta la lectura como un
sano hábito de vida; se fortalece la industria editorial y, paralelamente, se
protege los derechos intelectuales de la producción cultural, literaria y
artística.
En
la actualidad, producto de los ajetreados y veloces ritmos de la sociedad, la
lectura se torna imprescindible, para forjar
el desarrollo de las destrezas de comprensión y autonomía. La lectura
potencia habilidades lógicas del discurso y puede llevarnos al proceso de la
escritura.
Leer
es una actividad intelectual que aporta, transforma, completa, recrea o
construye el conocimiento. El horizonte
de expectativas que deviene del proceso de lectura significa una experiencia
necesaria, de acuerdo con el contexto socio-histórico y cultural.
Cada
libro enciende una llama de sabiduría.
Sus procedimientos discursivos deben ser decodificados para que
desatemos la magia de su imaginación.
Leer es participar; llenar los vacíos del texto, cobijarnos de su
siembra para transformar nuestra visión cotidiana, porque “El libro es el cuerpo infinito
del espíritu” (MFK).
La
lectura se convierte en un acto de producción de sentido dentro del proceso
cognoscitivo, el cual requiere un componente motivacional, a bien de favorecer
relaciones discursivas, así como la integración de otros componentes:
pragmático, discursivo, semántico, léxico, morfológico, sintáctico…
Bajtín aduce que “la palabra siempre quiere ser oída”.
Como lectores, dialogamos con los textos, es decir, somos sujetos o lectores
participativos, en el tanto que le aportamos al texto nuestra propia lectura,
todo el cúmulo de experiencias previas, cuando sabemos que “el lector es otro texto”.
Entre las estrategias para
fomentar la lectura pueden citarse: lecturas públicas, visitas de autores, de
cuentacuentos, trueque de libros, el libro perdido, ferias institucionales o
comunales, confeccionar separadores literarios con frases paradigmáticas de los
autores preferidos, exhibición de libros adquiridos en las instituciones
educativas, descarga de libros virtuales, rifa de libros, conversatorios
culturales, películas que hayan adaptado libros relevantes…
En estos días participamos
en las actividades del Día del Libro
en el cantón de Cañas, donde la UNED, la UTN, el Comité de Cultura y la
Municipalidad, en una intensa jornada educativa
y cultural, estudiantes seleccionados y público en general pudieron estar
frente a frente con escritores nacionales de mucho prestigio, entre ellos:
María Pérez-Yglesias, Flora Ovares, José Picado, Daniel Garro, Santiago Porras
y Daniel González. Además, diversos actos culturales de apoyo al libro en
sitios públicos.
La Fundación Manuel Montilla
para las Artes, en Panamá, lanzó mi
libro electrónico “La sombra
distinta” (2015: 60), cuya descarga es gratuita, auspiciado por Ediciones
Cuadernos de la Fundación N°13, con una muestra gráfica de 22 trabajos del
notable artista canalero Alex Quiel. El enlace para su lectura es: issuu.com/manuel_e_montilla/docs/fundacion_13_la__sombra_distinta
Como
puede desprenderse, el proceso de lectura debe ser dinámico. Se requiere la presencia del lector como el
sujeto que llena los vacíos del texto y le aporta su cuota de creatividad. De
ahí, entonces, que se favorezca un
aprendizaje altamente significativo.
En
conclusión, la comunidad lectora puede utilizar el acervo editorial de los
creadores literarios, porque el libro, tanto como obra o como objeto; físico o
virtual, es un aporte integral, que
engrandece el espíritu, propicia el crecimiento personal y da las herramientas
necesarias para obtener una mayor capacidad de comprensión y habilidades necesarias
para entender el mundo.
*Escritor costarricense