Miguel Fajardo Korea, Costa Rica
Adrián Díaz en la memoria del silencio
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Educación de Costa Rica
En mis constantes lecturas y relecturas de la poesía guanacasteca, me encuentro, ahora, con un nombre decisivo para su redescubrimiento en las letras del Norte G. El trabajo lírico sostenido de Adrián Díaz Aguirre (Nandayure, 1947).
Tuve la alegría de leer su poemario “LOS PIES DEL SILENCIO” (1996-2011), donde incluye 42 textos muy intensos en la brigada expresiva, sin prisa, pero sin tregua, que ha ido formulando a lo largo de un ciclo de producción de tres lustros. Este es el prólogo a su libro en prensa, ahora.
El Lic. Díaz Aguirre funge, en la actualidad, como Asesor Nacional de Español en Primero y Segundo Ciclos, Ministerio de Educación Pública. Ha sido Profesor de Español en 14 instituciones de secundaria. Académico en las áreas de español y didáctica, pedagogía transdisciplinar, Andragogía, Artes Escénicas, Expresión Corporal, Dicción y Vocalización. Ha ejercido en la UCR, UNA, ITCR, Universidad La Salle y Universidad San José.
Su formación académica incluye: Bachillerato en Teatro y Didáctica, Licenciatura en Educación de Adultos, Licenciatura en Didáctica y Enseñanza del Español, así como Licenciatura en Literatura y Lingüística.
En su hoja de trabajo, Adrián ha laborado como Asesor en los siguientes puestos de alta responsabilidad:
a. Asesor de Español. Dirección Región Educativa Liberia (2004-2005).
b. Asesor Nacional de Español, Educación para Jóvenes y Adultos (2006).
c. Asesor Nacional de Español I y II ciclos (desde el 2007 hasta la fecha).
Actor y director teatral en una veintena de obras (1985-2005), en grupos como: Boruca, Talamanca, Sibú, Hora Cero, Teatro Universitario, Esfera o Burbuja. Ha contado con direcciones escénicas de Jesús Cuadrado, Jean Moulaert o Stoyan Vladich.
Su poemario de estreno está dedicado al Maestro Espiritual, Srila Guruprasad Swami, así como a los actores y actrices de todos los tiempos, quienes fueron creando manchas de las que se quiere acordar siempre.
En cuatro ocasiones ha participado en los suplementos anuales de cultura que editamos desde el periódico “Anexión”, Guanacaste, a saber:
1. “Variedades lingüísticas en el marco de la Guanacastequidad” Nº 12 (15) 146, julio-2005:4;
2. “Ausencias”; dimensión poética en la Guanacastequidad” Nº 13 (16) 158, julio-2006:4;
3. “Evaluación global” Nº 15 (17) 170, julio-2007:2.
4. “Voces” Nº 19 (20) 216, julio-2011:3.
Su libro inicia con una poética vital “Entre lo que doy / y lo que tengo, / que es poco, / se me fue la vida”. Es la suya, entonces, una confirmación del tránsito terrenal “yo soy / me voy / te doy” en una especie de catarsis entre la palabra, la libertad y el sentimiento.
“El camino es largo. / La desesperanza más”, todo ese corpus es dable, porque “La orgánica del olvido / es eficiente / no admite errores”.
Un rasgo de su estilo escritural es la presencia de enumeraciones convincentes de su ideario “A mí también me toca amanecer imaginándote. / Sin la yema de tus dedos para sublimar mi amor, / Sin la lectura dactilar y matutina de tus manos”.
El tema amoroso es uno de los ejes plurisignificativos de su orbe lírico. Muestra al hablante con un discurso crítico sobre la cosificación corporal “te alquilo, me alquilas /te negocio, me negocias / me cargas y te cargo. / ¿No soy persona? / ¿Entonces?”. Es decir, su acento critica estas acentuadas expresiones de seres-objeto y propugna revertir ese orden por el de seres-sujeto.
Su espacio lírico aboga por una mejor utilización de los recursos de todos. En “Adulto mayor” explicita: “Estoy en el puro centro / de las expectativas estatales, / en el promedio / en la hora de los / inútiles, en el / desprecio civil y / ciudadano, en el / desperdicio de los recursos nacionales” (…) “para que me perdones, / para estar de primero / en la fila, / de oro, para que me abras / la ventanilla de tu corazón. / Para que no duela tanto esta / soledad”. El abordaje es integral, por ello, transmite una realidad sin tapujos ni eufemismos. Todo ello revela cuánto hay por hacer para aspirar a una sociedad justa, sin marcaciones desventajosas.
En la línea amatoria, el hablante aduce “Descansaré, / y en tus más oscuros callejones, / me sorprenderás con tu ternura, con / el néctar de tus jardines, y tus nubes / derramarán una suave llovizna sobre mis rostros”. Como puede advertirse, el código amoroso manifiesta cordilleras y desfiladeros en el deseo, la ternura y las palabras.
Su planteamiento físico se corresponde, asimismo, con un juego de la carnalidad y el género “La fijación de mis pensamientos echó / raíces sobre el terreno patriarcal de tu vulva (…) en la disfuncionalidad de mi falo (…) / ¿Entonces qué procede? / ¿La guerra o la paz? / ¿La paz o tus tetas siliconadas? (…) / ¿La paz o los profilácticos que arropan nuestras criaturas? / ¿Qué procede?
Estos textos de Adrián Díaz Aguirre aportan nuevas conceptualizaciones al modo de escribir poesía en Guanacaste. Su voz irrumpe en plena ebullición globalizadora, donde nunca tenemos tiempo para nada; donde jamás estamos al día en nuestras actividades de vida. “Nací viviendo para la vida / acumulé discursos para el futuro, / siempre me sentí semilla en la eternidad. / Nunca creí que mis trapos se cayeran a tirones”. Desde esa perspectiva, el poemario de Adrián es un repensar “Miro tu huella / en el jaragual / de mi corazón… / ahora abandonado / como un sitio viejo”.
Los elementos tecnológicos apuntan a ser estrías y distractores en un mundo cada vez más tecnificado, pero menos humano. De mayor comunicación, pero de menos abrazos. De ahí que la voz lírica enuncie “silencio sexual, mirada simbólica / convergen nuestras etnias correlacionadas / con los cristales milenarios de tu vulva, / sin chips ni enlaces virtuales indexados… / ni currículo, ni programa, ni mediadores”. Es decir, una conciencia celular donde el amor sea “mi estructura más feliz, / mi escondite preferido para / soslayar este contexto de / grosería social en el / que estoy metido”.
En “Ofrenda a mi madre”, con epígrafe de Gustav Mahler -“No hay más que una educación y es el ejemplo”-, el hablante densifica su intencionalidad “Viviste en el filo de la vida y la muerte… Llenando de ternura este planeta ¿No sé cómo lo hacías? Pero, era tu Padre Nuestro / amparar a los desposeídos (…) ¡Todo lo hiciste a mano! / Con tu dramatismo me enseñaste a ser actor, / con tu humildad, educador, / con tu trabajo, simpatía, / con tu belleza, justicia, / con tu alegría, amor (…) De todo me enseñaste… Mamalita… / Pero todavía no sé ¿Cómo voy a poder vivir sin ti?”
En numerosos pasajes es recurrente el ahondamiento de la soledad “El largo camino de tu descomposición / me señala que uno está solo… / ¡No hay manera! (…) ¡No tiene caso! Me salí del planeta de lo posible”. La soledad es uno de los síntomas prescritos de la mundialización. “Y danzamos todos los boleros que nos faltaban para llegar a la muerte/ de tus agonías, sobre los marañonales de los padres de tus padres”. O bien, “Acabo de vivir otros cinco días / como si fueran kalpas… / Y me refugié en la belleza de tu ausencia”. Asimismo, en este trazo poético “Soy la ausencia que se aleja / de tus deseos poseídos”.
Hay una imagen que se textualiza a partir del registro fotográfico “¡Y de pronto! Te descubro: Medea. / Y te agredo: Cleopatra. / ¡Hasta el frenesí! Nefertiti: mi bondad, el arribo milenario / de la belleza, esposa real de mi dinastía en el imperio del amor, / que construí a fuerza de abundancia, en palacios minúsculos, / donde no cabe más que tu presencia: en mi celular, en mi corazón y / en mi mente. / Infinitesimales todos desde la mirada de tu estatura histórica, aunque no lo sospeches”. Es clara la intención del hablante, a partir del juego semiótico con los arquetipos femeninos del orbe clásico.
En “Jazz” explora una denuncia frontal “Que las clínicas abortistas / por fin contratan funerarias, / pero todavía no se entierran”.
El espacio virtual atisba en este registro poético de Díaz Aguirre “Pinté el rancho de alegría / sin ocarinas ni tambores / lo llené de ternuras y sonrisas, / a pesar de la hojarasca ideológica/ a pesar de los desechos reciclables / a pesar de tu corazón invadido… / He encontrado refugio en la virtualidad de tus manos, / en la mirada trascendental de tus rincones y tus pies cibernautas”.
La naturaleza es una estampa o código sensual y erótico en LOS PIES DEL SILENCIO, poemario del nandayureño Adrián Díaz Aguirre, quien es miembro del Centro Literario de Guanacaste (fundado el 20-3-1974): “Adquirí el color de tus pujaguales / en lo lúdico y en lo ideológico / de tus mazorcas el placer y la sonrisa, / de tus trojas desgrané los vicios pormenorizadamente. / Fragüé mi sexo detrás de tus manadas / en la frescura y la inocencia del jaragua, / bajo la censura de los ojoches. / Me enseñaste todo, menos cómo vivir la muerte”.
Como puede inferirse, entonces, la lectura de “LOS PIES DEL SILENCIO” (1996-2011), libro de estreno del Lic. Adrián Díaz Aguirre (Guanacaste, 26-12-1947) es un texto en su plena madurez vital y creativa, por ello, hay que celebrarlo, dado que le aporta nuevas rutas de expresión a la poesía guanacasteca. Su tono no es laudatorio, sino inquisidor y poetiza con audacia y desenfado otras realidades cotidianas, desde la humana modernidad en la era globalizada, donde, a veces, nos encontramos extraviados.
Por ello, su espacio lírico es una onda expansiva, cuyo acento es una ruptura en los alcances discursivos de la más reciente producción en la poesía costarricense desde la pampa guanacasteca.
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