En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



miércoles, 23 de febrero de 2011

TRES POEMAS DE JAIME. ROSA


JAIME B. ROSA, ESPAÑA



EN LA FRONTERA



En la frontera
entre la lluvia y el alma
se extienden avenidas muy largas,
aún no construidas,
edificios tristes con casas
aún deshabitadas.

En esa frontera
la lengua del viento
azul como el cansancio
nos revela el color de la lumbre
el dolor de la leña que arde
el pudor de la tierra podrida
que se oculta bajo la ceniza.

Más silencio hay en la profundidad.
Lo posible no somos nosotros.
Sólo
de las ingles de los dioses
brotan rosas de escayola,
sólo
la luz asume nuestros trazos
las palabras que nos vacían
los lagos helados que nos sonríen
por su lado muerto.

En la frontera
existimos porque escapamos
entre los últimos fulgores
de un sol partido y devastado,
de nosotros mismos




SENTIMOS LA TIERRA



Sentimos la tierra
como una manzana cuadrda y masticable
como una diagonal del viento
como un sueño que suena
a oasis perdido
a sombra alargada
a sol que se apaga por deducción extrema
a faro plural de cambiantes facetas
que ilumina el mismo filo de la noche.

Sentimos la tierra...
sentimos la tierra como una flor inmensa,
vasta como el principio de un largo camino.
Anoche y ayer
sentimos la tierra
como la sombra triste
de otros olvidos.





POR TU CÁLIDA SONRISA



Por tu cálida sonrisa
conozco
el clima de tus dedos
pero olvido
en qué calles trenzamos
nuestras vidas,
en qué sillas
nos sentamos
para frenar
el peso de la tarde
que nos vence
desde dentro
con la rotundidad
de una herida.

Entre tus tinieblas y las mías
juntos añoramos
un destino
distinto
a la muerte
que nos penetra
paso a paso,
los nombres y las cosas
que dejaron en nosotros
su huella singular,
tantas sensaciones desconocidas
con sus sombras ondulantes
junto al fuego
quebradas y abolidas.

Como lo oculto guardado
en un rostro que calla,
acaso el ocaso nos aprieta
con su cimitarra lumbar
que interroga al dolor,
acaso el ocaso nos despide
en el enclave exacto
de una tarde oscura
en que la sangre
mancha para siempre
el eterno retorno
de un lejano amanecer.

lunes, 14 de febrero de 2011

Los sonetos de Darío [ENTREVISTA AL POETA RICARDO LLOPESA, COMPILADOR DE LOS SONETOS DE RUBÉN DARÍO]


Ricardo Llopesa-FOTO CORTESÍA DE FERNANDO RINCÓN



Los sonetos de Darío
[ENTREVISTA AL POETA RICARDO LLOPESA, COMPILADOR DE LOS SONETOS DE RUBÉN DARÍO]



Por Marta Leonor González







Ricardo Llopesa nació en Masaya (Nicaragua) en 1965. A los diecisiete años llegó a Madrid, a los dieciocho a París y a los diecinueve a Valencia, donde vive desde entonces.

Una vez radicado en Valencia, en 1967, escribió sus primeros cuentos y poemas, que aparecen en importantes antologías como “Narradores hispanoamericanos”, publicada por el Instituto Nacional del Libro Español en 1972, y “Poesía Hispánica”, que dirigió el poeta y académico García Nieto.

Pero su vida literaria no se enmarcó solo en la creación, sino en la investigación sobre la vida y obra de Rubén Darío. Así nacieron varios libros: en 1988 publicó “Poesías inéditas” de Rubén Darío (Madrid, Visor); “Treatros” (1993, 2002), donde reúne artículos desconocidos de Darío sobre Sarah Bernhardt en Chile; “Poesías desconocidas completas” (1994), en colaboración con José Jirón Terán y Jorge Eduardo Arellano; “Prosas profanas” (Col. Austral, 1998, 2002, 2008), segundo gran libro del poeta nicaragüense; una “Biblioteca Rubén Darío” (8 vols., Valencia, 1996), y muchos títulos más.

Es miembro correspondiente de la Academia Nicaragüense de la Lengua, desde el año 1997. Nicasio Urbina, catedrático de Cincinati University, en su libro “Miradas críticas sobre Rubén Darío” (2005), dijo: “Ricardo Llopesa ha hecho un trabajo excelente de recopilación y estudio de la obra dariana (...). Llopesa, Jirón Terán y el polígrafo nicaragüense Jorge Eduardo Arellano representan un trío poderoso en la investigación de los textos darianos”. También estuvo a cargo de una edición de “El canto errante” de Rubén Darío (Valencia, Instituto de Estudios Modernistas, 2006), primera anotada y estudiada. En 2008 participó en la “Trilogía de Rubén Darío”, editada por la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (León, Nicaragua) y en España por la Universidad de Alcalá, donde tuvo a su cargo la edición crítica de “Azul...”

Este año Llopesa estrena libro, un sueño en el que ha trabajado por años, “Sonetos completos” de Rubén Darío, por la editorial española Visor. En está ocasión el académico y poeta habla de su nueva publicación y lo que implicó esta.

¿Qué lo motivó a reunir estos ciento cuarenta y dos “Sonetos completos” de Rubén Darío? Tengo entendido que es la primera vez.

En realidad son ciento cuarenta y dos sonetos y se publican por primera vez. Se llaman "completos", pero ya sabemos que son "incompletos", porque ahora irán apareciendo otros nuevos que han de agregarse en el futuro. Me ha movido la perfección del soneto y su estructura de unidad. Darío fue el primero en darle la dimensión de pluralidad, a través de la variedad de metros y la combinación de rimas. Todo un prodigio de riqueza musical de nuestra lengua.

Según usted, que ha estudiado por años al poeta Rubén Darío, ¿qué cree que para él han significado especialmente los sonetos?

Para Darío el soneto era una meta de novedad, lo vaticina en el prosema "La cabeza", número VI de los microrrelatos de "En Chile", cuando exclama en el segundo párrafo: "¡Qué silvas! ¡Qué sonetos! La cabeza del poeta lírico era una orgía de colores y de sonidos". Luego lo experimenta en el primer soneto alejandrino "Lastarria", seguido de "Caupolicán", ambos de 1888. Sostengo que conoció La poética (1757) de Luzán, para quien se podía escribir sonetos de doce, catorce, dieciséis y diecisiete sílabas. Un siglo después, Sinibaldo de Mas defiende esta teoría en su “Sistema musical de la lengua castellana” (1852). Por entonces, Moratín achacó la crisis de la poesía a la falta de atención que los poetas prestaron a Luzán. Darío leyó a Sinibaldo porque de él tomó la estructura del verso de diecisiete sílabas que utilizó para escribir el soneto "Venus".

El soneto ha tenido defensores y detractores desde los primeros tiempos de su creación, ¿hoy cómo ven los lectores y gustadores de la poesía este género? ¿Es una forma atractiva?

El soneto hoy en día es un género anticuado porque sigue escribiéndose como hace quinientos años Las formas literarias, como las modas, son pasajeras, pero el soneto echó raíces. Los juglares llamaban soneto a cualquier poema, hasta que entró en España a través de Boscán. Garcilaso le dio flexibilidad y Miguel Sánchez de Lima, en la primera métrica publicada en Alcalá de Henares, en 1580, lo delimitó tal como lo conocemos. Tuvo detractores como Castillejo, que defendió el octosílabo. Con Rubén deja de ser lo que siempre había sido, al escribir sonetos de 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 14, 15 y 17 sílabas, además de los polimétricos y el soneto de trece versos. Se ha dicho que el soneto es la perfecta cristalización de la poesía. Yo también pienso así. Lo malo está en la poesía que todavía escribe bajo los dictados de la métrica se haya acurrucado en la tradición, en lugar de continuar los pasos renovadores de Rubén.

Ya nadie sigue las leyes de la métrica, ¿por qué cree que el soneto es una forma caduca de la poesía?

El soneto tuvo dos etapas importantes, el Siglo de Oro español y el Modernismo, que fue netamente latinoamericano, puesto que España renunció a él, negándolo bajo la tesis del pensamiento de la Generación del 98. Es el momento en que la literatura en lengua castellana se bifurca, se parte en dos, sigue caminos similares, pero diferentes.

Entre sus criterios de edición aparecido en su libro, que será publicado por Visor, en España, usted sostiene que: "Desde el Siglo de Oro la poesía española no había tenido un poeta como Darío que pusiera tanto empeño en la modernización del soneto, efectuado no solamente en la métrica sino también en el acento versal y la rima", ¿esta aseveración en qué la sustenta?

Desde "Caupolicán", que figura en “Azul...”, el soneto es otro, diferente al tradicional, porque Darío se tomó el trabajo de escribirlo en distintos metros. En este libro figuran sonetos de doce, catorce y diecisiete sílabas y, por supuesto, al variar el metro los acentos cambian la música del verso. También saca del pasado ritmos nuevos. El soneto de seguidilla, con versos de doce sílabas de “Azul...”, es un ejemplo. Los layes, decires y canciones medievales, otro. La combinación de rimas es muy rica. Por tradición, consta de cuatro y las hubo hasta de cinco, pero Darío las combina a su capricho, de tal manera que juega con los cuartetos y los tercetos, introduciendo rimas francesas con españolas, con acentos llanos, agudos y esdrújulos. Sin entrar en la combinación de verso largo y corto. En este sentido, fue un prodigio musical y leer los sonetos es como escuchar una sinfonía escrita en versos.

Para la compilación de los sonetos de Rubén Darío y su estudio, ¿qué dificultades encontró y cómo fue ese proceso, qué criterios usó?

El estudio lo escribí hace unos diez años, durante el mes bullicioso de las Fallas de Valencia. Me encerré para no oír los morteros. Para entonces tenía la mayoría de ellos, a excepción de los sonetos desconocidos que han ido apareciendo. Muchos de estos los habíamos publicado en la edición española de Poesías desconocidas completas, cuya autoría compartí con mis amigos José Jirón Terán y Jorge Eduardo Arellano. Los poemas siguen un orden cronológico en aquellos que no figuran en libro, respetando el criterio de Darío para aquellos publicados..

Para todos los investigadores de la obra dariana el principal problema con el que topan es que Rubén modificaba sus poemas, corregía; al rededor de esto hay ediciones que entran en grandes desacuerdos sobre sus textos. ¿Cómo enfrentó esta situación?

“Azul...” puede ser un ejemplo para detectar esas variantes. La segunda edición, la de 1890, fue corregida, agrega poemas, una sección en francés y varias páginas de notas. En la tercera edición, de 1905, corrige y elimina. En esa línea es importante la edición crítica de Ernesto Mejía Sánchez y la del mexicano Alfonso Méndez Plancarte, publicadas en 1952, en México y Madrid, respectivamente. Hay ediciones de Darío llenas de erratas. En esa labor de limpieza han contribuido las nuevas generaciones, donde entran Jorge Eduardo Arellano, Alberto Acereda, Álvaro Salvador y José María Martínez, entre otros. Yo seguí las últimas ediciones de Darío que se dan por válidas. No obstante, me vi obligado a devolver el título que le dio Darío a siete sonetos que Méndez Plancarte había cambiado. Es un trabajo muy delicado. Por poner un ejemplo, cuando publiqué la edición de Prosas profanas (1998) en la Colección Austral de Espasa-Calpe, las anteriores a la mía tenían una media de diez erratas por página.

¿Cuándo inicia esta labor de promoción y estudio de la obra de Rubén Darío?

Me inicié en la investigación de Darío a raíz de la edición de “Poesías inéditas”, editadas en Madrid, por Visor Libros, en 1988. Pasé de cuque a fraile, porque tenía un "Restaurante Nicaragüense", el primero y único en Europa, y de ahí salté a Darío. Muchos amigos se sorprendieron. Pero la vocación la cogí como un virus en París. París me deslumbró. También me enseñó quién era y de dónde venía.

¿Qué le ha motivado a ser investigador?

La ilusión de decir que soy un masaya que salí a estudiar y no he regresado porque sigo estudiando.

A lo largo de su vida intelectual ¿cómo le gustaría ser recordado?

Yo no veo la vida como algo serio, ni eterno, ni trascendental, sino como el recorrido a través de una aventura mental. Eso ha sido mi vida y me gustaría ser recordado como un hombre que vivió para vivir con pasión. Fui mal hijo y mal esposo, pero son las mujeres a las que agradezco esta vida.

¿Cómo se encuentra con Darío, hubo algún hecho que lo conmovió?

Descubrí a Darío en París, en 1966, en casa del cónsul de Nicaragua Luis Felipe Ibarra, hermano de Salomón, el autor del Himno Nacional, e hijo de Felipe Ibarra, quien fuera el maestro que inició a Darío en la poesía. Ibarra me habló de la pobreza en que vivió en París. No podía imaginar que un hombre con tanta gloria pudiese vivir en aquella situación. Luego conocí al escritor uruguayo Hugo David Barbagelata, quien fuera secretario de José Enrique Rodó y había conocido a Darío en 1910. Él me habló de su alcoholismo. Para entonces tenía 18 años y escribí mi primer artículo, que apareció publicado en España.

¿Cuál es el poema de Darío con el que usted se identifica?

"Melancolía". En eso comulgo con el actual presidente de la Academia. En la vida todos padecemos del mal de la melancolía.

domingo, 13 de febrero de 2011

Magda Zavala, poesía sin miedo a las mareas


Miguel Fajardo Korea, Costa Rica


Magda Zavala, poesía sin miedo a las mareas



Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Educación Mauro Fernández-2008

miguelfajardokorea@hotmail.com
Universidad Nacional de Costa Rica



En la literatura costarricense destaca, con singulares méritos, la Dra. Magda Zavala González (1951), académica, narradora y poetisa, quien ha desplegado una intensa tarea difusora como crítica literaria, investigadora y promotora cultural.

La Dra. Zavala González obtuvo su licenciatura en filología en la Universidad de Costa Rica, su maestría en la Universidad de Lyon, Francia y su doctorado en la Universidad de Lovaina, Bélgica. Su extensa e intensa trayectoria docente la realizó en la Universidad Nacional de Costa Rica.

En la Universidad Nacional promovió la creación de la maestría en Estudios de Cultura Centroamericana y con el doctorado Interdisciplinario en Letras y Artes en América Central y fue la primera directora de ambos posgrados. Fundó y dirigió la revista Ístmica. Es promotora y parte del equipo fundador de la Asociación Costarricense de. Escritoras (ACE). Ha participado en múltiples congresos literarios, conferencias y recitales en Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Canadá, Estados Unidos, Francia, Noruega y Bélgica. Ha sido profesora visitante en numerosas universidades del extranjero. Incluida en las antologías Cuentos del desamor, 1999 y Narradoras costarricenses, 2006, de Linda Berrón y Willy Muñoz, respectivamente.



Dra. Magda Zavala González

La Dra. Zavala ha escrito la novela Desconciertos en un jardín tropical, 1999. Coautora de los libros: Historiografía literaria en América Central, 1995; 500 años. ¿Holocausto o descubrimiento”, 1999; Literaturas indígenas centroamericanas, 2008. Coeditora de Relatos del desamor, 1998. Su más reciente libro, es el tomo poético Tríptico de las mareas, 2010. En prensa actualmente, Con mano de mujer. Antología de poetas centroamericanas contemporáneas (1970-2008).


En la apertura del XVI Congreso Internacional de Literatura Centroamericana (CILCA), el 16-4-2008, organizado por la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional, Campus Nicoya, Magda Zavala disertó sobre “El impacto cultural de la recolonización en Centroamérica”.

En esta oportunidad, la Dra. Zavala González ofrece la conferencia La poesía de mujeres centroamericanas: sus aportaciones al devenir literario de la región, en el marco de la Cátedra Dr. Francisco Vargas Vargas, Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional, Campus Liberia, el lunes 14 de marzo del 2011 a las 4 p.m.

Nos adentraremos en la lectura de su más reciente libro, como una manera de difundir su producción literaria, la cual conlleva estadios de conciencia crítica y poética.

Zavala, Magda. Tríptico de las mareas. (2010). San José: Editorial Osadía, 315 páginas. Es su primer libro poético, donde reúne, un sostenido trabajo de tres decenios, a saber: “Habitante extraño”, “Consejas al amigo incierto” y “Conjunción”.

El libro cuenta con un posludio, así como con dos juicios críticos, tanto del Dr. Jorge Chen Sham como de la Dra. Peggy von Mayer. Asimismo, la foto del mar en la portada es del artista Faustino Desinach. La producción editorial estuvo a cargo de Juan Hernández. La fotografía de la luna es de Silvia Rodríguez y Augusto Valerio Rodríguez.

El poemario registra elementos paratextuales significativos; incluye epígrafes de César Vallejo, Vicente Aleixandre, María Mercedes Carranza, Alejandra Pizarnik, Milan Kundera, Humberto Ak´abal, Gabriel Celaya, T.S. Eliot y las Comunidades campesinas de Costa Rica.

La hablante es frontal ante la censura, por eso, aboga por impedir que el hombre imponga presuntos derechos “sola y desafiante ante el espejo, / obtengo mi propia imagen (…) de ir con paso propio por la vida (…) entonces habrá llegado la hora / de levantar trincheras / contra tus embestidas”, p.39.

La voz lírica no expresa criterios de seda, por el contrario, establece una actitud contestataria contra los avasallamientos patriarcales, por ello, su discurso es directo “Resígnate, / jamás seré mujer convencional en nuestra cama. / No me temas por eso. / Desátate”, p.44. El verbo de cierre es una instancia de actuación. Ella solo la enuncia. En ANTImelodrama expresa “En realidad, no busco que digás ningún te quiero / mientras insistás en echar cerrojos”, p. 51.

Igual sucede en el poema “Hazlo”: “Cuando te das cuenta de que relativizo tus órdenes / ponés sobre mí un grafiti inmenso: / NO OBEDECE / Y repetís más que airado: / “No sabe obedecer esta mujer”. / Y lanzás el epílogo temido: / “Si no odebecés, me voy…”, p. 65. Aquí, el límite expresivo se encuentra en el título y en la vitalidad gráfica de los puntos suspensivos. Es un poema circular, donde existe un emparejamiento entre el título y el último verso; de acuerdo con la teoría poética de Samuel Levin, por lo tanto, sobran las explicaciones.

La hablante poética aspira al entendimiento con el mundo masculino, sin enquistamientos, en igualdad de condiciones “Un mundo para hombres y mujeres, / mano a mano, sin profetas. / Y entre nosotras, bienvenidos / los hombres dispuestos a un abrazo común, / capaz de rodear con auténtica ternura / La Tierra”, p. 58. El cierre de este poema es una especie de sistema recolectivo. La Madre Tierra debe ser respetada, de igual manera, la respectiva equiparación que entraña en la simbólica cultural, la figura femenina, capaz de entrega filial, pero con la firme conciencia de su valía histórica, sin rebajamientos enfermizos, propiciado por los otros.

En este poemario de la autora costarricense Magda Zavala, la mujer tiene voz y quiere que su palabra sea escuchada, tanto es así que se expresa en voz alta, sin temores, porque estamos en otra época, en estadios conquistados, donde la mujer debe ser sujeto y no objeto de bajas pasiones patriarcales “Alguien que no soy yo le parirá los hijos / y pondrá, sin peticiones sediciosas, / la mesa para él”, p. 73. O bien, “los cobardes acomodaticios, / que temen perder mucama, cocinera / y psicólogo doméstica”, p. 120.

Es clara la posición que toma la hablante por marcar su camino, por ello, no duda de que hay que tomar decisiones “Me quedé por un tiempo aquí mismo / expatriada de vos (…) Jamás podrás negar cuánto hubo en mí / ni cuánto permitiste en ti”, p. 74.

En esa órbita, la hablante no establece una renunciación de la figura masculina, sino que exige respeto, dignidad “Dan pena los hombres que temen la pasión en las mujeres”, p. 90. O bien, “Siendo yo a veces feliz, te tuve en mí, / dique y feliz memoria. (…) Pero, si acaso veías en mí de nuevo el arrebato, / súbitamente huías”, p. 97. De la misma manera, “Dichosamente, he olvidado su rostro, / no reconocería su olor/ no alcanzo a recordar quién”, p. 99.

Su poema “Asedio” es un texto sincero, donde la hablante expresa su cosmovisión “Me están señalando qué debo hacer, qué preferir, / a quién y cómo amar, / qué sentir, /qué defender. /Me insinúan, me programan, / condicionan lo que busco/ desde sus imposturas en diversas pantallas, / podios y sitios del sigilo, / los gendarmes, /los predicadores, / los comunicadores,/ los políticos, /los falsos maestros, / los padres de la patria, / el FMI, / los consorcios y las transnacionales/ con su hierro candente en la mano. / Luego envían, como sabuesos, / sus encuestas”, p.102. Aquí sobran los comentarios, cada lector se puede formular sus alcances.

TRÍPTICO DE LAS MAREAS, de MAGDA ZAVALA, no se desentiende de las preocupaciones sociopolíticas, como es el caso del poema “Desaparecidos”: “Habrá ya más de doscientos cincuenta mil asesinados / por la guerra en Centroamérica. / Hay demasiado llanto en las gargantas/ que se esconden de la persecución, / tanto dolor por los caminos de los desplazados/ y en el silencio del exilio”, p. 139. Como lector, uno reflexiona y toma conciencia de tal denuncia en la marea tortuosa del destino ístmico.

La cruenta historia belicista de América Central se ve reflejada. La guerra ha incorporado a las mujeres en esa lucha. A las guerrilleras les expresa “Mujeres en la guerra, / obligadas por la hora/ al oficio más funesto de varones”, p.142. En la misma línea, se refiere a la combatiente “Olvidá ese FAL por un momento/ y tendete aquí/ en nuestra pequeña libertad”. Ese espacio de ternura es un cronotopo de conciencia, por ello sostiene que “Somos más sabias y tenaces las mujeres/ en la paz”, p. 142, en contraposición con “y yo me encuentro sin vida/ vagando de Sur a Norte, / de Norte a Sur,/ desplazada, exiliada, / migrante,/ sin vida./ ¡Ay,/mis/hijos…!”, p.148.

Su verso “No pidan olvido los culpables” es un llamado de urgencia contra quienes han causado daño incalculable a los congéneres. El escritor Mario Benedetti adujo que “El olvido está lleno de memoria”. La autora costarricense va en la misma ruta de la denuncia frontal contra los culpables de masacres, genocidios y demás.

En “Real soberanía”, la hablante expresa “¡Cuánto daría por vivir en un país no alineado, / dignamente fuera de toda línea, / un sabio país sin guerras / y nada cómplice en insidias estratégicas”, p. 154. Aquí, la voz del discurso formula su anhelo como mujer que forma parte de la sociedad civil.

Los 66 epigramas mínimos (pp. 155-181) sostienen una gran fuerza expresiva. En su brevedad, signan estallidos, dictados de fe, revelaciones. Su relectura se impone para escudriñar sus alcances semióticos, por ejemplo, el número 5 sostiene “¿Qué culpa tuve yo/ y qué culpa vos,/ si cuando miré profundo en tus ojos/ no supe descubrir que era yo la constructora/ de cuanto te otorgó solvencia?”, p. 156.

El cuerpo es un poder. En esa línea, la mujer debe cuidar de él; el hombre respetarlo. “Con justa rabia de ofendida/ no lo permitas, /no lo justifiques, no te culpes; tu cuerpo es solo tuyo. “Dispón de tu soberanía”, p. 157. “Nadie lo disponga, sin embargo, por mí. / Nadie más que yo para ofrecerlo”, p. 181. “Y recuerda, pequeña amadísima, / que no te encierren en la vieja torre/ de la reproducción”, p. 183. En ese eje temático corporal, la hablante endiña “¿Por qué me atás/ con este cinturón de indignidad/ si no soportarías jamás/ encerrar tu miembro vigoroso/ en ninguna tortura semejante”, p. 168. Refuta la estructura fálica como eje de poder y dominación.

La voz lírica dignifica su palabra en estadios de conciencia reflexiva, en torno a la significación histórica de la figura masculina. Esa perspectiva, desde luego, no impide, de ninguna manera, la convivencia con el otro. “El mejor de los oficios/ es, indudablemente, amarte, / sobre todo saber amarte. / Por eso laboro/ incesante”, p. 272. En “Juegos”, campean las marcas eróticas y sexuales como una resignificación corporal de dichos vectores semióticos “Revoloteando en torno a tu cuello, /mordisqueando el nacimiento del pelo,/ lamiendo tu mentón,/sorbiendo, intermitente, esos labios seudoesquivos,/ tumbando con mi cuerpo el tuyo/ soy más libre;/ y tú, propiciando que te escale,/ que te monte,/ que ría feliz mientras me tiendo a lo largo de ti/ y me solazo,/ eres más brillante en tu hermosura”, p. 273.

En “Conciliados” se advierte una cernida claridad de conjunción y equidad compartida, sin resabios de maledicencia ni jerarquías de pareja inútiles, por ello, aduce: “Cuánto celebro que entre vos y yo no haya lucha de poder/ y seamos solo un conjunto/ dueto / dúo, equipo / consonancia / y capacidad para resolver los desentonamientos”, p. 279.

El poema “Conjunción” es el cierre temático de la esperanza, una vez que la hablante, sin miedo, ha recorrido las mareas, es decir, ha expresado su palabra con la certeza de su propia voz. En este poemario de Magda Zavala, lo no dicho es secundario, pues su valiente palabra habla, sin cortapisas ni amarres patriarcales contra las tropelías que ha sufrido, históricamente, quien debe ser mujer sujeto y no objeto de uso y cambio.


CONJUNCIÓN MAGDA ZAVALA

“Juntos podremos alcanzar el punto iluminado.

Nunca más por caminos opuestos,
nuestra capacidad de tejer
jamás antes tan precisa,
afinados todos los sentidos,
aptos para unir cada punto de la red,
sitio donde tendernos luego
mecidos por el viento
de todos los tiempos.

Has aceptado nuestra luna interior
en un centro espléndido.
te he aceptado yo
en simetría.

Lograremos nuestra coincidencia
en plena marea viva”(pág. 301).

En síntesis, TRÍPTICO DE LAS MAREAS, de Dra. Magda Zavala González (1951), autora costarricense, se convierte en un remirar los mundos interiores, tanto del hombre como de la mujer, cuya simbiosis deviene en relaciones convocadas dentro de la vivencia y convivencia del factor humanidad.

En sus textos-dossier se advierten ecos poéticos y voces históricas, coyunturas espacio-temporales que ponen a meditar sobre la condición humana, desde América Central. Es la suya una voz lírica no complaciente, por ello, no es una poesía adocenada.
Por el contrario, las poetizaciones que ofrece desnudan un mundo con alcances plurisignificativos, donde la valentía de la voz femenina apela convertirse en mujer sujeto y no en mujer servicio. La suya es una obra de ruptura dentro del canon estético de la poesía costarricense. Este libro de madurez le ha permitido, a la escritora Magda Zavala, una realimentación temática, donde asume la confrontación, con pleno conocimiento holístico, de las corrientes poéticas en boga.


Costa Rica, verano del 2011

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Lic. Miguel Fajardo Korea (Costa Rica, 1956).
Académico en la Universidad Nacional de Costa Rica.
Premio Nacional de Promoción y Difusión cultural, 2001; Premio Nacional de Educación Mauro Fernández, 2008; Premio Omar Dengo, Universidad Nacional de Costa Rica, 2009. Autor de 18 libros, entre ellos: “Extensión del agua”, “Solo la noche”, “Las puertas del sol”, “Realidad, mito y dolor”, “Otras lunas”, “Margen del sueño”, “Ausencias”, “Travesías” “Todos los días” o “Casa Guanacaste”.

En el 2011 se editará en Colombia su poemario “La demora más larga”.

Coordina la Cátedra Dr. Francisco Vargas Vargas, Sede Regional Chorotega, Universidad Nacional.
______________________
Ha participado en recitales y congresos literarios en Costa Rica y el extranjero.



miguelfajardokorea@hotmail.com

martes, 8 de febrero de 2011

Hacia la bioalfabetización holística-Miguel Fajardo Korea


Miguel Fajardo Korea, Costa Rica


Hacia la bioalfabetización holística


Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Omar Dengo,
Universidad Nacional de Costa Rica



El ser humano, desde tiempos inmemoriales, ha utilizado la educación como una manera de mejorar sus condiciones contextuales. En esa medida, cada faceta de dichas acciones propicia la imperiosa necesidad de buscar muevas expectativas en su entorno vital, muy diferente, desde luego, de las que nos preocupan hoy, inmersos como estamos, en intrincados espacios globalizadores.

La educación siempre ha sido una herramienta de cambio y de mejoramiento socio-individual. Debemos estar conscientes, además, del privilegio por acceder a ella, si sabemos que su cobertura, nunca llegará a todos. Dicha inclusión es una de las utopías de este mundo tan dividido. Máxime, si nos referimos al ámbito universitario, donde el mismo sistema es tan selectivo entre quienes ingresan en él, tanto es así, que solo el 5,7 % de la población costarricense asiste a la instancia superior, según el II Informe Estado de la Educación.

Educar es un término que tiene un amplio registro semántico, por lo que apela a conceptos coligados, tales como alimentar, cuidar, nutrir, instruir, formar y criar. Estamos ciertos, de entrada, que no todos los seres humanos estamos capacitados para el magisterio, porque aparte de vocación integral, signa una serie de competencias para el eficaz ejercicio integral de la praxis educativa.

En esta oportunidad, me propongo compartir algunas reflexiones, a partir de la interesante tesis en Educación, con énfasis en Mediación Pedagógica, del académico Dr. Fernando Gutiérrez Coto, en la Universidad De La Salle.

El planteamiento investigativo que propone Fernando Gutiérrez Coto, académico de la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional, implica una nueva lectura del ejercicio docente, como una eclosión hacia un urgente cambio de paradigma. En su propuesta discursiva, se apela por novedosas entradas pedagógicas como biosensibilización, holomovimiento, sociedades aprendientes, realidades alternativas, biodecisiones, la relación cinética sobre vacío y lleno, las 3D para el conocimiento, el principio de las 3 ”i”, así como la bioalfabetización, su aporte central.

Cada uno debe trazarse sus propósitos de vida, conductas y actitudes por seguir, porque de esa elección deviene el compromiso socio-personal ante la comunidad a la cual nos debemos. No podemos ir por la vida sin forjar nuestros proyectos de comportamiento, porque nosotros tenemos, tanto la capacidad como la responsabilidad de elegir las potencialidades que nos permitan alcanzar las metas vitales. Las competencias interiores para enfrentar la vida implican, entonces, el desarrollo de múltiples saberes que conviene recordar: 1. saber, 2. saber hacer, 3. saber ser y 4. saber convivir.

Ese mundo sostenible implica, desde luego, una transformación del conocimiento para construir retos, basados en gozo-ternura con la naturaleza, en una vital perspectiva sistémica, donde conceptualizaciones como integración, interrelación e interconexión sean motivos de práctica de valoraciones ecocéntricas. Todo ello en un marco de re-orden con el universo.

El académico Fernando Gutiérrez Coto establece en su propuesta: “La ruta de socializar la naturaleza y de conceptualizarla como un jardín que invite a las personas a respetarla, conocerla, conservarla y utilizarla para devolverle a las personas el cuidado, el amor y el placer de amarla”.

A la luz de los nuevos postulados en el paradigma pedagógico, su autor ha asimilado decisivas lecturas de quienes lideran las nuevas propuestas pedagógicas, a saber: Capra, Morin, Assmann, Boff, Maturana, Gutiérrez, Prado, Casachov, Bohm, Emoto, Greene, Ferguson, Pörksen, Sheldrake, Zohar, Varela, Verdú o Payán…

La sinergia que propone el académico Fernando Gutiérrez Coto es un espacio para la convivencia con el entorno, en una relación de economía para la vida, sobre la base de principios éticos y estéticos. Es claro que no podemos seguir con el caos. Urge el replanteamiento de aprendizajes significativos para leer la naturaleza, que es tener la capacidad, asimismo, de leer el mundo.

La bioalfabetización es propuesta por el Dr. Gutiérrez Coto como una eclosión e implica: “La democratización, descentralización y desconcentración de la información sobre el valor práctico de la naturaleza, se convierte en una realidad con la ejecución del programa de “Bioalfabetización”, donde el reto es aprender a leer y dialogar con la naturaleza y hacerla parte de nuestra cotidianidad, ya que somos un todo”.

Por ello, requerimos de una educación no desapegada de los embates sociopolíticos; por lo mismo, crítica; no ajena de las profundas transformaciones que sufre la sociedad, tanto costarricense como planetaria. Esta era de mundialización nos ha de comprometer con mayores ideales, con más renovados principios para aportar nuestros mejores esfuerzos, en aras de proponer una sociedad más justa, con rostro humano, que no dé paso a los degradantes procesos de impersonalización y donde la territorialidad ecológica sea parte de la identidad humana más comprometida.

La bioalfabetización considera, desde luego, una educación solidaria, pues sus experiencias de aprendizaje significativo tienen múltiples referencias. Se orienta en la educación no formal, donde la naturaleza es Maestra, por ello, los bosques y los ecosistemas son los espacios áulicos/laboratorio. Es decir, el proceso pedagógico de la Bioalfabetización se basa en la biopedagogía. Gutiérrez Coto describe en su investigación los pasos por seguir con la esencia creativa de la naturaleza, desde un principio de equidad. Dicho programa incluye fundamentos ecológicos, concienciación conceptual, investigación y evaluación de problemas y la capacidad de acción de una biolectura, un biodiálogo y un biopensamiento desde la naturaleza.

El texto propone, finalmente, siete eclosiones bioalfabetizadoras, a saber: sentido espiritual, relación vacío y lleno, educación hologágica, las 3D del conocimiento, las 3 “i”, eclosión mediada y cómo eclosionar. El autor afirma que “debemos eclosionar a modelos en la educación que vayan de acuerdo con las exigencias del su entorno, su cultura, su ADN regional”.

Guanacaste proviene del azteca “Quauhnacaztli”, que significa “árbol de orejas”. En ese contexto, hoy, 10 140 kilómetros cuadrados y 322 016 habitantes resguardan el conjunto de características, símbolos, costumbres, que conforman el ser guanacasteco, forjado en el cotidiano discurrir y en los acontecimientos trascendentales. Se destacan, también, los elementos vernaculares representativos, como el himno, el sabanero, el espeque, el árbol de guanacaste, el quijongo, la pampa soleada, es decir, el moderno concepto, que el escritor Marco Tulio Gardela, ha denominado la Guanacastequidad , porque la vida de nuestros pueblos se forja en las manifestaciones cotidianas y en la transición de sus herencias más genuinas.

La lectura de este trabajo investigativo del Dr. Fernando Gutiérrez Coto es una voz de alerta y una invitación a ser protagonistas de la vida y no observadores de ella.

La puesta es individual y sé que haremos la mejor elección para el mejoramiento del factor humanidad que nos anima a todos con el cernido compromiso de la conciencia holística.

miguelfajardokorea@hotmail.com

[1] Gardela, Marco; Fajardo, Miguel y Zúñiga, Ligia. (1991). Confraternidad Guanacasteca Siempre. San José: Zúñiga & Cabal, p.9.