Las
señales aforísticas de Ana Patricia Arce Blanco
Lic. MIGUEL FAJARDO KOREA
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural
(Guanacaste y Moravia). Ana Patricia Arce
Blanco, nació en la provincia de Limón, el 30 de diciembre de 1955. Realizó
estudios primarios en San José y Guanacaste (Escuela España y Escuela Ascensión
Esquivel); secundarios en San José y en Limón (Liceo Rodrigo Facio Brenes y Liceo
Diurno de Limón).
Estudió
Sociología en la Universidad de Costa Rica.
Como
socióloga, se desempeñó en dos instituciones del Estado Costarricense: El
Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y el Instituto Nacional de las Mujeres
(INAMU), en esta última, laboró hasta su jubilación.
En el año
1995 ingresó en el Taller Literario de la escritora Carmen Naranjo (Q.d.D.g).
Fue incluida con tres cuentos: “Quimeras”,” Un retrato para Fito” y “Papelitos
de colores”, en la antología Florecen
las Palabras (edición no venal,
1995).
Tiene a
su haber un compendio de cuentos inéditos, un poemario aún sin publicar (2008)
y una novela en ciernes.
En la
actualidad, se dedica al quehacer literario, al cuido y preservación de la
naturaleza, dos constantes en su vida.
“Doscientos
poemas de Arena (Del Desierto Interior)”, escrito en el 2010 será su primer
libro publicado.
***
La palabra “aforismo” proviene de la voz griega aἀφορισμός aphorismós.
derivada del verbo aphorizein, es decir, “definir” o
“separar.
1. m. Máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte.
Sinónimos de
aforismo: |
adagio, máxima, proverbio, refrán, sentencia, apotegma, regla. |
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El aforismo ha sido cultivado desde tiempos
antiguos, por pensadores, filósofos y escritores de diversa índole. Es un
género que se mantiene vigente. A quienes cultivan el aforismo se les conoce
como aforistas.
Maurice
Blanchon (1907-2003) -citado por José Luis Trullo-, define el aforismo
así: «Alianza de un lenguaje
durable con una suma extrema de cosas oídas, vividas, poseídas instantáneamente
(…), que transmite los momentos más específicos, los contactos más variados, el
mayor número de presencias y una infinitud simultánea de impresiones sucesivas”.
Junto con los axiomas y las máximas, los aforismos pueden considerarse como un tipo
de paremia: un enunciado breve y sentencioso que invita a la
reflexión intelectual.
Existen compilaciones de aforismos de Confucio,
Platón, Nietzsche, Simone Weil, Benjamin Franklin, Mark Twain, Émile Cioran,
Fernando Pessoa, Óscar Wilde, Charles Baudelaire o Jorge Luis Borges. (Fuente: https://concepto.de/aforismo/#ixzz8YWZnKMZV).
En esa línea de creación, los 200 textos brevísimos de Ana
Patricia Arce Blanco (San José, 1955) han significado una extraordinaria
alegría entre mis lecturas de este año. Ana Patricia ha titulado sus textos Doscientos
poemas de arena (El desierto interior).
Le he hecho ver a Ana Patricia, lo
injusto que sus textos estén en las gavetas de su estudio. Su libro está
dedicado a nuestra gran escritora costarricense Carmen Naranjo Coto (Cartago,
Costa Rica, 1928-2012): “Te
trajiste en el alma / la paz del desierto”.
Fuimos compañeros de escuela en cuarto y quinto grados
(1966-1967), en la escuela Ascensión Esquivel Ibarra, de Liberia. No nos
volvimos a encontrar, sino hasta el 17 de octubre del 2019, cuando coincidimos
en una actividad académica en la Universidad de Costa Rica, con motivo del
natalicio de nuestra gran Eunice Odio (1919-1974), a quien ambos admiramos.
Soy un admirador del gran poeta italo-argentino Antonio
Porchia (1886-1968), un extraordinario exponente de los aforismos en sus “Voces
(1943). Del argentino Rubén Vela (1928-2018), con su libro “En el espejo”, o de
la poesía brevísima de la argentina Alejandra Pizarnik (1936-1972), por citar
tres nombres de excelencia entre mis lecturas preferidas.
El libro de aforismos de la poeta Arce Blanco está dividido
en cinco apartados, a saber:
Sol ardiente,
Desierto cósmico, Caravanas, Tormentas y Desierto interior.
Sol ardiente es el primer
apartado del texto y comprende 22 textos breves, donde destacan los sintagmas
nominales, es decir, los sustantivos: sol, fuego, flor, mar, sueños, árboles,
lamentos, esperanzas, desierto, sombras, papiro y piel.
En esta fase, los textos tienen luminosidad y lejanía,
asimismo, asociaciones antinómicas: sol/desierto; muerte/vida; mar/desierto;
reloj/testigo;
Adoro la sal
del Mar Muerto
que regala vida.
Conchas
en las piedras
la
identidad
de
un mar perdido.
Es puntual como el dátil
para
madurar,
el sol
por el desierto.
Se despierta el sol
con el
reloj
de
arena.
Toda mi piel
es un
desierto
con el
sol por testigo.
Desierto cósmico, el segundo
bloque del libro está conformado por 39 textos.
El epígrafe de Clarissa Pinkola Estés
(psicóloga, poeta y escritora norteamericana, 1945) es exacto, integrador, una
revelación entre el desierto, la vida, el agua, la flor, la humedad, la mañana,
la tarde, la vida pequeña, pero brillante de lo que sucede bajo la tierra. La afirmación de cierre de dicho epígrafe es
holístico Como en la vida de muchas mujeres.
“Un desierto es un lugar en el que la vida está
muy condensada. Las raíces de las cosas vivas
se aferran
a la última gota de agua y la flor conserva la
humedad
apareciendo tan solo a primera hora de la
mañana y a
última hora de la tarde. La vida en el desierto
es pequeña
pero brillante y buena parte de lo que ocurre
tiene lugar
bajo la tierra. Como en la vida de muchas
mujeres”.
Aquí destacan las siguientes palabras nucleares: luna,
viento, libros, lucero, solsticio, desierto, sed, grial, fuego, velas, huellas,
palabras, Señor, Moisés, Melquisedec, espacio, revelación, epifanías,
fractales, sueños, constelación, Capricornio, meteoros, papiro, parábolas,
alabanzas, nube, piedras, secretas, viajeros, barco, fantasmas, caballo,
caminos, duermen y andar.
La presencia del
desierto adquiere una red textual plurisignificativa, toda vez que es un
desierto cósmico. Para Chevalier: “El desierto implica dos sentidos simbólicos
esenciales: es la indiferenciación principal, o es la extensión superficial,
estéril bajo la cual debe ser buscada la Realidad”. Asimismo, el desierto connota el caminar, la
caravana en la búsqueda de lo esencial.
En este apartado hay
diversidad de lecturas intertextuales.
Destaca, además, el sentido de lo religioso abierto en el ámbito de la
fe, así como la luminosidad, aparte de lo que significa el alimento en pleno
desierto. Asimismo, la sed como fuego
encendido, el poder del viento que borra todo, menos las palabras. La capacidad
del desierto de quedarse a vivir en el hábitat de una clepsidra. La inmensidad
desértica hace ver que lo atraviesa un barco, pero este es fantasma.
Toda piedra
es pan en el desierto
si no has entendido.
Ciudad
moderna
muralla antigua
la sed la misma
y el grial perdido.
Es sagrado
el candelabro,
pero más sagrado
es el fuego
que enciende
las velas.
El viento
del desierto
borró sus huellas
mas no su palabra.
Un desierto
se quedó
a vivir
en
la clepsidra.
Tengo hambre
y el
maná
aún no
llega,
¿será la
fe
que es
escasa?
Si el lucero
cambia
de rumbo,
¿cómo lo
sabrá el desierto?
Todo el tiempo
cabe en
un puño
de
arena.
Por el mar del desierto
pasó un
barco fantasma.
El tercer corpus poético se denomina “Caravanas”.
Consta de 46 textos breves.
Según José
Pérez-Rioja, en su “Diccionario de símbolos y mitos”, el camello es emblema de
sobriedad y templanza, también, un signo de realeza, dignidad y orgullo
(1994:109).
Las palabras temáticas de
esta tercera parte son las siguientes: bramidos, paso, arena, descanso, sombra,
Mesías, tribu, rebaño, canciones, fruto, ambiente, dunas, camino, fuego,
hoguera, terreno, estrellas, cayados, ecos, alma, paz, jugo, invierno, incienso,
odaliscas, palmeras, alegría, ánfora, huellas, rompe, aromas, plegarias,
misterio, soledad, círculos, monólogos, corderos.
Ese
marco léxico redirecciona, de alguna manera, a las caravanas sobre el desierto.
Las interrelaciones semánticas de dicho corpus son una agradable sorpresa para
el lector, producto de la creación de la poeta Ana Patricia Arce Blanco, como
puede constatarse en los siguientes textos aforísticos.
Horizonte de arena
la
caravana sigue
el rumbo
con su
canto de
bramidos.
El camello del final
sigue el
paso del primero.
Sentado en
la arena, el
camello no piensa,
sueña el descanso.
Pan ácimo,
fuego,
una tienda,
una
familia
y
una silla vacía
esperando
al Mesías.
Un camello
está sentado,
tomó agua, comió sal
y espera al siguiente turista.
El desierto
guarda
todas las voces
y reacomoda
las dunas de esperanza.
Una
piedra circular
que
aún no es arena,
cuelga
del cuello
diagonal
al corazón.
¿Qué cosa es el viento,
sino un
juego de ecos
que va
de aquí para allá?
A Carmen Naranjo
Te trajiste en el alma
la paz
del desierto.
El incienso coquetea
con los
cuatro puntos
cardinales del universo.
Al camello y a mí
nos
hermana
la sed
y la sombra de las palmeras.
Una tribu
completa
se queda
a vivir
en un
ánfora.
En las cuatro patas
del
camello
hay un
misterio
de
cábala.
Llevamos por dentro
una
caravana
de
soledades.
La cuarta parte se
denomina “Tormentas”, y consta de 31 aforismos. El corpus lexical de
este apartado es más intenso y exigente en sus asociaciones, a saber:
Agua, sed, fronteras,
muertos, muros, soledad, quejas, Salomón. Templos, fariseos, diáspora, sangre,
oro, bancos, millones, estrella, Líbano, guerreras, barquitos, odios, piedras,
romanos, panel, esclavizar, turistas, pirámide, tambores, salmos, guerreros,
caída, rojo, urbanidad, ojiva, arena, rodillas, compañías, lamentos,
picapedreros o furiosa.
Ese repertorio léxico
deviene en certeras críticas desde la brevedad intensa de sus aforismos. El
sujeto lírico no se guarda ni se esconde cuando concreta su expresividad.
| Inch Allah que haya
agua para la
sed de todas las
fronteras, y tumbas
para sus muertos.
Salomón:
¡Cuánto te necesita
esta sociedad injusta!
¿Y después de la diáspora,
qué es ese olor
a sangre que trae
el viento?
Celeste y
blanco
una estrella
de seis puntas.
Verde y rojo
y el Cedro del Líbano…
¿Cuántos muertos faltan?
Faltan
abrazos,
sobra tragedia
detrás de los muros.
Un panel solar
para
esclavizar
al
sol.
Pesa el dolor
de un
pueblo
como una
pirámide.
Tambores de guerra
en lugar
de
salmos.
No sé lamentar
la caída
de los
muros.
El
cielo es azul
pero
refleja
el rojo
de la guerra.
Triste es saber
que hay
caravanas
paralelas
que
nunca
se juntan.
Ninguna ojiva
acabará
con el
sueño de
mis ojos.
¿Hay alguien
que
tenga
un
inventario
de lamentos?
¿Habrá guerra santa
con
tanta
muerte injusta?
El último apartado se
denomina “Desierto interior”. Comprende 62 textos con las mismas
características de los anteriores: brevísimos e intensos.
En su dossier léxico
encontramos las siguientes palabras temáticas: sed, imaginación, sueños, ruta,
amor, incienso, alma, desierto, tentación, ojos, marcados, voz, voces, Oriente,
lagunas, paz, fertilidad, misterio, lágrimas, oasis, deshago, arenas,
tormentas, quemó, corazón, sola, extensa, espejismo, nómadas, aridez, conmigo,
danzan, universo, mujer, pájaro, dolor, despierta, transfiguración, río,
olvido, suspiro, cántaro, relicario, cadencia, ausencias, éxtasis, pie, bolsas,
incendio, remolino, compañía, tambor, deseo, vasija y faraona.
Ese Desierto interior del
apartado aforístico, alude, sin duda, a la imaginación de la poeta, a su
cosmovisión de un mundo desangelado, conflictivo, difícil, en un universo
desigual, aunque los documentos digan que todos somos iguales, esa máxima no se
cumple en millones de personas.
.
Desierto de
tentación,
tus ojos
se esconden
de los míos.
¿En cuál oasis
de mi desierto
está el Niño de Nazareth?
Del vientre
viene
la danza
que anuncia
fertilidad.
Me deshago
en arenas
con cada una
de mis
tormentas.
Se me quemó
el corazón
de tanto desierto.
A los 55
años una mujer
llenó su ánfora interior
de pura sed:
estaba sola.
En
tus inmensas dunas
vi
oasis ficticios.
Hace
frío.
Solo el silencio
conversa
conmigo.
una
inmensa luna
se
duerme a mi lado.
Un
grano de arena
en
el ojo,
un
universo entero
en
una lágrima.
En cada ánfora
se
diluye
una
mujer.
Un pájaro
de fuego
me salió
de los
sueños.
Un ánfora se quebró,
y otra
se llenó de lágrimas.
Alguna vez
nosotras
también
fuimos
un río.
El silencio
del
desierto
se
parece
a tu
silencio.
Tu mirada
y tu
cadencia
al
caminar,
vienen
del desierto.
Me enamoro
de los
pies
que siguen
la ruta
del agua.
La fogata quema
un beso
prohibido.
Hay cuerpos que son
un
desierto
aunque
tengan compañía.
Tambor y deseo:
dos
elementos
del
mismo fuego.
La
caravana interior
deja
un rastro
de
doscientos
poemas
de arena…
Disfrutemos la lectura de estos 200 Poemas de arena y auscultemos el desierto interior de la creadora costarricense Ana Patricia Arce Blanco, una mujer plenamente sensitiva de los problemas que aquejan a la humanidad, y a cada uno de los seres que habitamos nuestro planeta.
Lic.
MIGUEL FAJARDO
Verano,
2024