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PALABRAS CONTRA MUROS
Lic. Miguel Fajardo Korea
Duele el sueño de los migrantes sin río,
la cicatriz abierta en
otras fronteras.
Ningún ser humano es ilegal.
En la ruta de los campos desolados
buscan solidaridad: una patria sin cadenas,
ardida sed contra fronteras negadas.
Las vallas son dureza, memorias que hablan
al cerrarse para siempre,
como si el río discurriera hacia destinos homicidas.
Los desarraigos son naves descubiertas,
donde lo innombrable es signo de indigencia.
Cuando los
alejamientos se conviertan
en el eslabón de la rebeldía,
sabrán que las deportaciones significan
territorios donde nunca estarán con nosotros.
Los migrantes se lanzan al mar como tabla de inmolación.
Las sílabas no aplazan la denuncia:
ha empezado el acorralamiento
contra 260 millones de inmigrantes.
Solo están pidiendo: abrir las fronteras,
cruzar el límite: no caminar en la sombra.
Más allá…, el imperio erige muros extendidos,
contra el criterio de la mayoría global;
otra violación sistemática contra los Derechos Humanos.
Embestimos los
límites de la sombra,
las áreas que no descifró
el silencio del abrazo dividido.
De este universo nunca se llevarán nada.
No criminalicemos a la solidaridad
con el peregrinaje de las caravanas.
El retorno nombra la libertad
para migrar en los otros; también en vos.
Se lanzaron al mar para acortar la muerte
contra los culpables que encierran la esperanza
entre muros de ignominia.
Es incesante la lluvia, cuando las palabras
ensanchan los caminos del martirio.
Gritamos contra el muro de otros en la frontera mexicana.
Cada apátrida descuenta días en el desierto,
el espacio cerradísimo de vallas opresoras.
La vida nunca estará en otra parte,
en territorios reforzados con vigilancia innecesaria.
Es un asunto de extraños culpar a los débiles.
La contemplación es
el borrador de la marea,
frente a las líneas de hostigamiento.
Cada miedo no será un olvido para callar los crímenes.
La máscara, debajo de cualquier cielo,
es un elefante sin puertas, donde avizoran los restos
de la libertad, coartada en cada muro.
El día no se llena solo: faltás vos y los demás.
Hay seres que llevan el holocausto en el camino,
porque deben trazarlo en inseguros pasos
inmigrantes, desplazados,
perseguidos,
refugiados, deportados. Apátridas.
Los pies cansados
son testigos del derecho humano
a la libertad de movimiento.
Los muros se
derrumbarán ante tanto desamparo,
frente a los crímenes contra la humanidad global.
Los verdugos ríen de la desgracia,
cuando los demás dejan la vida en las alambradas,
en el muro de la insania, en la sombra de las balas
sobre los cuerpos caídos en tierra ajena.
Las murallas acumulan aporofobia.
Buscaban un país sin nombre donde vivir.
Un día, las
montañas cobrarán venganza
contra los perseguidores.
Las palmeras golpearán las pesadillas,
para denunciar la Trata y el Tráfico de Personas.
Todo comienza. Ahora mismo. En cualquier parte.
El mismo drama de los migrantes planetarios.
Los mojados resiembran semillas solas,
en caminos ciegos que jamás verán crecer.
Ser inmigrante, aquí, porque son oleadas en todos los
rincones,
con un bolso de amarras para el olvido.
El alejamiento es un estado de sitio
en el pecho de la tierra abierta.
Han intentado llevársela, con los ojos vendados,
por encima de vergonzosas alambradas.
Bebés la sed extraviada en países extraños:
nadie irá a recibirte; tampoco te darán “me gusta”.
La travesía nunca será vana, porque te asiste la dignidad
contra la xenofobia y el racismo..
La sombra dividida de la luz, las distintas puertas del
abandono.
Comienza la reacción: la denuncia de palabras contra
muros.
Todas las
violaciones contra los Derechos Humanos.
Los
muros, nunca más, como un nuevo mandamiento.
Recital “Por un
mundo sin muros”,
Lic. Miguel Fajardo
Korea (Costa Rica)
Instituto Cultural de México, 2019.