Alex
Pausides (Cuba) y Miguel Fajardo (Costa Rica)
(Tortuguero,
Costa Rica, FIPCR 2018)
EL CAMINO EN LOS PIES DE ALEX PAUSIDES
Lic.
Miguel Fajardo Korea
Premio
Nacional de Promoción y Difusión cultural de Costa Rica
(COSTA RICA).- En el vasto universo de
la literatura cubana, destaca un nombre y un
apellido con gran categoría poética y humana: Alex Pausides (Pilón de
Manzanillo, Cuba, 1950).
Alex Pausides dirigió la prestigiosa
revista El Caimán Barbudo. Vicepresidente de la Asociación Hermanos Saiz de
Escritores y Artistas Jóvenes. Funge como Presidente de la Asociación de
Escritores y del Festival Internacional de Poesía de La Habana. Dirige la Colección
Sur Editores.
Obtuvo el Premio de la Crítica (Cuba,
2006), la Distinción Vladimir Maiakovski (Rusia, 2008); el Samuel Feijoo de la
Sociedad Económica de Amigos del País
(2009), y la Medalla de la Fundación Mihai Eminescue (Rumanía, 2017).
Su obra se encuentra traducida al
inglés, francés, italiano, ruso, alemán, sueco, chino, rumano, checo, farsi,
vietnamita y portugués. Ha asistido a numerosos festivales de poesía en el
mundo, entre ellos, dos veces al Festival Internacional de Poesía de Costa Rica
(2010 y 2018), donde ha compartido su palabra, su experiencia cultural, editora
y la representación de su país.
Su obra comprende 16 libros entre
(1978-2018), a saber: Ah mundo amor mío, 1978; Aquí campeo a lo idílico, 1978;
Malo de magia, 1990; Palabras a lo innombrable, 1992; Cuaderno del artista
adolescente, 1993; La casa del hombre, 1995; Habitante del viento (1995, 1997,
2010, 2014, 2018); Elogio de la utopía (1997 y 2008); Llaman desde algún sitio
feliz, 1998; Pequeña gloria, 2000; Canción de Orfeo, 2004; Ensenada de Mora,
2005; La extensión de la inocencia, 2007; Caligrafías, 2009; Arte oriental,
2015 y Arte arcaico, 2018. Dos de sus libros Habitante del viento (2010) y Arte
arcaico (2018) se han publicado en Costa Rica, y se han distribuido por todo el
territorio costarricense, auspiciados por el FIPCR de Casa Poesía, que acaba de
celebrar su Festival número 17, dirigido por Norberto Salinas Ollé.
La extensa y brillante trayectoria
poética de Alex Pausides, lo catapultan como una referencia entre las voces más
visibles de la poesía cubana. Señala
Pausides: “La poesía puede convocar a un levantamiento del espíritu contra la
codicia”.
El universo lírico de Alex Pausides es
pleno de imágenes encendidas “Ahora la
madrugada parece un tren que atraviesa el poema por la espalda”; “El poema es
tan largo / se me instala con fusiles en la sorpresa de la mano / y huele a
tanta vida / que no quisiera abandonarlo”.
La inclusión de objetos cotidianos
cumple una función que vehiculiza formas de atravesar con mensajes asertivos, a
favor del mejoramiento de la condición humana “Si cruzas y pones candelabros de
rabia en cada piedra / y una piedra en cada mano al paria / y matas el llanto
de un balazo en la pestaña (…) te convencerás de que no / que vivir no es solo
la espera que protagonizas”.
En su acento poético canta al eros “El
amor alguna noche se durmió en tus brazos / y detuvo azules los tranvías del
sueño”. Ese tema eterno es irreductible,
sigue vigente, cada vez que el ser humano tenga la capacidad de amar, es decir,
de transformar, tanto su universo íntimo como el de otros, en una conjugación
cromática “En un sitio de ti asomada al mar / bajo un cielo azul lleno de
jardines (…) / nos encontraremos”, o bien, “Al horizonte estén tendidas las
manos y los ojos. / Haremos juntos el
fuego y la sombra”.
El planteamiento dicotómico luz-sombra opera
como un contrapunteo revelador de la vida amatoria desde los elementos de la
corporalidad humana “Amor / tendrás que
cerrar / ´para abrir / las manos”. El sentimiento amoroso se plantea, además,
como una reunión confraternitaria, en defensa de los demás “Aquí están todos
los hombres soñando un mismo idioma / Y que cantemos todos una canción a tu
salud / al tiempo limpio que ha llegado / como una numerosa declaración de amor
sobre la tierra.
Su amor por la humanidad revela la sana
aspiración del bardo cubano por los otros “Aquí estamos empujando el día
inmenso del amor / Custodiando la risa el pan la escuela limpia el poema los
ojos / de los muchachos que van cantando dichosos por las calles / con la
sierra húmeda al fondo y una paloma en la distancia”. El corpus de elementos de mejoramiento humano
reivindica lo que el yo lírico expresa en “La poesía y el amor están tomando al
hombre por asalto / y verlo es formidable”.
La complicidad es inequívoca, honesta, solidaria.
Su voz poética no le rinde culto a la
acinesia, sino que vibra de humanismo cuando piensa en los otros “si esta noche
un hombre sufre solo / es que no ha abierto las ventanas (…) Por obra y gracia
de la fraternidad / el amor es más que una esperanza / de los hombres / y que
estas palabras sean mucho más que un poema / temblando en la voz de otros
hombres / otra lluvia otra noche”. Su marcada acentuación a favor de la
solidaridad humana es una esperanza, desde la poesía, por mejores derroteros,
en aras de construir un espacio más justo para bien de las mayorías.
Y lo dice con certitud “A mí no me han
desgarrado la sonrisa”. “Llevo mi isla
como una flor que lluvia / Llevo mi tiempo como un gran compromiso en el
pómulo”. El hablante destaca que “A mí
nunca me abofetearon en medio del poema / Me dejaron crecer”. Es decir, el
poeta está claro de su oficio
espiritual, de su libertad como creador, de su ejercicio consciente, en lucha
constante, a favor de la justicia favorecedora para el ser humano de cualquier
latitud, pues “Por obra y gracia de la fraternidad el amor es más que una
esperanza de los hombres”.
Clama contra la soledad del ser humano,
porque cuando existe la solidaridad entre los seres, el mundo tiene que ser más
llevadero, menos enquistado: más comprometido con su mejoramiento desde el
fuego de la poesía y la rehumanización de todos los mares de la isla maceísta y martiana.
El acento sociopolítico de Alex
Pausides es un compromiso telúrico “Para velar el sueño de ese borracho que he
encontrado ahí /donde Maceo y Martí se dan la mano”. Antonio Maceo fundó La
Mansión de Nicoya, en Costa Rica, entre (1891-1985), cuando trajo a Costa Rica
a 56 familias, a los mambises y se dedicó a crear una colonia agrícola. La figura maceísta es muy querida en
Guanacaste. Se ha empezado a darle un reconocimiento desde
la cátedra. El Apóstol José Martí es una
figura señera del pensamiento, la acción y la independencia del pueblo cubano
de siempre.
En cotidianas “Un día el sol se te abre
como un fruto / y te das en el pecho con el viento (…) y no caben en el litoral
tus ganas de vivir”. Señala Alberto Peraza que el libro “Arte arcaico” de Alex
Pausides “es un libro sincero y no olviden que con la sinceridad se pueden
romper todos los límites”.
El poema “Discurso de Ulises” es de gran categoría. Su intertextualidad es una
referencia para reelaborar una actitud
de vida “No estamos en la tierra de nadie (…) Y nadie teme al susurro que se
cierne (…) Pero Ítaca es más que una visión del mediodía / Ítaca es algo más
que un riesgo en el horizonte”. En lo no dicho opera la significación del
poema, pues solo evoca, sugiere, y deja que el lector complete su relectura.
El universo lírico de Pausides, el mar
adquiere protagonismo “Mar, mar, no
devuelvas la perla al pobre mortal / Abandónalo a su errancia (…) El viaje al
sur es el verano torrencial”. Excelente esa ruptura del verano torrencial. De
las sequías también se reaprende, ante la duda, el viaje, el sueño, la vida
misma entre tantos mares del planeta. El
elemento líquido sugiere otros planteamientos, como secretos oculta el mar de
siempre, en los límites infinitos e inapresables de su grandeza, pues “La
distancia promete islas ancladas en la palma de la mano”.
Cuando la poesía pausidiana entra en un
estadio reflexivo, su orbe se vuelve una red extensa “No poseo más capital que
mi silencio”. ¿Cúanto de lo no dicho con
ese silencio es la poesía de la ausencia? En esa línea, profundiza “Mis
párpados no podrán vivir tanto tiempo sin luz”.
En la espada de Damocles afirma la
pequeñez humana frente a la grandeza del universo “Ninguna criatura tan frágil
como el hombre / El menor cataclismo lo derrumba”. La construcción de los
miedos y los cielos es un reaprendizaje cotidiano, por eso, el poeta sostiene
“Vivo bajo el filo de la espada”. Es una especie de situación límite
angustiosa, pero cierta, en algún ser humano, cada minuto de los días de la
tierra, como deícticos ciertos, en los cronotopos de entrada y salida.
En su registro intertextual alude a
Orfeo, Iscariote, Damocles, Ulises, Dazibao, Galápagos. Cada uno adquiere en su
registro poético una asimilación personalísima, porque “El hombre trae el
camino en los pies”.
El poema “Balada del triste” es de alto
mérito literario. Sus construcciones son una proyección de presagios, raíces,
existencia, herida, espera, caminos, baladas. “Huérfano de mí / en qué tierras
iré a echar mis raíces” (…) A qué senos iré a darle mi sed (…) Cuándo acabará
la espera y desembocar en la mañana / con un derroche de pájaros en el hombro”.
En “Manifiesto” el hablante se
interioriza, se aleja de los rincones, otea el acontecer cotidiano de la
humanidad y asevera “Los vientos comen en mí y yo como en los vientos”. Es decir, la fugacidad lo asedia, pero
aprende a vivir para poderle servir a los demás “Una bandeja diminuta y tierna
ofrezco entre los hombres”.
Seguidamente, establece una posición
telúrica frente a la vida “Y me alegra vivir ralo y bullicioso / No seré el
profeta de mañana /Ya vendrán otros a hilvanar el canto de sus horas en la
tierra /Yo solo dispongo de mi breve pestañear bajo los astros mudos”. Es clara
la percepción de infinitud humana, pero ante ese hecho inevitable, el hablante
precisa que su Tránsito de fuego
terrestre, -como diría Eunice Odio, la poetisa costarricense, de raíces
cubanas, cuyo centenario de natalicio se celebra durante el 2019-, ha de ser la
solidaridad con los demás y con sus pueblos.
El poema “La casa del hombre” propone
un recuento de enumeraciones disímiles entre sí, pero que convergen en el
poema, a cocimiento lento, para iluminarlo todo desde la mesa común y solidaria
de los alimentos cotidianos. “El hombre
llena la casa de rostros / barcos, nubes, magias y países. / La ternura que
falta en la cocina /puede el hombre encontrarla en las legumbres /siempre que
en sus manos sea limpia el agua / y pueda echar abajo las devastaciones mínimas
del polvo, / y arduas las maneras del fuego abran la ceremonia humilde, / la
cena pobre del padre pródigo y su hija, enlazados / la risa, el sentir, el
paladar. / Comunión más honda que el silencio”.
“Bitácora” inicia con un verso rotundo
“Todo comienza el día que el mundo acaba” (…) Uno debe estar listo para
enfrentar /ese viento del sur que trae la ausencia. Su conjugación hace ver un
listado de elementos al borde de los finales: emigrar, crepúsculo, ausencia, desastre, cataclismo, tempestad, delirio,
quemar las naves, faltar el aire, recoger las ruinas, en síntesis: no mirar
hacia atrás…
Los dos libros de edición costarricense
de Alex Pausides: Habitante del viento (2010) y Arte Arcaico (2018) están
dedicados a Asael. Ese afecto lírico es relevante en su condición humana “Esta
niña habitante de mis multitudes y mis soledades / A ella salva el viento / A
ella unte el mar la magia de su espuma (…) Esa niña cuya a cuya brisa mojada se
abre mi rostro encarado a la plenitud /contra el dolor contra todo lo que no
sea gozo y su risa”.
El poeta levanta su voz contra la
eventual autodestrucción del mundo, producto de una guerra nuclear. Son
preguntas retóricas o reflexivas “No podrá ser / No adivino mi casa destruida,
mi hija hecha memoria de nadie / No concibo morir pulverizado por el viento
nuclear / Yo no puedo creer que el hombre matará la fiesta final de la
belleza”.
Ese verso de cierre es una exigencia
ética para quienes tienen esa absoluta responsabilidad en sus manos. Esa
belleza final es la vida, es la poesía, es el mundo: vos, yo, todos. Alcemos
nuestras voces, entonces, no nos quedemos impasibles ante los signos tanáticos.
El poeta exhibe la palabra como
indumentaria y lanza su desafío “Ante mí está toda la mañana / inmensa”. Es
decir, la esperanza y la lucha son júbilos para agrandar el canto.
Enrique Saínz endiña que la poesía de
Pausides “viene a enriquecernos con la fuerza de su más fiel y entrañable
testimonio, el de un hombre que busca la plenitud y termina hallándola en sí,
en la fabulación de un tiempo sin tiempo, en el misterio de lo que no sabemos
ni queremos saber”.
El poeta cubano Alex Pausides visitó
Costa Rica con motivo del XVII Festival Internacional de Poesía de este país
centroamericano, donde su presencia fue sobresaliente. Presentó su segundo
libro en Costa Rica, dio recitales, compartió mesas de trabajo y
conversaciones, donde puso en evidencia su alta calidad poética, que trasciende
las fronteras de su patria en el Caribe nuestro.
Durante su estancia coordinó proyectos
por desarrollar en el 2019, entre ellos, la edición de una antología de Eunice
Odio en Cuba, preparada por el poeta costarricense Rodolfo Dada, con motivo del
centenario del natalicio de Eunice, quien tiene raíces cubanas.
Asimismo, la presentación de nuestro
libro crítico “El acento corporal en Los elementos terrestres de Eunice Odio
(1919-2019)”, en el Festival Internacional de Poesía de La Habana. En síntesis, la voz y la bandera poética de
Alex Pausides signan un estandarte encaminado hacia el mejoramiento integral y
solidario de los pueblos de nuestra América, en el corazón abierto, siempre.