Miguel Fajardo Korea
ARTÍCULO
La cultura del sabanero
vista por el Dr. Víctor Julio Baltodano Zúñiga
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción y Difusión
Cultural de Costa Rica
En 1990, mediante el decreto ejecutivo
N° 20176-C se crea el Museo Regional del Sabanero, en Liberia. Por otro lado, el
Día Nacional del Sabanero inicia en
1992, con una iniciativa del ACG. En la misma línea, en 1995, cuenta con el
apoyo de los Ministerios de Educación y
Cultura, decreto ejecutivo N° 24414-C-MEP. Finalmente, durante el 2003,
el artículo 1, Ley N° 8394, expresa: “Declárese el 10 de noviembre de cada año,
Día Nacional del Sabanero, como un
reconocimiento al personaje que modeló el ser guanacasteco”.
Licenciado en Economía, Máster en
Administración de Empresas y Doctor en Ciencias Sociales, el académico Víctor
Julio Baltodano Zúñiga trabaja en la UNA desde 1992. En la actualidad, ejerce
como Catedrático y funge como Vicedecano de la
Sede Regional Chorotega. Su tesis doctoral “Transformaciones en la cultura del sabanero guanacasteco en una
sociedad posmoderna y globalizada” (2014: 400), obtuvo el reconocimiento
Cum Laude.
El Dr. Víctor Julio Baltodano Zúñiga
se perfila como el nuevo Decano de la Sede Regional Chorotega de la UNA
(2017-2022). Su tesis doctoral es, sin ninguna duda, el más completo estudio
sistemático, en torno de la singular figura arquetípica, histórica e
identitaria del sabanero guanacasteco.
El investigador Baltodano Zúñiga se
propuso los siguientes objetivos: 1. Describir
los cambios que se han suscitado en la estructura productiva de Guanacaste, en
el contexto de la globalización económica y cómo esta ha influenciado la
cultura del sabanero guanacasteco; 2. Indagar el cambio sucedido en el patrón
laboral de los sabaneros guanacastecos y la forma en que se configura la
transformación en la cultura de estos sabaneros; 3. Estudiar las
transformaciones en la cultura de los sabaneros guanacastecos, en el contexto
de una sociedad posmoderna y globalizada; 4. Estudiar las transformaciones
económicas emergentes a partir de 1990,
específicamente, la actividad turística, como catalizador del cambio
sociocultural del sabanero guanacasteco.
En su estudio paradigmático, don Víctor
Julio procura dejar testimonio sobre la dinámica de las manifestaciones
culturales, con la base en la interacción de una sociedad, cuyos patrones
evolucionan insospechadamente. En ese
orden, reconoce cuatro sabaneros:
Sabanero tradicional: Trabajaron
como asalariados en grandes haciendas y fincas. Tienen más de 70 años. Simbolizan el
eje de una cultura ligada a la tierra y al ganado. Su instrumento fue el
caballo. Gozan de reconocimiento social, debido a su legado: baile con marimba, las bombas, las retahílas, las
fiestas de toros, su característico
grito, ser valientes.
Sabaneros en el turismo: Los sabaneros tradicionales,
quienes se trasladaron al turismo; los sabaneros más jóvenes, quienes combinan
la labor de la hacienda con el trabajo en el turismo. Se encuentran en hoteles guanacastecos.
Incorporan espectáculos para el turismo.
Sabaneros transformados: Trabajadores de épocas recientes,
quienes debido a la fragmentación de la tierra, la tecnología, la globalización
y el nuevo entramado económico cambian
sus prácticas laborales. Usan las redes
sociales, se orientan a la cría de toros para espectáculos taurinos.
Sabanero por apropiación: jóvenes o adultos medios que no
han trabajado como sabaneros Asisten a
cabalgatas y fiestas. El cambio es de un patrón laboral a
un modo vital. Bregan en otras actividades. Comparten con los sabaneros
transformados. Algunos han heredado
propiedades; otros han aprendido, porque asisten y participan en las
“probaderas”.
El Catedrático Víctor Julio Baltodano,
quien obtuvo un premio de investigación turística en Venezuela, en el 2011,
establece que las transformaciones en la cultura del sabanero, se presentan
desde 1950, cuando se da el cambio en la propiedad, que ha modificado los
patrones de interacción laboral del sabanero, así como el entorno.
La cultura del
sabanero tradicional cimentó su masculinidad, refrendada en los corrales de
piedra y en la fierra. Dichas faenas de trabajo rudo, persecución del ganado, el aparto y el cuido
de él, amansar y hacer los caballos de las haciendas. Es decir, la construcción
simbólica como hombres fuertes, trabajadores, sin miedo a nada. El “orgullo sabanero” es, en opinión del Dr. Baltodano, uno de los
elementos centrales del esquema de interacción laboral y cultural que se trata
de reproducir, y posibilita mantener su figura arquetípica, tanto en el
imaginario regional como nacional.
En
su intensa investigación doctoral, entrevistó a siete longevos sabaneros tradicionales: Walter Castrillo (75); Antonio
Fonseca (75); Balbino López (85 años); Pedro Bianco (86); Jorge Ríos Hernández (87);
Julián Bustos (88) y Bernardino Angulo (89) años.
A partir de sus
relatos de vida, configuró ejes temáticos, tales como la hombría, el trabajo
rudo, la relación entre sabaneros, la importancia de los sitios, la extinción
del sabanero y las luchas alrededor de las prácticas locales de poder, deseo,
saber y discurso.
Entre
los elementos culturales inherentes con el trabajo, que iba moldeando la
cultura del sabanero y la división social del trabajo, se reconoce la siguiente
jerarquización: administrador, mandador, sobrestante, sabaneros, arreador,
vaqueros, jornaleros, boyeros, cocineras, llavero y guachos.
Las
tradiciones, a partir del trabajo en la hacienda configuraron una cultura,
ligada con la tierra, la ganadería y la hacienda. Clifford Geertz (1994), la
conceptualiza como un “sistema
de concepciones expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales la
gente se comunica, perpetúa y desarrolla su conocimiento sobre las actitudes
hacia la vida”, es decir, su función es dar sentido al mundo y hacerlo
comprensible.
El
antropólogo precitado también habla de redes de significado, como un conjunto
semiótico, donde la cultura son las redes tejidas por el ser humano, por lo
tanto, “un ser social, localizable
geográficamente, con una matriz potencial de diferenciación social”. Uno de los problemas nacionales es el
esquema cultural valle-centrista, como imagen
de la cultura nacional, legitimada por
los medios de comunicación, donde la periferia y los polos interiores de
cultura tratan de ser invisibilizados en sus manifestaciones vernáculas señeras.
En
opinión del Dr. Baltodano Zúñiga “La conformación de una cultura del sabanero
no es un proceso claro ni estructurado, ni tampoco fácil de determinar o
describir. Más bien, este responde a una totalidad de elementos que, de una u
otra forma, fueron constituyendo un mundo que se puede llamar, el mundo de vida
del sabanero. Es claro que Guanacaste y la cultura del sabanero surgen de una
estructura colonial con una economía y cosmovisión de influencia europea”.
El sabanero
guanacasteco vive inmerso dentro de una provincia heterogénea, multiétnica y multicultural. Costa Rica sufre
transformaciones en los planos políticos, económicos, sociales, ambientales y
culturales hacia 1950, cuando él fija las transformaciones en la cultura de la
actividad socio-productiva de los sabaneros.
Aduce el Dr. Baltodano Zúñiga que “La función tradicional del sabanero estaba ligada al ganado, pero para
ello debía cuidar los caballos, en primera instancia, y para eso disponía de
una cuadra con diez o más animales. Debía saber hacer sus propios instrumentos,
tales como la jáquima y la grupera; y asimismo, construir su propia soga. Con
el caballo, la soga y el cacho carbolinero como instrumentos de trabajo
principales, el sabanero se iba al campo”.
René Amador señala
que la comunicación es diferente “Antes
era con un grito; hoy es con un radio”. El grito del sabanero ha sido una
de sus marcas semióticas. Tenía diversos significados: alegría, incitación a la violencia, a la gresca, pero,
sobre todo, un mecanismo de comunicación. Aduce Marco Tulio Gardela (2014) que “el uyuyuy: grito potente, uniforme,
continuo, extenso y serial, que es una respuesta del sabanero al bramido del
toro”.
Toda sociedad
impone cambios de ver el mundo, por ejemplo, el sabanero tradicional no sentía miedo,
alardeaba de su valentía, soportaba dolores por las espinas o las astillas
incrustadas. En cambio, los sabaneros transformados son más tolerantes. Cuando
realizan alguna actividad de los sabaneros tradicionales, solo los anima mantener
la cultura y las tradiciones, es decir, el recordar nostálgico selectivo.
En las prácticas
locales del saber, poder, deseo y discurso, hay nuevos elementos que van
aglutinando expectativas en la experiencia cotidiana. En ese horizonte de
expectativas, el catedrático Baltodano asevera que “Los sabaneros tradicionales, ya no desde su práctica laboral, sino
desde una posición diferente, como poseedores de un conocimiento que forjaron
en las haciendas, desde el ámbito del saber, se posicionan en un ámbito del
poder que desean imponer como deseante, para mantener un orgullo sabanero
posicionado en el imaginario social regional. Este ámbito de lo deseante en los
sabaneros tradicionales y de los transformados es trasladado al ámbito de las
prácticas locales de discurso”.
Al
decir del Dr. Baltodano: “En otras palabras,
se pasa de una identidad concreta, particular, a una identidad colectiva. Por
supuesto, que ambos procesos, la subjetivación y la objetivación son paralelos,
simultáneos y concomitantes, de ahí que no se puedan separar ni establecer,
quién es primera, dado que provienen de la vida cotidiana, de lo que hacen las
personas que están inmersas en los distintos patrones de interacción social. Y
también es menester apuntar que esas prácticas locales de saber, poder, deseo y
discurso se dan en una circularidad, sin necesariamente establecer jerarquías”.
Por
su parte, los sabaneros por apropiación, utilizan el celular, tienen muros en
Facebook, desde donde comparten actividades, suben fotos y videos de animales y
haciendas, así como de las competencias donde participan con mucha frecuencia.
Para el Dr. Víctor Julio
Baltodano, nadie discute que la hacienda
ganadera fue la que dio origen al sabanero tradicional, pero muchas veces, se
trata como una visión homogénea, sin embargo, se ofrece dentro de un marco de
heterogeneidad, y se le capta desde el concepto abstracto de hacienda.
Otra
de sus inferencias conclusivas, estriba en que la cultura se enfoca en el
espectáculo y la explotación de la imagen. En el sabanero guanacasteco hay un cambio en los contenidos. No es falsificación,
sino un proceso dinámico, que incide en las subjetividades de los sabaneros, y
de éstos, en el mismo contexto. Ahora, es más fácil mercantilizarla, mediante
el circuito de la reproducción del capital, por medio de la explotación de la
imagen de los espectáculos taurinos, a modo de ejemplo.
Asimismo,
aduce que el sabanero tradicional,
cuando salía de su faena laboral, seguía siendo sabanero en cualquier espacio
que estuviera. En cambio, el sabanero transformado, se despoja de él y
puede ser otro en diversos ámbitos de la vida
social. Žižek (2004: p. 86), lo denomina “capitalismo
cultural”, donde la “relación entre un
objeto y su imagen‐símbolo se da la vuelta: la imagen no
representa al producto, sino que, por el
contrario, el producto representa a la imagen”.
El acucioso Catedrático Baltodano Zúñiga, con más
de 40 publicaciones, manifiesta “En cuanto al sabanero, ha calado el
estereotipo del tipo machista, que todo lo soluciona por la fuerza, pero que se
ve diluido por la sumisión al patrón (…)
La familia era prácticamente invisible en el discurso del sabanero. Pocas veces
aparece la esposa, la compañera o los hijos en el mundo del sabanero. Y eso se
debe a la forma en que se estructura la relación hombre-mujer en este mundo
laboral, donde es netamente patriarcal y el hombre ejercía como proveedor”.
Según (Olavarría, 2003:94) “Para muchos varones, la forma dominante de ser hombre, la que ha
hegemonizado la masculinidad, resulta lejana y ajena a sus vivencias y
contradice lo que quisieran ser y hacer. Si antes, en muchos/as, generaba culpa
no adaptarse a las mandatos, hoy, a lo más, produce vergüenza”.
La
investigación identifica diferentes rostros en los sabaneros guanacastecos, a
partir de procesos de hibridación o de sincretismo en la sociedad globalizada y
posmoderna. Uno de esos rostros, es el del sabanero vinculado con el turismo
(donde la explotación de su imagen como sabanero es evidente), vinculada a una
economía del espectáculo. Ahora no interesa que tenga hacienda, ni trabaje en
ella: lo que importa es que sea vehículo de una imagen vendible. Por ello,
según (Martínez de Bringas, 2005:21), se “culturiza la economía”.
En
epítome, el Dr. Víctor Julio Baltodano Zúñiga, evaluador externo del CSUCA y
conferencista en Costa Rica, México, Brasil, Estados Unidos, Chile y España, en
su documentada investigación sobre la cultura del sabanero, conceptualiza: “Estos nuevos rostros conviven en una
hibridación entre lo local y lo cosmopolita, aportado por el proceso de
globalización cultural, transmitidos por los medios de comunicación (…). Pero,
también, esos rostros luchan por un reterritorialización y un reconocimiento
dentro de un engranaje mundial que todo lo fragmenta y lo globaliza, por medio
del mercado. Esos nuevos sabaneros aprovechan los medios virtuales típicos de
la nueva economía, para conectarse entre ellos, buscar nuevas formas de
establecer vínculos y, a la vez, otras formas de mantenerse en el mercado, en
la economía del espectáculo y del capital turístico”.
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción y Difusión
Cultural de Costa Rica