Teonilda Madera, República Dominicana-USA
PERSONAJES
CUADRO I
Es temprano en la mañana, la humedad anuncia temperatura elevada. Se ha despertado la ciudad y con ella la gente, especialmente los que tienen que salir a ganarse el pan diario en la calle. En una escena de collage aparecen María Mercedes (en el centro), los jugadores de dominó, Tato entre ellos (detrás de María Mercedes), dos pregoneras: Morena, la gandulera, a la izquierda, y Juanita, la yerbera, a la derecha, el jefe de la ganga y uno de los gangueros y detrás de ellos otros miembros de la misma pandilla y detrás de estos, la Estatua de la Libertad. Se abren las cortinas y todos están paralizados. Luego, cada personaje va tomando vida a medida que le toca su intervención. María Mercedes inicia la obra con un monólogo.
MARĺA MERCEDES
Un día voy a escribir mi historia para borrar de ella y a mi antojo estas sombras que se baten como alas de murciélagos enormes. Mi historia nace en el trópico bajo un cielo diáfano y un sol que dora los sueños de los hombres. ¡Pero de pronto!, mi historia se deslizó en la nieve; me congeló los sueños y se fue borrando sola.
MORENA
JUANITA
CUADRO II
En el patio de una casucha aparecen Tato, sus amigos y un par de mujeres. Los hombres están jugando dominó mientras que las mujeres coquetean con los jugadores. La partida está buenísima. Ponen las fichas en silencio, con violencia, con la agresividad del dominó. Tal parece que Tato y su frente van a ganar esta vez, pero no. De nuevo pierden. Cuando se disponen a barajar, llega la Bertraneja, una mujer temida por los hombres en una mesa de dominó. Todos la admiran por su destreza en el juego y por su belleza.
UNO DE LOS GANADORES
¡Ahí viene la Bertraneja! ¡Ahora es que aquí se va a jugar! (Todos ríen)
BERTRANEJA
(Acercándose a uno de los jugadores) ¡Vamos, levántate que aquí juego yo!
EL JUGADOR
¡Como tú digas, reina!
BERTRANEJA
¡Barajen carajo, que los presos son los que barren la cárcel! (vuelven a reír)
EL FRENTE DE BERTRANEJA
¡Baraja coño, pero suelta la cajita! (una carcajada sale corriendo de las gargantas de los mirones)
Aparece la mamá de Tato. Lo llama. Le va a avisar que los niños siguen muy mal, pero éste se incomoda al verla ya que tiene que interrumpir el juego.
DOÑA MARINA
¡Tato, Tato!
TATO
¿Qué quieres?
DOÑA MARINA
Hijo, ¿es que no te importan tus hijos? Están malitos y tú aquí pegado del juego en
vez de comprarles algo con el dinero que te di esta mañana.
TATO
¿Qué dinero? ¿Para qué vienes a molestarme? Estoy en el medio de una jugada
muy buena. Pero ya que estas aquí, consígueme cinco pesos que perdí los que me diste.
DOÑA MARINA
¿Pero será posible? ¿Hasta dónde pretendes llegar? ¡Dios mío!
TATO
Bueno, bueno, ya está bueno de sermones. Dame el dinero y vete.
CUADRO III
Ocurre en una farmacia junto a una vitrina que exhibe perfumes, pintalabios, adornos, cintas de seda. Aparece don Alfonso, el Turco, está preparando unos antibióticos para un cliente. Entra María Mercedes y corrida de vergüenza le solicita crédito.
MARĺA MERCEDES
Don Alfonso, tengo los niños prendidos en fiebre, ¿me podría usted fiar alguna medicina? Yo se la pago tan pronto como consiga dinero.
DON ALFONSO
María Mercedes, lo que tus hijos tienen se llama hambre. No sé cómo puedes vivir con un mequetrefe como ese marido tuyo. Un hombre sensato, en cambio, te daría a ti y a tus hijos todo lo que necesitan: comida, educación y mucho amor y cariño. Toma, con esto se sanarán pronto. (Se entra la mano en el bolsillo, saca dinero) ─¡Espera, María Mercedes, aquí tienes! Cómprales alimentos también.
MARĺA MERCEDES
(Sorprendida) ¡Pero yo soy una mujer decente, don Alfonso!
DON ALFONSO
(Tiernamente) ─Las cosas no hay que tomarlas tan a pecho María Mercedes.
La mujer tomó el dinero porque las palabras y la mirada llena de ternura del hombre le quitaron los escrúpulos. De ahí se fue al mercado y llenó dos bolsas de comestibles. Después llegó corriendo a su casa. El marido la estaba esperando en la puerta como un perro rabioso. La interrogó de inmediato. Quería saber de dónde había sacado ella dinero para todo lo que trajo si él, como decía a boca de jarro, no le había dado ninguna lana.
TATO
¿Quién te dio dinero si yo, tu marido, no lo he hecho?
MARĺA MERCEDES
(Nerviosa) Yo. Este... Pasé por la farmacia La Altagracia, la del Turco, y él me dijo que necesitaba a alguien para que le limpiara y le ayudara a vender. Acepté el trabajo porque tenemos a los niños muy mal.
TATO
Así que el viejo tacaño ese se ha vuelto generoso. (Hace una pausa breve) Yo lo único que te digo es que si se propasa contigo me lo digas de inmediato para hacerle un tajo en la panza. Bueno, bueno, recoge eso y vete a cocinar que tengo mucha hambre. ¡Carajo!
CUADRO IV
María Mercedes no sabía cómo salir del lío en el que se había metido. Cómo decirle al Turco, sin que la mal entendiera, que lo del trabajo se le ocurrió de un susto. Pero ahora era muy tarde para arrepentirse y se armó de valor y al otro día se presentó en la farmacia. Entró sin decir nada. El turco la miraba sin decir nada tampoco. Al cabo de un rato entró una señora.
LA SEÑORA
¡Buenos días! ¿Qué perfume me recomienda para un hombre de cuarenta años?
MARĺA MERCEDES
(Incómoda) Hasta donde yo sé, los perfumes no se venden por edad. Lo que sí sé
es que a los hombres les gusta cualquier porquería que una les dé cuando están en la etapa de la conquista. (Hace una pausa breve) Huela usted y decídase por la fragancia que más le guste.
LA SEÑORA
Si es así, envuélvame este.
María Mercedes miró al Turco sin saber qué hacer, pero él asintió con la cabeza. Entonces, ella, como pudo, envolvió el perfume. La señora le pasó para que se cobrara y ella volvió a mirar al turco. Este sonrió, tomó el dinero de su mano y le dio el vuelto a la señora.
DON ALFONSO
Se le acerca lentamente por detrás) María Mercedes, necesito que alguien me
ayude a limpiar y a vender mientras preparo las medicinas. ¿Sabes...?, puedes venir a trabajar todos los días.
MARĺA MERCEDES
(Aparte) ¡Dios mío, me has hecho el milagro!
María Mercedes estuvo a punto de desplomarse, pero el hombre lo impidió agarrándola por la cintura. Volvió en sí y sonrió pues al parecer las sombras negras se empezaban a alejar de su vida. Iba diariamente a trabajar y los niños se estaban recuperando rápidamente. Todo marchaba bien hasta el día del aguacero.
TURCO
¡Mujer, ayúdame! No te quedes ahí parada. No ves que se está entrando el agua y
todo se me está aguando. ¡Cierra las ventanas! ¡Apúrate!
Después de cerrar puertas y ventanas el Turco inició un discurso muy extraño, pero María Mercedes no se inquietó porque sabía lo que se avecinaba y estaba dispuesta a enfrentarlo.
TURCO
Gracias a Dios que pudimos evitar que la lluvia entrara. ¡Qué manera de llover ésta! Parece que se abrieron todas las compuertas del cielo. (Acerca su silla a la de María Mercedes) ─¿Sabes? Dicen que la lluvia es el mejor afrodisíaco. ¿Te gusta hacer el amor cuando llueve? (Ella lo escuchaba impávida, como un ídolo). En mi país, hay un juego amoroso muy interesante. Se le amarran las extremidades al amante y se inicia un viaje “lingüístico” enloquecedor que rebaza los límites del placer. (Sacó unas cintas de seda amarillas y le fue amarrando las angelicales manos a la mujer y se hicieron el amor como ordenan los dioses.)
CUADRO V
Aparece el Turco. Está escuchando el pronóstico del tiempo. Se entera de que viene una tormenta y sale a comprar vino, lambí, y huevos de carey.
TURCO
María Mercedes, vuelvo dentro de un rato. Ahí están las medicinas preparadas
entrégalas si las vienen a buscar durante mi ausencia.
MARĺA MERCEDES
Está bien. ¿Adónde va?
TURCO
Por ahí, por ahí.
Entran algunos clientes y la empleada los atiende. Al cabo de un rato regresa el farmacéutico, con unas bolsas en las manos. Llama por teléfono a una señora que se presenta, casi enseguida. Don Alfonso le entrega una de las bolsas y ésta se va.
MUJER
(Regresa con una bandeja en las manos. El olor del manjar hace que María Mercedes lo siga con el olfato) Don Alfonso, Aquí le traje su guiso. Quedó delicioso.
TURCO
Póngalo en esa mesa.
MUJER
(Con una sonrisa socarrona mira a María Mercedes) ¡Adiós, María Mercedes!
TURCO
(Se le va acercando a la amada con picardía) Está muy nublado; en un par de minutos va a empezar a caer la tormenta. Cerremos las ventanas para ganar tiempo.
MARĺA MERCEDES
¿Dónde están las cintas?
TURCO
Aquí las tengo. (María Mercedes se las arrebata de las manos como un felino que
acaba de dar el salto de la muerte y lo ata). Luego lo besa, se besan, se calcinan la piel en el fuego de la pasión que está por encima de lo humano. Después, se disponen a comer “... para recuperar las energías perdidas”, (como solía decir él).
CUADRO VI
La tarde augura melancolía; tiene esta tarde el presagio de una despedida. Se desangra la tarde en el Alleg’ro (8:07) de Johann Sebastian Bach. Hay una tristeza en el aire. Están en silencio los amantes. Hay momentos en que uno sabe que la muerte ronda y don Alfonso siente, a través de un escalofrío, que la Parca llega a su vida. En un momento de vacilación María Mercedes se arma de valor y hace una petición.
MARĺA MERCEDES
¡Don Alfonso, ayúdeme a conseguir una visa, por favor!
DON ALFONSO
(Pensativo, lejano y ausente) ¡Dame tiempo, dame tiempo!
Transcurrió el tiempo y una mañana otoñal, de esas en que las flores pierden su lozanía, y los pájaros entonan las últimas notas de verano que les quedan, ocurrió algo que dejó perpleja a la mujer.
TURCO
María Mercedes, aquí tienes lo esperado.
Ella tomó entre sus manos el cartapacio que le pasaba el hombre y lo abrió con parsimonia. Su rostro fue perdiendo el color a medidas que leía: “ Tiene cita en el Consulado Norteamericano el día tres de diciembre a las nueve de la mañana”. Estuvo a punto de caer al suelo como guanábana madura, pero él lo impidió. Luego, buscó sus ojos de azabache iluminados ante lo insólito y dijo:
TURCO
No hay mujeres malas amor mío; hay maridos malos y situaciones insoportables, eso es todo.
MARĺA MERCEDES
Fui a la cita y, claro está, con una farmacia a mi nombre, con una cuenta bancaria con números que a mí se me hacía imposible leer y con un par de fincas a mi nombre, el cónsul me dio visa múltiple por cinco años. Así fue como vine a la “tierra de las oportunidades”, como dicen los gringos. (Se apagan todas las luces).
CUADRO VII
Se van encendiendo poco a poco las luces. Se escucha la canción “Yesterday”. María Mercedes entra despacio. Recorre lenta, muy lentamente la farmacia. Se hunde en la nostalgia de la música. Entra don Alfonso. La recorre entera con la vista sin que ella se de cuenta. Lleva en las manos un regalo. Se lo entrega. Ella lo abre con tardanza. Es una blusa de seda roja bellísima; es el símbolo del amor que se dispone a acompañarla. Ella lo mira profundamente a los ojos como queriendo quedarse en ellos. Después sonríen y se abrazan tiernamente. (Se cierra el telón)
ACTO SEGUNDO
CUADRO I
CUADRO II
Se presenta una escena en un salón de clases y una voz dice:
LA VOZ
Las escuelas estuvieron desoladas; se abrieron las puertas a la hora acostumbrada y un silencio mordaz entró a poblarlas. Los profesores, con o sin miedo, tuvieron que Presentarse, como siempre, pero chocaron con el silencio y se desconcertaron unos y se alegraron otros. Un rumor rojo atemorizó a los jóvenes que decidieron dejarle el campo abierto a la ganga que les había estado dando muestras de horror en las calles, en las estaciones de trenes, en los vagones, en los pasillos y en los sótanos de las escuelas, y los chicos, con el mutismo que produce el miedo, se pusieron de acuerdo, sin decirlo, para ausentarse a una el día de “Halloween” (Día de las Brujas). Hay quienes dicen que la flojera de las autoridades de la Gran Manzana fue muy evidente ese día. La gente que escuchó la radio o que leyó los periódicos hizo caso a las advertencias, salvo María Mercedes, que rehusaba enterarse de lo que ocurría en el mundo. Se fue al trabajo muy quitada de bulla e hizo su recorrido matutino sin ninguna novedad, pero cuando venía de regreso se enfrentó con una realidad que le hirió el alma para siempre.
CUADRO III
Aparece María Mercedes en su habitación, está escribiéndole una carta a don Alfonso y le habla del Nueva York que ha encontrado.
Nueva York
Querido Alfonso:
Le escribo estas líneas desde esta distancia letal que me ahoga para contarle algunas cosas de esta ciudad, las cuales parecen salir de libros fantásticos. El tiempo aquí se me hace interminable. Espero que todo ande bien con usted y que no olvide su promesa de proteger a mis hijos en mi ausencia.
Don Alfonso, le diré que en esta urbe:
La muerte hace muecas en las esquinas
y vive en las sonrisas muertas
de los transeúntes que voltean
la cara huyéndole a sus congéneres;
la luna se esconde detrás
de los edificios de Manhattan
y se asoma temerosa para hacerle
guiñaditas al Hudson;
los edificios están llenos de muerte
y la ciudad está sitiada
por las vidas que se tragaron las guerras;
las gangas de colores laceran
las mejillas y la carne se agrieta
de espanto en Nueva York.
Los muertos mueren en el trajín
de la ciudad y los estudiantes llevan
la violencia y la muerte en sus mochilas;
las niñas paren niñitos muertos
y una mujer con las piernas
infladas se dobla como un árbol
que no aguanta sus frutos.
Nueva York es una metamorfosis
que convierte a la gente en serpientes,
en cavernas huecas, en una avalancha
que sepulta sueños.
Los forasteros viven en duelo
porque el idioma, la música
y el arte de sus tierras
mueren en la ciudad fantasmagórica
donde la lengua, el ombligo
y el sexo están atravesados por aretes.
Es todo por ahora. Cuídese mucho y abrace a mis hijos, que debieron ser suyos, con el calor que lo haría yo.
La escena toma lugar en el túnel de la estación 42, en el subterráneo. Se escucha el sonido, el bramido de los trenes que van y vienen conjuntamente con la prisa loca de los pasajeros que huyen, en su mayoría de ellos mismos. Se abre el telón y se ve un mural gigantesco de la ciudad de Nueva York y un joven que mira a todas partes con un nerviosismo mal disimulado.
LA VOZ
La mujer (María Mercedes) llevaba la mitad del túnel recorrido cuando se percató de que un joven de unos diecisiete años, alto, y de mirada agresiva, se le había pegado demasiado. ¡De repente, la atestó contra la pared que tenían a la izquierda!, sacó una hoja de metal reluciente y le inauguró una carretera en el rostro que se inundó de sangre casi al instante. Echó a correr el malhechor y como es normal que la gente aquí ande corriendo, no lo detuvo nadie.
MARĺA MERCEDES
¡Auxilio! ¡Ayúdenme! ¡Socorro! ¡Por Dios, ayúdenme!
La gente sigue pasando. Algunos se sorprenden, otros indiferentes, continúan su rumbo. Hay sangre envuelta y todos llevan adentro un temor que se llama SIDA. Nadie quiere detenerse porque eso significaría llegar tarde a la casa, o al trabajo, o a cualquier lugar, o a ningún lugar porque aquí, la mayoría de la gente no va a ninguna parte. Una mujer saca su celular y se comunica con la policía.
LA MUJER
(Marca: Nine, one, one.) Hello! There has been an attack. Yes, here at 42 Station! Yes, the subway station. What do you need my name for? Look, I am just reporting this case, and I am running late for my job. She’s bleeding a lot. Send some one here! Now! It’s a real emergency!
LA VOZ
La cabeza se le llenó de rumores y de miedos a María Mercedes. La llevaron al hospital Saint Claire para que le cosieran las carnes y le dijeron que iba a necesitar cirugía plástica para restaurarle el rostro, pero cómo hacerlo si el seguro médico de una fábrica no cubría tales lujos. Todo se tiñó de negro en la vida de esta mujer. A los pocos días de la desgracia empezaron a llegarle cartas del hospital pidiéndole que pagara un balance de $1,200.00 dólares que no le había cubierto su seguro y le decían que pagara pronto sino quería que le dañaran el crédito. Así que además de la cicatriz también tenía una cuenta que arrastrar de por vida.
ACTO TERCERO
CUADRO I
La siguiente escena ocurre en una fábrica cualquiera de las tantas que había en Nueva York por los setentas. Las operarias y operarios están cosiendo. Algunas de las compañeras de trabajo de María Mercedes la murmuran y dicen bajito que eso del asalto camino a su casa tiene que ser un cuento de ella.
UNA MUJER
Look at her, (señalando a María Mercedes), playing the role of a victim. ¡Mosquita muerta! These Hispanics, siempre andan metiéndose en problemas. That was probably one of her lovers. Yes, and now she comes with the story that someone cut her face on her way home. I don’t believe it at all. A engañar a otro. One must be stupid to believe her story! A otro perro con ese hueso, like they say.
UNA HISPANA
What are you talking about? Why are you always judging our people and putting us down? You don’t even know what had happened to her. Why don’t you mind your business, ash?
Reina un silencio profundo, frío, mortal. María Mercedes se levanta lenta, muy lentamente y comienza el siguiente monólogo con el público:
MARĺA MERCEDES
La cicatriz la trato de disimular con el pelo, pero de vez en cuando aparece como un camino inevitable. Al principio pensé en regresar a mi país, pero no tenía ni siquiera para el pasaje. Es que, ¿saben...?, no es fácil mantener dos casas con el mísero sueldo de una fábrica. Además, las murmuraciones de mis compañeras de trabajo me han hecho cambiar de parecer. Si aquí no me creen, de seguro que en mi país tampoco. Así que me he quedado aquí, con la esperanza de despertar algún día del “ Sueño americano”.
TEMOR ROJIZO
TRAGEDIA EN TRES ACTOS
(1997)
TRAGEDIA EN TRES ACTOS
(1997)
PERSONAJES
Morena, la gandulera Tato
Juanita, la yerbera Los jugadores de dominó
Ramonita, compradora La Bertraneja
Las vecinas Don Alfonso, el Turco
María Mercedes, la mujer de Tato La señora
El jefe de la ganga La narradora
los miembros de la ganga Una mujer
La vieja Las operarias y operarios
La gente que pasa por el túnel de la 42nd Los policías
El joven que le lacera el rostro a María Mercedes
ACTO PRIMERO
Juanita, la yerbera Los jugadores de dominó
Ramonita, compradora La Bertraneja
Las vecinas Don Alfonso, el Turco
María Mercedes, la mujer de Tato La señora
El jefe de la ganga La narradora
los miembros de la ganga Una mujer
La vieja Las operarias y operarios
La gente que pasa por el túnel de la 42nd Los policías
El joven que le lacera el rostro a María Mercedes
ACTO PRIMERO
CUADRO I
Es temprano en la mañana, la humedad anuncia temperatura elevada. Se ha despertado la ciudad y con ella la gente, especialmente los que tienen que salir a ganarse el pan diario en la calle. En una escena de collage aparecen María Mercedes (en el centro), los jugadores de dominó, Tato entre ellos (detrás de María Mercedes), dos pregoneras: Morena, la gandulera, a la izquierda, y Juanita, la yerbera, a la derecha, el jefe de la ganga y uno de los gangueros y detrás de ellos otros miembros de la misma pandilla y detrás de estos, la Estatua de la Libertad. Se abren las cortinas y todos están paralizados. Luego, cada personaje va tomando vida a medida que le toca su intervención. María Mercedes inicia la obra con un monólogo.
MARĺA MERCEDES
Un día voy a escribir mi historia para borrar de ella y a mi antojo estas sombras que se baten como alas de murciélagos enormes. Mi historia nace en el trópico bajo un cielo diáfano y un sol que dora los sueños de los hombres. ¡Pero de pronto!, mi historia se deslizó en la nieve; me congeló los sueños y se fue borrando sola.
MORENA
¡Gandules, gandules verdes! ¡Venga vecina compre los suyos que están acabaditos de recoger de la mata. ¡Gandules, gandules verdes! ¡Carajo coño, este país está cada vez peor! No sale ni un alma a comprar nada. Yo no sé que va a pasar aquí, por eso es que se está largando todo el mundo pa’ lo Nueva Yores. ¡Gandules, gandules verdes!
JUANITA
Llevo la yerbabuena, la albahaca, el romero, el rompe zaragüey, hojas de viní viní, arrasa con to’. ¡Vecinas, vengan a comprar sus yerbas que están fresquecitas! (Se encuentra con Morena) ¡Hola Morena! ¿Y qué, cómo están tus hijos?
MORENA
Están bien. ¿Y los tuyos?
JUANITA
Están ahí…
MORENA
¿Cómo están tus viejos?
JUANITA
Mal con las reumas.
Salen algunas compradoras y conversan con las pregoneras.
RAMONITA
Morena, dame tres vasos de gandules.
MORENA
¿Y ya tú me pagaste lo que me cogiste fiao la semana pasada?
RAMONITA
Mira Morena, más te vale que lleve tu cuenta clara. Yo te pagué y fíjate bien quién
te debe porque lo que soy yo, no quiero estar de boca en boca en este vecindario. ¿Okay?
MORENA
Está bien, si tú lo dices. Pero no te pongas así. Lo que pasa es que a mí me debe
tanta gente que tengo la cabeza llena.
RAMONITA
Bueno, bueno, dame los gandules que se me hace tarde para cocinar.
UNA DE LAS VECINAS
Oye, Juanita, (se la lleva para un lado para que las demás no escuchen), ¿No
tienes algunas hojitas buenas para lavarse una por ahí? Tú sabes, de esas que la ponen a una bien.
JUANITA
¡Mira, mujer, esto es santo remedio!
RAMONITA
¿Y ustedes vieron cómo vino Juanito el hijo de Pepe?
TODAS
¡Nooo!
RAMONITA
Ese tipo vino lleno de cadenas y con muchos dólares en el bolsillo. Sí, señor.
JUANITA
¿Y él estaba para lo Nueva Yores?
MORENA
Sí. ¿Y tú no lo sabías? Esta siempre anda alelá.
JUANITA
¿Y cómo consiguió visa ese muchacho?
TODAS
¡Ja, ja, ja!
RAMONITA
¿De qué visa habla esta? En yola, se fue en yola como se va todo el mundo ahora.
OTRA VECINA
Oigan, ¿y ustedes se enteraron de lo que le está pasando a María Mercedes?
TODAS
No. ¿Y qué le pasa a esa?
VECINA
Pues, dicen que ahora si que se le mueren los muchachitos porque están con fiebre unos y con diarrea otros.
TODAS
¡Jesús, Dios los libre! (Unas murmuran y otras se persignan).
RAMONITA
Y el sinvergüenza, de su marido, jugando dominó o bebiendo romo desde que se
levanta.
VECINA
Si fuera yo, ya le hubiese dado una patada por el fundillo y lo hubiese tirado para
la calle.
MARĺA MERCEDES
¡Buenos días! ¡Hola Morena!
MORENA
¡Hola, María Mercedes!
MARĺA MERCEDES
Oye, a mí no se me ha olvidado que te debo tres pesos. Yo te los pago tan pronto
como consiga dinero.
MORENA
Pues ojalá que sea pronto, porque yo también tengo hijos que mantener.
MARĺA MERCEDES
¿Y tú, Juanita, no tienes algo para la fiebre y la diarrea? Es que tengo los niños
muy enfermos y ya no sé qué hacer.
JUANITA
Estas hojas son un cuchillo para la diarrea y la fiebre.
MARĺA MERCEDES
¿Me las puedes fiar?
JUANITA
Pues si tienes los muchachitos enfermos, ni modo.
MARĺA MERCEDES
¡Gracias, Juanita, Dios te lo pague!
JUANITA
No. Págamelo tú cuando consigas.
María Mercedes pregunta por los padres de una de las vecinas y le agradece a otra las habichuelas que le envió. Luego, se va apresuradamente. En Nueva York, en cambio, está una de las múltiples gangas haciendo transacciones y organizando un plan.
EL JEFE
Yo, what’s up man?
EL GANGUERO
Aight. What’s up man?
EL JEFE
¿Y el dinero?
EL GANGUERO
Aquí está. Yo cumplo.
EL JEFE
Más te vale. Tú sabes lo que le pasó a Richard por no cumplir.
EL GANGUERO
Pero yo no soy Richard y dije que cumplo.
Llegan otros gangueros, se saludan y hablan de un plan que fracasó por una redada que hizo la policía. El jefe se enoja porque no hicieron lo que él ordenó y propone otro plan.
EL JEFE
¿Y ustedes? ¿Hicieron lo que yo ordené?
UNO DE LOS GANGUEROS
Yo, eso estaba minao de policías.
OTRO DE LOS GANGUEROS
No se pudo.
LA GANGUERA
Whats up men? Yo!, we haven’t been showing up to them rituals. We have to
represent in those meetings. Ya, niggers better do something about that. Oh, shit, my man, were you ‘ve been aight? What’s the deal with these cats? ¿No saben?
EL JEFE
Ustedes no hacen nada bien. Ahora tengo que hacer otro plan.
MORENA
Están bien. ¿Y los tuyos?
JUANITA
Están ahí…
MORENA
¿Cómo están tus viejos?
JUANITA
Mal con las reumas.
Salen algunas compradoras y conversan con las pregoneras.
RAMONITA
Morena, dame tres vasos de gandules.
MORENA
¿Y ya tú me pagaste lo que me cogiste fiao la semana pasada?
RAMONITA
Mira Morena, más te vale que lleve tu cuenta clara. Yo te pagué y fíjate bien quién
te debe porque lo que soy yo, no quiero estar de boca en boca en este vecindario. ¿Okay?
MORENA
Está bien, si tú lo dices. Pero no te pongas así. Lo que pasa es que a mí me debe
tanta gente que tengo la cabeza llena.
RAMONITA
Bueno, bueno, dame los gandules que se me hace tarde para cocinar.
UNA DE LAS VECINAS
Oye, Juanita, (se la lleva para un lado para que las demás no escuchen), ¿No
tienes algunas hojitas buenas para lavarse una por ahí? Tú sabes, de esas que la ponen a una bien.
JUANITA
¡Mira, mujer, esto es santo remedio!
RAMONITA
¿Y ustedes vieron cómo vino Juanito el hijo de Pepe?
TODAS
¡Nooo!
RAMONITA
Ese tipo vino lleno de cadenas y con muchos dólares en el bolsillo. Sí, señor.
JUANITA
¿Y él estaba para lo Nueva Yores?
MORENA
Sí. ¿Y tú no lo sabías? Esta siempre anda alelá.
JUANITA
¿Y cómo consiguió visa ese muchacho?
TODAS
¡Ja, ja, ja!
RAMONITA
¿De qué visa habla esta? En yola, se fue en yola como se va todo el mundo ahora.
OTRA VECINA
Oigan, ¿y ustedes se enteraron de lo que le está pasando a María Mercedes?
TODAS
No. ¿Y qué le pasa a esa?
VECINA
Pues, dicen que ahora si que se le mueren los muchachitos porque están con fiebre unos y con diarrea otros.
TODAS
¡Jesús, Dios los libre! (Unas murmuran y otras se persignan).
RAMONITA
Y el sinvergüenza, de su marido, jugando dominó o bebiendo romo desde que se
levanta.
VECINA
Si fuera yo, ya le hubiese dado una patada por el fundillo y lo hubiese tirado para
la calle.
MARĺA MERCEDES
¡Buenos días! ¡Hola Morena!
MORENA
¡Hola, María Mercedes!
MARĺA MERCEDES
Oye, a mí no se me ha olvidado que te debo tres pesos. Yo te los pago tan pronto
como consiga dinero.
MORENA
Pues ojalá que sea pronto, porque yo también tengo hijos que mantener.
MARĺA MERCEDES
¿Y tú, Juanita, no tienes algo para la fiebre y la diarrea? Es que tengo los niños
muy enfermos y ya no sé qué hacer.
JUANITA
Estas hojas son un cuchillo para la diarrea y la fiebre.
MARĺA MERCEDES
¿Me las puedes fiar?
JUANITA
Pues si tienes los muchachitos enfermos, ni modo.
MARĺA MERCEDES
¡Gracias, Juanita, Dios te lo pague!
JUANITA
No. Págamelo tú cuando consigas.
María Mercedes pregunta por los padres de una de las vecinas y le agradece a otra las habichuelas que le envió. Luego, se va apresuradamente. En Nueva York, en cambio, está una de las múltiples gangas haciendo transacciones y organizando un plan.
EL JEFE
Yo, what’s up man?
EL GANGUERO
Aight. What’s up man?
EL JEFE
¿Y el dinero?
EL GANGUERO
Aquí está. Yo cumplo.
EL JEFE
Más te vale. Tú sabes lo que le pasó a Richard por no cumplir.
EL GANGUERO
Pero yo no soy Richard y dije que cumplo.
Llegan otros gangueros, se saludan y hablan de un plan que fracasó por una redada que hizo la policía. El jefe se enoja porque no hicieron lo que él ordenó y propone otro plan.
EL JEFE
¿Y ustedes? ¿Hicieron lo que yo ordené?
UNO DE LOS GANGUEROS
Yo, eso estaba minao de policías.
OTRO DE LOS GANGUEROS
No se pudo.
LA GANGUERA
Whats up men? Yo!, we haven’t been showing up to them rituals. We have to
represent in those meetings. Ya, niggers better do something about that. Oh, shit, my man, were you ‘ve been aight? What’s the deal with these cats? ¿No saben?
EL JEFE
Ustedes no hacen nada bien. Ahora tengo que hacer otro plan.
CUADRO II
En el patio de una casucha aparecen Tato, sus amigos y un par de mujeres. Los hombres están jugando dominó mientras que las mujeres coquetean con los jugadores. La partida está buenísima. Ponen las fichas en silencio, con violencia, con la agresividad del dominó. Tal parece que Tato y su frente van a ganar esta vez, pero no. De nuevo pierden. Cuando se disponen a barajar, llega la Bertraneja, una mujer temida por los hombres en una mesa de dominó. Todos la admiran por su destreza en el juego y por su belleza.
UNO DE LOS GANADORES
¡Ahí viene la Bertraneja! ¡Ahora es que aquí se va a jugar! (Todos ríen)
BERTRANEJA
(Acercándose a uno de los jugadores) ¡Vamos, levántate que aquí juego yo!
EL JUGADOR
¡Como tú digas, reina!
BERTRANEJA
¡Barajen carajo, que los presos son los que barren la cárcel! (vuelven a reír)
EL FRENTE DE BERTRANEJA
¡Baraja coño, pero suelta la cajita! (una carcajada sale corriendo de las gargantas de los mirones)
Aparece la mamá de Tato. Lo llama. Le va a avisar que los niños siguen muy mal, pero éste se incomoda al verla ya que tiene que interrumpir el juego.
DOÑA MARINA
¡Tato, Tato!
TATO
¿Qué quieres?
DOÑA MARINA
Hijo, ¿es que no te importan tus hijos? Están malitos y tú aquí pegado del juego en
vez de comprarles algo con el dinero que te di esta mañana.
TATO
¿Qué dinero? ¿Para qué vienes a molestarme? Estoy en el medio de una jugada
muy buena. Pero ya que estas aquí, consígueme cinco pesos que perdí los que me diste.
DOÑA MARINA
¿Pero será posible? ¿Hasta dónde pretendes llegar? ¡Dios mío!
TATO
Bueno, bueno, ya está bueno de sermones. Dame el dinero y vete.
CUADRO III
Ocurre en una farmacia junto a una vitrina que exhibe perfumes, pintalabios, adornos, cintas de seda. Aparece don Alfonso, el Turco, está preparando unos antibióticos para un cliente. Entra María Mercedes y corrida de vergüenza le solicita crédito.
MARĺA MERCEDES
Don Alfonso, tengo los niños prendidos en fiebre, ¿me podría usted fiar alguna medicina? Yo se la pago tan pronto como consiga dinero.
DON ALFONSO
María Mercedes, lo que tus hijos tienen se llama hambre. No sé cómo puedes vivir con un mequetrefe como ese marido tuyo. Un hombre sensato, en cambio, te daría a ti y a tus hijos todo lo que necesitan: comida, educación y mucho amor y cariño. Toma, con esto se sanarán pronto. (Se entra la mano en el bolsillo, saca dinero) ─¡Espera, María Mercedes, aquí tienes! Cómprales alimentos también.
MARĺA MERCEDES
(Sorprendida) ¡Pero yo soy una mujer decente, don Alfonso!
DON ALFONSO
(Tiernamente) ─Las cosas no hay que tomarlas tan a pecho María Mercedes.
La mujer tomó el dinero porque las palabras y la mirada llena de ternura del hombre le quitaron los escrúpulos. De ahí se fue al mercado y llenó dos bolsas de comestibles. Después llegó corriendo a su casa. El marido la estaba esperando en la puerta como un perro rabioso. La interrogó de inmediato. Quería saber de dónde había sacado ella dinero para todo lo que trajo si él, como decía a boca de jarro, no le había dado ninguna lana.
TATO
¿Quién te dio dinero si yo, tu marido, no lo he hecho?
MARĺA MERCEDES
(Nerviosa) Yo. Este... Pasé por la farmacia La Altagracia, la del Turco, y él me dijo que necesitaba a alguien para que le limpiara y le ayudara a vender. Acepté el trabajo porque tenemos a los niños muy mal.
TATO
Así que el viejo tacaño ese se ha vuelto generoso. (Hace una pausa breve) Yo lo único que te digo es que si se propasa contigo me lo digas de inmediato para hacerle un tajo en la panza. Bueno, bueno, recoge eso y vete a cocinar que tengo mucha hambre. ¡Carajo!
CUADRO IV
María Mercedes no sabía cómo salir del lío en el que se había metido. Cómo decirle al Turco, sin que la mal entendiera, que lo del trabajo se le ocurrió de un susto. Pero ahora era muy tarde para arrepentirse y se armó de valor y al otro día se presentó en la farmacia. Entró sin decir nada. El turco la miraba sin decir nada tampoco. Al cabo de un rato entró una señora.
LA SEÑORA
¡Buenos días! ¿Qué perfume me recomienda para un hombre de cuarenta años?
MARĺA MERCEDES
(Incómoda) Hasta donde yo sé, los perfumes no se venden por edad. Lo que sí sé
es que a los hombres les gusta cualquier porquería que una les dé cuando están en la etapa de la conquista. (Hace una pausa breve) Huela usted y decídase por la fragancia que más le guste.
LA SEÑORA
Si es así, envuélvame este.
María Mercedes miró al Turco sin saber qué hacer, pero él asintió con la cabeza. Entonces, ella, como pudo, envolvió el perfume. La señora le pasó para que se cobrara y ella volvió a mirar al turco. Este sonrió, tomó el dinero de su mano y le dio el vuelto a la señora.
DON ALFONSO
Se le acerca lentamente por detrás) María Mercedes, necesito que alguien me
ayude a limpiar y a vender mientras preparo las medicinas. ¿Sabes...?, puedes venir a trabajar todos los días.
MARĺA MERCEDES
(Aparte) ¡Dios mío, me has hecho el milagro!
María Mercedes estuvo a punto de desplomarse, pero el hombre lo impidió agarrándola por la cintura. Volvió en sí y sonrió pues al parecer las sombras negras se empezaban a alejar de su vida. Iba diariamente a trabajar y los niños se estaban recuperando rápidamente. Todo marchaba bien hasta el día del aguacero.
TURCO
¡Mujer, ayúdame! No te quedes ahí parada. No ves que se está entrando el agua y
todo se me está aguando. ¡Cierra las ventanas! ¡Apúrate!
Después de cerrar puertas y ventanas el Turco inició un discurso muy extraño, pero María Mercedes no se inquietó porque sabía lo que se avecinaba y estaba dispuesta a enfrentarlo.
TURCO
Gracias a Dios que pudimos evitar que la lluvia entrara. ¡Qué manera de llover ésta! Parece que se abrieron todas las compuertas del cielo. (Acerca su silla a la de María Mercedes) ─¿Sabes? Dicen que la lluvia es el mejor afrodisíaco. ¿Te gusta hacer el amor cuando llueve? (Ella lo escuchaba impávida, como un ídolo). En mi país, hay un juego amoroso muy interesante. Se le amarran las extremidades al amante y se inicia un viaje “lingüístico” enloquecedor que rebaza los límites del placer. (Sacó unas cintas de seda amarillas y le fue amarrando las angelicales manos a la mujer y se hicieron el amor como ordenan los dioses.)
CUADRO V
Aparece el Turco. Está escuchando el pronóstico del tiempo. Se entera de que viene una tormenta y sale a comprar vino, lambí, y huevos de carey.
TURCO
María Mercedes, vuelvo dentro de un rato. Ahí están las medicinas preparadas
entrégalas si las vienen a buscar durante mi ausencia.
MARĺA MERCEDES
Está bien. ¿Adónde va?
TURCO
Por ahí, por ahí.
Entran algunos clientes y la empleada los atiende. Al cabo de un rato regresa el farmacéutico, con unas bolsas en las manos. Llama por teléfono a una señora que se presenta, casi enseguida. Don Alfonso le entrega una de las bolsas y ésta se va.
MUJER
(Regresa con una bandeja en las manos. El olor del manjar hace que María Mercedes lo siga con el olfato) Don Alfonso, Aquí le traje su guiso. Quedó delicioso.
TURCO
Póngalo en esa mesa.
MUJER
(Con una sonrisa socarrona mira a María Mercedes) ¡Adiós, María Mercedes!
TURCO
(Se le va acercando a la amada con picardía) Está muy nublado; en un par de minutos va a empezar a caer la tormenta. Cerremos las ventanas para ganar tiempo.
MARĺA MERCEDES
¿Dónde están las cintas?
TURCO
Aquí las tengo. (María Mercedes se las arrebata de las manos como un felino que
acaba de dar el salto de la muerte y lo ata). Luego lo besa, se besan, se calcinan la piel en el fuego de la pasión que está por encima de lo humano. Después, se disponen a comer “... para recuperar las energías perdidas”, (como solía decir él).
CUADRO VI
La tarde augura melancolía; tiene esta tarde el presagio de una despedida. Se desangra la tarde en el Alleg’ro (8:07) de Johann Sebastian Bach. Hay una tristeza en el aire. Están en silencio los amantes. Hay momentos en que uno sabe que la muerte ronda y don Alfonso siente, a través de un escalofrío, que la Parca llega a su vida. En un momento de vacilación María Mercedes se arma de valor y hace una petición.
MARĺA MERCEDES
¡Don Alfonso, ayúdeme a conseguir una visa, por favor!
DON ALFONSO
(Pensativo, lejano y ausente) ¡Dame tiempo, dame tiempo!
Transcurrió el tiempo y una mañana otoñal, de esas en que las flores pierden su lozanía, y los pájaros entonan las últimas notas de verano que les quedan, ocurrió algo que dejó perpleja a la mujer.
TURCO
María Mercedes, aquí tienes lo esperado.
Ella tomó entre sus manos el cartapacio que le pasaba el hombre y lo abrió con parsimonia. Su rostro fue perdiendo el color a medidas que leía: “ Tiene cita en el Consulado Norteamericano el día tres de diciembre a las nueve de la mañana”. Estuvo a punto de caer al suelo como guanábana madura, pero él lo impidió. Luego, buscó sus ojos de azabache iluminados ante lo insólito y dijo:
TURCO
No hay mujeres malas amor mío; hay maridos malos y situaciones insoportables, eso es todo.
MARĺA MERCEDES
Fui a la cita y, claro está, con una farmacia a mi nombre, con una cuenta bancaria con números que a mí se me hacía imposible leer y con un par de fincas a mi nombre, el cónsul me dio visa múltiple por cinco años. Así fue como vine a la “tierra de las oportunidades”, como dicen los gringos. (Se apagan todas las luces).
CUADRO VII
Se van encendiendo poco a poco las luces. Se escucha la canción “Yesterday”. María Mercedes entra despacio. Recorre lenta, muy lentamente la farmacia. Se hunde en la nostalgia de la música. Entra don Alfonso. La recorre entera con la vista sin que ella se de cuenta. Lleva en las manos un regalo. Se lo entrega. Ella lo abre con tardanza. Es una blusa de seda roja bellísima; es el símbolo del amor que se dispone a acompañarla. Ella lo mira profundamente a los ojos como queriendo quedarse en ellos. Después sonríen y se abrazan tiernamente. (Se cierra el telón)
ACTO SEGUNDO
CUADRO I
Los miembros de una familia que reside en Nueva York entran en escena. Están escuchando las noticias televisivas. El noticiero advierte a los ciudadanos que una ganga (“The Bloods”) amenaza con lacerarle la mejilla a cualquiera que lleve algo rojo a menos que sea miembro de la ganga. Los padres piden a sus hijos que no vayan a la escuela. El pánico se deslizaba como pólvora por la Gran Manzana.
NOTICIERO UNIVISION
Buenas tardes amigos televidentes. Tenemos una información de último minuto. Por este medio se le informa a los ciudadanos que el jefe supremo de una de las gangas más temidas en los últimos días, ( “The Bloods”) ha anunciado que mañana, los miembros de dicha organización, pretenden hacer una demostración de poder y se le advierte a los ciudadanos que se abstengan de usar cualquier cosa roja ya que si lo hacen se expondrán a que le laceren las mejillas. Muchos jóvenes han sido víctimas de ataques violentos ocasionados por integrantes de la mencionada ganga que tiene, entre sus múltiples ritos de iniciación, el de cortarle el rostro a sus víctimas. Las autoridades de esta nación piden extremada cautela a los ciudadanos ya que las amenazas de esta organización se llevan a cabo como hemos visto últimamente a través de los medios de comunicación. Siquiatras, sicólogos y maestros, entre otros, señalan que la conducta de estos individuos indica que están buscando poder y reconocimiento público y que son altamente peligrosos. Manténganse en sintonía con nuestro canal que más adelante, en el noticiero de las 11:00 p.m., les daremos más detalles.
NOTICIERO UNIVISION
Buenas tardes amigos televidentes. Tenemos una información de último minuto. Por este medio se le informa a los ciudadanos que el jefe supremo de una de las gangas más temidas en los últimos días, ( “The Bloods”) ha anunciado que mañana, los miembros de dicha organización, pretenden hacer una demostración de poder y se le advierte a los ciudadanos que se abstengan de usar cualquier cosa roja ya que si lo hacen se expondrán a que le laceren las mejillas. Muchos jóvenes han sido víctimas de ataques violentos ocasionados por integrantes de la mencionada ganga que tiene, entre sus múltiples ritos de iniciación, el de cortarle el rostro a sus víctimas. Las autoridades de esta nación piden extremada cautela a los ciudadanos ya que las amenazas de esta organización se llevan a cabo como hemos visto últimamente a través de los medios de comunicación. Siquiatras, sicólogos y maestros, entre otros, señalan que la conducta de estos individuos indica que están buscando poder y reconocimiento público y que son altamente peligrosos. Manténganse en sintonía con nuestro canal que más adelante, en el noticiero de las 11:00 p.m., les daremos más detalles.
CUADRO II
Se presenta una escena en un salón de clases y una voz dice:
LA VOZ
Las escuelas estuvieron desoladas; se abrieron las puertas a la hora acostumbrada y un silencio mordaz entró a poblarlas. Los profesores, con o sin miedo, tuvieron que Presentarse, como siempre, pero chocaron con el silencio y se desconcertaron unos y se alegraron otros. Un rumor rojo atemorizó a los jóvenes que decidieron dejarle el campo abierto a la ganga que les había estado dando muestras de horror en las calles, en las estaciones de trenes, en los vagones, en los pasillos y en los sótanos de las escuelas, y los chicos, con el mutismo que produce el miedo, se pusieron de acuerdo, sin decirlo, para ausentarse a una el día de “Halloween” (Día de las Brujas). Hay quienes dicen que la flojera de las autoridades de la Gran Manzana fue muy evidente ese día. La gente que escuchó la radio o que leyó los periódicos hizo caso a las advertencias, salvo María Mercedes, que rehusaba enterarse de lo que ocurría en el mundo. Se fue al trabajo muy quitada de bulla e hizo su recorrido matutino sin ninguna novedad, pero cuando venía de regreso se enfrentó con una realidad que le hirió el alma para siempre.
CUADRO III
Aparece María Mercedes en su habitación, está escribiéndole una carta a don Alfonso y le habla del Nueva York que ha encontrado.
Nueva York
Querido Alfonso:
Le escribo estas líneas desde esta distancia letal que me ahoga para contarle algunas cosas de esta ciudad, las cuales parecen salir de libros fantásticos. El tiempo aquí se me hace interminable. Espero que todo ande bien con usted y que no olvide su promesa de proteger a mis hijos en mi ausencia.
Don Alfonso, le diré que en esta urbe:
La muerte hace muecas en las esquinas
y vive en las sonrisas muertas
de los transeúntes que voltean
la cara huyéndole a sus congéneres;
la luna se esconde detrás
de los edificios de Manhattan
y se asoma temerosa para hacerle
guiñaditas al Hudson;
los edificios están llenos de muerte
y la ciudad está sitiada
por las vidas que se tragaron las guerras;
las gangas de colores laceran
las mejillas y la carne se agrieta
de espanto en Nueva York.
Los muertos mueren en el trajín
de la ciudad y los estudiantes llevan
la violencia y la muerte en sus mochilas;
las niñas paren niñitos muertos
y una mujer con las piernas
infladas se dobla como un árbol
que no aguanta sus frutos.
Nueva York es una metamorfosis
que convierte a la gente en serpientes,
en cavernas huecas, en una avalancha
que sepulta sueños.
Los forasteros viven en duelo
porque el idioma, la música
y el arte de sus tierras
mueren en la ciudad fantasmagórica
donde la lengua, el ombligo
y el sexo están atravesados por aretes.
Es todo por ahora. Cuídese mucho y abrace a mis hijos, que debieron ser suyos, con el calor que lo haría yo.
(María Mercedes)
CUADRO IV
CUADRO IV
La escena toma lugar en el túnel de la estación 42, en el subterráneo. Se escucha el sonido, el bramido de los trenes que van y vienen conjuntamente con la prisa loca de los pasajeros que huyen, en su mayoría de ellos mismos. Se abre el telón y se ve un mural gigantesco de la ciudad de Nueva York y un joven que mira a todas partes con un nerviosismo mal disimulado.
LA VOZ
La mujer (María Mercedes) llevaba la mitad del túnel recorrido cuando se percató de que un joven de unos diecisiete años, alto, y de mirada agresiva, se le había pegado demasiado. ¡De repente, la atestó contra la pared que tenían a la izquierda!, sacó una hoja de metal reluciente y le inauguró una carretera en el rostro que se inundó de sangre casi al instante. Echó a correr el malhechor y como es normal que la gente aquí ande corriendo, no lo detuvo nadie.
MARĺA MERCEDES
¡Auxilio! ¡Ayúdenme! ¡Socorro! ¡Por Dios, ayúdenme!
La gente sigue pasando. Algunos se sorprenden, otros indiferentes, continúan su rumbo. Hay sangre envuelta y todos llevan adentro un temor que se llama SIDA. Nadie quiere detenerse porque eso significaría llegar tarde a la casa, o al trabajo, o a cualquier lugar, o a ningún lugar porque aquí, la mayoría de la gente no va a ninguna parte. Una mujer saca su celular y se comunica con la policía.
LA MUJER
(Marca: Nine, one, one.) Hello! There has been an attack. Yes, here at 42 Station! Yes, the subway station. What do you need my name for? Look, I am just reporting this case, and I am running late for my job. She’s bleeding a lot. Send some one here! Now! It’s a real emergency!
LA VOZ
La cabeza se le llenó de rumores y de miedos a María Mercedes. La llevaron al hospital Saint Claire para que le cosieran las carnes y le dijeron que iba a necesitar cirugía plástica para restaurarle el rostro, pero cómo hacerlo si el seguro médico de una fábrica no cubría tales lujos. Todo se tiñó de negro en la vida de esta mujer. A los pocos días de la desgracia empezaron a llegarle cartas del hospital pidiéndole que pagara un balance de $1,200.00 dólares que no le había cubierto su seguro y le decían que pagara pronto sino quería que le dañaran el crédito. Así que además de la cicatriz también tenía una cuenta que arrastrar de por vida.
ACTO TERCERO
CUADRO I
La siguiente escena ocurre en una fábrica cualquiera de las tantas que había en Nueva York por los setentas. Las operarias y operarios están cosiendo. Algunas de las compañeras de trabajo de María Mercedes la murmuran y dicen bajito que eso del asalto camino a su casa tiene que ser un cuento de ella.
UNA MUJER
Look at her, (señalando a María Mercedes), playing the role of a victim. ¡Mosquita muerta! These Hispanics, siempre andan metiéndose en problemas. That was probably one of her lovers. Yes, and now she comes with the story that someone cut her face on her way home. I don’t believe it at all. A engañar a otro. One must be stupid to believe her story! A otro perro con ese hueso, like they say.
UNA HISPANA
What are you talking about? Why are you always judging our people and putting us down? You don’t even know what had happened to her. Why don’t you mind your business, ash?
Reina un silencio profundo, frío, mortal. María Mercedes se levanta lenta, muy lentamente y comienza el siguiente monólogo con el público:
MARĺA MERCEDES
La cicatriz la trato de disimular con el pelo, pero de vez en cuando aparece como un camino inevitable. Al principio pensé en regresar a mi país, pero no tenía ni siquiera para el pasaje. Es que, ¿saben...?, no es fácil mantener dos casas con el mísero sueldo de una fábrica. Además, las murmuraciones de mis compañeras de trabajo me han hecho cambiar de parecer. Si aquí no me creen, de seguro que en mi país tampoco. Así que me he quedado aquí, con la esperanza de despertar algún día del “ Sueño americano”.