En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



sábado, 28 de septiembre de 2024

La narrativa plurisignificativa de Alberto López-Carvajal

 

La narrativa plurisignificativa de Alberto López-Carvajal

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural

minalusa-dra56@hotmail.com


Lic. Miguel Fajardo Korea

(Moravia, Costa Rica). Entre las lecturas del II semestre del 2024, me encontré con una novela muy interesante, desde su conceptualización temática, su abordaje narrativo y la incorporación de elementos muy interesantes en su trama discursiva.

          Alberto López-Carvajal. La senda del despierto. Guanacaste: Círculo y Punto Ediciones, 2024: 248. Prólogo de Alfonso Chase, Premio Magón. Diagramación: Soren Vargas. Corrección de estilo: Juan Carlos Abarca. Ilustraciones: Katherine Arce. Editada con el apoyo del Proyecto de Artes Literarias del Colegio de Costa Rica. La novela está dedicada a su esposa Raquel Rodríguez, y a su perro Amarük

Alberto López-Carvajal (Alajuela, Costa Rica, 1990). Técnico en Gestión, manejo y Bienestar animal por el Instituto Fogaus y la Universidad Autónoma de Centroamérica. Investigador y voluntario ambiental. Apasionado de los libros y las historias de la naturaleza y la espiritualidad chamánica. La senda del despierto (2024) es su primera novela, publicada a sus 34 años.  Escribe cuentos y tiene una segunda novela en proceso.

La senda del despierto (2024), contiene 21 capítulos “estructurados en una idea central, que es el periplo de un personaje sobre su propia vida, y en los alrededores de su pertenencia geográfica” (Alfonso Chase, p.9).

A lo largo de sus páginas, el personaje Bärunnan, cumple las tareas gestadas por su narrador. Es un personaje en relieve, toda vez que, a partir de él, suceden acontecimientos que lo favorecen o perjudican. El narrador da a conocer el significado de su nombre, así como la función social que le ha sido asignada.

“-Bäru significa ‘guerrero’ y nnan, ‘caminante’, -dijo Näbuyi como en un trance.  Este niño se llamará Bärunnan, escogido por los espíritus para ser un guerrero conocedor de nuestras artes secretas” (p. 124)

Los demás personajes son -Nómadas en el silencio-. dentro del movimiento dinámico de la actuación de los personajes, a quienes el narrador les confiere fuerza centrífuga, aquella que tiende a que los cuerpos en rotación traten de alejarse de su eje, así como la fuerza centrípeta, la cual hace que los personajes traten de acercarse a su eje medular.

El narrador, junto con su personaje en relieve, signa la figura defensora de la naturaleza en su integralidad, contra todos los adversarios posibles: los conquistadores, los materialistas, los depredadores, los animales carroñeros. Su perspectiva meta es la defensa del equilibrio vital de la naturaleza para beneficio de las comunidades.

La novela muestra un proceso de interrelación con las diversas especies de los animales, de las plantas o de las piedras, en un proceso de simbiosis que genera oposiciones y dualidades.

Asimismo, se cita diversos cronotopos, tales como: Lahares, la casa cósmica, cavernas, volcanes, bosques, árboles o palenques. En cada uno de dichos espacios o marcos suceden acciones inesperadas. Asimismo, permiten escenarios cambiantes para las acciones.

Es interesante la frecuente presencia del proceso de teriantropía: “Se denomina teriomorfismo (del griego antiguo therion, θηρίον, que significa «animal salvaje» y morfo, μορφὴ, «forma»), o teriantropía (mismo prefijo con el sufijo anthrōpos, ανθρωπος, «ser humano») a cualquier transformación de un ser humano en otro animal, ya sea de manera completa o parcial, así como la transformación inversa en un contexto mitológico o espiritual” (https://es.wikipedia.org/wiki/Teriantrop%C3%ADa).

Puede observarse, por ejemplo, cómo el personaje centra,l Bärunnan, debido a las transformaciones humanas en animales, en algunos espacios textuales es Bärunnan-Kápak: “La visión del poema Nómadas en el silencio y mi relación de amistad con Kápak son la extraña metáfora de una vida entregada a la soledad. Éramos dos seres con un futuro incierto, un objetivo cada vez más etéreo que se difumina en las quebradas del existencialismo” (p. 138).

Es importante la presencia de los animales. En el caso de Bärunnan, el coyote es su animal protector, con el cual pasa serias vicisitudes en el plano de la acción de esta novela- río, en el sentido que “Una novela río es un modelo de narración que se caracteriza por mantener varias tramas simultáneamente dentro de una misma historia, además de contar con un extenso elenco de personajes (…) La historia es narrada en varios apartados, desde el punto de vista de distintos personajes, pero en un mismo marco argumental. Es decir, existe una historia general, donde todos los personajes están inmersos, pero al mismo tiempo, existen ramificaciones o historias individuales y dependientes que son narradas de un modo individual (https://inteligencianarrativa.com/novela-rio/).

En su viaje dinámico y envolvente, la novela recrea los orígenes de la ancestralidad en su lucha contra sus enemigos, que se insertan en la velocidad de la vida moderna. El gran escritor Alfonso Chase, puntualiza en el prólogo: “Toda esta novela es un camino, una senda para acceder al despertar cultural de este protagonista, dual, que pretende reunir sobre sí todos los reinos de la naturaleza, para estar completo, y complejo en su trascendencia, que es la base de lo que aquí se propone narrar” (Chase, p. 10).

La novela tiene una cita a modo de epígrafe (p.14): “Para poder hablar con tu espíritu, primero debes entender lo que dice su silencio”, la cual se relocaliza, en la p. 61. Asimismo, la novela inserta algunos poemas que tienden a condensar o anticipar el nudo de acontecimientos por desarrollarse.

La novela La senda del despierto, de Alberto López-Carvajal es una especie de dossier, toda vez que incluye una multiplicidad de acciones en su trama narrativa, a saber: transformaciones, embrujos, luchas entre seres humanos y animales, abusos sexuales, fenómenos de la naturaleza, desafíos humanos, rituales, trueques, fenómenos sobrenaturales, levitaciones, diálogos humanos con animales, etc.

Asimismo, la novela cita a otros personajes que tienen alguna participación a lo largo de los acontecimientos narrativos, a saber: Atsklä, Kädiartábi, Näbuyik, Barúk, Dölurbá, Amkarú, Wäankano, Sikuwä,Silvano Radu, James, Roger, Aníbal, también, algunos espíritus.

En mi criterio, el capítulo “A la luz del fuego” (pp. 83-89) es uno de los más intensos e incisivos de la novela de Alberto López-Carvajal: “¿Cómo dejarlo todo así? Tenía todo para irme, para dejar a Käpak en libertad, pero… ¿huir como un cobarde sin antes luchar? No podría hacer eso. Ni siquiera sabía qué había pasado con Atsklä, el clan käl ya no era lo que antes y Kápak, no se sabía si era libre o una mascota de la hacienda. Una simple mascota como yo, un esclavo más” (p.84).

En otro apartado, Bärunnan realiza una defensa de los espacios naturales:

“-Sí, de hecho, estoy loco. -Ahondé mi respiración y moví mis brazos de atrás hacia adelante-. Solo un loco podría levantar la voz contra el progreso. Tal vez tengas razón, pero hay formas de progresar sin dañar tanto a la naturaleza.  Ustedes no se conforman, todo lo destruyen y aprovechan hasta agotarlo. ¡Por qué? ¡Por qué matar? ¡Por qué solo piensan en ustedes mismos sin ver a los demás? Y no solo solo me refiero a nosotros, sino a las demás formas de vida” (p. 88).

La intervención de otras fuerzas espirituales se manifiesta en el comportamiento de los sucesos narrados entre los personajes antagónicos. Aquí se pone en evidencia el plan de lucha de Bärunnan, donde se puede configurar sus valores: valiente, decidido, luchador por la justicia, entregado a la causa de la defensa como último baluarte de los käl:

Me lo advirtieron los espíritus con su canción y mi amigo don Silvano, con sus estudios.  El volcán no es más que la montaña que resguarda el oro, el fuego que resplandece.  La luz… No he muerto aún, puedo hacer levitar mi espíritu para entrar en el cuerpo de Käpak, solo debo atraerlo, es eso.

Ellos marcharán a la montaña para buscar la tierra sagrada, piensan que los tratados ya no valen nada porque han acabado conmigo, el último sobreviviente de los käl, pero se equivocan.

He luchado otras veces, he sabido lo que se siente manchar mi lanza con la sangre del rival. La justicia no se logra con solo palabras, a veces, aunque no se quiera, hay que recurrir a la batalla para poder encontrar la paz. Hay personas tan malvadas que no se van a detener.  La única forma de calmarlos es eliminándolos, aunque se tenga que entregar la vida misma por la causa” (p. 95).

El capítulo “En la morada de los espectros”, presenta la lucha de los poderes humanos contra los elementos sobrenaturales:

Estaba rodeado por los tsö. No era capaz de verlos, pero sí de sentirlos por medio de una congoja en su pecho.  De un momento a otro escuchó los pasos ligeros de un animal.  Se levantó y sacó el cuchillo de su cintura.

-¡Vamos! -gritó a la nada.

El eco viajó como una onda hasta chocar contra las montañas. Sobre una roca enorme apareció una sombra en cuchillas, con cuerpo humano y cabeza de coyote.

Con la mirada cansada, Roger pensó que era solo una ilusión, hasta que la vio saltar hacia la maleza cubierta de escarcha.  Una lluvia gélida cayó sobre ellos, como si la sola presencia de ambos la trajera consigo como muestra de un poder sobrenatural.

Roger estaba estupefacto.  Incapaz de creer lo que verían sus ojos.  Soltó el cuchillo sin percatarse y movido por un impulso enardecido, corrió hacia otra dirección” (p. 107).

El narrador le confiere voz doble a Bärunnan-Kápak: “Kápak tiene voz a través de mí y yo, el instinto.  Sentidos que intercambiamos como el cuerpo, a voluntad.  Puedo infiltrarme en los desolados páramos nocturnos y él, profesar sus ideas a los que buscan el camino.

Nuestra misión ahora es hallar a los despiertos que están esparcidos, para luchar en conjunto y, tal vez, algún día, poblar de flores la mente de los nuevos humanos, porque la destrucción de la humanidad hacia la naturaleza es un recorrido en espiral, finito y sin retorno” (p. 243). (El destacado es nuestro)

Ese final es esperanzador hacia una rehumanización, en la defensa del factor humano y la naturaleza. No se ha perdido la esperanza, es esa, justamente, la senda de los despiertos, quienes, con clara conciencia, serán capaces de analizar el daño al medioambiente y, consecuentemente, al ser humano.      

“La realidad es la que uno crea dentro de sí mismo.

 Lo de afuera no es más que un sueño.  La senda del despierto” (p. 235), donde se cita el título de la novela.  

El escritor Alfonso Chase, Premio Magón de Costa Rica aduce: “Novela de aventuras, de conquistas y derrotas, de una posible unidad entre el hombre y su naturaleza más próxima.  Una propuesta ideológica en un espacio narrativo que se estalla en múltiples pedazos.  Tal como debe ser el escribir en este tiempo post todo” (p.10).

En síntesis, LA SENDA DEL DESPIERTO, novela de estreno del escritor Alberto López-Carvajal, es un texto de gran valor por los ejes temáticos que aborda, relacionados con el comportamiento irracional del ser humano contra la naturaleza. Su testimonio es valiente y comprometido. Su voz, fresca e iniciática, resplandece con un llamado para no invisibilizar esta problemática que nos asedia más, cada día de la tierra. ¿Albricias, entonces!

 

(Costa Rica, invierno, 28 de setiembre del 2024)






viernes, 27 de septiembre de 2024

La femoria en la tradición oral desde Guanacaste

 

La femoria en la tradición oral desde Guanacaste

 

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural

minalusa-dra56@hotmail.com

Miguel Fajardo Korea


Guadalupe Urbina. La Llorona de Sardinal. Cartago: Poiesis Editores, 2024: 56. Traducción al inglés: Ángela de Boer-Urbina y Michel Malozzi. Núm. 4 Colección Literatura Fantástica Alfredo Cardona Peña Portada: Enar Cruz. Ilustraciones internas: Gabriela Cob. Editor: Ronald Bonilla Carvajal. Corrección de pruebas: Lucía Alfaro Araya.

 

          (Moravia, Costa Rica)- El título del texto narrativo de Guadalupe Urbina focaliza un contexto geoespacial en Guanacaste. Por ello, es un título marco, en el sentido que le da una apropiación al personaje de la tradición oral hispanoamericana.  Es la Llorona: SÍ, pero la Llorona de Sardinal.  Con ello, la narradora realiza una condensación de sentido y pertenencia. Asimismo, realiza un gran aporte a la tradición de la oralitura, como ha llamado Guadalupe Urbina, su invaluable recuperación de la femoria, inserta dentro de la cultura popular.

 

          Los textos de su libro nos remontan a la época, cuando nuestros padres y abuelos sacaban tiempo en familia y solían contarnos historias variadas, en la tarde/noche, todos sentados en bancos y taburetes rústicos, al calor del núcleo familiar, lo que se ha perdido.

 

          Guadalupe incluye el neologismo “Femoria, que utiliza la mezcla de la palabra femenina y memoria y significa la memoria que habla de las vivencias de las mujeres”.

 

          El libro muestra narraciones frescas, transparentes y lúdicas. Cuando las leemos, da la sensación que escuchamos la voz de la narradora entre nosotros. Su estilo sencillo y directo atrapa al lector: “Entonces las güilas jugaban con los trompos que mi papá elaboraba (…) Aún los veo girar “pajitos, pajitos”. O bien, hacíamos ese viaje montadas en un caballito de palo con su cabeza hecha de hojas de piñuela”.

 

          La descripción del ´pueblo en invierno es plástica: “Es el tiempo en que los animales salvajes de nuestro bosque seco tienen a sus crías, tiempo en que los árboles se cubren todos de hojas verdes, de pericos verdes y de garrobitas verdes que en el verano siguiente se convierten en iguanas gigantescas también verdes”.

 

          La narradora incorpora muchos elementos de su entorno espacial: la gastronomía -comidas y bebidas-, el invierno, el verano, la flora, la fauna. las costumbres, los giros léxicos, las onomatopeyas, las frutas, los vientos, los charcos o los juegos infantiles.

 

          Asimismo, se refiere a los diversos trabajos que realizábamos desde niños, como una manera de colaborar con los quehaceres domésticos de las familias qrurales “Los animales de la granja de mamá tenían sus crías casi siempre en el verano y en el verano teníamos más trabajo en casa. Por las mañanas les dábamos maíz a las gallinas, maíz quebrado a los pollitos, afrecho de arroz y sobras de verduras a los cerdos, masa y frutas frescas a los pericos, a la lora de mamá y a su chichiltote llamado Tribilín”.

 

El libro hace ver los juegos de otros tiempos y la manera solidaria de compartir en las barriadas: “Éramos una tropa de diez o quince güilas descalzos y con la ropa gastada de tanto placer y trabajo”. Hoy, tenemos familias monosilábicas, enquistadas en los dispositivos electrónicos, sin mayor interacción entre los miembros que tiene al alcance del abrazo.

 

El texto aborda los rasgos de los afroguanacastecos: “porque en el pueblo casi todos eran cholos, cholitos, como nosotros, que somos morenos con ojos achinados de indio y el pelo arrepentido como la abuela Lupe que era medio negra”.

 

Importante la figura de la abuela para continuar la oralidad: El mejor descanso, el de media tarde, el de las tres y media, era la hora en que la abuela hacía pinol caliente, esa bebida que llamamos el tibio y la acompañamos con empanadillas rellenas de queso seco dulce de Bagaces. En ese momento, a la abuela se le soltaba la lengua y comenzaba a contar cuentos nuevos y otros que repetía una y otra vez como el de la Llorona”.

 

A partir de aquí, la narradora toma la palabra, para establecer una intermediación, con la voz narrativa de la abuela: “Mi abuela Lina contaba que la Llorona aparece en el río cuando el sol se ha ocultado. Camina río arriba y río abajo llorando, llorando, llorando y claro, por eso se llamaba la Llorona. Lloraba entre San Blas y Sardinal, pero nadie podía verla, solamente las personas valientes que se atrevían a pasar el río por la noche. Por supuesto que yo nunca haría eso.  Mi hermano Emilio, el mayor, aseguraba que él jamás había visto a la Llorona, porque cada vez que debía pasar el puente por la noche le cantaba: A la Llorona le gusta la canción y se quedaba quieta y en silencio para escucharla”.

 

          El hilo argumental de La Llorona es arquetípico, ya sabemos de los códigos patriarcales intrínsecos en dicha leyenda, así como su fatídico desenlace desde periodos antecedentes:

 

“Una noche sin luna el río había crecido, se bebió todas las nubes y plum se reventó. Esa noche los perros de la calle comenzaron a ladrar y los ojos de la gente que todo lo ven, vieron pasar a una mujer envuelta en una manta camino al río. Los perros de la noche gruñeron bajito anunciando que algo doloroso estaba pasando. La mujer lanzó un paquete a la corriente, mientras otra mujer bajaba corriendo como un venado suelto en dirección al mismo río. Era Carmencita González que gritaba:

 

_¡Quiero a mi niña, quiero a mi niña!

 

Y se lanzó al agua para rescatarla. Pero ya era demasiado tarde y la corriente se las llevó a las dos. Solamente Alba Centeno, con su casita a la orilla del río, lo vio todo y no pudo hacer nada porque sus piernas tenían reumatismo y no podía avanzar rápidamente. Carmen se fue con la corriente y la otra mujer se escondió entre los ojos de las sorococas”.

Sin embargo, La Llorona de Sardinal, de la costarricense Guadalupe Urbina Juárez (1959), establece variaciones que le confieren nuevas vías creativas a la trama histórica convencional, a saber:

 

a.     Mueren la niña y dos mujeres.

b.    “el alma en pena de Carmencita llora y recorre las riberas de los ríos entre San Blas y Sardinal buscando a su niña”.

c.     Cuentan que también por Miramar se escucha el alma en pena de Carmencita que llora y llora y los persigue.

d.    Pedro encontró una mujer y tuvo una hija, le pusieron el nombre de Carmen, para que su alma no persiguiera a Pedro o a la niña.

e.     Pedro nunca escuchaba los llantos de la Llorona, pero sabía quién era.

f.      Alguien se ofrece a ser la niña de la Mamá Llorona. Para ello, “debe ir por la tarde, casi noche, con dos candelas y una caja de fósforos al río y cuando sople un viento frío, le hablará a la Llorona, quien vendrá y le dirá lo que quiera”.

g.     Hace mucho tiempo la Llorona está esperando a su niña, para que ella le diga mamá y poder descansar.

h.    Y colorín despintado este cuento es colorado.


lunes, 9 de septiembre de 2024

DE LA «HISTORIA DE UN COMENTA» AL REINO DE LA LIBERTAD, LA SINFONÍA PERENNE DE LA POESÍA COMO FORMA DEL SUEÑO.




DE LA «HISTORIA DE UN COMENTA» AL REINO DE LA LIBERTAD,

LA SINFONÍA PERENNE DE LA POESÍA

COMO FORMA DEL SUEÑO.

 

 

 

Mi mundo, mi locura, mi sueño,

como si no encontrara ojos ni cabellos,

frente a frente a los olvidos,

a la pasión violenta, a la verdad desencantada.

WINETT DE ROKHA

 

¿Hasta qué punto somos culpables cuando el techo

no revela ninguna grieta descifrable? ¿Cuándo el lavamanos

que lo soporta no tiene otra manera santa

de invocar que la ablución física, y la toalla

niega secamente que las fieras caras de troll acechen

en sus explícitos pliegues?

SYLVIA PLATH

 

 

Krisma Mancía, (1980)[1] una mujer genial en un país de contrastes y pasiones difíciles. Su estilo singular y augural, auténtica; posee una personalidad prestigiosa dentro de las letras salvadoreñas, distante del común de nuestras poéticas que a menudo se decantan por una poesía que contrasta con los grandes derroteros que demanda el país. Creadora paciente y meticulosa, singular desde los ahogos de una voz que se halla en la trinchera presta a llevarnos por senderos rigurosos, poseedora de un lenguaje plenamente conquistado, sin ornamentos, pero exquisitos y evocadores. Respira y escribe como la gran poeta que es, de emoción fina y enérgica al mismo tiempo.

En su camino perenne de poesía, «Historia de un cometa»[2] nos trae un haz de poemas donde se trasluce una serie de símbolos, anhelos y lecturas, poeta vital en tanto transita territorios y escenarios esenciales. «El tiempo se agota» frente a esa rotundidad, «alguien me inventa otra vida donde crecen mis alas» … aun cuando sea espina y su cuerpo hambriento, pida ayuda. Son pocos los antecedentes, en la poesía salvadoreña, de un equilibrio tan profundo entre la sangre, perennidad y sueño, la de este equilibrio la encontramos en su unidad de ser y tiempo. Su palabra tiene raíz humana como los ángeles de Rilke, primordial y así es su poesía: «insobornable en su originalidad, en su fuego interior, en su rostro tallado por la luz y la sombra», por esas delicadas cicatrices que mojan dentadura y pies y acaban inundando todos los sentidos.

Contrario a lo que solemos ver en la poesía contemporánea, no encuentro en su estilo vicios rítmicos, ni prosódicos. En una entrevista realizada por Rose Marie Galindo[3] podemos conocer algunas calas de la poesía de Krisma Mancía, sobre todo en sus referentes y conexiones con la realidad y su conciencia. Al punto que la poeta expresa en la mencionada entrevista: «quise hacer mi propia mitología, la creación de mi mundo, no del mundo que está dentro. Dentro de mi mundo siempre estuvo la infancia, rodeada de la guerra»[4] aún cuando el arte y la poesía han estado han estado sujetas a la tradición, no es menos cierto su constante movimiento futurista, algo así como L´esprit nouveanu et les poètes de Apollinaire, éste afirmaba que hay que observar antes que nada las motivaciones del poeta respecto a su espíritu y su relación con la realidad, solo después de abstraer los absolutos se es capaz de cambiar el rumbo de la propia escritura.

La voz y los artificios de la poeta están en completa consonancia con la propia constancia y pervivencia de su escritura. Hay desasosiegos que le recorren las venas,

 

Tengo la edad del sacrificio.

La edad de la sangre que camina.

No quiero morir con la belleza cuestas.

[5]

 

La poeta muy consciente de sí misma transmuta su experiencia personal en un análisis de ella, de su naturaleza de búsqueda y revelaciones. A veces la poesía no es fácil de creer en ciertas voces, no es el caso de Krisma, en el fondo yacen vestigios de un Rimbaud, Hemingway, Virginia Woolf, Silvia Plath, como la noche en que «Caí al vacío y no desperté», sabiendo que «el universo es una orgía perpetua» … y que «un golpe de suerte / es una maniobra arriesgada en altamar» …[6] Suele abundar hoy en día una poesía efectista y simplista lo cual corre el riesgo de la veracidad y lo auténtico.

Dar con la enjundia justa para acercarse a la poesía de Krisma Mancía y su poemario «Historia de un cometa» significa no solo entrar a ese juego de realidad y experiencia lo que es su estética puesta en sus poemas, sino pensar también en lo que no dice, lo que la poeta calla, que están ahí en la referencialidad y lo subterráneo. En su poesía y en esta en particular, deja la conexión tradicional del símil y la imagen para establecer una identidad; en el caso de Huidobro, maestro de esta técnica, utilizó lo ya acotado, pero con la intención de crear disonancia, lo cual es interesante en la poesía. La autora está lúcidamente consciente de esta condición ineludible de la palabra, que pretende ser confesión y ruego, esta acotación se observa en el poema: «Sobre la identidad de la belleza (o el breve tratado de la poesía)»[7] es lo más cercano a una poesía confesional que deviene de contextos bíblicos. En 1959, M.L. Rosenthal reseñó el libro de Robert Lowell Estudios sobre la vida (1959) enThe Nation. En su reseña, escribió sobre cómo los poetas se estaban despojando de la máscara que les impedía describir sus propias experiencias vitales, y así nació el término Poesía Confesional. La Poesía Confesional fue un movimiento literario nacido a finales de la década de 1950 que hablaba honesta y directamente de las propias experiencias vitales del poeta, a menudo comentando las batallas psicológicas a las que se han enfrentado.[8] «Historia de un cometa» son poemas de una íntima, aunque condicionada, rendición), ella contrapone a la naturaleza inexcusable del discurso humano su arisca desnudez expresiva, que es la manifestación sensible de su poética y de su ética de la negación de lo falso.

 

Quererme no es suficiente. Soy demasiada y compleja,

Demasiada y multipolar para que me quieran.

Se quiere el ojo de un gato.

La suavidad de un cuchillo al cortar el pan

o la dulce agonía de un pez fuera del agua,

pero yo necesito que me con templen como una estrella

bordada en el pecho agonizante de la tarde.[9]

 

La poesía como parte de la vida fermenta una especie de curiosidad delirante, embriaguez de sueños y palabras, sueños gozosos, lacerantes y a menudo también efímeros. La crítica no suele abordar estas situaciones. La poesía es der las más densas sustancias de la vida, el ser humano se sucede entre uñas y sombras, golpes, absorbiendo todo al paso, en los rincones subterráneos del vinagre, ojos, venenos, ortopedias, indiferencias maliciosas, el drama de nuestros países con muchas heridas y sin paraguas. A menudo a la poesía se entra por un túnel de arrugados ríos, herraduras y cabalgaduras de espuma. La poesía de Krisma la mueve un hilo finísimo y una cadencia refrescante, esplendor de un alma no agonizante, pero que vive la poesía desde la entraña.

En la crisis de la poesía contemporánea observamos a muchos poetas que subvierten la realidad por lo aparente y le ponen diques al curso natural de la verbalidad. En mi opinión Krisma no pertenece a esta categoría. Su retórica tiene un tono y artificios mundanos (de mundo) imágenes semánticas con objetos distintos, no es el verso publicitario, sino una gruta de meditaciones, ella es capaz de percibir —retomando a Huidobro—las relaciones más lejanas de las cosas y escribe sus versos como la sombra de un pájaro que resbala. Rigurosa y arriesgada en su trabajo poético, resultado de ello es el poema bien logrado en oposición a los falsos ensamblajes que suelen hacerse. Su poesía, claro, no es un circo de tres pistas (Circus in Three Rings), interiorizado que nos transmite la esencia del humano.

En todo caso, «Historia de un cometa» es una visión tan lúcida y desencantada «una herida a punto del naufragio,» como bien lo acota en esta frase Juana Ramos.[10] En él no hay lugar para desperdicios y migajas, menos esa poesía dulzona e interesada en crear atmósferas inverosímiles. En cualquier momento la realidad la realidad y el mundo se imponen con sordo llamado:

 

Nunca doblaré mis rodillas

ni diré:

He aquí tu esclava, señor,

porque nadie meterá en mi cuerpo pajarracos dudosos,

ni atará mi voz a la virtud del silencio,

ni pondrá mis alas en cautiverio.

Dicen que soy cuestionable…

Una mujer pez

que escapa de la red.[11]

 

Poemas como «Consejos especiales para desaparecer una ninfa y Epílogo del cielo»[12] se adscriben mas bien a la prosa poética. Este género «surgió de la necesidad de encontrar un nuevo lenguaje que renovara las convenciones líricas, ya anquilosadas para ciertos poetas»[13], agregaría a esta acotación la necesidad de contar cosas a la usanza de la narrativa y darle cierto carácter épico.  En este sentido no es un azar que la poesía y la narrativa hayan caminado juntas durante muchos años y que deriva o retoma la vanguardia. Sin duda comparten un destino y un espacio: la poesía homérica, por ejemplo, Canto general, El evangelio según Jesucristo en donde convergen lo prosaico y lo lírico.

Coincido con la apreciación que hace Rose Marie Galindo[14] de Krisma Mancía en el sentido de que «es una de las poetas jóvenes más destacadas de El Salvador» aunque hoy ya no lo sea, pues ha llegado a una madurez vital y poética. «Historia de un cometa» es tan importante como la «Era del llanto» escrito éste bajo los influjos y la carcoma de la posguerra salvadoreña. A medida que nos adentramos más a su obra observamos que hay una especie de dolor interior que se equilibra con el dolor exterior, mundo interior y exterior, aunque no sé si pueda creer en la inocencia del mundo, y normalizar la muerte y las malas noticias. Pero sí, la culpa de callar es un largo río que arrastramos como una sábana, así lo expresa la poeta en el poema «La muerte contratada.»[15] Ahora ella escribe en un escenario de República decadente y esa acción solo se puede entender como el compromiso cívico y artístico de una persona que afirma su sensibilidad y afinidad para exponer sus sentimientos.

Los temas en la poesía de Krisma Mancía son varios, vastos y universales, interiores, y hay, de manera implícita una denuncia del mal, lo que hacemos y nos hacen, en su pasión infinita, la historia real, el clamor desde el cual delinea el destino a solas de la poeta. Su reino poético es el de la existencia humana, acaso un monólogo de los paisajes de cada día, un diría reveladora linterna que arranca los del alma los féretros. La poeta cava, sigue cavando, hurga, mientras agoniza la última hora de la tarde.

 

 

André Cruchaga,

Barataria, 10.09.2024



[2] Mancía, Krisma. Historia de un cometa. Editorial El Pez Soluble, (Colección Maremonstrum), 2024, 58 p. El Salvador, América Central.

[3] Rose Marie Galindo. Cinco escritores salvadoreños de posguerra. Editorial Delgado, 2015 304 p.

[4] Ibid., pág. 253

[5] Historia de un cometa, pág. 12

[6] Ibid., pág. 40

[7] Ibid., págs. 11-20

[8] Este tema de la confesional se puede ampliar en el siguiente enlace e inclusive en otros referidos al tema en cuestión: https://www.studysmarter.es/resumenes/literatura/movimientos-literarios-americanos/poesia-confesional/

[9] Ibid., pág 13

[11] Anatomía de la mujer pez, pág. 43

[12] Ibid., págs. 47-50; 53

[13] María Victoria Utrera Torremocha. Teoría del poema en prosa. España 2010. Págs 7-8

[14] Cinco escritores salvadoreños de posguerra, pág. 263

[15] Historia de un cometa, pág. 32