domingo, 3 de marzo de 2013

POEMAS DE AMELIA ARELLANO

Amelia Arellano, Argentina




ALGUIEN TE  BUSCA




“La poesía no quiere adeptos, quiere amantes.
FEDERICO GARCIA LORCA



Te he buscado  más allá de la pasión oscura de una noche.
Como esa sola vez que te encontró: virgen temblorosa y pálida.
Soledosa virgen de los dolores.
Y se que he de tenerte porque eres hija del dolor, del amor, de la duda.
O quizás no te tenga, hija y madre del deseo.
Del deseo, ah, del deseo del Hombre.
Y me pregunto.
Si la niña, pese a la indolencia del mundo, vio la luz.
Porque no has de ser, la que alumbre el hueco de mis manos.

Alguna vez, en la noche.
Alguien o algo, me despierta. Un oleada de fuego, una dolencia.
Un hormiguero. Un cardumen. Un enjambre.
Y creo que has llegado  y siento el “arrebol de la paloma”
Y el espejo, en cambio me devuelve, un rostro polvoriento.
Y rostros y más rostros y mas muertos.
Me digo para que. Porque.
Quien allí los ha puesto, tan serios y tan quietos.

Otra vez siento un resuello de potros en mi nuca.
Y creo que han parido las yeguas.
Y hay pasiones que desbordan
Rebasan el deseo y no hay límites, ni puertas, ni cancelas
Y me muerdo la boca ahogando palabras abortadas.
Y solo encuentro esta feroz costumbre. Este hastío.
Un desencuentro, un miedo conocido.

Alguna noche, aun dormida.
Te encuentro en  el hueco tibio de mis pechos.
Despertares .Maldiciones de heladas madrugadas.
Y este hartazgo, este soñar despierta
Aletazos que huyen de la muerte.
Y se que quizás ya no vengas.
 Si, la duda, el amor, el dolor.
Y me pregunto y me contesto.
Esta certeza, mi única verdad.
Mi única verdad esta certeza.
No te encontrado…o no me has buscado, poesía…





MUERTE



¿Cuántas muertes serán necesarias para que comprenda el  hombre
Que ya ha habido demasiados muertos?
BOB DYLAN



Yo, podría decirte muchas cosas.
Muchas cosas, dulce, pequeña  inmensa, tan temida.
Tan anhelada, tan odiada.
Los ángeles han caído en tus espejos de agua.
Torpes criaturas sin pupilas.
Yo podría decirte que se que me buscabas y me buscas.
Sé, de tu espera ansiosa en aquella tarde de verano sediento.
Hubo un tiempo en que acechabas como reptil hambriento.
En la concavidad del tajo consagrado  me escondía.
Vos traías la cabellera larga de los tiempos.
Las uñas chamuscadas con la congoja del ardiente enero.

Yo venía de un vértice encendido, de un planisferio oscuro.
Y fui hembra, resucitada y bautizada por el polvo.
Vos, en cambio, no sabes la geografía exacta de tu nombre.
Tu nombre es de mujer, como la justicia, la vida, la utopía.
Como la bandera, la patria, la palabra.
La libertad, la negación del no, la rosa.
Que cruel designio te persigue, compañera.
Quien mutila tus pechos. Quien te castra. ¿No te cansas?

Te he visto trepar por los balcones y los nidos vacíos.
Te he observado, absorta, en la mirada de los gatos negros.
Testigo he sido de la transmutación de tus manos.
He contemplado tus rituales de danza en los patíbulos.
He  percibido los poetas sentarse en tu huesudo pubis.
He escuchado el llanto de las madres y los hijos.
Te oí mil veces pasar por la puerta de mi casa.
He visto a Belcebú y a ti . A un niño con pupilas sangrantes.
Y te has equivocado una y otra vez .Setenta veces siete.

Y me preguntas, incisivamente, al borde del abismo.
Porqué el poeta, ante tanto tormento.
Ante los albores terribles de las guerras.
Ante la fetidez de un sol alquitranado.
Porqué el poeta se baña en la clepsidra  el deseo.
Porqué se empapa en la penumbra del amor.

Yo podría decirte muchas cosas…
Y digo, se, que parece futil, banal, invertebrado.
Los poetas cantan al amor y a la luna.
Y llenan oquedades y agujeros de bala.
Y yo, entre ellos…
Saco la flecha del cervatillo y la clavo en mi pecho.
Hondo, muy hondo, hasta los confines del barro.
Y me despojo y me bebo y me amordazo en besos.
Y celebro. Celebro ser mortal, jubilosamente…
Vos, en cambio, amada, pequeña inmensa, tan temida.
Llevas la carga tan pesada de los dioses .Por siglos de los siglos.
Ser inmortal, una y otra vez, inmortal.
Inmortal. Una y otra vez.




MIEDADES



“Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él, le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie te vea...
CHARLES BUKOWSKI



Ya lo siento llegar.
En un rumor de pasos que adelgazan la noche.
El viento ha silbado tres veces. Ha llorado tres veces.
Tres veces lo ha negado.

Pero él avanza con su falo y su dedo, erectos.
Se acomoda en mi cama.
Me cubre con su cuerpo pesado.
Su aliento me apuñala la espalda.
Me huele, me habla, casi secretamente.
Se hunde en mí. Me muerde.
Es una enorme boca que devora la casa de mi infancia.
Los ladrillos de luna. Los racimos.
Engulle sin piedad la patria de mis ruidos impúberes.
El viento en las ventanas. Las voces sacrosantas.
El tintineo de las amapolas en la lluvia.
Y no hay barcos, ni albergues, ni barriletes nuevos.
Y las palomas migran, y los cielos y los dioses.
Solo quedan los miopes y las cucarachas.
Los paralíticos y una que otra langosta.

Y cuando bendigo la impalpable luz de la locura.
Un mendigo  me acaricia los ojos y la boca.
Y lo beso, y lo tomo y lo albergo.
Trae un pájaro azul en su mirada
Me besa las yemas de los dedos.
Y me dice con su voz de cristal amargo.
Déjalo que salga... y anda.


2 comentarios:

  1. Gracias y mi gratitud por ser difusor de la palabra . Por ser un poeta tan excelso!!

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  2. Un gusto, querida poeta Amelia Arellano, saber que puedo extender la mano en que me gusta: gozar y difundir la poesía de mis hermanos y hermanas en la palabra.
    André Cruchaga

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