domingo, 3 de enero de 2010

poemas de javier campos


Javier Campos, Chile


LA ÚLTIMA CARTA DEL ASTRONAUTA


Yo siempre seré tu golondrina en llamas que regresa
El que vive encerrado en esta nave del olvido
El que necesita volar en el bosque de tu casa
Y de allí emigrar desolado al jardín de la luna
Revolotear perdido en los lagos del sol
Dormir miserable en los volcanes congelados de Venus

Sé que nunca podré quedarme junto a tu nido
Porque yo no nací en ningún árbol
Ni en ningún bosque de este planeta
Yo vivía escondido durante el día
En la única rama sin vida de tu jardín
Y nadaba somnoliento en las noches
Bajo las aguas de un lago fosforescente

Por eso mi vuelo es más veloz que la luz
Por eso puedo desaparecer de ti sin quererlo

De tu mismo amor salí entonces
Un pájaro demente y luminoso
Pero no tengo cadenas que me aten a tus besos posesivos
No existen celdas de donde no huya
Ni desiertos donde no encuentre siempre las ciudades
Ni casas selladas donde no deseo nunca vivir

Estoy ardiendo de amor por ti
Y a pesar de que muero en las hogueras de tus viñas
Resucito de esas cenizas amorosas
Para volver a ser un pájaro melancólico
Un pedazo blanco de la luna embriagada
Que pasa veloz por tus ojos una y otra vez

Soy el cartero enamorado que no quiere entregarte nada
Un pájaro doméstico que vuela con un bastón blanco
Un animal salvaje de nadie
Que canta perdido en un bosque de Hadas
Que emigra en los sueños buscando los puertos
Preguntando por las olvidadas estaciones de trenes

No me sigas porque soy yo quien realmente te busca
Soy yo el que te espía tras tu ventana cuando te desnudas
El que desea bailar y esconderse contigo
En el trigo caliente de los graneros de la luna llena

En las noches cuando los astronautas embriagados
Bajan de sus naves espaciales
Y lloran mirando la luna
Buscando con desesperación la estrella de donde vinieron
Yo sólo deseo entrar por tu ventana a dormir contigo
Y dejarte soñando que soy una golondrina inválida
Golpeando los cristales de tu ventana

Nada sacarás con transformarte en lobo
Y salir al bosque a capturarme cuando despiertes
Nunca verás el árbol donde pienso en ti
Ni por mis huellas encontrarás mi rastro

Nunca

Pero deseo tanto que me encuentres
En alguna parte del Universo
Y me sigas como si yo fuera un amante fuera de la ley
Quisiera que fueras poniendo carteles
En todos los árboles
Y escribas allí que me deseas o vivo o muerto

Estoy condenado a seguirte sin quererlo
Siempre seré el pájaro que sueña estar lejos de ti
Pero que sólo quiere esconderse en tu casa
Y allí pudiera abrir la ventana hacia otro planeta
Volara encantado por una película en colores
Donde veo montañas y árboles para cantar
O esperara el pasaje de un tren a otro mundo
Subiera sin equipaje a una nave espacial
Y partiera para siempre sin despedirme jamás de ti

Pero también sé que no me he ido a ningún lugar
Que la nave donde aún vivo
Siempre viaja en sentido contrario
Pasando veloz por los territorios donde viví
hace muchos años
Y donde no reconozco nada mío
Es allí donde me veo amarrado
En el más bello árbol de mis posesiones
Sitiadas por un ejército de la muerte
Condenado a cantar para ti y para siempre
Como toda ave perdida
En los bosques y en la praderas invisibles
de la nostalgia

Sólo los sueños del futuro.




de libro por aparecer en 2007 (escritos todos entre 2004-2006)



Cuando Apollinaire era un joven poeta

A la memoria de Silverio Muñoz



Hay un verso de Apollinaire que no podré olvidar:
“Mi pequeña Louise, quisiera morir en un día que me amaras”

Apollinaire lo escribió el 13 de abril de 1915
o sea a los 35 años y de eso hace casi un siglo

Dicen que Apollinaire era feo y gordo
y ninguna mujer se volvió loca de amor por él
La historia también dice que enloquecido de amor,
y por su propia voluntad, se enroló en el ejército
para pelear en la primera guerra mundial

Fue por el despecho de una mujer indiferente:
ella era la aristocrática y bella Louise de Coligny-Chatillon

En ese tiempo no había televisión ni menos la radio era masiva
recién comenzaba el cine en Paris y el primer film francés,
“Viaje a la luna” de 1902 (donde se parodiaba a los intelectuales)
fue el más famoso
y quizás el joven Apollinaire se dejó fascinar por la imagen visual
(hay que recordar que fue él quien inventó los caligramas
y los poemas ilustrados con dibujos)

Pero Apollinaire partió a la guerra por amor
y no por convicciones políticas ni patrióticas,
por eso no le importó el ruido de los fusiles o cañones
ni caer despedazado su cuerpo por las balas enemigas

Quien sabe si cuando recibió una esquirla de un cañón en la cabeza
miraba la luna, o las estrellas,
o recordaba nostálgico las aguas de el Sena
bajo el puente Mirabeau
Se dice que gran parte de la esquirla quedó pegada en su casco militar
y se salvó por milagro de la muerte
hay una foto famosa de Apollinaire con su cabeza vendada de blanco
como un poeta embalsamado aún por el dolor que le causaba
la bella e indiferente Louise de Coligny-Chatillon

Pero la historia también cuenta que sorprendido Apollinaire,
cuando ya estaba encuartelado, y antes de recibir aquel impacto
en el casco militar,
Louise vió en ese gesto del poeta
un profundo acto de amor que ella no imaginó nunca de
un poeta
gordo y feo

Y partió la bella joven en un carruaje a buscarlo al cuartel
donde Apollinaire se había enlistado y ya marchaba a la guerra
quizás quería morir peleando
o que una bala le atravesara el corazón
puesto que nada había atravesado el corazón de la hermosa
y aristocrática Louise de Coligny-Chatillon

Es decir, ella nunca fue tocaba por ningún avance amoroso del poeta
ni menos por los versos que le escribió en vida
mirando las aguas de el Sena desde el puente Mirabeau

También dicen que cuando Louise partió casi enloquecida de amor
buscando a Apollinaire
-pero la verdad sea dicha es que nunca estuvo loca de amor por él-
ella fue su amante sólo por ocho días
y ella misma arrendó un cuarto de hotel en la ciudad de Nimes
donde estaba el batallón de reclutas preparándose para partir a la guerra

Pero al noveno día Louise lo dejó solo en el cuarto del hotel de Nimes
más abandonado de amor que antes

La pasión de Louise de Coligny-Chatillon se había enfriado y era falsa
y Apollinaire quedó desconsolado

Pero aquella pasión, o sea Louise de Coligny-Chatillon,
que originó la más bella poesía de amor de comienzos del siglo XX,
nunca fue verdadera porque ella jamás amó al poeta

Más aún -y esto quedará quizás como un misterio
en la vida de Apollinaire y en la vida de todo joven poeta-:
el pedazo de proyectil que luego iría a recibir en la cabeza
durante la guerra
fue igual a lo que en vida significó el desprecio amoroso
de Louise de Coligny-Chatillon

La ironía es que 20 años después
cuando la aristocrática Louise de Coligny-Chatillon
era vieja y fea
-y el poeta ya había muerto de pulmonía y joven,
pero sin ser amado por ninguna mujer en vida-;
Louise autorizaba publicar por primera vez
todos los poemas de amor que fueron inspirados por ella

Por eso hay unos versos de Apollinaire que nunca volveré
a olvidar:

Mi pequeña Louise quisiera morir en un día que me amaras
Quisiera ser hermoso para que me amaras
Quisiera que fueras mi vida para ser únicamente para ti
Quisiera que fueras la noche para amarnos en las tinieblas
Quisiera que fueras un proyectil alemán para matarme con
Un brusco amor”

(Paris 2004, con Alba cerca del puente Mirabeau)

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