Fotografía: José Antonio Escalona Escalona, cortesía de la poeta María Luisa Lázzaro
ELEGÍA A LA MUERTE DE ESTE RÍO
Ha muerto un río.
Este río ha muerto
--lo repito--
ha muerto.
Otro millón de muertes
a lo largo de su fértil curso
causó la muerte.
Murieron con él
—en sus dominios—
todos los colores de la dicha vegetal.
Y hasta las piedras
de su seco cauce: esqueleto mudo
de aquel cuerpo fluyente y rumoroso
dador de vida:
—venado solitario desde las cumbres,
lento tapir después
en la ardorosa tierra baja—
padre y señor de tres reinos.
Con estériles voces de ceniza
gritan los campos:
“¡Este río ha muerto de abandono!”
Lo dejaron morir
los mismos hombres que se fueron
tras las voces
—ilusorias—
de aquellas sirenas negras
salidas del fondo
de nuestro soterrado
mar de petrodólares.
Este río ha muerto
y con su muerte
mi campesino corazón se siente
–¡por segunda vez!--
huérfano de padre.
Ahora sólo habita
en sus márgenes borrosas
la soledad.
Y el viento.
ELEGÍA A LA MUERTE DE ESTE RÍO
Ha muerto un río.
Este río ha muerto
--lo repito--
ha muerto.
Otro millón de muertes
a lo largo de su fértil curso
causó la muerte.
Murieron con él
—en sus dominios—
todos los colores de la dicha vegetal.
Y hasta las piedras
de su seco cauce: esqueleto mudo
de aquel cuerpo fluyente y rumoroso
dador de vida:
—venado solitario desde las cumbres,
lento tapir después
en la ardorosa tierra baja—
padre y señor de tres reinos.
Con estériles voces de ceniza
gritan los campos:
“¡Este río ha muerto de abandono!”
Lo dejaron morir
los mismos hombres que se fueron
tras las voces
—ilusorias—
de aquellas sirenas negras
salidas del fondo
de nuestro soterrado
mar de petrodólares.
Este río ha muerto
y con su muerte
mi campesino corazón se siente
–¡por segunda vez!--
huérfano de padre.
Ahora sólo habita
en sus márgenes borrosas
la soledad.
Y el viento.
Poema cortesía de María Luisa Lázzaro,
Gracias André por darle este espacio a nuestro poeta José Antonio Escalona. En nombre suyo y de la Asociación de Escritores de Mérida, te damos nuestras emocionadas palabras de gratitud.
ResponderEliminarCon un fuerte abrazo
María Luisa Lázzaro