Miguel Fajardo Korea (Poeta y ensayista costarricense)
Artículo
ANDRÉ
CRUCHAGA
EN LA MEMORIA DE LA POESÍA
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción
y Difusión Cultural de Costa Rica
minalusa-dra56@hotmail.com
André Cruchaga (El Salvador)
(Moravia, Costa
Rica). El
trabajo de difusión cultural de André Cruchaga (El Salvador, 1957) es
excepcional. Las páginas de sus revistas
electrónicas, en especial, “Odiseo en el Erebo” están al servicio de la
extensión cultural sin distingos de nacionalidades ni ideologías.
Él se
esmera, cada día por ofrecer los mejores y más exquisitos portales de la
cultura y la luz intensa de la poesía.
André Cruchaga ofrece espacios de conocimiento frescos y caminos humanos y literarios, tan
vastos y reconfortantes para el espíritu. André Cruchaga ha fungido como jurado
en diversos certámenes. Asimismo, ha sido distinguido con premios literarios. Es un académico y un
trabajador incansable de la cultura. Su labor humanística es digna de encomio,
en un mundo abierto a la indiferencia y la incomprensión.
La poesía
tiene una virtud: es un encuentro y un
desencuentro. Las posibilidades
de convergencia desde la poesía son múltiples.
En este caso, Internet fue el acercamiento; los libros, su fortaleza.
Una tercera fase, será conocernos personalmente, en el momento oportuno, en
alguno de nuestros países centroamericanos. Este último está pendiente, a pesar
de que visité su país hace unos años.
André
Cruchaga es profesor de humanidades y Ciencias de la Educación. Ha sido académico en enseñanza media y
universitaria. Su bibliografía es extensa,
con 22 libros publicados en diversos países, tales como El Salvador,
México, Estados Unidos o Cuba, entre
(1992-2018). En mi biblioteca dispongo de 12 de sus libros, lo cuales ocupan un
sitio especial en ella.
Entre sus
títulos editados sobresalen: Alegoría de
la palabra, Fantasía del agua, Fuego de la intimidad, Espejo de invierno,
Memoria de Marylhurts, Enigma del tiempo, Visión de la muerte, Antigua soledad,
Insomnio divagante, Viento, Césped sobre el fuego, Fugitiva luz de los espejos,
Fantasía del bosque, Caminos cerrados, Enigma del tiempo, Roja vigilia,
Querencia del follaje, Rumor de pájaros, Oscuridad sin fecha, Pie en tierra,
Viajar de la ceniza, Cuaderno de ceniza, Sublimación de la noche, Poeta en Barataria, Balcón del vértigo,
Post-Scriptum, Viaje póstumo, Lejanía, Vía libre, Cielorraso, Calles, Ars
moriendi, y Motel.
Su obra
poética ha sido parcialmente traducida a doce idiomas, entre ellos: inglés por
Grace Castro; francés por Dànielle Trottier y Valérie St-Germain; vasco por
Miren Eukene Lizeaga; griego por Lia Karavia; holandés por Michel Krott; rumano por Liliana Popescu y Elisabeta Botan; catalán
por Pere Bessó, quien ha difundido, grandemente, la obra del bardo salvadoreño.
Varios de sus poemarios son ediciones bilingües, lo cual amplía su circuito de
lectura a otras posibilidades y espacios lingüísticos.
En la poesía de Cruchaga existe un dossier de antifaces, aunque al hablar de la vida no se debe temer
a los fantasmas, sin embargo, las hormigas se mueren al ver los espejos. La vida nocturnal es un horizonte de soledad,
verjas y sombras en la luna. Es decir,
en el mapa lírico de Cruchaga campea una
honda preocupación por la nostalgia de
los espejos, lo inanimado es una respuesta donde “El silencio nos arroja
rostros reales”.
El ánimo del cansancio es un desgarramiento en el espacio
corporal. Mares y noches, bocanadas y
desgarramientos. Sus preocupaciones estelares son el silencio que habla y ve,
porque “Nos toca morir en un país de gritos”.
Es el grito humano como un vector semiótico de repercusiones en el
atardecer de la sonrisa, en el círculo cabalístico, o bien, en las tumbas
hambrientas.
La ubicuidad es otro de los rasgos de este mapa lírico “Uno se da cuenta de que ya no se es de aquí
ni de allá”· La mirada se comporta,
entonces, como uno de los signos del futuro en el ayer, es decir, siempre. “Un
corazón donde latía el río” es una imagen plurisignificativa de hondo arraigo
expresivo, en el trópico del oleaje, en la hierbabuena del tiempo.
Existe un acendrado espíritu de búsqueda por los
desaparecidos, por sus olvidos “Tan atroces como hablar con las sombras”. Dice Benedetti que “el olvido está lleno de
memoria” y, en esa dimensión, el autor salvadoreño expresa “La tempestad de la
ciudad y sus desaparecidos”. El tópico
central de la ciudad, con todos sus contornos y expresiones desangeladas. “Este
país fue hecho prohibido para el olvido”, es un verso contundente,
restallante. Es una incisiva reflexión
para todos.
Ironiza cuando aduce “Sé que la vida, de vez en cuando, es
un manicomio”. La vida, el mundo mismo
se comportan de esa manera. Los actos
coyunturales son problemáticos, hoy. A
veces, “La vida es un viaje a cero”. En
otro momento discursivo remarca “Me duele saber que la vida encarna
oscuridades”, a pesar de ello, “Su sombra es mi ser. Mi compañía.
El centro de mí”. Es decir, la
fuerza humana es un sujeto activo en este mapa lírico. Esa condición actancial le permite decir “Un
segundo en un vaso es la vida”.
Pie en Tierra
incursiona en un dualismo de entrada “Contemplar es vivir. Vivir es despertar”. Es como si el río de las irrealidades
sujetaran al poeta y le indicaran otras rutas, aunque “De nada sirve abrir los
ojos: todo es sombra”. Y en esa vastedad
de la sombra distinta “La noche tiene un solo ojo ciego”. La ceguedad del mundo es asombrosa. Tenemos tanta capacidad para destruir, que se debe “Descubrir los
pasos desgastados en los espejos”.
Los textos de este poemario de Cruchaga son más extensos,
como si quisieran expresarnos todo su dolor, su angustia existencial ante los
avatares del mundo, ante los quehaceres de las fronteras, aunque “Nada es
posible con ellos para que no se pudran las palabras”.
El sujeto lírico aboga por los desaparecidos “Luego
sobrevienen los exterminios selectivos”.
Las estadísticas planetarias, en ese sentido, son apabullantes.
Uno se queda incrédulo ante tanta barbarie y eso que estamos en el siglo
XXI “Solo me queda esperar noticias / Y asumir la culpa / Y recoger el espejo
de mí mismo en pedazos”. Los poetas no
renunciaremos a seguir denunciando ese Apocalipsis.
“Ahora nadie ve y nadie ha visto” (…) “Comiéndose la
vida”. El dolor como comida es un signo
devorador “Por mucho tiempo a los vivos nos come el luto”. Sus doloridos acentos singularizan una
especie de esquema recolectivo de la angustia y los traumas humanos más
evidentes, porque “Vivir aquí es una aventura de la sed”.
En el universo poético de André Cruchaga “Jamás regresaremos
al mismo sitio / de donde partimos”, porque “Todos no somos los mismos”. En ese encontrarse y desencontrarse que es la
vida, la voz de Cruchaga es un resquicio para reflexionar sobre la condición
vital “Por eso la mayor fatalidad es estar vivo, seguir vivo”. Las herencias le preocupan al poeta “Partir
dejando a otros, espectros de sí mismo”.
Seguidamente, ofreceré un selecto corpus de versos
relevantes de siete de sus libros, publicados entre (2014-2018), para plantear
un comentario integral sobre la calidad literaria en la poesía del salvadoreño
André Cruchaga, gran y solidario poeta centroamericano.
De Postscriptum (2014)
selecciono versos ineludibles: “Ya solo es memoria el camino andado”,
“recomenzar el camino del universo”, “Nunca ha sido fácil tener ojos para tanto
mundo”, “el futuro es solo una calle sin ojos”, “Mi memoria es otra cruz
semejante a los candiles oscuros de la sed”.
De Viaje póstumo
(2015) muestro el siguiente corpus: “el aliento es el tiempo póstumo de mi mundo”, “diles que no es pecado el mar en la boca:
todo tu mar”, “Quemamos los barcos descreyendo del horizonte”, “Se ha hecho
memoria la voz del mar”, “el poema, después de todo, se escribe en las páginas
de sangre”.
De Lejanía (2015):
“Cada minuto cuenta para el arcoíris de la sombra”, “Desnudarte, después de
todo, quizá sea la forma de vestir mi
rebeldía”, “Las calles siempre tienen la tentación de hablarme: existen”, “Al final del día, queda el libro sobre la
mesa y el fogón ardiendo en secreto”, “¿En qué pedazo de tierra vive el
futuro?”, “Ahora libre aunque nade siempre contracorriente”, “el semen como un
labio sin sed en medio del hambre”.
De Vía libre (2016): “Hoy es un día sin sobornos”, “Nunca la agonía
deja de ser relámpago o piedra”, “La memoria es una sombra que nos quema la
respiración”, “¿Cuántas ausencias hay que escribir para encontrar la memoria?”,
“en cada poema me atrevo a tocar el infinito”, “Nunca ha sido fácil tener ojos
para tanto mundo”.
De Calles (2017):
“Cuando hablo de laberintos me refiero a ese viaje de flechas de todos los
días”, “La vigilia me hace contar los días sin quitar la vista de las llaves”,
“La palabra, ese hallazgo definitivo del horizonte”, “¿En qué momento cambió el
universo de la alegría por las húmedas plegarias del sollozo, o los
funerales?”, “Aunque todo sea transitorio, la tempestad renueva los aullidos”,
“Al final, solo me queda el camino de la memoria o del olvido”, “Es inútil la
libertad cuando callas o ya has pasado a otra vida”.
De Ars Moriendi (2018):
“Cuando el tren me regrese a casa, habrán escapado las ventanas”, “la piedra
sigue ahí, en todas las formas posibles de los puntos”, “Camino alrededor de mi
sombra. Oscuras palabras”, “En este lugar quiero morir desnudo como mi país”,
“El azadón de la fe no absorbe al enemigo”, “Nada tiene sentido cuando la edad
se ha convertido en un vestigio”, “Siempre ha sido difícil ver las palabras en
medio de las ruinas”, “Uno nunca sabe hasta dónde es posible arar con las
palabras”, “Ahora es la incertidumbre la única certeza para abrir las puertas”,
“Con toda esta edad incesante de las palabras, escribo el poema”.
De Motel (2018),
que es un texto de prosa poética, prosema, citamos: “La herida en ráfagas
derrama sus augurios”, “La magia del espejo nos vuelve criaturas diferentes”,
“¿Quién puede negar los múltiples rostros del poema?”, “Siempre el candelero
nos sorprende con su luz a media asta”, “Después de todo, abierto el resplandor
se hace poema”, “Toda la marea de las aguas
empieza a ser sonambulismo”, “Solo recuerdo la desnudez ciega que nos
mira en la memoria y el vacío a oscuras como la habitación que dejamos”, “Hay
algo que siempre está en la conciencia y que no se puede nombrar”.
Cuando se lee de manera morosa la poesía de André Cruchaga,
advertimos una extraordinaria capacidad para construir imágenes, a partir de
elementos cotidianos, materiales o abstractos. La inclusión de elementos
simbólicos es notable, pues con base en ellos, elabora versos de una señalada
calidad y méritos poéticos.
En su mundo lírico, se advierte una marcada recurrencia a
poetizar sobre el olvido, la memoria, el universo, la sed, el mar, el tiempo,
la poesía, el infinito, su país, las palabras o, el horizonte, por citar
algunos ejes temáticos caracterizadores de su poética.
En su poesía, el símbolo es uno de los recursos más
utilizados dentro del sistema de significados poéticos. Asimismo, hace gala de
un manejo pleno de las figuras retóricas como procedimientos que forman parte
del valor estético de la creación literaria.
Entre sus lecturas se advierte una fortaleza en su
concepción cosmovisionaria. Puede
observarse en ellas, epígrafes testimoniales de figuras tan relevantes como
Antonio Gamoneda, Pablo Neruda, Andrés Sabella, Eduard Jaguer Roque Dalton,
Manuel Altolaguirre, Luis Cardoza y Aragón, Jorge Luis Borges, Gabriela
Mistral, Juan Antonio Massone, César Vallejo, Bertolt Brecht, Pablo Picasso,
Walt Whitman, Juan Ramón Jiménez, Dylan Thomas, Aldo Pellegrini, Fayad Jamis,
Joan Brossa, André Breton, o Braulio Arenas.
Al dar cuenta de la alta productividad poética del poeta
salvadoreño André Cruchaga, nos regocijamos en disponer de una docena de sus
libros en nuestra biblioteca personal costarricense, pues, de esa manera,
releemos sus libros y nos acercamos a su acento creativo de gran capacidad
poética y de construcciones novedosas que nos ponen a reflexionar acerca del
verdadero oficio de un creador holístico como André.
Desde Costa
Rica, saludamos a André Cruchaga, un insigne trabajador, y difusor de la poesía
sin latitudes ni banderías, pues él
sabe, y muy bien, que cada creador realiza su mejor esfuerzo por ser honesto y
transparente, desde su universo creativo, en aras de alcanzar un mejoramiento, en favor de las
mayorías menos favorecidas del mundo.
LIC. MIGUEL FAJARDO KOREA
Centro
Literario de Guanacaste, Costa Rica
(24
de marzo del 2019)