domingo, 18 de noviembre de 2018

EL CAMINO EN LOS PIES DE ALEX PAUSIDES


Alex Pausides (Cuba) y Miguel Fajardo (Costa Rica)
(Tortuguero, Costa Rica, FIPCR 2018)







EL CAMINO EN LOS PIES DE ALEX PAUSIDES

Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción y Difusión cultural de Costa Rica
minalusa-dra56@hotmail.com        


         (COSTA RICA).- En el vasto universo de la literatura cubana, destaca un nombre y un  apellido con gran categoría poética y humana: Alex Pausides (Pilón de Manzanillo, Cuba, 1950). 
         Alex Pausides dirigió la prestigiosa revista El Caimán Barbudo. Vicepresidente de la Asociación Hermanos Saiz de Escritores y Artistas Jóvenes. Funge como Presidente de la Asociación de Escritores y del Festival Internacional de Poesía de La Habana. Dirige la Colección Sur Editores.
         Obtuvo el Premio de la Crítica (Cuba, 2006), la Distinción Vladimir Maiakovski (Rusia, 2008); el Samuel Feijoo de la Sociedad Económica de Amigos  del País (2009), y la Medalla de la Fundación Mihai Eminescue (Rumanía, 2017). 
         Su obra se encuentra traducida al inglés, francés, italiano, ruso, alemán, sueco, chino, rumano, checo, farsi, vietnamita y portugués. Ha asistido a numerosos festivales de poesía en el mundo, entre ellos, dos veces al Festival Internacional de Poesía de Costa Rica (2010 y 2018), donde ha compartido su palabra, su experiencia cultural, editora y la  representación de su país.
         Su obra comprende 16 libros entre (1978-2018), a saber: Ah mundo amor mío, 1978; Aquí campeo a lo idílico, 1978; Malo de magia, 1990; Palabras a lo innombrable, 1992; Cuaderno del artista adolescente, 1993; La casa del hombre, 1995; Habitante del viento (1995, 1997, 2010, 2014, 2018); Elogio de la utopía (1997 y 2008); Llaman desde algún sitio feliz, 1998; Pequeña gloria, 2000; Canción de Orfeo, 2004; Ensenada de Mora, 2005; La extensión de la inocencia, 2007; Caligrafías, 2009; Arte oriental, 2015 y Arte arcaico, 2018. Dos de sus libros Habitante del viento (2010) y Arte arcaico (2018) se han publicado en Costa Rica, y se han distribuido por todo el territorio costarricense, auspiciados por el FIPCR de Casa Poesía, que acaba de celebrar su Festival número 17, dirigido por Norberto Salinas Ollé.
         La extensa y brillante trayectoria poética de Alex Pausides, lo catapultan como una referencia entre las voces más visibles de la poesía cubana.  Señala Pausides: “La poesía puede convocar a un levantamiento del espíritu contra la codicia”.
         El universo lírico de Alex Pausides es pleno de imágenes  encendidas “Ahora la madrugada parece un tren que atraviesa el poema por la espalda”; “El poema es tan largo / se me instala con fusiles en la sorpresa de la mano / y huele a tanta vida / que no quisiera abandonarlo”.
         La inclusión de objetos cotidianos cumple una función que vehiculiza formas de atravesar con mensajes asertivos, a favor del mejoramiento de la condición humana “Si cruzas y pones candelabros de rabia en cada piedra / y una piedra en cada mano al paria / y matas el llanto de un balazo en la pestaña (…) te convencerás de que no / que vivir no es solo la espera que protagonizas”.
         En su acento poético canta al eros “El amor alguna noche se durmió en tus brazos / y detuvo azules los tranvías del sueño”. Ese tema eterno  es irreductible, sigue vigente, cada vez que el ser humano tenga la capacidad de amar, es decir, de transformar, tanto su universo íntimo como el de otros, en una conjugación cromática “En un sitio de ti asomada al mar / bajo un cielo azul lleno de jardines (…) / nos encontraremos”, o bien, “Al horizonte estén tendidas las manos y los ojos.  / Haremos juntos el fuego y la sombra”.
          El planteamiento dicotómico luz-sombra opera como un contrapunteo revelador de la vida amatoria desde los elementos de la corporalidad humana “Amor /  tendrás que cerrar / ´para abrir / las manos”. El sentimiento amoroso se plantea, además, como una reunión confraternitaria, en defensa de los demás “Aquí están todos los hombres soñando un mismo idioma / Y que cantemos todos una canción a tu salud / al tiempo limpio que ha llegado / como una numerosa declaración de amor sobre la tierra.
         Su amor por la humanidad revela la sana aspiración del bardo cubano por los otros “Aquí estamos empujando el día inmenso del amor / Custodiando la risa el pan la escuela limpia el poema los ojos / de los muchachos que van cantando dichosos por las calles / con la sierra húmeda al fondo y una paloma en la distancia”.  El corpus de elementos de mejoramiento humano reivindica lo que el yo lírico expresa en “La poesía y el amor están tomando al hombre por asalto / y verlo es formidable”.  La complicidad es inequívoca, honesta, solidaria.
         Su voz poética no le rinde culto a la acinesia, sino que vibra de humanismo cuando piensa en los otros “si esta noche un hombre sufre solo / es que no ha abierto las ventanas (…) Por obra y gracia de la fraternidad / el amor es más que una esperanza / de los hombres / y que estas palabras sean mucho más que un poema / temblando en la voz de otros hombres / otra lluvia otra noche”. Su marcada acentuación a favor de la solidaridad humana es una esperanza, desde la poesía, por mejores derroteros, en aras de construir un espacio más justo para bien de las mayorías.
         Y lo dice con certitud “A mí no me han desgarrado la sonrisa”.  “Llevo mi isla como una flor que lluvia / Llevo mi tiempo como un gran compromiso en el pómulo”.  El hablante destaca que “A mí nunca me abofetearon en medio del poema / Me dejaron crecer”. Es decir, el poeta  está claro de su oficio espiritual, de su libertad como creador, de su ejercicio consciente, en lucha constante, a favor de la justicia favorecedora para el ser humano de cualquier latitud, pues “Por obra y gracia de la fraternidad el amor es más que una esperanza de los hombres”.
         Clama contra la soledad del ser humano, porque cuando existe la solidaridad entre los seres, el mundo tiene que ser más llevadero, menos enquistado: más comprometido con su mejoramiento desde el fuego de la poesía y la rehumanización de todos los mares de la  isla maceísta y martiana.
         El acento sociopolítico de Alex Pausides es un compromiso telúrico “Para velar el sueño de ese borracho que he encontrado ahí /donde Maceo y Martí se dan la mano”. Antonio Maceo fundó La Mansión de Nicoya, en Costa Rica, entre (1891-1985), cuando trajo a Costa Rica a 56 familias, a los mambises y se dedicó a crear una colonia agrícola.  La figura maceísta es muy querida en Guanacaste.  Se  ha empezado a darle un reconocimiento desde la cátedra.  El Apóstol José Martí es una figura señera del pensamiento, la acción y la independencia del pueblo cubano de siempre.
         En cotidianas “Un día el sol se te abre como un fruto / y te das en el pecho con el viento (…) y no caben en el litoral tus ganas de vivir”. Señala Alberto Peraza que el libro “Arte arcaico” de Alex Pausides “es un libro sincero y no olviden que con la sinceridad se pueden romper todos los límites”.
         El poema “Discurso de Ulises” es  de gran categoría. Su intertextualidad es una referencia para reelaborar  una actitud de vida “No estamos en la tierra de nadie (…) Y nadie teme al susurro que se cierne (…) Pero Ítaca es más que una visión del mediodía / Ítaca es algo más que un riesgo en el horizonte”. En lo no dicho opera la significación del poema, pues solo evoca, sugiere, y deja que el lector complete su relectura.
         El universo lírico de Pausides, el mar adquiere  protagonismo “Mar, mar, no devuelvas la perla al pobre mortal / Abandónalo a su errancia (…) El viaje al sur es el verano torrencial”. Excelente esa ruptura del verano torrencial. De las sequías también se reaprende, ante la duda, el viaje, el sueño, la vida misma entre tantos mares del planeta.  El elemento líquido sugiere otros planteamientos, como secretos oculta el mar de siempre, en los límites infinitos e inapresables de su grandeza, pues “La distancia promete islas ancladas en la palma de la mano”.
         Cuando la poesía pausidiana entra en un estadio reflexivo, su orbe se vuelve una red extensa “No poseo más capital que mi silencio”.  ¿Cúanto de lo no dicho con ese silencio es la poesía de la ausencia? En esa línea, profundiza “Mis párpados no podrán vivir tanto tiempo sin luz”.
         En la espada de Damocles afirma la pequeñez humana frente a la grandeza del universo “Ninguna criatura tan frágil como el hombre / El menor cataclismo lo derrumba”. La construcción de los miedos y los cielos es un reaprendizaje cotidiano, por eso, el poeta sostiene “Vivo bajo el filo de la espada”. Es una especie de situación límite angustiosa, pero cierta, en algún ser humano, cada minuto de los días de la tierra, como deícticos ciertos, en los cronotopos de entrada y salida.
         En su registro intertextual alude a Orfeo, Iscariote, Damocles, Ulises, Dazibao, Galápagos. Cada uno adquiere en su registro poético una asimilación personalísima, porque “El hombre trae el camino en los pies”.
         El poema “Balada del triste” es de alto mérito literario. Sus construcciones son una proyección de presagios, raíces, existencia, herida, espera, caminos, baladas. “Huérfano de mí / en qué tierras iré a echar mis raíces” (…) A qué senos iré a darle mi sed (…) Cuándo acabará la espera y desembocar en la mañana / con un derroche de pájaros en el hombro”.
         En “Manifiesto” el hablante se interioriza, se aleja de los rincones, otea el acontecer cotidiano de la humanidad y asevera “Los vientos comen en mí y yo como en los vientos”.  Es decir, la fugacidad lo asedia, pero aprende a vivir para poderle servir a los demás “Una bandeja diminuta y tierna ofrezco entre los hombres”.
         Seguidamente, establece una posición telúrica frente a la vida “Y me alegra vivir ralo y bullicioso / No seré el profeta de mañana /Ya vendrán otros a hilvanar el canto de sus horas en la tierra /Yo solo dispongo de mi breve pestañear bajo los astros mudos”. Es clara la percepción de infinitud humana, pero ante ese hecho inevitable, el hablante precisa que su Tránsito  de fuego terrestre, -como diría Eunice Odio, la poetisa costarricense, de raíces cubanas, cuyo centenario de natalicio se celebra durante el 2019-, ha de ser la solidaridad con los demás y con sus pueblos.
         El poema “La casa del hombre” propone un recuento de enumeraciones disímiles entre sí, pero que convergen en el poema, a cocimiento lento, para iluminarlo todo desde la mesa común y solidaria de los alimentos cotidianos.  “El hombre llena la casa de rostros / barcos, nubes, magias y países. / La ternura que falta en la cocina /puede el hombre encontrarla en las legumbres /siempre que en sus manos sea limpia el agua / y pueda echar abajo las devastaciones mínimas del polvo, / y arduas las maneras del fuego abran la ceremonia humilde, / la cena pobre del padre pródigo y su hija, enlazados / la risa, el sentir, el paladar. / Comunión más honda que el silencio”.
         “Bitácora” inicia con un verso rotundo “Todo comienza el día que el mundo acaba” (…) Uno debe estar listo para enfrentar /ese viento del sur que trae la ausencia. Su conjugación hace ver un listado de elementos al borde de los finales: emigrar, crepúsculo, ausencia,  desastre, cataclismo, tempestad, delirio, quemar las naves, faltar el aire, recoger las ruinas, en síntesis: no mirar hacia atrás…
         Los dos libros de edición costarricense de Alex Pausides: Habitante del viento (2010) y Arte Arcaico (2018) están dedicados a Asael. Ese afecto lírico es relevante en su condición humana “Esta niña habitante de mis multitudes y mis soledades / A ella salva el viento / A ella unte el mar la magia de su espuma (…) Esa niña cuya a cuya brisa mojada se abre mi rostro encarado a la plenitud /contra el dolor contra todo lo que no sea gozo y su risa”. 
         El poeta levanta su voz contra la eventual autodestrucción del mundo, producto de una guerra nuclear. Son preguntas retóricas o reflexivas “No podrá ser / No adivino mi casa destruida, mi hija hecha memoria de nadie / No concibo morir pulverizado por el viento nuclear / Yo no puedo creer que el hombre matará la fiesta final de la belleza”. 
         Ese verso de cierre es una exigencia ética para quienes tienen esa absoluta responsabilidad en sus manos. Esa belleza final es la vida, es la poesía, es el mundo: vos, yo, todos. Alcemos nuestras voces, entonces, no nos quedemos impasibles ante los signos tanáticos. El poeta  exhibe la palabra como indumentaria y lanza su desafío “Ante mí está toda la mañana / inmensa”. Es decir, la esperanza y la lucha son júbilos para agrandar el canto.
         Enrique Saínz endiña que la poesía de Pausides “viene a enriquecernos con la fuerza de su más fiel y entrañable testimonio, el de un hombre que busca la plenitud y termina hallándola en sí, en la fabulación de un tiempo sin tiempo, en el misterio de lo que no sabemos ni queremos saber”.
         El poeta cubano Alex Pausides visitó Costa Rica con motivo del XVII Festival Internacional de Poesía de este país centroamericano, donde su presencia fue sobresaliente. Presentó su segundo libro en Costa Rica, dio recitales, compartió mesas de trabajo y conversaciones, donde puso en evidencia su alta calidad poética, que trasciende las fronteras de su patria en el Caribe nuestro.
         Durante su estancia coordinó proyectos por desarrollar en el 2019, entre ellos, la edición de una antología de Eunice Odio en Cuba, preparada por el poeta costarricense Rodolfo Dada, con motivo del centenario del natalicio de Eunice, quien tiene raíces cubanas.
         Asimismo, la presentación de nuestro libro crítico “El acento corporal en Los elementos terrestres de Eunice Odio (1919-2019)”, en el Festival Internacional de Poesía de La Habana.  En síntesis, la voz y la bandera poética de Alex Pausides signan un estandarte encaminado hacia el mejoramiento integral y solidario de los pueblos de nuestra América, en el corazón abierto, siempre.

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