Fotografía: Eliana María Maldonado Cano
Fuera del paraiso
Dios separó a los hombres en dos bandos:
los pobres, con hambre de otros cuerpos, insaciables,
siempre deseando el cuerpo ausente,
la forma voluptuosa, los labios carnosos,
las piernas abiertas al placer.
pobres hambrientos de cuerpos.
Dios separo a los hombres en dos bandos:
los ricos, con sus cuerpos presentes, saciados de todo,
la alacena repleta de senos firmes, caderas torneadas, brazos fuertes.
abren la puerta y allí entre seda y satín los vientres se agitan.
Pero nosotros, tu y yo mi amor,
fuera de dios, expulsados del paraíso,
somos miserables.
Nos alimentamos, nos devoramos una y otra vez,
en la mañana tu espalda sudorosa es el agua que me baña,
en la tarde tomamos el sol entre plantas y nubes
y en la noche, en la noche mi amor,
te ceno pedazo a pedazo,
cada lunar, cada rincón.
Dios separo a los hombres en dos bandos:
los pobres tienen hambre
los ricos la comida,
nosotros somos miserables,
tenemos los dos.
Fuera del paraiso
Dios separó a los hombres en dos bandos:
los pobres, con hambre de otros cuerpos, insaciables,
siempre deseando el cuerpo ausente,
la forma voluptuosa, los labios carnosos,
las piernas abiertas al placer.
pobres hambrientos de cuerpos.
Dios separo a los hombres en dos bandos:
los ricos, con sus cuerpos presentes, saciados de todo,
la alacena repleta de senos firmes, caderas torneadas, brazos fuertes.
abren la puerta y allí entre seda y satín los vientres se agitan.
Pero nosotros, tu y yo mi amor,
fuera de dios, expulsados del paraíso,
somos miserables.
Nos alimentamos, nos devoramos una y otra vez,
en la mañana tu espalda sudorosa es el agua que me baña,
en la tarde tomamos el sol entre plantas y nubes
y en la noche, en la noche mi amor,
te ceno pedazo a pedazo,
cada lunar, cada rincón.
Dios separo a los hombres en dos bandos:
los pobres tienen hambre
los ricos la comida,
nosotros somos miserables,
tenemos los dos.
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