En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



miércoles, 22 de junio de 2016

El universo irresistible de Ninfa Santos

Lic. Miguel Fajardo Korea





Centenario de natalicio

El universo irresistible de Ninfa Santos



Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica
minalusa-dra56@hotmail.com





(I parte)
            Estamos conmemorando el centenario del natalicio de la poetisa costarricense Ninfa Santos (1916-1990), quien murió en México, país que le editó su único libro “Amor quiere que muera” (1949), con 10 dibujos de Santos Balmori. Por su parte, Alejandro Finisterre publica la segunda edición mexicana (1985), con un dibujo en la portada de su nieta Paloma Díaz Abreu.
            Ninfa Santos edita su único poemario en 1949, a los 33 años de edad, pero 67 años después, el libro es prácticamente desconocido en Costa Rica. El título de su poemario es un intertexto de Garcilaso, con función de epígrafe: “Amor quiere que muera sin reparo”. La edición fue patrocinada por la revista América, de México, con una tirada de 500 ejemplares numerados. Contiene 407 versos.
            Ninfa Santos tuvo una vida accidentada, producto de una infancia difícil, debido a la ausencia de la figura materna desde los tres años, en virtud de lo cual, su padre delegó esa responsabilidad en la tía Ninfa, su inflexible hermana. Ninfa Santos vivió su infancia en Liberia, en la hacienda La América. También residió en San José.
            Su periplo de vida incluye México, Estados Unidos e Italia. Además, visitó Rusia. Sin duda, una vida muy agitada, en años igualmente convulsos. En México, Ninfa Santos se hospedó en casa de su tía Lupe, pero abandona ese espacio debido a las fuertes restricciones de su tía.  

            Debió permanecer encamada durante largos periodos. Aparte de esas aflicciones y castigos, el destino se ensañó contra ella. Poco a poco, se vio afectada por la artritis, e hinchada por los efectos de la cortisona. La artritis deterioró su imagen e identidad corporales, y le restringió su capacidad de movimiento.
             Para la escritora francesa Fabienne Bradu (1954): “El signo dominante de su infancia fue la horizontalidad”. Bradu, en su libro “Damas de corazón” (México: FCE, 1996) dedica a Ninfa Santos 67 páginas (170-228).  Es, sin duda, uno de los ensayos más lúcidos para entender el irresistible universo humano y poético de la autora costarricense, de larga estancia en México.
            El caso de Ninfa Santos se asemeja al de Eunice Odio (1919-1974). Recuérdese, en esa misma línea, que el libro premiado de estreno de Eunice Los elementos terrestres (Guatemala, 1948), no se editó en nuestro país, sino hasta en 1984, es decir, 36 años después.
            Uno se pregunta, con increíble asombro, la tardanza costarricense en publicar dichos libros.  En el caso de Ninfa Santos, la Editorial EUNED (2013), publica su pequeño libro, 64 años después, con prólogo de Mía Gallegos. Sin embargo, dicha edición, solo incluye 12 de los 19 textos.
            La poesía es un margen de vida. Una perspectiva de identidad para crecer. Un arma de palabras que retoma el viento para marcar destinos presentidos, pero intransitados. Por ello, la poesía es un manifiesto del decir, desde los diversos frentes vitales del factor humanidad. Es de este mundo, pero alcanza otros estadios, para fundar una manera de ser.

            Desde esa coyuntura, el nombre y la obra poética de Ninfa Santos, no debería ser ajeno ni desconocido, aunque sí lo extrañamos, con mayor peso,  en el cuerpo bibliográfico de la literatura costarricense. Su nombre sonoro es uno de los que ha sufrido extrañas exclusiones, quizá por el desconocimiento de su obra, por su independencia paradigmática o por la mezquindad cultural del medio.  Costa Rica cuenta con notables legionarias de las letras: Carmen Lyra, Yolanda Oreamuno, Eunice Odio, Ninfa Santos, Victoria Urbano, Rima Vallbona…
            En esa zona de recuperación, destaco a la revista costarricense Hoja en blanco (Núm. 2, año 2, agosto 2004. 7-47 pp.) Tanto su consejo editorial, como su director, Álvaro Mata Guillé, reivindican y recuperan, con propiedad, el nombre y la obra de Ninfa Santos, para inscribirla dentro de la poesía costarricense, en páginas integrales, de honda intensidad, de afirmaciones y rotundidades, para abrir el claroscuro de su caso artístico.
             Álvaro Mata Guillé, Antidio Cabal, Fabienne Bradu, la inclusión de cinco poemas de Ninfa  y cuatro fotografías de ella, llaman  la atención, para revisar su nombre, marginalmente inscrito en la casa histórica de la poesía costarricense, desde el siglo anterior.

            Con la visión que caracterizó al Maestro Joaquín García Monge (1881-1958),  publicó a Ninfa Santos en Repertorio americano (Vol. 48, Núm. 4, marzo de 1953, p. 57), la revista costarricense de mayor alcance continental (1919-1958).
            Igualmente, el chileno Alberto Baeza Flores (1914-1998) expresa en su ensayo antológico “Evolución de la poesía costarricense (1574-1977)”, refiriéndose a Ninfa Santos y sus poemas en Repertorio Americano:Y esta sola página es la que fundamenta, y alimenta, en Costa Rica el nombre de Ninfa Santos (…) Los poemas de Ninfa Santos son breves, rítmicos, frágiles, casi a punto de deshacerse, de quebrarse, como si fueran un delgado hilo conductor. Pero este filamento está cargado de emoción y de eficacia. Y transmite eso no siempre fácil: la poesía” (1978, p. 177).

            Pocas son las antologías costarricenses que han incluido a Ninfa Santos, a saber: Manuel Segura Méndez, en “La poesía en Costa Rica” (1963); Carlos Rafael Duverrán, en “Poesía contemporánea de Costa Rica” (1973);  Alfonso Chase,  en  “El amor en la poesía costarricense” (2000).
            En julio de 1984, con motivo del Segundo Simposio “Evaluación de la literatura femenina de Latinoamérica en el Siglo XX”, edité el suplemento Presencia femenina en la literatura costarricense del siglo XX, en el número de cierre de la revista Hojas de Guanacaste (1982-1984), nº 12, con un tiraje de 1.000 ejemplares. Ninfa Santos aparece con dos poemas. Era mi primer acercamiento con su poesía y con su sobresaliente caso artístico, que seguimos con mucho interés.

            El 15 de abril del 2005, la revista Hoja en Blanco y el Centro Literario de Guanacaste (fundado en 1974), le rendimos uno de los pocos  homenajes públicos costarricenses que se  han ofrecido a la obra poética de Ninfa Santos, en el norte geográfico de Costa Rica. Con la presencia del  Álvaro Mata Guillé,  Víctor Alvarado Dávila,  Marco Tulio Gardela y quien escribe, se logró cautivar a un ávido auditorio, deseoso de conocer la voz poética de Ninfa Santos.

            Ninfa Santos casó con el escritor mexicano Ermilo Abreu Gómez (1894-1971), con quien mantuvo una relación durante 20 años, y con quien procreó a su hija Juana Inés (1939). Se divorcia de él, cuando la descalificó de sus responsabilidades maternas. Su hija Juana Inés casó con Bernardo Díaz, bisnieto de Porfirio Díaz, y ella guardó el secreto de los jóvenes, lo que enojó a su esposo. De esa boda, nacieron sus nietas Paloma y Marisa.
            Su matrimonio con Abreu Gómez y su ámbito laboral le permitieron cultivar amistades literarias de prestigio, tales como Octavio PazAugusto MonterrosoAlfonso ReyesErnesto CardenalErnesto Mejía SánchezRosario CastellanosJuan RulfoRafael Alberti y su esposa María Teresa León, Juan Ramón JiménezJuan RejanoRamón GayaJuan Gil-AlbertEmilio CarballidoAlice Rahon, Ricardo GaribayTomás Segovia, Michèle Albán, Jorge RigolSalomón de la SelvaXavier VillaurrutiaRodolfo UsigliEfrén HernándezMargarita MichelenaAgustín LazoMarco Antonio MillánJuan de la Cabada o María Asúnsolo, entre un brillante ertcétera.

            La autora costarricense trabajó como Auxiliar en la delegación de México ante la OEA (1953). Allí inició su carrera diplomática. En 1958 es ascendida a Vicecónsul. En 1963 viaja a Nueva York.  En 1967 llegó a Roma, Italia, donde vivió durante trece años.  Regresa a México, donde fallece, el 26 de julio de 1990, hace 26 años.
            El viaje a los Estados Unidos de Norteamérica, le genera expectativas y un entrañable acento nostálgico por cuanto debía dejar México: “Ahora me iré a una ciudad lejana / de hombres extraños que hablan extraña lengua, / hombres indiferentes cuyo dolor ignoraré / así como ellos ignorarán este largo sollozo / que camina, sonríe, se detiene, pasa”.

            En el mismo texto, se advierte su aflicción por la soledad, a la que prevé enfrentarse: “Habrá también mi soledad tremenda (…) pero mi soledad será como esos perros / que crecen a puntapiés (…) Será la soledad de los ataúdes sin muertos”.
            Según la brillante escritora francesa Fabienne Bradu: “Ninfa no tuvo conciencia de su propio y secreto heroísmo, que consistió en resistir, hasta el último día de su vida, al desamor, a la amargura, a la resignación, a la falta de asombro y de esperanza” (Bradu, 2004: 39).
            El  poeta y  crítico español, Antidio Cabal (1925-2012) aduce: “El mundo de Ninfa Santos desemboca en el metamundo de Ninfa Santos: el castigado tránsito de su carne a través del mundo fracturado por el fenómeno del amor (huesos, “ciego muro infinito ciego pozo de espanto”, musgo, sierpes, veneno, frío, maculación, “huracán frenético”, odio, hiedra, losa, lava, ceniza, angostura, “intacto sepulcro”: “Tal es mi juventud y junto a ella, detrás de esta miseria, tu fantasma”) se desvanece, se  volatiliza  ante  la  semilla  trascendente  e  inmanente  del  yo (…) Ese  yo  o  esa esencia  o  esa  verdad / identidad se llama Anacostia: en el silencio / me está llamando / una voz. Es la Ninfa de dentro llamando a la Ninfa de fuera” (Cabal, 2004: 16-17).

            La Asociación Costarricense de Escritoras de Costa Rica,  rinde homenaje a Ninfa Santos en el  centenario  de  su  natalicio, al dedicarle el III Encuentro sobre literatura de mujeres en Costa Rica (2016). De mi parte,  he incluido mi ponencia “Otra lectura a ‘Amor quiere que muera’, de Ninfa Santos”, en  el  suplemento cultural “Caminos culturales del Norte G.” (Periódico Anexión. N. 271,  año 25, 2016: p. 4).  Asimismo, un epígrafe de Ninfa Santos acompaña la segunda edición de mi libro antológico “Nadie es dueño” (2016).
            Ninfa Santos reclama un espacio en las letras de su patria natal. Parece mentira que, 64 años después de publicarse en México (1949) su único y pequeño poemario “Amor quiere que muera”, Costa Rica no lo haya editado, sino hasta el 2013 (Euned), lo que ha incidido, sin duda,  en la poca difusión de su obra, así como en el conocimiento marginal  de su preciso universo poético irresistible. 

martes, 21 de junio de 2016

Asociación para la Cultura de Liberia, trigésimo aniversario

La mayoría de  miembros de la Junta Directiva de la Asociación para la Cultura de Liberia (2016-2017), posan con atuendos y trajes vernaculares, signos de autenticidad guanacasteca (MFK).






Asociación para la Cultura de Liberia, trigésimo aniversario


Lic. Miguel Fajardo Korea
minalusa-dra56@hotmail.com
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica




            La Asociación para la Cultura de Liberia (1986-2016), es una organización cultural independiente, sin fines de lucro. Fue fundada hace tres décadas, el 16 de junio de 1986. Por su tesonero trabajo voluntario a favor de la cultura, obtuvo el “Premio 18 de Abril”, otorgado por ICOMOS de Costa Rica, en 1993.

            La Asociación para la Cultura de Liberia se encuentra constituida legalmente. Su personería jurídica es 3-002-078807-00. Mantiene la búsqueda permanente de opciones y oportunidades, que permitan perpetuar la memoria histórica-cultural, mediante proyectos que fortalezcan la identidad del cantón.

            Para evitar que se atente contra los procesos identitarios de la capital de la provincia de Guanacaste, debe coordinar con las diferentes autoridades locales, nacionales e internacionales, para lograr la permanencia de la identidad y la cultura, heredada  del ayer, que se vivencia  hoy,  y se trasmitirá a las futuras generaciones.

            Los objetivos que guían su loable trabajo voluntario, cultural e independiente son:

1). Promover el estudio y rescate de los valores cívicos y del patrimonio cultural de Liberia. 2). Fortalecer la identidad mediante el resguardo de la historia, costumbres, conocimiento, e ideales  del entorno de Liberia. 
3). Formar conciencia sobre la importancia del espíritu de respeto que el ser guanacasteco debe tener  con su cultura e ideales. 
4). Apoyar las acciones de los grupos culturales y artísticos organizados, que busquen el desarrollo cultural y social de Liberia.
 5). Coordinar y robustecer vínculos con instituciones nacionales o internacionales que tengan por objetivo la promoción cultural.

            Como parte de sus atribuciones para el cumplimiento de sus fines, la Asociación podrá adquirir bienes muebles e inmuebles, derechos reales y personales, celebrar contratos de toda índole, y realizar toda especie de operaciones lícitas, encaminadas a la consecución de sus metas. Asimismo, propicia alianzas culturales con otros grupos, por ejemplo, el Centro Literario de Guanacaste (1974-2016).
            En la actualidad,  la Asociación para la Cultura de Liberia sigue dando  una tenaz lucha contra la demolición del inmueble patrimonial, así como la desaparición de costumbres y tradiciones, producto del desarrollo mal entendido, por algunos sectores de la sociedad civil y gubernamental.

            La Asociación para la Cultura de Liberia, ha centrado sus esfuerzos en recuperar los rasgos costumbristas y las tradiciones, mediante experiencias vivas, para que la comunidad no las borre de su memoria social y reaprenda a disfrutarlas con sentido de convivencia.

            En conjunto con la Municipalidad de Liberia, ha  logrado la declaratoria de las Salas principales de la antigua Casa Gobernación de Guanacaste, en honor de a Jesús Bonilla o Lía Bonilla, entre otros artistas.

            La Asociación para la Cultura de Liberia ha impulsado la protección del patrimonio arquitectónico, con el ánimo de recuperar el patrimonio cultural y los valores culturales que signan la expresión de identidad de un pueblo, tales como la tradición, las costumbres y los hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico, al igual que las manifestaciones, los productos y las representaciones de la cultura popular.

            La Asociación para la Cultura de Liberia cuenta con intensos 30 años de voluntariado cultural  independiente. Durante este lapso, vela y registra numerosas luchas a favor del patrimonio de Liberia, por ejemplo: ha participado dos veces en la restauración de la Ermita de la Agonia, así como en la restauración, tanto de la Casa de la  Cultura de Liberia, como de la Casa Gobernación de Guanacaste.

            Otras tareas voluntarias que han hecho suyas, sin desmayos ni amedrentamientos, es la fervorosa defensa del patrimonio arquitectónico. Para ello, ha solicitado la declaratoria de varios inmuebles de gran importacia, tales como la casa de Francisco Mayorga Rivas, el edificio de la Copa de Oro, El Puente Real, entre otros.

            En la actualidad, trabaja en la consolidación y declaratoria del Centro Histórico de Liberia, el cual incluye  72 manzanas, correspondientes a los cuatro barrios fundadores de la ciudad, así como el Museo temático del Traje Típico Guanacasteco, basado en la visionaria idea de Lía Bonilla Chavarría (+).
           Ha trabajado por el Patrimonio Intangible desde  1991, cuando la horchata y el arroz de maíz se estaban extinguiendo, por ello, se propuso recuperarlos en el uso cotidiano, por lo tanto, fueron declarados  como el  fresco y la comida oficial para las actividades de la Asociación. Ahora, se propone la recuperación del fresco de pitahaya y el ajiaco, ambas, en peligro de extinción.
           El  más reciente logro en el área del Patrimonio Intangible, fue la declaratoria del Tope de Toros (2013-2014), producto de una Beca-Taller del MCJ, se logró la elaboración de los lineamientos y su publicación en el diario oficial La Gaceta (2015, los cuales rigen para la tradición del Tope de Toros,  durante las Fiestas Cívicas de Liberia.
           En el campo literario, la Asociación cuenta con un fondo editorial propio.  En ese sentido,  han auspiciado la publicación de cinco libros de colección, con el fin de perpetuar el legado musical y cultural de afamados artistas guanacastecos: Héctor Zuñiga Rovira (1993); Sacramento Villegas Villegas (1994); Medardo Guido Acevedo (1996); Jesús Bonilla Chavarría (2011) y  Lía Bonilla Chavarría (2012). En esta colección, han colaborado, quien suscribe y como coautores, en dos de dichos proyectos, Fernando Gutiérrez Coto y  Mélida Obando Viales. Asimismo, colaboraron con mi más reciente libro “Perspectivas muralísticas sobre la historia de Liberia“ (CoopeAnde, 2016:38).

            La Asociación para la Cultura de Liberia cuenta con más de 80 asociados y 10 miembros de Junta Directiva, la cual tiene una permanencia de dos años consecutivos. En ese sentido, los proyectos que la Asociacion tiene, no se ven afectados por los cambios. La composición de sus asociados es heterogénea: desde vecinos, amas de casa, pensionados, educadores, arquitectos, artistas, abogados, sacerdotes, historiadores o comunicadores. La Junta Directiva (2016-2017) cumple con la equidad de género, a saber:
            Presidenta                   Nuria Cuadra Clachar              
            Vicepresidenta           Verónica Navarro Fennell,     
            Secretario                   Olger Hurtado Hernández
            Tesorera                      Mélida Obando Viales
            Fiscal                          José Luis Pizarro Pizarro           
            Vocalías:                     Hugo Zúñiga Clachar                       
                                               Lidia Fennel  Montoya                     
                                               Magdalena Angulo Martínez        
                                               Manuel Martínez  Abarca
                                               Warren Meza Valverde             

            El trabajo cultural, VOLUNTARIO E INDEPENDIENTE, desplegado durante 30 años por los miembros de la Asociación para la Cultura de Liberia  ha sido un insumo cultural  de  gran proyección  para  la capital guanacasteca.  Por ejemplo, han organizado 30 Semanas culturales “Liberia, Ciudad Blanca”, que culmina el día cuando se conmemora la fecha de la fundación de Liberia, el 4 de setiembre de 1769.  Por cierto, en el 2019, Liberia alcanzará su ducentésimo quincoagésimo aniversario (250 años).

            Nadie defiende lo que no conoce y la Asociación para la cultura de Liberia (1986-2016), se ha propuesto que nos conozcamos como ciudad, para poder remirarnos, con los signos de las luchas auténticas y la defensa de las herencias vernáculas más preciadas que le dan  pertenencia identitaria a la capital de la provincia guanacasteca.

            Para contactar con la Asociación para la Cultura de Liberia, pueden hacerlo con su representante Nuria Cuadra Clachar, al telefax: 2666-7833, o bien, al celular 8357-0203.  Asimismo, la Asociación cuenta con el siguiente correo electrónico: liberiacultura@gmail.com y, en la red, pueden visitar su agradable página https://www.facebook.com/asociacion.culturadeliberia/info

sábado, 11 de junio de 2016

LA ECO-CULTURALIDAD DEL LITORAL EN LA NARRATIVA DE ÁLVARO VEGA SÁNCHEZ

Miguel Fajardo Korea, Costa Rica





LA ECO-CULTURALIDAD DEL LITORAL

EN LA NARRATIVA DE ÁLVARO VEGA SÁNCHEZ



LIC. MIGUEL FAJARDO KOREA
PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN MAURO FERNÁNDEZ

I
            (Guanacaste/Moravia).-La literatura costarricense se ha centrado, históricamente, en el Valle Central. Sin embargo,  durante los últimos años, diversos autores se han ido alejando, temáticamente hablando, de la meseta, como una manera de ofrecer mayor apertura a su propia obra y, además, con el claro compromiso de incorporar dichos contextos, los cuales forman parte de la identidad nacional.
            En ese sentido, la narradora guanacasteca, María Leal de Noguera (1892-1989), ícono de las letras guanacastecas, publica dos libros decisivos con esa temática “De la vida en la costa” (1959) y “Estampas del camino” (1974).  Con ellos, desde su propio marco contextual, inserta la litoralidad en el escenario de la producción literaria costarricense.    
            El escritor Isaac Felipe Azofeifa (1909-1997) aduce en su ensayo “La isla que somos” (~1971): “El nombre del país es paradojal, pues su vida no está en las costas, que las tiene en ambos océanos. Y estas costas son las más pobres y abandonadas” (1996, p. 21).
            Cabe acotar que los escenarios costeros fueron decisivos para la conformación socio-productiva de Guanacaste en las primeras décadas del siglo XX, ante la ausencia de obras de infraestructura, tanto terrestres como aéreas. Por ello, los medios marítimos dieron origen al cabotaje, tan importante para la intercomunicación de Guanacaste con el resto del país, antes de la construcción de la Carretera Interamericana (1955-1956).
            Durante mi lectura a “Entre delfines y gaviotas”, de Álvaro Vega Sánchez, cuyo título es una cernida inclusión del espacio de la litoralidad, observo una insistente inquietud del narrador por  incorporar las realidades socio-humanas y geo-productivas de esta otra dimensión espacial, como parte de los procesos identitarios del país, aunque muchos los hayan invisibilizado, sin plena conciencia de su función en la sencilla, pero paradójica  geografía costarricense.
            El  académico  Álvaro Vega Sánchez tiene una variada producción literaria,  a saber: “Lo urgente y lo importante. De Calderón Fournier a Figueres Olsen (Coautor, 1995); ¿Un nuevo marco para la cooperación? Políticas económicas de la Unión Europea en Costa Rica” (Coautor, 2001); "Cuando Roma vino a Centroamérica. Religión y política"  (2003); "El despertar de la ciudadanía. Ideología del miedo y cultura de la no-violencia en Costa Rica" (Premio UNA- Palabra, 2010); "Las memorias de mi tata" (2010); "Emma" (2012); "Cuando azota el frío. Globalización y afectividad" (Mención Honorífica  UNA-Palabra, 2016); “Entre delfines y gaviotas” (2016).
            En su cuentario, el autor costarricense incluye humildes y trabajadoras figuras femeninas como Clara, Lula, o Lucila; personajes masculinos, como Darío, Toñito, el nicoyano, John, Charío, Francisco, Omar, Chalo, Dámaso, Luciano, Luis o Mochis. Los presenta con apelativos familiares, o bien, solo con sus nombres, sin apellido, porque el caso  de cada uno, podría ser el de cualquiera de los lectores en la sociedad civil del alma.
            Asimismo, los desdobla genéricamente, en relación con sus oficios: pescadores, lancheros, fonderas, arrieros, cevicheros o saloneros.  Igualmente, como el muchacho, las mujeres luchadoras, la mujer del machete, las mujeres defensoras del agua. Tales conceptualizaciones brindan  mayor amplitud a la correspondencia dinámica personaje-lector, en una especie de complicidad y cercanía;  de contrato o pacto narrativo.
            En cada incipit, en cada título  de sus cuentos, relatos, narraciones o estampas, “el comienzo de un texto es un lugar estratégico de condensación de sentido” (Claude Duchet). En sus temáticas, se aborda la soledad humana,  la especie maderera del pochote,  lugares geográficos como Sardinal, Abangares, Puerto Soley… Cada mención en sí, resignifica  una historia de contextos importantes, tanto en el ser, como en el quehacer histórico de la Guanacastequidad.
            La incursión narrativa del costarricense Álvaro Vega Sánchez es importante para las letras de Guanacaste, como polo interior de cultura, porque se suma a distinguidos nombres que han incorporado a Guanacaste como tema cultural: Aníbal Reni, Hernán Elizondo Arce, Joaquín Vargas Coto, José León Sánchez, Joaquín Gutiérrez, Edelmira González, Rodolfo Dada, Mario Gätjens, Elías Zeledón Cartín, Miguel Salguero, Víctor Quirós Zúñiga, Juan Santiago Quirós, José Gamboa Alvarado, Florentino Cruz González, Carlos Luis Altamirano, Miguel Ángel Quesada Pacheco, Carlos Cruz Porras, Juan Diego Castro, Juan Ortiz Guier o Marco Tulio Gardela, entre una extensa lista de honor.
II
            El Dr. Constantino Láscaris Comneno (1923-1979), en su libro (“El costarricense” (6ª.ed.). San José: Educa, 1985: 477) aduce: “Costa Rica es un trozo de la gran cordillera de los Andes… y ese trozo, no está cortado al norte y al sur por razones geográficas, sino por vacíos de población (que, en gran parte, corresponden a “llanuras” (p. 18).
            Láscaris Comneno, en su documentada obra,  publicada por primera vez, en 1975, dedica varios apartados a Guanacaste.  Él fue un estudioso de la provincia, y ya vislumbraba la importancia de la litoralidad de la región: “El Guanacaste está más allá; en cierto modo, es una nueva dimensión, no simple continuación  de  apertura hacia el mar, y por ello representa una experiencia más rica” (p. 78). (Las negritas son suplidas).
            En el abordaje de su veintena de relatos, cuentos, narraciones o estampas, Vega Sánchez incursiona para destacar la generosidad de un rescatista en el mar picado. En el comportamiento avizor del pescador, con mirada larga, previsora de las calamidades. En la responsabilidad ambiental de John, y de quienes se opusieron a los contratos de concesión  de Alcoa (24 de abril de 1970).
            Relata sobre los poderes rejuvenecedores del mar y la generosidad de la pesca de los adultos mayores, así como las relaciones de pareja después de los cuarenta. Acerca de ser un trotamundos en Guanacaste, con el calor de la pampa, caliente, alegre y diferente. En ellos, el espacio abierto es una redimensión de la alegría natural y de los comportamientos vivenciales de la gente  humilde, en pobreza, pero con arraigados valores, que tanta falta evidenciamos como sociedad.
            Relata sobre el quehacer cotidiano del arriero, y la modernidad de uno de ellos, quien trabaja en una motocicleta, influencia de los procesos globalizadores, sin embargo, existe la nostalgia por el auténtico arriero de antaño.  Destaca el poder ecológico de los extranjeros que crearon un parque nacional, y evitaron la corta de un pochote, mediante una denuncia. 
            En este texto, se presenta una correlación entre los árboles viejos y el cuido de los ancianos. Incursiona, igualmente,  sobre el concepto que la vida es un acomodarse, por eso, el narrador censura que haya leyes que restrinjan el disfrute de las playas para todos.  Está claro que las playas nacionales no deben tener dueños codiciosos, independiente de la nacionalidad que ostenten.
            El narrador es recurrente en extasiarse al degustar el arte culinario guanacasteco; Alaba la buena comida por el olor de sus productos, con una clara simbología mística del trópico.  Se declara admirador del esfuerzo y la capacidad de trabajo de la mujer de esta región, en el difícil acertijo de las exquisitas  y creativas  preparaciones culinarias.
            Admira una vieja casona nicoyana de más de un siglo, y la relaciona con la longevidad que alcanzan los habitantes de la Península de Nicoya. Una de las cinco zonas azules del mundo, donde los habitantes consiguen mayor longevidad. El narrador es crítico, cuando no se apoya a los pequeños empresarios, quienes ven disminuidos sus caudales, debido a las grandes cantidades de agua que consumen las corporaciones hoteleras, algunas de ellas, con desmedido riego a lujosos campos de golf, para el disfrute minoritario de los acaudalados.
            No escapa la crítica a las promesas incumplidas de los políticos.  En ese contexto, destaca la firmeza de las mujeres al defender su tierra, con denuedo, ante los atropellos de las autoridades.  Es férrea la oposición contra quienes solo vienen a llevarse nuestra riqueza marina, a vista y paciencia de todos.
            Por otro lado, el tema de la soledad es reiterativo en diversos personajes costeros.  Presenta el caso de un viudo, quien es traicionado al casarse con una mujer muy joven, la cual solo espera la muerte de su “esposo”, para tomar posesión de todos sus bienes. La litoralidad es un espacio abierto que invita a los solitarios, a permanecer  y luchar en ellos, para tratar de rehacer sus vidas. Muchas veces, también es su estadio sepulcral.
            La defensa del agua de Sardinal es un tema estelar en este cuentario.  Las mujeres se destacan y toman la iniciativa de esa acendrada lucha y defensa por el agua-vida del futuro para sus hijos.  Ironiza en torno a un joven que canjea su camisa hawaiana por pescados. Destaca los valores humanos de un trabajador despedido, quien fue recontratado, porque las ventas en el restaurante mermaron drásticamente, a raíz de su partida. Ejemplifica a un microempresario turístico, quien es agredido por su padre, y lo simboliza dualmente con el mar embravecido: hombre/soledad; mar/ soledad.
            Sobresalen los valores humanos de los habitantes de la costa, donde la gente vale más allá de la ropa, pues existe pasión por lo que se realiza cada día de la tierra.  De ahí que el libro se cierre de forma mandálica, cuando se esparce en el mar las cenizas de un  hombre filantrópico. El mar sigue siendo el eje de vinculación vital de la sencilla gente de estas zonas geográficas poco estudiadas.
III
            El filósofo Constantino Láscaris, en la línea geográfica que hemos venido comentando, asevera:
 Costa Rica es una sucesión de valles de montaña, valles metidos unos dentro de otros, escalonados hacia los dos mares (…) Y esto es lo que me interesa destacar como descripción geográfica de Costa Rica. Que  es puro monte.  Pues esto pueda acaso explicarnos cómo ha sido la vida del pueblo que aquí ha venido viviendo (…) “Costa Rica no fue desde la periferia, sino desde el centro. Primero se pobló los valles de mayor altura, y desde ellos la población ha ido extendiéndose hacia los mares.  Y sin acabar nunca de llegarse a éstos, quedándose siempre en las estribaciones de la cordillera, lo más alto posible.  El costarricense no ama el mar (pp. 20, 21 y 22). (Las negritas son suplidas).
            Con base en los criterios de  Láscaris, se infiere la perspectiva del enmontañamiento central del costarricense.
            En ese orden, la producción narrativa de Álvaro Vega Sánchez es meritoria, porque incorpora  el espacio costero del norte costarricense, con personajes humildes, pero como sujetos de su propia historia, que muchas veces les es difícil relatar, con sus aflicciones cotidianas, con sus sueños y luchas, con sus patrones de convivencia vernáculos, los cuales les otorgan gran naturalidad en su comportamiento comunitario.  Sin embargo, muchas veces, la historia oficial  les ha negado el protagonismo de formar  parte de la identidad “nacional”.       
            “Entre delfines y gaviotas”, del sociólogo costarricense Álvaro Sánchez Vega, muestra una interesantísima incisión narrativa para recuperar ejes temáticos acendrados en el espíritu raigal de  Guanacaste, la provincia que amarra los pies. Me agrada la brevedad de sus textos. Es un valor agregado, tanto  de intensidad como de precisión en su discurso cuentístico.
             Luego de la lectura de este libro, nos queda el acento de la nostalgia, los tiempos idos, la bondad de la gente campesina de las costas y las llanuras. Es una reflexión ideológica del pasado en los litorales frente a  la modernidad avasalladora.
                Otro de los aciertos del libro de Vega Sánchez es su perspectiva  de la eco-culturalidad, en una relación bisémica complementaria, es decir, una relectura dicotómica entre el ser humano y la naturaleza, donde priva la actuación que la territorialidad ecológica sea parte de la identidad humana más comprometida y, en ese sentido, los espacios y contextos costeros, deben ser lugares donde se pueda dar la bioalfabetización, como sitios áulicos/laboratorio, sin malgastar, irresponsablemente, los recursos que provee la madre naturaleza para nuestra sobrevivencia.
            Las historias de “Entre delfines y gaviotas” inspiran valores auténticos, encarnados en sus personajes sin pose. Las luchas de la humilde sociedad civil de los litorales, alcanzan una voz esencial en defensa del Guanacaste eterno, que no queremos se convierta en un Guanacaste ajeno, con megaproyectos deshumanizadores, donde solo prive la preocupación por el atesoramiento materialista, y la inevitable destrucción de los hábitats, a cambio de dólares o euros, que serán depositados en paraísos fiscales, fuera de nuestras fronteras, más allá de los litorales...


LIC. MIGUEL FAJARDO KOREA
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural
Centro Literario de Guanacaste, Costa Rica  (1974-2016)