En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



miércoles, 30 de julio de 2014

ALPUENTE Y SUS ALDEAS

Iglesia de Alpuente, Valencia





ALPUENTE Y SUS ALDEAS




Por Ricardo Llopesa





            Alpuente es una joya en el corazón de la provincia de Valencia con sus más de veinte aldeas, unas cerca de otras, formando una piña, algunas de ellas despobladas, derrumbadas, dondo sólo ha quedado la huella de que un día hubo vida. Todo esto, en conjunto, es un sueño medieval.
            En la historia, Alpuente viene de muy lejos. Sus primeros pobladores fueron íberos, de la edad del bronce; después llegaron los romanos a explotar sus minas y, luego, los árabes a vivir en su vergel. Fueron ellos quienes construyeron los regadíos y los huertos medievales que se conservan en la margen del río.
            ¿Y el pueblo? Ah, el pueblo es generoso. Me invitaron a una paella excelente, con otro toque, que sabía a otra cosa, menos a la paella valenciana. Era el sabor del conejo de monte, difícil de conseguir. Un señor entrado en años me dijo que en una noche había matado cuarenta y siete conejos.
            La alcaldesa, doña Amparo Rodríguez, una señora campechana y muy ilustrada en arte, es también la regidora de las más de veinte aldeas. Las había convocado a todas en Alpuente, y todas las aldeas habitadas, aunque sólo lo fueran por ocho personas, habían participado con sus trajes y sus bailes, exponiendo sus cultivos y manualidades. El espectáculo era bello. Por su parte, Celia Martínez, se encargó de montar un mercado medieval, en un soporte realmente medieval, con calles que conservan el empedrado medieval, las torres, las casas de piedra y el silencio arrastrado por el viento hasta la llegada de la noche bajo un cielo lleno de estrellas, entre montañas por un lado y otro, coronadas por un castillo medieval y la torre de la Veleta, que anuncia de dónde procede el aire.
            Alpuente es una postal. Por aquellas tierras pasó el Cid y Jaime I. Tiene y bar y un restaurante, una farmacia que regenta un joven y un Museo Paleontológico que conserva restos de dinosaurios. Pero lo que más me sorprendió fue el Museo del Pueblo, donde se conserva la Cédula Real, de fecha 27 de febrero de 1378, por la cual Pedro IV, “El Ceremonioso”, concedió autorización a Alpuenta para tener un horno público, adonde el pueblo hacía el pan. Mi otra sorpresa fue ver, por primera vez, un ataúd municipal para transportar muertos, como un palanquín que transportaban cuatro hombres sobre sus hombros.
            Esto demuestra que el tiempo es invencible y, a veces, demoledor. Sin embargo, Alpuente resiste el paso de la historia y la construye día a día.

jueves, 17 de julio de 2014

POEMAS DE JUAN CALERO RODRÍGUEZ

Juan Calero Rodríguez





CANTO A LA TIERRA


Escucha la música de esta Madre, escúchala.
Cómo germina su canto inocente a la llovizna,
su río vertical de agua transparente y mágica
infatigable, desnuda, sin palabras
entre el beso y una flor.

Apenas abre sus manos, brotan palomas
cortesanas laboriosas, sembrando el aire
con esquirlas, en busca del barco de papel.
Pan de los sueños eternos
del hombre y su andar.

Si estamos condenados a beber de su vientre
si somos rebaños trashumantes negados al llanto,
qué le hacemos al mar de nuestras raíces.
Bordemos, pues, las mejores sábanas a la cuna
donde venimos a nacer y morir.

El mundo no vaga por suerte de náufragos.
Si somos mil respuestas a la pregunta
y la sed no entiende de ratos perdidos,
por qué ignoramos la fiebre agonizante
del perfecto mimo a nuestros adentros.

Tierra, hogar, madre, árbol bendito
no somos aves de rapiña para sacarte las entrañas.
La rapiña es puro invento. Bórralo.
Solo aves, únicamente motas,
ingrávidas ralladuras de limón.

(Inédito)


MARYLIN



Yo, Thomas Noguchi, médico forense

cotizado por gladiadores del Universo
ante este semidiós de la mitología contemporánea
desnuda sobre una mesa fría común a todos los muertos
declaro:

Norma Jean Baker. Treinta y seis años

ciento diecisiete libras
con estómago limpio de barbitúricos
y útero tamaño natural sin temores
amado desde los nueve años
por un padrastro innoble
hasta el presidente más poderoso
por supuesto nombrado y respetable John F. Kennedy
precipitada a la confianza
burlando vértigos y lluvias
ingenua, cosmetómana, narcisista
torpe frente a la soledad
indisciplinada y maravillosa
perdida en alguna grieta bastarda
ebria de autógrafos y tranquilizantes
con casi kilogramo y medio de cerebro
pulmón derecho pesando cuatrocientos sesenta y cinco gramos
y corazón deseado por millones de hombres
tuvo de todo, menos la vida.
Ella que soñó reinar desnuda
entre aplausos en alguna iglesia
hoy soy su público
y la poseo sin fotógrafos.

Declaro:
Caso forense No. 81128
fue asesinada
por sus fieles admiradores.

Apaguen reflectores. Ha muerto la reina.


(Del poemario “Palabras del balsero”)







domingo, 13 de julio de 2014

POEMA DE YVAN SILEN

Imagen cogida de la red




LOS "ESTUDIANTES"...


I
Mis estudiantes me han dado la espalda. 
Los roperos me robaron la espalda.
Los buzos me hurtaron la espalda. Las
madres me han dado la espalda. Hoy el

sol ha crecido una pulgada. Hoy el
miedo se ha lavado las manos. La noche
ya no existe. El terror ya no existe.
La mañana es bella como una pistola.

(Circe come sardinas y se relame.
La luna excreta en el estanque: hay millones
de ardillas que orinan en las rosas.)

¡Mis estudiantes me han dado la espalda! ¡Mis
estudiantes se han cosido la lengua! Mis
estudiantes escupen el zen en la mañana!



II


Ninguno arrojó una piedra al decanato. Ninguno
arrojó una lata de mierda a las ventanas.
Ninguno cosió el prepucio ni se cosió la vulva.
Todos se llamaron el Antihéroe.

Nadie escribió un poema en los pasillos.
(El sida los rondaba tiernamente, Y
los ebrios intentaron escribir la muerte.
Mis estudiantes no se cansaban de robar los libros.)

Mi clase se había convertido en un delito.
Y mis estudiantes traficaban marihuana
para soportar el Antihéroe.

La muerte los miraba complacida. Los cleptómanos
no se cansaban de robarme ideas. Ninguno
se cosió el prepucio y ninguna se cosió la vulva!

13 de julio de 2014
Puerto Rico

domingo, 6 de julio de 2014

POEMAS DE AMANDA ESPEJO

Amanda Espejo, Chile




DE MI BÚSQUEDA




Hablaré en otra lengua
de palabra justa.
Talaré el tronco
podaré las ramas
junto al canto de los pájaros
hasta hacer del  bosque un claro.
Ya enfrente a la última doliente ave
abriré su pecho
y allí estará intacto
el significado del misterio,
tan veraz como inexplicable
a falta de la  otra palabra.


Amanda Espejo
Quilicura / Mayo – 2011






LLOVIÉNDONOS



Podría ser... lluvia
intempestiva, caprichosa,
de aquella que no pide venia
para imponer su presencia.
Y así, a mi completo antojo
lloverme sobre ti (en silencio),
con el anonimato gratuito
que dan las multitudes.
¿Quién puede sentir mi llanto
entre millares de gotas?
Nadie.  Nadie que no seas tú.
                                     Tú, que conoces mi canto de agua.
Tú, que apaciguas las tormentas
aún, las que no habitan en lo alto.
Tú, que percibes lo intangible,
lo que no lucra de palabras:
los continuos aullidos del alma
que elévanse hacia los cielos
en busca de... nada, NADA.
No existe alivio ni otro destino,
sólo ciclos eternos
refinadas formas de dolor.
Y me lloro de nuevo
esta vez, de un modo inverso:
desde afuera hacia el centro
con la esperanza incierta de...
tal vez... lavarme de todo sufrir,
de toda nostalgia y todo sentir,
de toda certeza que no seas tú.
Y entonces,  (por reflejo),
quiero encontrarme en tus ojos
para llorarme por fuera y por dentro.
Porque, este es mi sino:
no más que una mujer de agua,
sin más vida que el leve tiempo
en que escurre por tu cuerpo,
sin más anhelo ni desvelo
que un día (o quizás noche), tú...
también te mires en mis ojos
y entonces, (por reflejo),
te llores tú junto conmigo,
empapados hasta los huesos
abiertos, deshechos y rehechos,
entre esta humedad pegajosa,
doliente, cálida, fresca y gozosa
que resulta del lloverse juntos,
del regocijarse juntos
ante el descubrimiento de amar.

Amanda Espejo
Quilicura / 2008





PERMANENCIA 



Aquí permanezco
con la piel pegada al cristal de la ventana,
injerto curioso de polilla y mariposa
sorbiendo en el vidrio el reflejo de tu sol.
Con los ojos ciegos
ante cualquier forma que no sea tu cuerpo.
Los oídos sordos
a cualquier rumor que no sea tu canto:
cuchillos de hielo y fuego
cortan el aire buscando mi pecho.
Aquí estoy...(permanezco)
Los deseos presos en cárcel de espejos.
Tentáculos invisibles nacen de mis manos
en busca de un escape para llegar a ti.
Y alzarte en el aire
hasta traerte a mi lado (mi espacio).
Y abrirte los labios
con mi lengua urgente de gustar tus besos,
todos tus espacios,
y enseñarte el modo de corresponderle.
Aquí me tienes...(permanezco)
con la piel doliente de tanto esperarte
mis sensores prestos para recibirte:
fiesta inevitable de dolor y goce.
Mírate en mis ojos,
mójate los labios sobre mis pezones
como lo he soñado...
haz que se confundan mi ser y tu aliento.
Mis piernas se curvan:
collares de apremio te enlazan el talle.
Aquí estamos...(permanezco)
Todo lo sabemos, nada es ignorado,
no existen fronteras ni lo prohibido,
tan sólo señales que indican Destino.
Dame tus sabores
lo dulce y salado que empapa el momento.
Así es el rito:
Mis uñas trazan el camino sobre tu espalda...
¡ Tómame por dentro !
Te espera el abrazo de cielo e infierno.
Así estoy...(permanezco)
bajo, fuera , sobre, junto, dentro...aire...sueño...
Injerto alienado entre el Pensar y Ser,
agonizante contra el muro de cristal.






ALGO ASÍ...



De vez en cuando, dormía así:
con los brazos cruzados,
curvos y apretados
sobre la cálida luna de su vientre.

Soñaba tal vez...
Acunando, conteniendo, prolongando
todos los calores
los orgasmos, los temblores,
inducidos por...
el tanteo, la lamida y el jadeo
del intruso persistente,
(no nombrado)
empecinado en guarecerse
en el húmedo refugio
que (ella) esconde entre sus piernas.

Los viernes, noche,
casi rozando la madrugada,
después de la venida, la irrupción
y la estampida al galope
del Amatorio Prestado
( y para no llorar su falta...)
ella dormía así.

Amanda Espejo
Quilicura/20/05/07