En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



miércoles, 31 de marzo de 2010

La crónica existencial de Adriano Corrales- Alfonso Peña


Adriano Corrales Arias, Costa Rica



La crónica existencial de Adriano Corrales *
Por Alfonso Peña
[Entrevista]

Una conversa con Adriano Corrales, no es una labor sencilla, ni puede ser complaciente, porque Adriano, se desliza en un doble, o triple andarivel creativo y sociocultural. Esto hace que el método a utilizar requiera una alta dosis de maduración.
En sus diversos matices, Adriano es ante todo escritor: poeta, ensayista, narrador. Se desempeña como Investigador de las culturas populares y de la dramaturgia en el Instituto Tecnológico de Costa Rica. A lo largo de varios años fue el timonel de Fronteras, dinámica revista de Arte y Literatura centroamericana con 15 entregas bien cimentadas. Es editor del sello Arboleda, cuyo cometido es dar a conocer la nueva poesía regional. Como agitador cultural, lleva a cabo una infatigable tarea Los miércoles de poesía, en la Casa Amón del Instituto Tecnológico, por donde desfilan poetas y escritores, noveles y consolidados. Es el provocador que dirige el Encuentro Internacional de Escritores con ocho convocatorias realizadas en territorio costarricense. Es, además, un andariego, siempre bien informado del acontecer centroamericano.
Denota un temperamento acelerado y enérgico. Francotirador y reflexivo. Poseedor de un ardoroso discurso que muchas veces lo lleva a confrontaciones inverosímiles; en algunos espacios culturales o a través de Internet, donde sus polémicas son bien conocidas.
Su poesía no es la del cantor melancólico, más bien se sitúa en los parámetros de lo cotidiano. La palabra está plagada de imágenes concretas y con una posición vertical que lo emparenta con lo simple, lo práctico, con los desposeídos; es como un detonante de lo habitual, y desarrolla esa práctica con una lente mundana y profunda. Sus propuestas poéticas están salpicadas de elementos coloquiales y disquisiciones políticas, con algunos destellos eróticos. No se detiene demasiado en los contenidos.
En el trabajo de este creador es posible encontrar trazos donde el lenguaje y algunas invenciones proponen una ruptura con las formas y paradigmas balsámicos. Hace acopio de símbolos y aspectos urbanos con el propósito de dar a su palabra tintes innovadores y plenos de actualidad. [AP]
AP Adriano, en tu vida y en tu propuesta estética, hay una palabra clave: frontera. Es una constante tanto en el plano sociocultural como en tu creación poética. En la actualidad, en el mundo se da un amplio debate sobre las diversas connotaciones de ese vocablo. Cuéntanos como se inicia en vos ese importante elemento semántico e ideológico.

AC Ciertamente, como bien decís, la frontera, o lo fronterizo si querés, ha sido una constante en mi vida y en mi trabajo; siempre va y viene, para allá y para acá, y por eso, generalmente, he estado nadando entre dos aguas. O probablemente porque desde mi infancia me sentía dividido, separado, como alguien que no era del lugar donde estaba, o no quería estar. Nací en el campo, en Venecia de San Carlos de Costa Rica, y crecí en un pueblo de montaña, Marsella; era tan aldeano en aquél tiempo que solamente se podía ingresar a caballo o en carreta con bueyes. Cuando inauguraron la escuela me matricularon con cinco años, por eso siempre fui el menor en los demás grados escolares y colegiales. Mis hermanos y hermanas viajaban a la escuela de Venecia a caballo. Sin embargo, siempre quise salir; había una especie de intuición que me decía que debía salir, que yo no pertenecía a ese lugar. Además, cierto temor, quizás atávico, a las bestias, a las serpientes, en fin, a algo inexplicable ahora para mí, pero era una suerte de comprensión de la necesidad de emigrar, de viajar… Luego mi familia se trasladó a Ciudad Quesada, una pequeña ciudad entonces, y me sentía dividido entre lo seudourbano y sus novedades, y lo campesino o montañés. ¡Cómo me gustaría ahora volver a vivir en ese pueblo, alejado del bullicio urbano!
Luego me vine a la universidad, con la huella de ser un campesino descampesinado, un “maicero”, como a veces me decían. Y allí de nuevo la indecisión. Me debatía entre los estudios y la bohemia, entre la universidad y la cantina. Ingresé a estudiar educación física porque entonces era medio atleta, aunque indisciplinado y sin muchas perspectivas, pero con muy buena actividad física. Obviamente, no era lo mío. Luego pasé por filosofía, literatura, educación, sociología, etc. Hasta que me fue ganando la militancia política en la izquierda de los setenta y, de pronto, me vi más allá de la frontera, en la guerra contra la dictadura somocista, en el frente sur, en la entrada histórica a Managua el 20 de julio de 1979. Luego se profundizó la militancia, casi en la clandestinidad hicimos mucho trabajo de solidaridad, no en las universidades ni en las sodas o cantinas, sino muy concreto, en actividades de apoyo a organizaciones guerrilleras de Centroamérica y de más allá. Y siempre con la pequeña culpa de que, de alguna manera, traicionaba a mi familia, en especial a mi madre, que había trabajado muy duro para enviarme a la universidad, porque éramos una familia sin recursos. Después vino el desencanto, con un par de tortas que nos jalamos y tuve que refugiarme en San Carlos. Volví a la casa paterna. Empecé a trabajar como maestro de primaria en educación física, luego en un colegio de monjas. Hasta que apareció la oportunidad de estudiar en la antigua Unión Soviética y, tras conseguir una beca del Ministerio de Relaciones Exteriores, me largué para allá; estaba deseando irme del país, me asfixiaba. Fue muy complicado la consecución del pasaje, que era lo único que uno debía poner, uno de mis hermanos me ayudó y con una amiga logramos un préstamo, y me fui.
Hice la Preparatoria en Voronezh, una pequeña ciudad en el centro de Rusia que tenía la dudosa reputación de que, durante el stalinismo, desterraban allí a intelectuales y políticos que se oponían al régimen. Allí estuvo exiliado el extraordinario poeta Osip Mandelstam. Todas las semanas iba al decanato de extranjeros a entregar mi pasaporte para que me consiguieran mi pasaje de regreso. Y todas las semanas me convencían de que me quedara. El desarraigo y la cabanga eran totales.. Me sentía entre dos mundos, absolutamente dividido. Y entonces, no sé cómo, porque me la pasaba en bares, parques, plazas y museos, y por eso aprendí un ruso muy coloquial, callejero, logré sacar la Prepa. Luego me enviaron a Leningrado, hoy, como antes de la revolución de octubre, San Petersburgo, San Piter como le decimos. Inmediatamente me enamoré de la enorme ciudad, es un gran museo, una ciudad portuaria con una historia impresionante y con una belleza inigualable. Allí pasé muchos días felices, aunque también muchas amarguras. Yo era muy crítico del régimen soviético, era muy libertario, y eso siempre me acarreó problemas con la seguridad, con la (KGB, “cajita loca”, como le decíamos, y con la burocracia universitaria y partidaria. Pero en esa ciudad hice mis mejores armas en la formación artística e intelectual, le debo mucho a la educación soviética. Imaginate que recibíamos clases de historia del arte en El Ermitasch. Me gradué en Bellas Artes, con énfasis en dirección escénica. Y regresé a Costa Rica, según yo a trabajar en teatro, pero ya el boom teatral de los setenta y ochenta había pasado. La escena empezaba a comercializarse. No encontré nada; además nadie me conocía ni yo conocía a nadie, era un doble desarraigo, el país que había dejado era otro, mis amigos no aparecían, en fin, llegué como un extranjero. Regresé a San Carlos y empecé a dar clases en un colegio nocturno. Luego me contrataron en la Sede Regional del Instituto Tecnológico (TEC) y allí me he quedado, aunque luego me trasladé a San José. Fijate, mi formación es en teatro; sin embargo, terminé dedicándome a la literatura, aunque sigo “haciendo teatro” como investigador.
Cuando empecé a trabajar en el TEC, en San Carlos, me tropecé con la gran figura de José Coronel Urtecho, el poeta de la frontera. Me identifiqué de inmediato. Era el prototipo fronterizo; abandonó la ciudad para venirse al campo, a la “terra incognita” como dice en uno de sus poemas, a su hacienda y la de María Kautz, su esposa, en Medio Queso de Los Chiles. Y, por supuesto, con su poesía. Entonces me dio por organizar un encuentro de poetas tico-nicas emulando un poco el Coloquio internacional de escritores que él mismo organizara en Los Chiles en 1976. Preparé el primer encuentro en 1999, pero no llegó ni un poeta nica. Como había tanto problema fronterizo, causado por los gobernantes de Managua y su eco en San José, eco que a veces me parece cómplice, se negaron a venir, a pesar de que se lo dedicábamos a Coronel Urtecho, un poeta insignia en Nicaragua, o tal vez por eso mismo, no sé. Ernesto Cardenal, quien entonces era Presidente del Centro Nicaragüense de Escritores, me envió una carta diciendo que declinaban participar porque el evento era una trampa del gobierno tico para hacerlos firmar un manifiesto donde se diría que el río San Juan era costarricense. Daba risa, era un tremendo disparate. Pero el encuentro se dio exitosamente con participación de unos 25 poetas ticos. Entonces organizamos el segundo en San José con gran presencia, ahora sí, de colegas nicas, tanto que el tercero lo hicimos en Managua, pues el encuentro se declaró centroamericano. La idea era realizarlo en cada capital centroamericana cada año, pero los salvadoreños no se pusieron de acuerdo para producirlo allá y se suspendió como por cuatro años. Hoy vamos por el octavo Encuentro Internacional de Escritores contra viento y marea, y lo realizamos anualmente acá en San José.
Por lo demás, otro asunto fronterizo en el que cabalgo es el de poseer conciencia de que en nuestros países, por las condiciones objetivas, no se puede ser un escritor profesional como uno quisiera, a tiempo completo digamos; por tanto hay que ganarse la vida en otras actividades. En mi caso, a través de la docencia, la extensión y la investigación. Pero entendiendo que acá, además de escritor, hay que convertirse en promotor, en gestor cultural, porque no hay instancias, ni oficiales ni privadas, o las que hay son mínimas, que permitan la circulación de los productos literarios o artísticos, que hagan fluir la actividad cultural. Y en eso hay que matricularse también… Finalmente, Alfonso, supongo que en mi poesía, en mi narrativa y en mi trabajo docente e intelectual, hay bastante de ese trajinar fronterizo, de esas fronteras culturales y literarias, intelectuales y espirituales, metafísicas y vitales, supongo…

AP Parafraseando a Marc Augé, hoy en día sería necesario reconsiderar el concepto de frontera, esta realidad que no deja de negarse por un lado y, por el otro, de reafirmarse, aunque adoptando formas radicalizadas, consideradas como prohibidas y que conllevan la exclusión. Por tanto, para llegar a comprender las contradicciones que afectan a la historia contemporánea, la noción de frontera debería ser replanteada. ¿De qué manera podemos entender esto?

AC A mí me parece que frontera es un concepto muy amplio y muy complejo, la crítica literaria lo está utilizando mucho, igual que la antropología y los estudios culturales. Por lo demás, vivimos en una época fronteriza, entre una modernidad no acabada ni realizada y una posmodernidad imaginada por el pensamiento europeo, especialmente francés. Esa posmodernidad, en tintas fuertes, no es más que la globalización bajo esquema neoliberal que pretende hacer tabula rasa de nuestras culturas para imponer un solo modelo consumista y depredador; por tanto, deshumanizado. Ese modelo ciertamente es excluyente y, para nosotros, los latinoamericanos, es importante siempre la frontera entre metrópoli y periferia, aunque sería mejor decir entre metrópoli y colonia. Hablando de colonia, es ineludible enfrentar las fronteras ficticias que los europeos construyeron en nuestros territorios. Hoy son fronteras que nos dividen estúpidamente. Por eso hay que reconsiderar el término y colocarlo en una vía de interculturalidad, donde lo importantes es construir puentes sin aduanas, es decir, caminos de doble vía sin policías de ningún tipo. Un poco el sueño bolivariano y morazanista pero en términos culturales, donde el intercambio igualitario sea la constante. Eso, por supuesto, precisa estrategias para enfrentar creativamente la globalización y resistir ante su embate. Pero la resistencia debe ser a partir de nuestras fortalezas, sin desdeñar ni desconocer los aportes de las metrópolis y de los otros, es decir, de las otras culturas también excluidas y amenazadas, como las africanas o las asiáticas.
Si quisiéramos graficarlo, podríamos hacerlo con un concepto del mismo Augé, el antropólogo que citabas; él habla de los “no lugares”. Esos no lugares son los sitios globalizados. A nivel de la arquitectura, si a eso podemos llamar arquitectura, podemos ejemplificar con los aeropuertos, los mall, los centros comerciales, los fast food, las embajadas gringas, etc., donde todo sigue el mismo patrón, el mismo diseño. Por lo demás son lugares que invitan a consumir y nada más; ya no son sitios de encuentro sino supermercados transnacionalizados. La idea, entonces, es construir “lugares”, o sea, sitios para el encuentro, para el descanso, para la tertulia, para la creación; sitios donde circulen las ideas y la personas libremente, sin obstáculos ni visas. Se trata de descontaminar y de hacer más vivible nuestro entorno. Y, para ello, se deben transitar las fronteras con un sentido de intercambio y no de imposición.
Por otra parte, toda sociedad vive procesos de frontera porque no hay ninguna cultura pura, todas están entrecruzadas, entremezcladas, y siempre estamos realizando intercambios. Las migraciones, las invasiones, los conflictos políticos y socioculturales, etc., provocan esos procesos fronterizos. Igualmente los choques generacionales, combinados con los conflictos mencionados, insertan la discusión entre tradición y renovación, entre conservación y ruptura, entre reacción y revolución. Lo anterior, llevado al nivel estético y del conocimiento, significa que las fronteras conceptuales se están difuminando, igual la de los géneros y la de los modelitos. Los mundos se develan y las distancias se acortan. Todo nos sirve hoy para la producción artística y para la generación de sentido, pues se rompen las concepciones tradicionales, las academias hacen el ridículo, el canon se da el color. En términos de saberes y prácticas culturales, hay una reivindicación de los saberes populares, de lo que se consideraba acientífico, del mito, porque allí se encuentran milenarios aspectos de conocimiento fundamentales para la época que atravesamos. En otras palabras, se visibiliza lo invisibilizado, lo prohibido, se presenta lo impresentable, se escribe lo que no se dice, o se dice lo que no se escribe, o lo que nos dé la gana, de tal manera que un poema puede ser un ensayo y viceversa, y una pintura puede estar en la pantalla, en una pared o en la piel.

AP Por algún sendero llegamos a la temible “globalización”; queda la impresión de que es un concepto de que el mundo se acaba y se paraliza el tiempo. Los propulsores de esta corriente denotan falta de imaginación y una permanencia en el presente. Ante esto, ¿cuál debería ser la posición o respuesta del artista?

AC Creo, Alfonso, que la actitud del artista, sobre todo del periférico, del tercermundista como nosotros, debe ser la resistencia activa. Esa resistencia debe apertrecharse de lo mejor del conocimiento occidental, pero también debe regresar a los sectores populares y a nuestras comunidades, no como iluminados, que es lo que pensaban los intelectuales y artistas de izquierda que deseaban ilustrar al pueblo; no, se trata de hacer alianzas con los artistas e intelectuales populares, respetando sus procesos y sus prácticas culturales para producir un nuevo arte, una creación de frontera compartida. Es que allí en los sectores populares se conservan formas y materiales de suma importancia, que bien pueden reformular el arte contemporáneo. Pero no hay que ir en el sentido del huaquerismo cultural, como hacen algunos músicos gringos y europeos con nuestros productores musicales, o con los africanos, por ejemplo, a quienes les expropian sus ritmos y melodías. No, no, se trata de una nueva actitud donde se vea al artista popular, al narrador oral, al productor de imágenes de las comunidades como un aliado, del cual podemos aprender mucho y con el cual podemos compartir lo que sabemos. Para ello debemos conocer sus historias y sus formas de vida, sin llegar a “disciplinar” o a “guiar” nada. Todo lo anterior, sin olvidar los procesos de imposición global de los cuales hablábamos antes, y evitando ese tremendismo del fin de la historia y toda la mitología posmoderna. Porque en América Latina, en “Nuestra América”, por ejemplo, los tiempos son diferentes, conviven diferentes ritmos y tiempos en espacios comunes. Quiero decir que en Costa Rica vos vas a San Carlos, a algún pueblo, y te encontrás con que el tiempo transcurre de otra manera, no es el de la gran ciudad ni el de la parafernalia posmoderna; allí se encuentran otros modos de entender la vida, aunque, claro, la masiva globalización está desestructurando esos modos y visiones. Pero debemos hacer el intento de reconstruir y deconstruir eso de una manera consciente y diferenciada, porque somos todos diferentes. Se trata de reinterpretarnos en la diversidad, en el maremágnum de la globalización, pero siempre desde nosotros mismos, desde nuestras propias posibilidades, desde nuestras propias historias y contextos socioculturales.

AP Vayamos a la revista Fronteras, que editaste y dirigiste por espacio de 15 números. Conversemos en relación con la idea de llevar adelante una revista de arte y literatura que se catapultaba y cimentaba en Centroamérica.

AC La revista Fronteras fue el intento de crear una publicación cultural a nivel centroamericano, precisamente a partir de mis inquietudes con respecto a la frontera tico-nica y la labor de José Coronel Urtecho. Recordemos que una de los acuerdos del Coloquio de escritores centroamericanos celebrado en 1976 en Los Chiles, (frontera norte), fue la creación de una revista literaria centroamericana. Se editaron varios números de la Prensa Literaria Centroamericana pero luego, lastimosamente, no se pudo continuar con ese hermoso proyecto. Fronteras nació en San Carlos con el apoyo de la Sede Regional del Instituto Tecnológico de Costa Rica, y con aquélla precariedad logramos hacer 15 números dignos convocando a escritores, artistas e intelectuales centroamericanos y de más allá. Desafortunadamente, con mi traslado a San José en el 2003, y con la amenaza de la burocracia universitaria y de la ignorancia, (porque no creás, en las universidades hay mucha ignorancia y lo peor, mucha insensibilidad), me quitaron el presupuesto y no me permitieron seguirla editando. Un par de personas envidiosas destruyeron el proyecto alegando que ellos lo continuarían y luego no pudieron hacer ni un boletín. Eso me deprimió mucho. Sin embargo, sigo haciendo esfuerzos a ver si la colocamos en la red y continuamos su ruta por otras vías. En todo caso, creo que Fronteras cumplió un papel aglutinador y se convirtió en una de las publicaciones culturales más importantes de la época en Costa Rica.

AP La dinámica de la revista Fronteras, te permitió realizar otros proyectos paralelos: la antología de los poetas de la frontera y centroamericanos y los encuentros de poetas, que continúas realizando. ¿Vivencias? ¿Experiencias?

AC Cierto, y es eso lo que no lograron entender nunca los burócratas tecnológicos ni los envidiosos, que Fronteras era más que una publicación. Junto a la revista marchaban los encuentros de escritores, los talleres literarios, otras publicaciones, los congresos de las culturas populares, las visitas de intelectuales y escritores, es decir, el intercambio de producciones y experiencias a nivel centro y latinoamericano. En el segundo encuentro, en San José, editamos la antología Poesía de fin de siglo Nicaragua-Costa Rica y se establecieron vínculos importantísimos a nivel de editoriales y publicaciones. Pero nada de eso era importante para algunos “académicos”.
En ese orden de cosas, las vivencias y experiencias son muchas y variadas. El proyecto me ha permitido conocer de cerca los movimientos literarios y artísticos centroamericanos, así como a sus principales protagonistas, con quienes hemos establecido lazos de amistad suficientemente fuertes. Podría narrarte muchas de esas vivencias pero creo que correríamos el riesgo de abusar de la paciencia de los posibles lectores de esta entrevista. Lo que sí puedo decirte es que ha habido experiencias muy gratificantes, pero también incomprensiones y desencuentros. En nuestros países centroamericanos, y latinoamericanos en general, todavía priva mucho el nacionalismo de provincia colonial y el chauvinismo se expresa de diversas maneras; nos enconchamos en esas fronteras ficticias y nos vemos con recelo, casi como adversarios. Justamente el propósito era romper con ese enconchamiento y con esa desconfianza para realizar proyectos comunes. Además, como bien sabés, lo más difícil es lidiar con el ego de algunos escritores y artistas; muchos de ellos están tan necesitados de que se les visibilice que, cuando se les toma en cuenta, abusan y se convierten en vedettes, es decir en pequeños monstruos. Pero uno trata de olvidar esos sinsabores y de recuperar los mejores momentos, los que te nutren y te hacen crecer y continuar.

AP No podemos pasar por alto los Miércoles de poesía; una labor ininterrumpida de varios años que estimula y promociona a poetas establecidos y a los emergentes. La Casa Cultural Amón del Instituto Tecnológico, es un ámbito de gran fuerza cultural. ¿Cómo lograr el equilibrio para que los “asistentes” a las lecturas no pierdan el interés?

AC Bueno, Miércoles de poesía es la continuación, en pleno centro de San José, de la actividad iniciada con Fronteras. Abrimos un espacio a la poesía costarricense, en especial para la joven y alternativa, en la Casa Cultural Amón, proyecto de extensión sociocultural del ITCR en ese estupendo barrio que es Amón, barrio histórico y corazón de Chepe; lleva ya cuatro años ininterrumpidamente. Creo, si no me equivoco, que es el espacio más duradero que ha tenido la poesía en San José. Y no solamente la poesía, porque hemos incorporado la narrativa y la dramaturgia en algunas de sus lecturas. Tenemos un público muy fiel, que siempre responde y acude. Paralelamente, funciona el taller literario del mismo nombre, donde ya figuran nombres importantes de la nueva poesía tica y que edita la revista literaria del mismo nombre. Y allí va creciendo el proyecto. Casa Amón también es el centro del Encuentro internacional de escritores y punto de referencia de jóvenes talentos costarricenses y centroamericanos.
Ese equilibrio por el cual preguntás se logra, creo, principalmente con la calidad y la frescura de los poetas y escritores participantes. Por lo demás, el espacio es informal, no tiene esa tiesura de los eventos académicos o “culturosos” que siempre se ponen demasiado serios. Y un aspecto importante es la tertulia. Nosotros estimulamos el diálogo de los creadores con el público y eso enriquece el espacio. Se han generado polémicas y discusiones muy interesantes. Y al final, compartimos un vasito de vino entre los asistentes, lo cual ya se ha vuelto tradicional. El otro elemento importante es tener abierto el espacio a todas las tendencias y generaciones, tratar de no ser excluyentes ni optar por ninguna línea estética o de grupo. Somos muy abiertos. Por último, privilegiamos la presentación de libros y distintas publicaciones, desde editoriales oficiales hasta editoriales emergentes. En fin, propiciamos un ambiente tolerante y fresco donde lo acartonado abandone la escena.

AP Adriano, no hay que ser demasiado analítico para comprender que eres un “expertólogo” en poesía centroamericana. Podrías ampliar conceptos acerca de este tema.

AC Eso de “expertólogo” –un interesante neologismo nacido en la órbita de Andrómeda– creo que me queda demasiado grande. Lo que sí puedo decirte es que conozco más o menos bien, no todo por supuesto, porque es imposible; además, hay una gran ebullición literaria en Centroamérica y no es posible conocer todo que se publica, sino los principales representantes de la poesía contemporánea de la región. Uno trata de estar informado y, afortunadamente, hemos tejido una red importante donde se intercambian textos y experiencias. El Encuentro internacional nos permite también el contacto necesario.
Creo que, después de las guerras en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, nuestros países se han ido asentando y van logrando, poco a poco, digerir esa parte tan tremenda de la historia. Porque Honduras, Costa Rica y Panamá no estuvieron exentos de esos traumas. En menor o mayor medida, fueron guerras que ampliaron las fronteras. En medio de ese proceso, nació Belice el país más nuevo en la región. Con la globalización, la posguerra es un espacio que se va transnacionalizando y se va acuerpando con los designios estadounidenses y europeos de dominación regional y planetaria. Todo ello va produciendo una serie de asimetrías y descontento en grandes sectores de la población centroamericana, que genera otro tipo de violencia, una violencia social al lado de la delincuencial, organizada por el narcotráfico, tal vez peor que la causada por la guerra. Las causas de las guerras siguen intactas y más bien se profundizan. Las nuevas generaciones, con mayor acceso a la cultura universal a través de la red electrónica, asumen ese descontento y esa exclusión con nuevos insumos para producir. Y se produce el boom.
Creo que asistimos a un verdadero boom en la literatura centroamericana. La poesía es una de las puntas visibles de ese boom. Aparecen nuevas figuras, nuevas editoriales, nuevos espacios, encuentros y festivales, y la actividad crece. A mí, particularmente, me llama la atención la producción poética de Honduras, país casi invisibilizado y que ahora, desafortunadamente, adquiere protagonismo gracias a la ofensiva letal de los militares y a una oligarquía primitiva que no quiere perder sus privilegios. La producción poética hondureña no deja de sorprenderme. Igual me sucede con la salvadoreña y la guatemalteca. No así la nicaragüense, la cual, bajo serias excepciones, siento que se ha estancado. Panamá vive un proceso interesante, pero no despega aún. Y en Costa Rica asistimos a una verdadera eclosión poética, nunca como hoy hemos visto tanto joven escribiendo y publicando, tanta actividad literaria, ya no solo en San José, sino en diferentes puntos del país.
Obviamente, esos procesos deberán ir decantándose; no todo lo que se publica sobrevivirá, ni todo el que publica se consolidará como poeta. El tiempo tendrá la última palabra. Pero si por la víspera se saca el día, la nueva poesía centroamericana pugna con denuedo y rigor por ocupar el lugar que le corresponde en la poesía de lengua española y de más allá.

AP Estamos de acuerdo –como afirma Octavio Paz–, que el artista jamás debe plegarse a los intereses de los partidos políticos o a las componendas con las Iglesias. El arte y la literatura están plagados de ejemplos nebulosos, incluso con tristes y abominables desenlaces para muchos artistas. De qué modo se puede conciliar el hecho de que un artista tenga “debilidades morales” y acepte las concesiones y prebendas de los poderosos, llámense, partidos, sectas o campañas mediáticas indecorosas. En Latinoamérica se repite esto con mucha insistencia. Costa Rica, no es la excepción. ¿Deberían tener los escritores y poetas una actitud crítica cuando se da un caso de éstos?

AC Has puesto el dedo en una llaga que nunca termina de sanar. Sin embargo, creo que primero debemos tratar de entender la relación entre arte y política, es decir, la relación del intelectual con la política. En América Latina ha sido una constante, es casi inevitable, –el mismo Octavio Paz es un buen ejemplo, ocupó cargos diplomáticos y participó con partidos políticos–. En Centroamérica, Rubén Darío es el personaje más significativo, no solo en la poesía sino en el aspecto de ser funcionario y representante de varios gobiernos. Es decir, que nosotros hemos tenido una historia larga de escritores, artistas e intelectuales comprometidos con ideologías, o más aún, como funcionarios gubernamentales o políticos que ocuparon altos cargos, incluso la presidencia de la república. O de poetas e intelectuales militantes en procesos revolucionarios que ofrendaron su vida como Leonel Rugama, Otto René Castillo, Roberto Obregón, el mismo Roque Dalton, etc. Es lo que conocemos como el intelectual orgánico y/o comprometido.
Ahora bien, lo que pienso es que ha variado el tipo de compromiso y la organicidad del trabajo intelectual, literario y artístico. Quiero decir que una cosa es identificarse con ciertas luchas políticas y sociales como ciudadano, y otra es plegar el trabajo intelectual a un partido, a determinada corriente ideológica, o a ciertas capillas, lo que se conocía antes como el hecho de poner al servicio de la “causa” el arte o la literatura. Hay algunos trasnochados que todavía hacen ese tipo de prédicas. Pero está claro, y Julio Cortázar, por ejemplo, lo tuvo muy claro, el compromiso del escritor y del intelectual, del artista en general, ha variado. Hoy tenemos plena certeza de que el mayor compromiso que uno tiene es con su propio trabajo, con el rigor, con la disciplina, con la seriedad de lo que hacés. Cosa diferente es participar, como ciudadano, de movimientos sociales, políticos o religiosos. Y, peor aún, –y es lo que señalabas– es aceptar dádivas del poder y de los círculos económicos y socioculturales hegemónicos. Eso es otra cosa. Lo terrible de ello es aceptar esas dádivas con el lomo inclinado, o negociar tu trabajo para recibir favores, porque al final te convertís en un peón de esas fuerzas y de esos intereses.
No sé si te referías a que hay mucho artista, escritor e intelectual, que anda negociando puestos y cargos en consejos directivos de editoriales públicas o en ministerios o, lo peor, negociando premios en certámenes o con los mal llamados “premios nacionales”, porque desgraciadamente hay muchos, pululan. Y también hay que decir que muchos nombres enquistados en el canon y en la ambigua “fama”, esa mezcla de publicidad con la farándula, son nombres y reputaciones que se han labrado gracias a esas maquinaciones y no a su trabajo intelectual, literario o artístico. Yo considero que, en ese sentido, el intelectual, el escritor, el artista, debe ser independiente, debe lograr cierta autonomía, porque de lo contrario se pierde en ese berenjenal de negocios y compromisos con ciertos círculos y personajes oscuros. Se debe guardar distancia de esos oscuros contubernios y, si se tiene la posibilidad, denunciarlos y hacerlos visibles para que se conozcan las matráfulas que solamente daño pueden hacer a la actividad artística y cultural. Por supuesto, no soy tan ingenuo como para creer que eso no se seguirá repitiendo mientras haya premios, cargos, empresarios desalmados, editoriales cooptadas y políticos necesitados de sobalevas; especialmente en un período donde lo que priva es el mercado y la consigna de ¡!sálvese como pueda!

AP Recientemente leí unas declaraciones de la escritora nica/salvadoreña Claribel Alegría, en la cuidada edición de Versos comunicantes, bajo el sello editor Alforja de México. Ante la pregunta de cómo sentía ella, la actual creación centroamericana, contestó que está sin brújula, experimenta una gran falta de rigor poético (“temblor poético”) y, con un tono nostálgico, expresó que en décadas pasadas, con las insurrecciones y las luchas populares los poetas centroamericanos contaban con una temática épica que los disparaba a ser protagonistas en el mapa contemporáneo de la poesía y que en la actualidad, por falta de ese espoleo, la poesía pareciera que vive una etapa de baja frecuencia. Sin embargo, sostiene la poeta Alegría, ella, detesta el panfleto, prefiere la poesía social.

AC No estoy muy de acuerdo con la respetable opinión de la poeta Alegría. Es cierto que mucha poesía de la que se produce en la región padece de diletantismo y de falta de rigor poético, y que se hace una poesía muy globalizada a veces, muy alfaguara o visor, es decir pensada para las metrópolis y no para y desde nosotros mismos. También hay mucha actividad poética de bar y grupos de amigos con muchos impostores. Pero eso no indica que todo lo que se está haciendo esté sin brújula. Por otra parte, no comparto la idea de que la coyuntura épica y social dispare la buena poesía. El caso de Roque Dalton es un buen ejemplo: vos le quitás toda la parte militante, la presencia de lo político, lo acusadamente social, y te encontrás con verdadera poesía, con la esencia poética, es decir con lo que, seguramente, el poeta no se propuso conscientemente, o tal vez sí, no lo sabemos. Lo que trato de decir es que lo político no necesariamente es lo fundamental en Dalton, lo básico en su obra es justamente el temblor poético. En el caso de Ernesto Cardenal es un poco al revés, cuando le quitás esos componentes queda una poesía bastante floja, contrariamente a la del gran poeta Carlos Martínez Rivas que posee una obra profunda y redonda sin acudir a la temática político-social, mejor dicho, acudiendo a esa temática pero de manera más oblicua, más indirecta, sin militancia partidaria. Lo épico no debe entenderse solamente en tiempo de guerra. La verdad es que continuamos en la guerra, solamente que por otros medios, y las luchas populares son tan intensas y dramáticas como entonces, porque, como ya dijimos, la globalización neoliberal es excluyente, eso de alguna manera se difracta en la nueva poesía. Repito, no puedo negar que haya una poesía liviana, edulcorada, incluso escapista y refractaria de lo que se produce en las metrópolis, pero a su vez se produce una poesía con garra, no solo con temblor sino con furia, huracanada y seria, con logros formales importantes y visibles. Negarla sería injusto.

AP Vos tenés varios poemarios publicados, después de repasarlos me queda la impresión de que tu poesía tiene matices coloquiales, argot urbano y una descarga emotiva de erotismo. ¿Cuáles son las similitudes, diferencias y recurrencias entre Caza del poeta y Hacha encendida?

AC Esos aspectos que apuntás me parecen muy interesantes, es una generosa lectura. Ciertamente en mi poesía hay algo de todo eso. Caza del poeta es un libro más épico, es una metáfora de la casa centroamericana pero desde mi humilde postura y visión, es decir, desde una Costa Rica globalizada y desencantada. Hay un juego entre la casa y la cacería, ese juego semántico remite a las búsquedas del poeta en casa ajena, o en una casa que de repente se va haciendo ajena porque la empiezan a habitar otros personajes y especies. Y posee una carga nostálgica profunda, justamente por esa Centroamérica que pudo haber sido y no fue. En cambio Hacha encendida es un ejercicio más íntimo. Es un poema largo divido en 23 secciones. Un poema amoroso, erótico, con una carga de ausencia y pena apreciable, dedicado a una mujer extraordinaria. Seguramente no alcanza la dimensión de esa dedicatoria. Es un poema que escribí y guardé y luego decidí publicarlo para compartirlo con mis amigos y conocidos; realmente no estaba pensado como libro, sino como una plaquette sencilla para regalar a personas allegadas.

AP ¿Tienes alguna fórmula chamánica para iniciar el poema… utilizas conjuros o investigas el tema, o sos del tipo de poeta que dejas buena parte de la creatividad en la inspiración…?

AC No, no dejo nada a la inspiración, aunque a veces llega el ramalazo, una especie de rayo que te ilumina. Confío más en la intuición, si a eso se le puede comparar con la inspiración. Generalmente los poemas llegan a partir de imágenes vistas o escuchadas, o de sueños, o recuerdos, o a partir de golpes emocionales. Pero también de una lectura, de una pieza musical, de una película, en fin, de diversas fuentes. En mi caso, lo que hago es el boceto y lo guardo. Es como el dibujo a mano alzada y luego, con el paso de los días lo saco y si vale la pena lo trabajo y, si no, se va al mejor amigo del escritor: el basurero. Creo que en esa segunda fase está el quid de un poema, allí se reelabora y se pule sin que pierda el temblor… Allí se demuestra el oficio, porque la poesía no es asunto de inspiración, como ya te señalaba, o no solamente de inspiración, sino básicamente de oficio, como en toda labor. Y el oficio se aprende con la práctica continuada, con la disciplina, con el rigor, con el estudio, con la investigación, que en nuestro caso tiene que ver con la forma, con el lenguaje, con el ritmo. Debo confesar que en algunos casos hay poemas que he dejado intactos, pero ahora estoy arrepentido, son los que no me gusta ver, aunque al final quien tiene la última palabra es el lector.
Y si hay algo chamánico en la poesía es el estado de vigilia que el poeta asume, es esa actitud de alerta que se debe tener, como el buen cazador o el guerrero. Cuando se vigila suceden cosas extraordinarias, aparecen imágenes sorprendentes y la vida te muestra esquinas, personajes y matices que no podés ver cotidianamente. En ese sentido, lo chamánico también es un proceso de largo aprendizaje y de limpieza interior para acceder a elementos de la realidad que no alcanzás con lo puramente racional.

AP Vos también tenés una veta social en tu poesía… y se rastrea en tu novela Los ojos del antifaz. Esta novela se inscribe en los ochenta, época dolorosa y convulsa para los inquilinos de la frontera Costa Rica/Nicaragua…

AC Pienso, Alfonso, que toda producción artístico-literaria está mediada por lo social, aunque el autor no se lo proponga. Y en mi poesía esa veta es importante, claro que sí. En mi narrativa, mucho más. Los ojos del antifaz es una novela que hube de escribir porque ya no podía más, me iba a asfixiar, me iba a consumir. Tenía mucho odio acumulado, mucha rabia. Es una especie de ajuste de cuentas con una época y con una experiencia cargada de victorias y de derrotas, más las segundas que las primeras. Y de muerte. Es el esfuerzo por novelar una experiencia bélica y militante pero sin hacer crónica social o histórica, sino tratando de poner puntos sobre las íes, a la vez que iba experimentando con el lenguaje y con las formas. Allí hay de todo, como en mi bolso. No sé si el esfuerzo fue literariamente recompensado, pero desde mi perspectiva sí, pues me desahogué. Con Los ojos del antifaz aprendí que la literatura tiene un poderoso mecanismo terapéutico; realmente su escritura me sanó, me sosegó. Con la escritura de esa novela me liberé de una serie de fantasmas y demonios.
Supongo que, sin proponérmelo, logré hacer un fresco de la época de los finales de los 70 y de los 80, de la insurrección sandinista y la participación de muchos ticos en ella, con un gran contenido social y político, con una perspectiva menos partidaria y más lúdica, más dentro del artificio literario. Tardé mucho escribiéndola, pues escribía partes y las abandonaba; de hecho la reescribí toda luego de tirar a la basura el primer manuscrito, es que me causaba mucho dolor. Por eso al final no la revisé mucho, quería deshacerme rápido de ella y que otros se encargaran de esas energías. Lo que sí puedo decirte es que tiene una profunda carga energética, porque me consumí de lleno en su escritura, visceralmente, con rabia, con odio, con desamor.

AP De ese trasiego fronterizo, quedó una especie de “mitomanía” entre algunos poetas y diletantes de la poesía. En algunas sobremesas josefinas, casi siempre después de algún vernissage, lanzamiento de libro o recital poético, de repente, entre los animados diálogos y “guaruceras”, emergen unos personajes que se autodenominan Comandantes, Sargentos, Coroneles, y que (ellos) narran sus propias “odiseas castrenses” en los recovecos de la frontera, ¿esquizofrenia, humor negro?

AC Creo que las dos cosas, es decir mucha esquizofrenia con humor negro, por la pose de esos personajes. Pero fíjate que esto no sucedió solamente en Costa Rica, también en otros países que sí tuvieron guerra. Luego de las firmas por la paz, resulta que muchos aparecen como excombatientes y comandantes, o responsables ideológicos, o sencillamente colaboradores de la guerrilla. Es una fauna interesante y variopinta que reclama su lugar en los nuevos escenarios políticos y culturales. Claro, en el caso de nuestro país es mucho más patético, porque seguramente es gente que nunca estuvo en el frente, o que tal vez colaboró con los sandinistas o los salvadoreños, pero tangencialmente, y luego se pavonean con poses militares en una realidad más tranquila, menos asfixiante y represiva. Son escenas un tanto goyescas que dan para buenos cuentos o para una novela de humor negro, como señalabas.
En honor a la verdad, debo decir que en Costa Rica hubo muchísimas personas que colaboraron con los sandinistas, directa o indirectamente. Esta fue la retaguardia de la insurrección y el pueblo tico en su amplia mayoría era antisomocista y solidario con la lucha del Frente Sandinista. Tampoco son pocos los ticos caídos en combate, no solamente en la insurrección sino después, en la lucha con la contra apoyada por el gobierno de Estados Unidos. Pero vos sabés que siempre la historia se tiñe de personajes que pretenden figurar y vanagloriarse.

AP Me has comentado en recientes conversaciones, por las vistosas calles de Barrio Amón, en San José, que preparas otro poemario. ¿Podrías adelantarle a nuestros lectores de que trata esta nueva incursión por la palabra?

AC Sí, es un poemario precisamente dedicado a San José. Se llama “San José varia” y espero que salga pronto. Lo he venido preparando durante algunos años; tiene algunos poemas viejos no publicados, de 10 años atrás y otros más recientes. Es poesía urbana y un tanto socarrona, pero también espesa, creo. Es un homenaje crítico a la ciudad, un homenaje y un grito, pienso. Y tengo en preparación otro poemario, pero no hablaré de él por ahora, porque creo que no se debe hablar de lo que aún no está listo.

AP Hace pocas semanas se realizó la Feria del Libro en Guatemala. Fuiste convidado a participar en varias actividades culturales. Entiendo que hubo un Encuentro centroamericano de escritores, en donde se firmó un manifiesto de repudio por el golpe de estado en Honduras. Conversemos sobre lo que sucede en Tegucigalpa con el llamado golpe de estado perpetrado por Gorileti y sus secuaces.

AC Sí, en el marco del Encuentro de escritores centroamericanos que organizó la Feria del Libro guatemalteca, dedicada a Costa Rica, por cierto, firmamos un manifiesto repudiando el golpe y exigiendo la vuelta a la democracia restringida de ese país. Es doloroso y lamentable lo de Honduras, es un giro violento hacia las cadenas coloniales. La oligarquía hondureña es de las más retrógradas de Centroamérica y quiere perpetuarse en el poder por siempre, no importan los métodos. No me cabe la menor duda de que detrás de ellos está el gobierno de Estados Unidos, al menos la parte más dura de ese gobierno, lo que se conoce como los halcones, es decir los designados por los Bush que, de alguna manera, siguen gobernando. Cada vez tengo más la impresión de que Obama es un adornito para calmar al pueblo norteamericano, enfrascado en una terrible crisis, con un manto de tolerancia étnica. Pero el poder detrás del trono lo ejercen las transnacionales y los militares con la industria armamentista. Ellos deben estar detrás del golpe, porque sin ellos nada se mueve en estos países que, al parecer volverán a ser “bananas republics”, o mejor digámoslo globalizadamente, “maquilas republics”.
Tengo la esperanza de que las fuerzas sociales de ese hermano país venzan el oprobio y la imposición y abran un merecido camino democrático y de justicia social, para un pueblo que clama desde hace mucho tiempo por reformas profundas, dados los niveles de pobreza y exclusión que exhibe. De lo contrario, volveríamos a las primeras décadas del siglo pasado.
______________
Alfonso Peña (Costa Rica, 1950). Narrador, ensayista y editor. Autor de libros como Noches de celofán (1996), La novena generación (1991), y Labios pintados de azul (2004). Actualmente dirige las Ediciones Andrómeda y la revista Matérika (www.materika.org). Contacto: manija05@yahoo.es.
*La presente entrevista fue publicada en AGULHA HISPÂNICA-REVISTA DE CULTURA; fue enviada a André Cruchaga por el entrevistado.

domingo, 28 de marzo de 2010


Karen Clachar Seravalli


KAREN CLACHAR SERAVALLI,
UNIVERSOS Y HUELLAS

Lic. MIGUEL FAJARDO KOREA
miguelfajardokorea@hotmail.com

Premio Omar Dengo, UNA-2009

Karen Clachar hará la apertura de la Cátedra Dr. Francisco Vargas Vargas y a la Semana Académica de la Sede Regional Chorotega, Campus Liberia, Universidad Nacional DE Costa Rica, el lunes 19 y el martes 20 de abril del 2010.

Este año tuvimos la dicha en contactar personalmente con la talentosa y singular artista costarricense, Karen Clachar Seravalli (1967). El primer encuentro fue en el Café Liberia y el segundo en mi casa, donde junto con mi familia, compartimos durante varias horas. Al final de tan enriquecedora tertulia, me obsequió un ejemplar de su instalación de Ejército de Sabaneros de barro. Posteriormente, ha sido fluida la comunicación mediante el teléfono y el correo electrónico, una de las maravillas comunicativas de la modernidad. De mi parte he dejado en sus manos lectoras varios ejemplares de mis libros.

Ha sido importante valorar su obra, antes de conocer a la artista cosmovisionaria que habita en Karen, un espíritu apasionado con su quehacer holístico, pero enraizado en su ser telúrico.

Las propuestas artísticas de Karen Clachar son variadas: pintura, fotografía, videoarte, arte público, objetos/escultura, gráfica, también es, gestora y promotora cultural, así como dedicada a la acción social. Sus entregas estéticas, entre otras, se denominan: Huellas de una herencia, Camisetas amarillas, Soy parte de una herencia (Pañuelos escritos por el pueblo), La Casa de Vico, Lunas Blancas, El Puente Real, Casita Rosada, Cada gota cuenta, Estampa huellas de personajes, sabaneros y cocineras, Apiñando huellas, Not for Sale, Ejército de sabaneros o Encuentro con la sombra.

Es importante, en la personalidad artística de Karen Clachar, su profunda fe en cuanto realiza. Su misticismo raigal, como una manera de reafirmar y reconfirmar sus vivencias, con el ánimo de recuperar y arrebatarle al olvido la herencia que se nos está yendo, por desidia, ignorancia o falta de compromiso.

Su bachillerato en publicidad se acompaña de estudios sobre arte y fotografía, tanto en Costa Rica como en Pasadena y Boston. Ha realizado exposiciones individuales en Costa Rica, Estados Unidos, España o Francia. Asimismo, su obra ha sido seleccionada para exposiciones colectivas en Costa Rica, Argentina, Colombia, Francia, Panamá o México.

Ha realizado diversas intervenciones de arte público. Entre sus reconocimientos, el MCJD ha declarado de interés cultural su proyecto Huellas de una herencia. Obtuvo el premio Volcán de oro, en el marco del Día Internacional de la Mujer en el 2006. En otras actividades, ha sido Presidenta del Hogar Siembra y ha sido directora de VALOARTE y miembro del Comité de Arte del Costa Rica Country Club. Miembro honoraria de la Cámara de Turismo de Liberia (Calitur). Esposa y madre de dos hijos. Su padre, Álvaro Clachar; su madre, Ida Seravalli; su hermano, Adrián y sus hermanas Ericka y Arlín.

Clachar Seravalli dignifica y legitima a los principales actores de la historia del Guanacaste Eterno, como una desestructuración del anonimato.

En esa línea, Karen sostiene que por ser Guanacaste un destino de la inversión extranjera ha creado un documento visual sobre el “patrimonio intangible e innegociable”, de ahí su intervención NOT FOR SALE (No se vende).

Lunas blancas es una intervención estético-poética. Ella ve las lunas como un viaje arquitectónico, histórico y cultural.

La Casa de Vico es una provocación procesual, que cumple tres años de haberse iniciado. Es la casa de sus padres y la empapeló con fotos, artículos, poemas, documentos históricos, culturales y de la vida social de Guanacaste, que aportó el mismo pueblo. Con alguna frecuencia, me contó Karen, que actualiza los papeles en las paredes de la casa familiar, que se ha convertido en un sitio diferente por visitar.

Su audacia artística la llevó a forrar el Puente Real de Liberia, que data de 1907, con 2000 metros de papel blanco. Con ello creó una conciencia patrimonial, cuando hay voces políticas que desean derruirlo.

La crítica ha evaluado muy bien la trayectoria artística y la visión estética e innovadora de Karen Clachar. Clara Astiasarán ha escrito una de las críticas más completas sobre ella. Astiasarán aduce: “La artista sabe que, más que el registro fotográfico del árbol y la imagen de su grandeza, el acto del arte estuvo –y siempre ha estado- allí, en esa recreación contemplativa en diálogo con la Naturaleza (…) La sombra es sólo algo que sucede y se da, no se define ni se construye… y que somos además parte de ella”.

Rocío Fernández expresa: “En el paisaje de las artes visuales, Karen y su obra –como una unidad- son objeto de estudio antropológico por su poderoso impacto social”.

Sé que la presencia de Karen Clachar al iniciar la Semana Académica del I Ciclo lectivo 2010 de la Universidad Nacional, será un encuentro muy interesante con jóvenes universitarios, toda vez que sus propuestas parten de una singular cosmovisionaria que concuerda con las rupturas y el desapego de las normas convencionales de gestión cultural contemporánea.

Nuestro agradecimiento a las autoridades institucionales de la Sede Regional Chorotega, por respaldar la presencia de Karen Clachar Seravalli, artista de alto vuelo, innovadora, apasionada y comprometida por la recuperación de la memoria identitataria del Guanacaste que no queremos dejar que se nos suelte de las manos y los asedios constantes a los que debe enfrentar, con el decoro de la sombra del árbol que escucha y pone atención a todos sus movimientos.

Un sabanero de barroCuento
KAREN CLACHAR SERAVALLI

¿Será posible todo lo que contaban mis abuelos? Se preguntó el hombre.
Buscó y buscó, pero al tal sabanero nunca encontró. Entre cuadraciclos, carros y aviones, la imagen de este personaje jamás apareció. Entre rótulos y vallas gigantes de carretera, mediante letreros de NOT FOR SALE, intentaba buscarlo en la sabana, pero con desilusión constató que ya quedaban pocos árboles provincia; asimismo, lo del sabanero seguro había sido una leyenda, un relato producto de la imaginación. Anheló, entonces, haber nacido en aquellos tiempos, cuando existía cierta magia, un mundo lleno de fantasía y personajes maravillosos que cobraron vida en su momento.
Fue así cuando un día, muy entusiasmado, se levantó, ya hecho hombre y decidió buscar entre los libros acumulados en el tiempo, para ver si dicho sabanero existía realmente.
¿Si era tan importante, por qué nunca fue declarado símbolo nacional? Se dijo.
Cayó en el vacío, pues nunca lo encontró. Confirmó así que ese personaje maravilloso que lo había inspirado muchas veces, era producto de un ingenioso cuento de sus abuelos, una fabricación más entre tantas que le habían contado.
Sin dudarlo un segundo más, se ingenió un traje de barro y pretendió ser sabanero por un día. Se puso un sombrerito que no sabía si era de paja o de lona, un pañuelito que dudaba si ponerlo en el sombrero o amarrarlo detrás del pantalón. Se guindó un cacho carbolinero, porque le encantaba, aunque sabía que ya no le daría uso, pues no había ganado por curar. Tuvo que ponerse botas y polainas, puesto que ya no se acostumbraba andar descalzo. Se amarró un mecate y decidió no ponerse el mampán, pues no había animales por espantar.
Caminó por calles pavimentadas y desconocidas, hasta encontrar un lugar semejante al que estaba pintado en sus cuentos infantiles. El azul del cielo, el olor a sabana, el verdor del pasto y el amarillo paja–semilla, lo hicieron detenerse en aquel lugar. No podía creer que, finalmente, tenía de frente, un árbol de Guanacaste, del que tanto se hablaba en la provincia. El árbol con orejas, que dio nombre a su provincia, el árbol padre, el árbol sombra, árbol fortaleza, en fin, el árbol que escucha. Fue a su encuentro para contemplarlo, vivirlo y adorarlo.
Antes de que el sol se pusiera, se despidió de aquel personaje, símbolo nacional, que se imponía y parecía hacerse cada vez más grande. Aun cuando era de color gris, estaba solo, aún deshojado, no había visto nada igual en mucho tiempo.
Solo, ante la magnificencia de aquella figura, prometió repetir esta historia a sus hijos, nietos y bisnietos, hasta quedar sin aliento, hasta volver al barro.
Se fue de vuelta, ya oscuro, por la calle pavimentada. Agradeció a Dios aquel momento de grandeza que le permitió vivir: ser sabanero por un día y estar a la par del árbol que aún hoy le escucha.
Su alma de niño, entonces, volvió para siempre al alma del hombre.

Espero que el acercamiento a esta nueva faceta de producción cultural de Karen Clachar Seravalli sea el inicio de una incursión sostenida con el arte narrativo. El cuento incluido lo escribió en este primer trimestre y, a solicitud mía, es una entrega exclusiva.

Asimismo, Karen Clachar ha creado una bellísima portada para mi antología poética CASA GUANACASTE (1980-2010), que será editada este año. Su creación se titula Árbol Padre. Será su honrosa presencia artística en nuestra producción literaria. Sin duda, un acercamiento amasado con el espíritu ancestral del árbol nación que nos cobija.

La comunidad guanacasteca queda invitada el próximo lunes 19 y martes 20 de abril, de 8 a 9 a.m., en el Parque Héctor Zúñiga Rovira y el árbol de Guanacaste situado ahí, donde Karen realizará su Tercer encuentro con la Sombra, para lo cual habrá 200 tarritos llenos de cal, cada persona se ubica en un lugar diferente de la sombra y se le asigna un área, demarca la orilla de la sombra y luego la rellena, aunque la sombra se corra. Lo que no se termina se repite el siguiente día a la misma hora.

viernes, 26 de marzo de 2010

poemas de marianela puebla


Marianela Puebla, Chile






ALUCINADA






¿Quién me puede aconsejar si voy errante
siguiendo el sabor de tu piel, de tu voz,
de tus besos?
¿Cómo puedes alejarte, así de pronto
entre el reflejo de noche y el deambular de mis días perdidos?
Sigo el curso de tus pasos desaparecidos en la maraña
de la incertidumbre.
Voy sin tregua acechando tu aroma
enredado en las horas sin tiempo, sumido en el cristal de la oscuridad.

Busco entre eclipses de soles, estrellas caídas,
la forma de continuar este capítulo,
páginas en blanco que necesitan tu roce.
¿Cómo puedo darte alcance en la selva caótica del entendimiento?
Mis pensamientos circunnavegan el perímetro
de la locura y ya no tengo paz, debo alcanzarte.

¿Quién puede desasirme del abrazo atrapado en mi pecho,
de tus labios que encendieron los míos
con una flama insaciable?
La flecha que envenenó de amor las ruinas de mi piel,
y alucinó el vacío de mi existencia.
¿Quién?

Dicen que es sólo imaginación,
que vivo un espejismo.
Tan absurda esta manera de amar a un desconocido,
creación delirante de un deseo,
torbellino de un mar en agonía.
Pero no, yo sé que estuve anidada en tu pecho,
sentí el palpitar de tu sangre,
mi sombra se mezcló con la tuya
y fuimos dueños de la luna menguante.

Deja que las horas descansen sin congoja,
y regresa los pasos, bríndame tu fulgor,
escribe en mi cuaderno tu crepuscular mensaje.

Hazte luz, que todos te vean
y aleja el laberinto hipotético de la soledad
que me asedia sin tu presencia.
(C) Marianela Puebla








AQUEL BESO






Como aquel beso prohibido
súbito, intruso
se quemó en la tarde
en las pupilas de un gato.

Ese encuentro de labios deseosos,
desnudó los cristales de la ironía.
Más tarde, no hubo reproches,
el roce dejó su tibia huella
y anidó en la misma sangre.

Beso tierno, beso insolente,
osado, crepuscular,
apagó las luces de la sensatez
y la pasión soltó el sueño carnal
en la selva del espíritu.
No hubo nada que decir,
ese beso se perpetuó en los labios
adueñándose del momento.
Aún quema su contacto insaciable.
Aún enciende la piel la flama
de su llamado
que se niega a extinguirse.

Ven a mí, ven,
que muero de muerte estelar,
como estrella enferma esperando que regreses
y robes todos mis besos.
(C)Marianela Puebla








LA HUELLA DEL CAÍDO







Sólo una mancha de lágrimas resinosas dejó el Canelo, dios de la selva.
El árbol sagrado de los mapuches ha caído carcomido por el silencio.
Los líquenes cuya barba de invierno
cuelga de los rostros innumerables del bosque,
se afligen y murmuran goteando preguntas sobre pozas taciturnas.
La luz aparece a través de andamios de raíces y hojarascas dormidas,
en espera que la llovizna de otoño les deshaga
entre sus dedos transparentes.

El canelo desde su lecho de muerte
observa con lágrimas huérfanas a un ejército de hormigas
que le rodea e invade, desbaratando su débil coraza,
mientras las lenguas del viento
penetran las brechas de su astillado corazón.

Ha muerto el Canelo, divulga un pájaro que deambula distancias,
incansable viajero en busca de algo perdido en el tiempo que ya no existe.
Un coro de chicharras despierta sorprendida ante importante tragedia,
miles de luces alumbran las hebras pálidas del musgo
y anuncian que ha nacido una estrella en un pedazo callado de la selva.

Un corazón de ámbar lanza sus brillos
desde la huella del caído.
(c)Marianela Puebla







TRES TREINTA Y CUATRO DE LA MADRUGADA






3:34
Tiempo del reposo.
Hora imprecisa en donde retrocede la noche
y da a luz el alba.
Pero ese día no amaneció
Chile fue agredido con un letal terremoto, a las 3:34.
A las 3:34 la luz nunca llegó a los ojos
de cientos de chilenos,
sucumbieron bajo los escombros.
Otros cientos quedaron sepultados
por el mar que barrió el Maule y el Bio Bio,
como si nada.
Dos gigantes furiosos despiertan,
engullen las casas y su gente.

3:34 de la madrugada.
La noche escarba con su uña de plata
las telarañas del amanecer,
pero no amanece,
la claridad esconde su rostro albino
no quiere ver tanta miseria.

3:34 Media hora más tarde.
El ruido se hace visible,
la madre tierra procreó un monstruo de dos cabezas:
el primero sacude con su enorme cola
hasta colapsar los edificios, puentes y carreteras,
el segundo llega después cabalgando una ola gigante.
Concepción, Curicó, Constitución,
Talca, Dichato, costa del Maule y Bio-Bio, Chiguayante,
pequeños villorrios y comunidades,
todo fue asaltado por aquel ser salido de la noche.

3:34 Madruga. Una hora después.
El silencio vaga las tierras sureñas y devastadas,
huérfano sin nombre, sin ubicación,
no encuentra reposo.
Ya nada es lo mismo, es cierto,
las horas caen desfallecidas sin un hombro en que gemir.
No hay pañuelo para enjugar tantas lágrimas.
El dolor yace indeleble sobre la sucia acera.
La muerte no tiene límites,
llena su fúnebre carruaje
y no se da abasto.

3:34 el reloj se ha detenido,
sus manecillas apuntan hacia el ruinoso caserío.
No hay nada qué hacer.
Muchos quedaron en sueño inconcluso,
quizás necesitan despertar, pero les está prohibido.
Bajo los escombros y el lodazal,
la vida se esfuma.

3:34 Hora fatal, cómo olvidarla.
Dos días después.
Un niño carita sucia, ocho años
llamado Iván,
busca afanosamente entre los desechos
de su antigua vivienda,
su trencito
que se niega a morir.
(c)Marianela Puebla

domingo, 21 de marzo de 2010

poemas de gladys zaldívar


Gladys Zaldívar, Cuba








Segundo reino







Ahora sostengo los espejos con el hueso de la soledad
una imagen ardiente sucede al caballista
que hace trotar el mediodía sobre mis ojos una imagen
de niño sobrecogido por el paso de la muerte
sobre los adoquines de su pueblo
recobrado de pronto en alguna galería de la memoria
el dios del invierno desciende por los nudos del agua
hasta mi rostro innúmero de visitante
(fabrica un barco de hielo para llevarse las lágrimas secretas)
si pudiera las dejaría ir temblando entregaría también
su ruta estéril si pudiera pero nacen de una remota bestia
en la que cabalgó mi infancia por un sendero marino
con grillos luciérnagas donde otro dios del tiempo
impone su aliento de llama sobre nuestras raíces
para siempre único poseedor de todo el aire
la ciudad en su oficio de enmascarada muerte
asalta mi lentitud de visitante gris
pero yo reconcilio entonces su mosaico de casas-insectos
que no detectan pájaros sino altos sonidos
los ojos violáceos que eléctricamente cuelgan de la noche
el nervio subterráneo arrastrando urgencias
que tienen el corazón de res
con el territorio ya perdido rescatable sólo al tacto del alma
que no es más que un punto en el hombro de la dulce bestia
pero donde el sol flota en la techumbre
como una naranja en el azul del río
donde el cómo está usted y su respuesta inauguran hilos
para el encuentro de las soledades
reconcilio también la heredad de los peces con el reino
que cierra una espalda intemporal de piedra
el filo recién nacido oliente a hierba
con el muerto furor de la espada
el crucigrama mágico de tempestades y caracoles
con la clepsidra del asombrado navegante
y reconcilio en fin el organismo que habita mis más recónditos espacios
con éste igualmente mío no sin antes haber caído mil veces
rodando aullidos tiniebla sangre hasta encontrar
las exactas humanas brújulas









Máscara y río








Es la imagen con sus flautas conduciendo al agua de la muerte
pero las uvas del jarrón, la lagartija en su cárcel de porcelana
y todo lo demás --qué bien Ud. lo sabe-- son pétreos fantasmas,
reflejos del viento en el doble vaso del sueño;
el valle de viñales, que acude sin prisa a su cerrada soledad,
sostiene ahora un jade intenso, de yunque en sombra bañado
para que la fijeza al fin resuelva, en el falo clavado,
su destino de arbórea rectitud;
pienso en su ventana dormida, en el silencio abriendo pétalos de fuego
y el pulso hospedado por ángeles coléricos,
en esa tibia, cercada víspera, del azul recobrado que será;
(la redonda eternidad muerde su cola)
entra y sale del invisible aro que sostiene como un pez milenario,
huésped de los signos, acarreando el nombre de madera
que ha convocado riéndose para palpar una vez más el pecho borrado,
la máscara de sierpe en la transgresión de cada negativa;
comprueba las cerraduras del futuro, apoya su cifra inexorable,
nos recuerda que nadie escapa de la danza de teas
cerrándose en el agua;
déjenlo flameante que se vuelva
tamborileando sobre el río (roto Narciso en mil destellos)
midiendo con el aire las cuatro esquinas de un número increíble,
despojando de barro, con su viaje al fondo del árbol,
no al hueso que siempre se espuma, sino a su antesaIa misteriosa,
tosiendo con las alas la esperanza del cuerpo único
y recordándonos la estirpe del fuego, sus caladas manos convidando
al festín siempre mísero, colocando distancia y luego la ceniza;
váyase, váyase,
que está al borde mismo de la noche, casi tocando sus párpados de harina
y no hay más compañía en el abismo que el seguro huracán de la rosa;
váyase que sé que lo acompaña esa rosa única que lava nuestras plantas
y asciende con nosotros como una prodigiosa floración de llave










Lázaro en la puerta del alba







Cuerpo auroral que tañendo sostiene
sus monedas de aire y de ceniza
estación del arcángel que lo habita,
desde la mar y sus dos perros duendes.
Porque su voz conoce de la noche
los códices de luz, la puerta al alba;
porque escribe los libros de la llaga
de pie sobre la muerte como un bosque.
Diecisiete cantatas de caminos
para el dolor de diecisiete rostros
sólo son alarifes de un asedio.
Mariposa en harapos su sonrisa
por una áurica casa que regresa
alta y primaveral desde su ruina.









El barrilete







Grácil, el corazón del vuelo se alza;
su geométrica pasión de estrella
abre callado en el dintel del árbol
e irrumpe en el balcón como una fiesta.
Biografía de las nubes, su danza;
medalla de la tarde es su silencio;
su cola, ruta al reino de la lluvia;
su quieta altura, códice del ave.
No el rombo de azafrán cierra su forma
sino la breve mariposa clara;
no ingrávido esqueleto es su madera
sino la honda presencia de la sombra.
No es el aire su cárcel o morada
sino el cuerpo icarial que al fin lo acoge.

sábado, 20 de marzo de 2010

poemas de enrique godoy durán


Enrique Godoy Durán, Guatemala






Del Quetzal al Tocororo.



Mundo

La noche se va enredando
entre recuerdos del alba
y la tristeza del tiempo
abre sus ojos al llanto.

Las voces de los timbales
me despiden desde el puerto
y la nostalgia me invade
al escuchar un bolero.

Cuba, bongós y canciones
abrazos de mis hermanos
y el azul del mar Caribe

Guatemala y su marimba
voz de ancestros milenarios
volcanes y tradiciones.

Historias que nos hermanan
En el abrazo fraterno
Del Quetzal al Tocororo…

Adiós hermanos cubanos
Adiós hermosa nación

Voy dejando mis quimeras
En las playas de la vida.
Muy cerca del malecón.







Ayer





El ayer de pronto retornó violento.
Clavó tu imagen en la pupila triste…
Y en los sueños que nunca se terminan
Aparecieron los versos
El talle azul y tu sonrisa breve.
El viento que arrulla las espigas
Los murmullos y los trinos
Y una brisa color de primavera…
La más dulce experiencia de la vida
Aquel momento, aquel instante florecido,
Aquel dulce momento,
Que, con crueldad se desvanece ahora…
Silencio.
Los puñales que hieren los recuerdos
Se llevan para siempre nuestros días
Sólo nos quedan las sombras y el silencio…






Y



Y quizá no sepa
Que ahora me espera su sombra en los espejos
La uva marchita sin la parra
Y todo por vivir en busca de sus alas peregrinas

**

¿Cómo alcanzarla si es etérea?
Si se desvanece en el vuelo de un suspiro…

**
Cuando rompa la armadura de mis labios
Cuando deje de ser ajeno a su mirada,
Entonces, sólo entonces,
Recorreré el calvario de su olvido
Y moriré por vivir entre su hoguera.






7 de noviembre de 1936. Guatemala, Ciudad capital, Profesor de Arte con especialización en Teatro por la Universidad Mariano Gálvez de Guatemala. Autor de las novelas: A la Sombra del miedo, Los Santos esqueletos, El Origen del Viento, Sueños de Peregrino, Mi Patagonia para ti a cuatro manos con Isabel María Álvarez (Argentina), El Diario de la Llorona. Cuentos: Del Río Manso y otras aguas, Poesía: Palabras Viejas y Quo vadis, Vita?, Breve Antología de Poesía Latinoamericana No.1 (siete países) y No.2 (catorce países) Breve Antología de Poesía del Mundo.No.3 (27 países) Me gusta leer, libro de lectura para niños. Teatro: María Margarita Montenegro, La Feria del Rescate, La Fiesta de la Independencia, El hombre de la otra orilla, El Mamut Volador, Las Computadoras. Los Apóstoles, El matrimonio de La Llorona, La pelea del Sombrerón contra el capitán Ala Alta. La maestra Mirta, Locadio. Radio Novela Los Santos esqueletos (adaptación del Licenciado Fernando Arévalo) Es miembro de La Casa de la Cultura Guatemala en Nueva York. Casas de la Cultura en Tapachula, México. León, Nicaragua y Centro PEN Guatemala. Pertenece al Movimiento Poetas del

viernes, 19 de marzo de 2010

poema de miren eukene lizeaga


Miren Eukene Lizeaga, País Vasco, España








Existe






Aquí, donde la retina de la razón nunca podrá penetrarlo
y ningún docto, ningún ignorante, dedo puede señalarlo.
Aquí, en el pasado, el presente, y el futuro,
sin saber o sabiendo, intuyendo o rechazando,
de cara o huyendo. Viviendo, nosotros, ¿nos imbuye,
nos cede el ejercicio de averiguarlo?, ¿también el de negarlo?



Existe.


¿Él, que existe. El que existe?

Ayer. Cuando la gramática no era.
No sabíamos de género, complemento, puntuación, tiempo… Existe.
Cuando era mímica, impotencia en la naturaleza, digitalizada piedra,
horizonte fecundo, fundido de cielo, tierra, muertos y vivos.
Cuando era, impresión. Genuino respeto,
sana necesidad, adoración ignara.
Hace mucho tiempo, cuando compartimos cuna con los animales.
También, éramos. Aunque aún no deletreáramos,
la palabra Misterio… Existe

Mañana. Serán otros, no yo, los que digan:
“De la invisible impronta,
solo una huella, cubre nuestra historia entera”.
Cuando los tú, y yo, de ahora mismo, no respiremos…Existe.
Cuando futuro sea, una palabra malgastada,
llena de mortales temores, sensatamente sabia
de que no será, para ti, ni para mí.
Existe. Siendo, para los que nos continúen.

Cada vez más pleno de búsqueda humana,
de interrogantes, de respuestas, de avances.
De estudios, reflexiones, escritos, oraciones, silencios,
todos para Él, todos por Él.


Nos infunde medios, y somos, sorpresa avanzando.
Cada vez más plenos, más perfectos, más poseedores…
Mientras se vacía, de activos y pasivos, directos e indirectos.
Y se vierte, entre lenguas que lo aman, idiomas que lo expresan,
mentes que se entregan, corazones que se rinden,
Sin poder evitar, hacerlo preso de sus reglas.

Existe. Y no hay brújula que sirva, ni invención que lo alcance.
Por eso nos aferramos a referencias.
Existe. ¿Él, que existe. El que existe?
Necesitamos apelativos, Existe… En la pobreza de estas letras.


Donostia. 17-3-2010. Eukene Lizeaga Tamayo

jueves, 18 de marzo de 2010

DUELE CHILE ¡YCÓMO DUELE!-SUSANA GIRAUDO


Susana Giraudo, Argentina








DUELE CHILE ¡YCÓMO DUELE!






La furia se acomoda en lo profundo,
rugen sus fauces,
se mueven sus entrañas
y quiebra los retratos
disfrazada de grieta,
ataviada de abismos.

Vuelan los cucos agoreros.
Caen árboles como trapos
por el suelo,
hay ruinas de vértebras esparcidas
y grasa del corazón en los escombros.

No barcos sobre la mar,
Federico,
sino sobre la tierra herida
y el hombre aterrado
trepando la montaña

Todo disperso, dislocado.
Cadenitas con cruces,
peces muertos,
viejas cartas de amor,
zapatitos sin par,
tierra que gatea hacia atrás,
nombres vacíos,
agua salobre y
pan ausente.

Los ruidos del mundo
mueven ahora la boca
de señores lejanos
de traje y de corbata,
de discursos sin barro
ni orfandades.

“Hay que construir,
no insistan con el llanto
miren como se ha partido el maizal
y sigue creciendo entre sus heridas
en silencio”.
(C)Susana Giraudo

martes, 9 de marzo de 2010

Sobre El Árbol de los libres a propósito de la situación actual de Chile-Daniel Rojas Pachas.


Portada








Sobre El Árbol de los libres a propósito de la situación actual de Chile.





Autor: Daniel Rojas Pachas.







“Los anillos de una serpiente son aún más complicados que los agujeros de una
topera”.
Gilles Deleuze






El árbol de los libres “Poetas de la generación NN de Chile” es una antología publicada en México por Arlequín Ediciones el año 2008. La selección estuvo a cargo de Fabián Muñoz y el prólogo del libro lo realizó el poeta nacional Eduardo Llanos.

La obra llegó a mis manos en Serena en agosto del año pasado gracias a uno de los antologados. El poeta y gestor cultural Arturo Volantines me obsequió el texto durante la ceremonia de premiación del concurso de poesía y ensayo “Lagar” del cual fui jurado junto a otra poeta que forma parte del libro con su simbólico poema “Bandera de Chile”. Me refiero a Elvira Hernández.

Desde entonces he querido escribir algo sobre esta antología. Algo más que una simple reseña y enumeración de los autores que participan de ella. No me parece justo sólo loar el criterio de Fabián Muñoz y la poesía de los congregados. Ello me parece poca cosa ante un trabajo valiente y de calidad pues como dice Llanos en el prólogo: “el antólogo bien pudo ahorrarse este trabajo, por el cual Chile no ofrece más pago que las enemistades y el resentimiento, pero asumió el desafío, y eso merece nuestra gratitud”

El libro además ofrece en su actualización una gama de sensaciones que se avivan si pensamos en la tragedia que Chile atraviesa. Un devastador terremoto, crisis natural y social con ribetes políticos y económicos que no vamos a anteponer a lo humano pero que quien redacta no puede ignorar al pensar su artículo pues fue también un momento álgido y de crisis el que toco afrontar a las múltiples voces que componen El árbol de los libres. Voces que dialogan con nosotros en su esfuerzo por surcar el oscuro bosque de la represión y censura dictatorial. Muchos de ellos formaron además parte de la llamada neovanguardia y sin duda en su conjunto dan forma al cuerpo extenso y variopinto de la generación de los ochenta con todas sus líneas de percepción de la realidad y formas de comunicar desde lo apocalíptico religioso pasando por lo testimonial, etnocultural y la poesía de las minorías sexuales.

De todos modos obviando el tema taxonómico recalco el espíritu de diálogo que El árbol de los libres provee, gestando charlas inagotables con voces que ya conocía y admiraba por su quehacer: Elvira Hernández, Verónica Zondek, Teresa Calderón, Tomás Harris, Diego Maqueira, Rodrigo Lira, Javier Campos, Gonzalo Millán, Elicura Chihuailaf, Pedro Lemebel, Roberto Bolaño entre otros que con sus relatos en prosa y verso permiten rememorar fragmentos y construir pasajes de lecturas y lugares que en un continuo devenir van dando forma, ritmo y color a la realidad. Asimismo el libro no termina en los límites del papel y su índice pues el entramado al cual da vida permite abordar otros textos y autores no presentes e igual de entrañables que los mentados como Carmen Berenguer y Eugenia Brito y al mismo tiempo descubre percepciones poéticas que al menos para mí, eran desconocidas hasta el momento. Me refiero a poetas presentes en la edición como Natasha Valdés y Galvarino Santibáñez.

Esta apreciación se suma a lo que Eduardo Llanos dice en el prólogo luego de hacer una lista cronológica y geográfica de los autores de su generación: “Tanta convergencia cronológica contrasta con la divergencia de los estilos y los temas, pero marca un contexto histórico común. Debimos asistir a grandes cambios, a veces como espectadores impotentes y otras veces como participantes críticos y activos. Durante los años de terror dictatorial por ejemplo, resultaba notorio que entre nosotros predominaban las posiciones de izquierda, y hasta quienes estaban lejos de la izquierda mostraban también rebeldía anárquica o al menos independencia con respecto de los poderes fácticos –o más bien putrefácticos- que controlaban tras bambalinas la escena nacional”.

Esta visión de Llanos nos habla de los autores de la selección como hijos de su época, inmersos en un estado de terror ideado y puesto en práctica a la manera de los sistemas disciplinarios que Foucault detalla a lo largo de su obra y que Deleuze explica del siguiente modo: “Foucault situó las sociedades disciplinarias en los siglos XVIII y XIX; estas sociedades alcanzan su apogeo a principios del XX, y proceden a la organización de los grandes espacios de encierro. El individuo no deja de pasar de un espacio cerrado a otro, cada uno con sus leyes: primero la familia, después la escuela (“acá ya no estás en tu casa”), después el cuartel (“acá ya no estás en la escuela”), después la fábrica, de tanto en tanto el hospital, y eventualmente la prisión, que es el lugar de encierro por excelencia. Es la prisión la que sirve de modelo analógico”

En tal medida, desde diversos ángulos y con variados estilos los autores presentes en “El árbol de los libres” se preocuparon y más bien podríamos decir se arriesgaron a combatir el silencio haciendo una radiografía de Chile y su devenir sin concesiones y derroches gratuitos de heroísmo. Llanos al respecto agrega: “No pretendíamos ser "La voz de los sin voz (…) “Sentíamos con dolor y también dolores propios”

Esto va en concordancia con lo que Foucault demuestra al abordar las herramientas que el sistema disciplinario tiene a la hora de Vigilar y Castigar. La disciplina de ese entonces en Chile impactó a muchos, Llanos agrega: “varios sufrieron la prisión política (Zurita, Bolaño, Riedemann, Redolés, Montealegre, España). Además, el exilio, la dispersión geográfica y la atmósfera de terror impidieron que nuestra hornada cultivara los vínculos y esas amistades tan naturales en otras generaciones”

Afirmaciones como esta junto a otras citas tomadas del prólogo de Eduardo Llanos, conforman la materia que sin duda me motivó a escribir sobre “El árbol de los libres” y continuar la redacción del artículo entroncando la catástrofe que enfrenta el país y cómo esta se puede entender desde una lógica diversa a la que tuvo el Chile previo al llamado retorno a la democracia.

Me gustaría referirme a la situación del centro-sur de Chile. Ciudades devastadas con serios problemas de abastecimiento en recursos básicos (luz, agua y alimentos), sumidas en toques de queda, bajo saqueos y con una marcada incomunicación. Mucho se ha dicho además de la negligencia de organismos de gobierno como la Onemi, la prepotencia de ciertas autoridades o el silencio de otras al abordar lo que denominaron de modo reduccionista una cacería de brujas cuando se buscaba hablar de responsabilidades en cuanto a la caída de caminos y edificios relativamente nuevos o la demora o simple ineptitud en la reacción de alerta, eso sin obviar lo que algunos medios festinaron en un comienzo aminorando la envergadura de la situación con una clara mirada centralista y desde el Sheraton en Viña para luego hacer un mea culpa que mostró el verdadero rostro del horror en las poblaciones más alejadas de la mirada del Luminoso (A la manera del cartel en Lumpérica de Diamela Eltit)

Desde luego que este estado de catástrofe nace bajo causas diversas a las de ese Chile que le tocó vivir a los autores del árbol de los libres pues hoy enfrentamos un desastre natural aunque paradójicamente y quizá por una broma macabra del destino, ocurre semanas previas a que un nuevo gobierno de derecha asuma el poder en Chile.

La pregunta de rigor entonces es ¿Cómo perciben lo acontecido los poetas de la generación NN? ¿Qué pensar ahora de la imagen de reloj suizo que Chile promueve ante sus pares de Latinoamérica? y en esa medida no es menor el siguiente cuestionamiento: Cómo perciben lo acaecido los jóvenes poetas de hoy, los pensadores, ensayistas, críticos y artistas que transitan bajo los treinta y que en línea general han crecido en un Chile ambiguo, ya no de polos marcados al estilo guerra fría con hombres grises detrás, sino un Chile de máscaras y apariencias, de socialismo neoliberal o lo que algunos llaman dictadura blanda pero que otros defiende a ultranza como la ruta del éxito y del consabido progreso con cambios invocados en slogans con trademark incluido.

Esos hijos también de su época, ya no responden a la disciplina como podemos verlo en los colegios del Chile actual. Deleuze dice al respecto: “Estamos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro: prisión, hospital, fábrica, escuela, familia. La familia es un “interior” en crisis como todos los interiores, escolares, profesionales, etc. Los ministros competentes no han dejado de anunciar reformas supuestamente necesarias. Reformar la escuela, reformar la industria, el hospital, el ejército, la prisión: pero todos saben que estas instituciones están terminadas, a más o menos corto plazo. Sólo se trata de administrar su agonía y de ocupar a la gente hasta la instalación de las nuevas fuerzas que están golpeando la puerta. Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias”.

El panorama de Chile nunca pudo estar más claro, reforma penal, carcelaria, educativa, de transporte y salud y a la par podemos ver los resultados funestos en todos esos ámbitos; niños que se intercambian por error en los hospitales, mujeres dando a luz en baños, cárceles hacinadas y colegios sin mobiliario o contaminados con plomo como ocurre en Arica. Sociológica y tecnológica-mente no estamos preparados. Nos decimos de primer mundo, antes éramos los jaguares ahora estamos en listas rimbombantes empero ¿Cómo respondemos ante una crisis interna? Eso dice mucho más que una cifra o top ten. ¿Cómo enfrentamos un terremoto?, no sólo de la magnitud abismal del que tenemos encima, sino ¿Cómo enfrentamos el que ocurrió no hace tanto en el norte y qué aprendimos de él?… No mucho al parecer…

Bueno esta crisis da como resultado a una nueva generación o un nuevo tipo de Chileno por decirlo de alguna manera. Vástagos de las sociedades que Deleuze llamó de control.

“Esto se ve bien en la cuestión de los salarios: la fábrica era un cuerpo que llevaba a sus fuerzas interiores a un punto de equilibrio: lo más alto posible para la producción, lo más bajo posible para los salarios; pero, en una sociedad de control, la empresa ha reemplazado a la fábrica, y la empresa es un alma, un gas. Sin duda la fábrica ya conocía el sistema de primas, pero la empresa se esfuerza más profundamente por imponer una modulación de cada salario, en estados de perpetua metastabilidad que pasan por desafíos, concursos y coloquios extremadamente cómicos. Si los juegos televisados más idiotas tienen tanto éxito es porque expresan adecuadamente la situación de empresa. La fábrica constituía a los individuos en cuerpos, por la doble ventaja del patrón que vigilaba a cada elemento en la masa, y de los sindicatos que movilizaban una masa de resistencia; pero la empresa no cesa de introducir una rivalidad inexplicable como sana emulación, excelente motivación que opone a los individuos entre ellos y atraviesa a cada uno, dividiéndolo en sí mismo”.

La sociedad que estamos viviendo es un escandaloso reality en el cual nos vamos eliminando por popularidad y convivencia. Por esa viabilidad que prefiere negar o permitir accesos delegando la responsabilidad a los propios usuarios en lugar de desterrar o someter a palos y con la cacha del fusil a sus gobernados. Por un tema de relaciones públicas es mejor vender una imagen políticamente correcta hacia fuera pues vale la pena ocupar el arma del momento, el canibalismo empresarial de grandes redes y abismantes espacios de intercambio que exigen ser operativo a la altura del software del momento. Esta mirada pensando lo que los autores del árbol de los libres tuvieron que enfrentar en su juventud y lo que nos toca a los que estamos pensando y escribiendo en este momento, me hace reflexionar la catástrofe nacional más allá de lo inmediato y situarla sin chauvinismos desde el norte extremo de Chile. Lugar en que habito y desde el cual desarrollo mi literatura.

Acá el panorama es también particular y no menos ambiguo. Arica frontera entrañable y heroica dirán los partidarios de la disciplina de antaño, rememorando aquella cuna de regimientos y bastión de la soberanía en cambio otros, podemos pensar en una Arica post-guerra del pacífico y desterritorializar la discusión. Sobre todo si nos detenemos ante la reacción de Bolivia frente a la tragedia que vive hoy Chile.

Por años los medios con su morbo usual han insistido en mostrar a los bolivianos como un pueblo que a regañadientes espera ver al país por los suelos para lanzar la estocada de gracia. Hacer leña del árbol caído, dirán algunos. Pero la realidad ha contradicho al mito pues ante la falta de agua potable en las zonas afectadas, los bolivianos donaron toneladas del preciado líquido que siempre ha sido el tema de escisión entre los dos países. Una especie de metáfora iluminadora al igual que el gesto del presidente y gabinete de ese país al donar parte sustancial de sus sueldos para los damnificados. Algunos dirán que es una especie de manipulación sentimental otros que es la frugalidad más sincera y humana la que motiva estos actos, cada cual puede tener su punto de vista y argumentar libremente. Nosotros en cambio viviendo en este norte que crece junto a Perú y Bolivia, creo y quizá es sólo mi parecer, no podemos cuestionar el proceder de Bolivia sin hacer un alto y pensar en los repetidos festivales y carnavales con la fuerza del sol (incluido Américo) que muestran la interculturalidad bullente.

Además la economía turística y el comercio, principales sustentos de la región, dependen del cruce e intercambio, de la simbiosis entre las provincias que se encuentran ya no como antes dividas por un soldado y minas antipersonales sino por la posibilidad de ser un inmigrante viable ante los ojos del canon social y económico. Como dice Deleuze: “No es necesaria la ciencia ficción para concebir un mecanismo de control que señale a cada instante la posición de un elemento en un lugar abierto, animal en una reserva, hombre en una empresa (collar electrónico). Félix Guattari imaginaba una ciudad en la que cada uno podía salir de su departamento, su calle, su barrio, gracias a su tarjeta electrónica (dividual) que abría tal o cual barrera; pero también la tarjeta podía no ser aceptada tal día, o entre determinadas horas: lo que importa no es la barrera, sino el ordenador que señala la posición de cada uno, lícita o ilícita, y opera una modulación universal”.

Bueno para no irme por las ramas del árbol quiero recalcar y sintetizar este inestable equilibrio o contradictorio estado que siempre se ha vivido en Chile, usando a días del desastre en el país, otras palabras expuestas por Llanos en su prólogo: “Loca geografía: país largo, angosto y montañoso como ninguno, con enorme diversidad de paisajes y de climas (desde el desierto más seco del mundo hasta los hielos “eternos” de la antártica), con gran frecuencia e intensidad de sismos y un número de volcanes que ningún otro país supera (aquí se encuentra 15 por ciento de los volcanes del planeta) (…) Durante tres años concitamos la atención internacional por el triunfo electoral de Salvador Allende, primer socialista en el mundo elegido democráticamente para el cargo de presidente de un país; sin embargo, a partir del derrocamiento de Allende, Pinochet se convirtió en el arquetipo del dictador latinoamericano. (…) Ninguna otra nación de la Tierra aplicó con tanta ortodoxia el modelo neoliberal, y ninguna otra ha acumulado en el último decenio más desigualdad en la redistribución del ingreso. Por si fuera poco, en el año 2000 un miembro del Opus Dei estuvo a punto de ser elegido presidente del país, lo que habría constituido otra plusmarca mundial”.

En el texto citado Llanos casi profético más bien lúcido expone toda una serie de imágenes que pintan por entero el cuerpo de una Chilenidad que se debate entre el morbo sensacionalista y la solidaridad, el oportunismo y la fraternidad desinteresada.

La intención de mi artículo de cualquier modo no ha sido la de politizar la situación pero ante todo lo ocurrido, las tragedias de antaño y la reciente, las provocadas por la lucha de poder en los setenta y las que demuestran el poder real de la naturaleza y la inmediatez del hombre y sus devaneos y desde luego pensando en lo que vendrá durante los siguientes días y por delante, queda pensar en lo que dice Deleuze: “El marketing es ahora el instrumento del control social, y forma la raza impúdica de nuestros amos. El control es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado, mientras que la disciplina era de larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado. Es cierto que el capitalismo ha guardado como constante la extrema miseria de tres cuartas partes de la humanidad: demasiado pobres para la deuda, demasiado numerosos para el encierro: el control no sólo tendrá que enfrentarse con la disipación de las fronteras, sino también con las explosiones de villas-miseria y guetos. (…) ¿Podemos desde ya captar los esbozos de esas formas futuras, capaces de atacar las maravillas del marketing? Muchos jóvenes reclaman extrañamente ser “motivados”, piden más cursos, más formación permanente: a ellos corresponde descubrir para qué se los usa, como sus mayores descubrieron no sin esfuerzo la finalidad de las disciplinas. Los anillos de una serpiente son aún más complicados que los agujeros de una topera”.

Entonces insisto, qué harán los escritores, pensadores y los artistas de una nueva hornada en Chile, pues los que están presentes en la antología “El árbol de los libres”, combatieron, cantaron, relataron, testimoniaron y también cuando fue necesario se evadieron para volver a arremeter contra una realidad adversa y disciplinaria, pero hoy nos toca otro mundo, otra situación y en este momento, otro Chile que en esencia no dista del anterior, no en la superficie quizá, pero si en los mecanismos que nos coartan al tiempo que nos dan alas…

Los medios de masa nos bombardean pero también podemos usarlos para responder y hermanar. Facebook y Twitter fueron de mayor utilidad que el roñoso fax de la Onemi. Creo que la respuesta esta en otro texto de Eduardo Llanos. Me refiero al escrito titulado “Aclaración preliminar” también presente en “El árbol de los libres”. Este texto en su visceralidad y capacidad de crítica siempre me ha parecido de gran vuelo.

Dice así: (…) Pero si ser poeta significa sudar y defecar como todos los mortales, contradecirse y remorderse, debatirse entre el cielo y la tierra, escuchar no tanto a los demás poetas como a los transeúntes anónimos, no tanto a los lingüistas cuanto a los analfabetos de precioso corazón; si ser poeta significa enterarse de que un Juan violó a su madre y a su propio hijoy que luego lloró terriblemente sobre el Evangelio de San Juan, su remoto tocayo, entonces, bueno, podría ser poeta y agregar algún suspiro a esta neblina.

Todo lo dicho en relación con el libro “El árbol de los libres”, con el perdón de la digresión personal sobre la coyuntura, forma a mi parecer parte del diálogo incesante que el trabajo de Fabián Muñoz promueve a través de su selección sobre todo si consideramos que el antólogo Mexicano confiesa al inicio del libro que este proyecto nació después de un paseo por las playas de Con Con al enterarse en su departamento en que cumplía la residencia artística, por medio de la prensa televisiva, del deceso de Pinochet. Esta suma de fenómenos y efectos concatenados lleva a reflexionar sobre nuestra vía para procurar ser libres. Ella no reposa en la superficie del árbol, superficie que por lo demás ha mostrado muchas veces ser acartonada y manipulable en Chile, sino que al contrario subyace bajo esa tierra que se mueve con mucha vitalidad para nuestro disgusto. Busquemos entonces en la raíz o el rizoma que las generaciones anteriores atisbaron, esnifaron y sobre la cual poetizaron en sus relatos, algunos incluso llegaron a perderse en ella por eso la generación actual quizá debe también perderse en ese tránsito sin centros para encontrar nuevas salidas y entradas, nuevos puntos de fuga por entre las ruinas y fragmentos que permitan una alternativa de libertad y no una verdad que se maquilla como el rostro univoco de la felicidad, arco iris procesado y empaquetado para el bien del logo de campaña y la sonrisa en cadena.
Marzo de 2010